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ArribaAbajo II. De Ripoll á Gerona, por D. Ramón Arabia9

Víctor Balaguer


Merecí á esa ilustre Academia la honra de que me nombrara para dar dictamen sobre el libro De Ripoll á Gerona, obra de nuestro correspondiente D. R. Arabia y Solanas; y voy á cumplir mi cometido.

El libro es bueno, mejor de lo que acostumbran á serlo los de su clase, escritos por lo regular con el calor de la impresión y la prisa de las circunstancias.

Aunque nos haya venido por separado y en volumen suelto, forma parte esta obra del Anuario de la Asociación Catalana de excursiones, publicación de verdadera importancia, donde se encuentran datos y noticias de gran interés para todo lo que á las ciencias históricas y averiguaciones artísticas atañe, pero que es poco conocida y apenas estudiada, por la circunstancia de estar escrita en catalán.

Magistral idioma es ciertamente el catalán, varonil, maravilloso y excelente como pocos, y ya Cervantes, en su tiempo y en su Pérsiles y Segismunda, le llamaba «graciosa lengua, con quien sólo la portuguesa puede competir en ser dulce y agradable»; pero confesarse debe que hoy el catalán, no alcanzando lo que en otras épocas, es de muchos desconocido, y por ende mal juzgado en nuestros círculos literarios. Esto hace también que no se estime y gradúe toda la importancia, riqueza y valía de nuestra moderna literatura catalana, que asombra á quien la estudia y penetra en ella. De aquí, por ejemplo, que los Anuarios y demás publicaciones de nuestras sociedades excursionistas de Cataluña no alcancen toda la fama, ni tengan toda la resonancia, ni consigan el fruto y la utilidad que debieran y merecen, siendo, como son por lo general, obras escritas con crítica, que obedecen á levantados   —35→   propósitos y que son archivo de noticias interesantísimas para el arte, para la ciencia, para la historia y para la literatura.

En buen hora que los poetas catalanes escriban en catalán, pues por regla general y ley raras veces interrumpida, el poeta necesita escribir en la lengua de su cuna y de su infancia, aquella en que aprendió á balbucear el nombre de su madre y á orar á Dios. En buen hora también que así sea, por la circunstancia de ser el verso catalán infinitamente superior al castellano: ya que por la concisión, sobriedad y riqueza de la lengua puede encerrar mejor el pensamiento, que hay precisión de desleir en castellano. Apenas si existe un poeta catalán que, escribiendo en lengua de Cervantes, haya logrado adquirir fama y llegar donde llegan los de primera fila, mientras que hay muchos en Cataluña, Valencia y las Baleares que rivalizan con los más eminentes de Castilla.

Pero si esto sucede con respecto á los poetas y al verso, sucede precisamente todo lo contrario con la prosa y con los que la escriben. La majestad, la pompa, el orientalismo, la magnificencia y belleza de la prosa castellana no tienen rival en ninguna lengua del mundo; y si los catalanes no llegaron á sobresalir, más que con contadas excepciones, en la poesía castellana, son muchos los que en la prosa se han abierto camino, llegando allí donde sólo los elegidos llegan.

Por esto es más de lamentar que no se escriban en lengua castellana las obras de historia y de ciencias, que por su índole hubieran de estar al alcance de todos. Cuando menos, los catalanes debieran hacer lo que los provenzales: publicar la traducción frente al texto original. Así, y no de otra manera, es como los últimos consiguieron que los centros literarios de Paris conociesen sus obras y fijasen en ellas su atención, dándoles cédula de vecindad.

Perdóneme la Academia esta digresión, motivada por estar escrito en catalán el libro acerca del cual me ha pedido dictamen, y vuelvo á mi punto de partida.

De Ripoll á Gerona es una interesante crónica de viaje por comarcas poco visitadas y concurridas, dando esto mayor realce y novedad á los relatos del autor. El Sr. Arabia cuenta la expedición   —36→   que hizo, acompañado de un sabio francés, M. Jung, con quien recorrió, á pie la mayor parte de las veces, á caballo otras, y muy pocas en carruaje, una extensa comarca catalana, á la que no falta realmente ningún atractivo, según de su propio relato se desprende. Risueñas perspectivas, panoramas admirables, grandiosos monumentos, bosques seculares, iglesias bizantinas y góticas, dólmenes ignorados, grandes mansiones feudales, recuerdos históricos, tradiciones encantadoras, terrenos cubiertos de fósiles ó agrietados por los volcanes y terremotos, todo lo tiene aquella comarca, y de todo se hace cargo el Sr. Arabia con espíritu observador y crítica atinada, embelleciendo de vez en cuando su narración con poéticas descripciones, que dan clara muestra de su ático y literario ingenio. Tales son, por ejemplo, la de la pág. 16, bellísimo cuadro de costumbres populares, y la de las páginas 26, 27 y siguientes, con las cuales, desde lo alto del Puigsecalm, y con el arte magistral del poeta, explica los encantos y maravillas que se ofrecen á su vista.

Comienza el cronista su viaje en Ripoll, donde las admirables ruinas del antiguo y monumental monasterio de Santa María le ofrecen asunto para algunas páginas interesantes.

De Ripoll pasa á San Julián de Vallfogona y visita el castillo, de cuya antigua historia nada por malaventura nos dice.

Sigue á San Privat con objeto de emprender su ascensión al Puigsecalm, y encuentra en su itinerario motivos para rectificar el mapa de nuestro sabio compañero el Sr. Coello; pero no lo hace sin prestar un homenaje de consideración y gratitud á dicho señor, cuya obra califica de titánica, considerándola superior á todas las de su clase realizadas hasta el presente, y en particular al mapa del estado mayor.

La ascensión al Puigsecalm y sus panorámicas vistas, dicho queda ya, son una de las bellezas del libro.

En el camino de San Privat á Olot halla ocasión el cronista de discurrir acerca de si hubo de ser en aquella comarca donde se levantó en tiempos la ciudad de Ptolemeo, la Bassus de Plinio; y llega á Olot en los momentos en que la villa se entrega á la expansión y alegría de su fiesta mayor, que describe, no sin fijarse, siquier sea tal vez con demasiada superficialidad, en los   —37→   edificios públicos y en los bufadors, ó sea, respiraderos de los antiguos y extinguidos volcanes de la comarca.

El Museo le da ocasión de consagrar un recuerdo á los excelentes pintores catalanes Sres. Vaireda, de uno de los cuales hemos visto recientemente algunas obras en nuestra exposición de Madrid; y el monetario del Sr. Saderra se la ofrece para hablar de nuestro Académico correspondiente Sr. Pujol y Camps, cuyos conocimientos numismáticos encarece.

Después de pasar por Castellfolit, el cronista llega á Besalú, villa de gran renombre en las antiguas crónicas catalanas, y nos traza de ella una rápida historia, dándonos á conocer sus monumentos, restos de su esplendor pasado. El lector puede hacerse perfectamente cargo de lo que fueron y lo que son la iglesia de San Vicente, la de San Pedro, la Colegiata y el palacio-castillo de los barones de Besalú.

Nos refiere luego el Sr. Arabia una expedición hecha á la Virgen del Monte y á las ruinas del monasterio de San Lorenzo, describiendo cuanto de notable guardan con una completa exactitud, que el autor de este dictamen se halla en el caso de poder apreciar por haber visitado también aquellos lugares.

La población de Bañolas y sus alrededores ocupan luego muchas páginas del libro. Acompañado del distinguido Sr. Alsius, que ha escrito con gran detenimiento la historia de aquella villa10, y con el libro de éste en la mano, el Sr. Arabia da los más minuciosos detalles y las más completas noticias sobre todo lo que visita, nos habla de sus recuerdos históricos, nos describe los monumentos y nos copia y presenta lápidas con inscripciones interesantes para la historia, rectificando de paso errores cometidos por Villanueva y por la España Sagrada.

La estancia en Bañolas le ofrece también ocasión de escribir lo que él llama una digresión lingüística, es decir, un curioso estudio sobre ciertas palabras catalanas, de uso común en la provincia de Gerona, estudio que merece por muchos conceptos ser tenido en cuenta por los que se consagran al cultivo de aquella lengua. El Sr. Arabia resuelve muchos casos dudosos, y el vocabulario   —38→   que nos presenta con su síntesis fonética es una obra de porfiada observación y profundo estudio.

Las páginas que el cronista, siguiendo su viaje, consagra luego á las comarcas de Santa Pau, Santa Margarita de Cot, Finestras, el valle de Hóstoles y Amer, son quizá las que están escritas con más conciencia y las que pueden ser de más utilidad.

Da noticias curiosas, y ciertamente poco sabidas, sobre los nobles de Porqueras, después barones de Santa Pau; visita la iglesia y el castillo, hoy convento de monjas, y copia lápidas é inscripciones; recorre los alrededores y sube al cráter de Santa Margarita de la Cot, entregándose á científicas y oportunas observaciones sobre los volcanes; llama la atención sobre los objetos antiguos y artísticos que encuentra en el santuario dels Archs; dedica una página interesante á la iglesia y al castillo de Finestras, y después de describir los amenos sitios que atraviesa, marcando sus impresiones, llega á la población de Amer, donde se detiene á explicar lo que existe del antiguo Real monasterio de Santa María y á copiar unas lápidas sepulcrales del siglo XV y una inscripción hebrea que encuentra en una casa.

El viaje termina con una excursión á la pintoresca ermita de Rocacorba y la llegada á la inmortal Gerona, á la que sólo consagra algunas líneas.

Tal es, aunque muy en resumen, el libro sobre el cual me dispensó la Academia el honor de pedirme dictamen. En él abundan las descripciones poéticas, se ponen de manifiesto los conocimientos arqueológicos y artísticos del autor, se dan noticias curiosas e instructivas, se hacen oportunas observaciones sobre todo lo que se encuentra al paso y se explica lo que hoy nos queda de muchos monumentos, algunos de ellos casi ignorados, que fueron esplendor de aquella comarca y gloria del arte.

Otra cosa hay muy digna de notar en esta obra. El autor la ilustra con viñetas procedentes todas de dibujos ó calcos hechos por él, con lo cual consigue poner de manifiesto, de una manera muy útil é instructiva para los lectores, los monumentos, lápidas, estatuas, inscripciones, bajo-relieves y objetos diversos que más fijaron su atención.

Sólo en una cosa es deficiente este libro, y he procurado ya   —39→   hacerla notar al paso. Merecía que el autor, pues sobrados empujes se le notan para ello, hubiese dado más valor y realce á las tradiciones históricas y á los hechos y sucesos, en una palabra, á las gestas que viven aún por fortuna en aquellas comarcas.

Solamente con Ripoll y Gerona tenía bastante para ello. No se puede ni siquiera citar el nombre de Ripoll sin evocar el recuerdo de aquellos nobles condes de Barcelona, jigantes de nuestra historia, cristianos héroes de la reconquista, reyes y caballeros, legisladores y soldados, que mientras iban reconstruyendo la patria iban levantando el grandioso monasterio de Santa María, al cual escogieron para tumba de sus huesos y archivo de sus memorias.

Ni cabe tampoco citar el nombre glorioso de Gerona sin recordar la homérica historia de aquella ciudad, cien veces inmortal, cuyo nombre hubieron de dar como timbre, más que como título, á los herederos de su corona, aquellos altos y poderosos reyes de Aragón, de eternas é inmarcesibles glorias, que en vano pretenden amenguar los que olvidan ó desconocen lo que fueron aquellos monarcas y lo que fué aquel pueblo por ellos sabiamente regido.

No hubieran estado de más al final del precioso libro del señor Arabia algunas páginas de honor en recuerdo y loa de Gerona, de aquella Gerona que los reyes de Aragón, espejo de toda cortesía y de toda nobleza, consideraban como escudo y propugnáculo de su independencia; de aquella Gerona que en tiempo de Pedro el Grande fué heróico paladión de la casa aragonesa, resistiendo á todo el poder de Francia y dando nombre inmortal á Ramón Folch de Cardona, su defensor, á quien llamaron el prohombre y á quien llevaron á enterrar á Poblet, en cuyo sepulcro se leía que era conde entre los reyes y rey entre los condes; de aquella Gerona que a comienzos de este siglo, con el estrenuo general Alvarez, supo abatir la soberbia de las águilas francesas como antes había humillado el orgullo de sus lises; de aquella Gerona, en fin, que haría aún alzar de su tumba á los que fueron sus héroes y defensores, para coronar con ellos sus murallas, el día que pudieran volver á verse en peligro la independencia y la unidad de España.

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Esto es lo que, cumpliendo con el encargo de esta ilustre Academia, se me ha ocurrido decir acerca del libro De Ripoll á Gerona, escrito por D. Ramón Arabia.

VÍCTOR BALAGUER.

Madrid 28 de Noviembre de 1884.