Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice
Abajo

Que en la vía unitiva el perfecto contemplativo tenga en Cristo su oración mental [fragmento]

Sor María de Santo Tomás de Villanueva





Cuando Dios llama al alma, y la sube a la cumbre de la contemplación y amor suyo, adonde goza vientos puros, días serenos, sin que sus enemigos se le atrevan y levanten: ¿qué tranquilo queda su espíritu? ¿Mas a este estado quién llega, si no es llamado, y quién llama a él sino nuestro Salvador Cristo Jesús, dijo San Ambrosio? Llévanos, oh buen Jesús, en tus alas de clemencia cual águila a sus polluelos, qué altos vuelos que llegan a la región suprema de la contemplación y amor son imposibles sin ti, y fáciles a todos aquellos que ponen en ti los ojos de la contemplación; que no habían de ser menos felices los principiantes y aprovechados, que los perfectos. Para los primeros fuisteis camino, y los recibisteis cuando salieron del Egipto de sus culpas, y buscaron la Tierra de Promisión; para los segundos fuisteis verdad, y los confirmasteis en ella; y para los perfectos de la vía unitiva sois vida por caridad y amor. El mismo Santo lo dijo con divino espíritu.

Y más: porque estamos en el batallón de esta materia, y es éste el punto principal con que algunos místicos de este tiempo han juzgado que, como Cristo en cuanto Hombre consta de alma racional y cuerpo, es fuerza dañe, y sea estorbo a aquella última unión que se pretende entre el alma y Dios por el perfectísimo acto de la contemplación. Para rebatir este modo de pensar opuesto al mío, no quiero valerme ya de autoridades de Escritura y Santos, que podrán responderme que hablaron piadosamente, y con mayor generalidad de la que pide la dificultad principal; sin buscar la verdad en el rigor de la razón desnuda, probando y mostrando que Cristo no daña a la contemplación de Dios en la pureza de su naturaleza divina. Habla Moisés con el rústico pueblo: persuadíales no hiciesen figuras o simulacros de Dios por apartarlos de sus atrocidades, y díjoles: no podéis decir que os manifestó Dios simulacro alguno de sí mismo cuando os habló en el monte, que de Dios no hay figura, imagen o simulacro, que su ser infinito no se limita a figura, ni determina alguna representación, que necesariamente ha de ser finita y limitada, que eso es juzgar debidamente, dicen los teólogos místicos.

Esto supuesto, antes de satisfacer el argumento opuesto pongámonos en lo cierto, y en lo que es de fe católica, porque allí vengamos a lo que si no lo es, lo parece, mas para mí tiene gran certeza. Vino Dios al mundo, hízose hombre para llevar el hombre a Dios; uniéndose a nuestra naturaleza para que mejor le conociésemos: advirtió Dios que el hombre es un compuesto de dos naturalezas, alma espiritual y cuerpo material; y entendió que nunca el hombre acabaría perfectamente de conocerle, hasta que se le mostrase sensible y material como él es en sí; ahora pues, pensar que aquel medio, que Dios tomó para atraerle a sí, para que más de veras le amase, sea un medio repugnante para su unión mediante su conocimiento y su amor, parece poner dolo en el medio que para estos fines tomó Dios. Dime, cristiano, cuando te preguntan si crees que este Hombre Cristo es Dios, ¿no confiesas a boca llena que sí? Si pues para el conocimiento de fe, y para la confesión que este Hombre es verdadero Dios, no obsta ni embaraza creer y saber que es Hombre, ¿qué te ha de obstar para la contemplación?

Contemplar por la parte que toca al entendimiento no es diferente de creer. Dos cosas en común opinión de todos dice contemplación: ahora sea la una primaria, y la otra secundaria, o al revés, o las dos díganse igualmente una misma cosa, que para nuestro intento no importa eso nada; la una es acto de amor, que aquí no se habla de la contemplación especulativa, sino de la cristiana mística; la otra es acto de entendimiento, el cual no es otra cosa que un acto de fe oscuro de Dios: pues si para creer firmemente que Cristo es Dios, no te obsta el ser hombre, tampoco ha de obstar para la contemplación, pues por la parte que le toca al entendimiento no es más que fe, que por lo que mira a la voluntad.

Estoy muy persuadida, y temo mucho, que los que son de opinión que estorba Cristo para la contemplación, sin querer, y sin sentir, padecen el mismo daño que padecieron los Judíos y sus sucesores, que conocieron a Cristo y no le reverenciaron, y que para mayor condenación perseveran en su pertinacia. No podían, ni pueden hoy, persuadirse que un Hombre pueda ser Dios; y en llegando a este punto desatinan y pierden el juicio. Conoció bien Cristo que este punto había de ser piedra de escándalo, y para vencer la dificultad, propuso el premio a quien en él no se escandalizase, diciendo: Bienaventurados aquellos que no tropezaren en mí, ni se escandalizaren viéndome Hombre para conocerme Dios; luego cuando para contemplar en Dios, dicen, que estorba Cristo, en lo llano tropiezan [...]





Indice