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ArribaAbajoCamila: la denominación de un personaje de Galdós

Alfred Rodríguez y Darcy Donahue


Despierta la curiosidad erudita el proceso creativo que yace tras el bautizo de los personajes galdosianos porque el dar un nombre es a menudo en el novelista un acto creativamente funcional. Galdós suele escoger adrede un nombre de pila para que señale, de alguna manera, rasgos humanos de su criatura.130

La lista de onomásticos galdosianos que llevan adscritos indicios de características físicas o espirituales es bastante extensa. Sin pretender ser exhaustivos en semejante materia, ofreceremos unos ejemplos que nos permitan una útil clasificación. Tres categorías de onomásticos resultan, por ejemplo, bastante patentes: a) nombres cuyo valor semántico refleja el carácter o la suerte del personaje, a menudo irónicamente invertidos por el novelista (Perfecta, Fortunata, etc.);131 b) onomásticos de fonía tan particular que fija el humor o el ridículo en torno al personaje (Alquiborontifosio, etc.);132 y c) nombres de pila, de destacados antecedentes literarios, que proyectan sobre el personaje ficticio determinadas funciones o características (Celestina, Lesbia, Marcela, etcétera).

El nombre que nos proponemos estudiar, Camila, pertenece a esta última categoría, arrastrando la protagonista de Lo prohibido un extraordinario abolengo literario: Virgilio, Ariosto, Garcilaso y Cervantes.133 Es significativo que el nombre indicado tan sólo aparezca esta vez en el amplio repertorio onomástico de Galdós, sugiriendo un interés especial en la nominación.134 Es de notar, asimismo, que 'Camila' no sólo posee excepcional relieve literario, sino que queda vinculado en la historia literaria a dos autores íntimamente relacionados con la creatividad galdosiana: Virgilio y Cervantes.135

Si sólo se tratara de descubrir el posible origen de un nombre de pila galdosiano, apenas si valdría la pena reseñarlo; pero la selección de 'Camila' forma parte, a nuestro juicio, de la ideación fundamental de Lo prohibido. No parece ser, meramente, ni un recuerdo espontáneo de lecturas predilectas ni un cordial saludo-homenaje a reconocidos maestros. Lo extraordinario de la Camila de Lo prohibido es precisamente su sorprendente resistencia frente al asedio sexual del donjuanesco primo, protagonista y narrador de la novela. Esa resistencia ética sorprende al lector (como sorprende a José María) porque el novelista, a través de la primera persona de su personaje central, nos parece engañar adrede. La presentación de Camila conscientemente subraya elementos caracterizantes (descripción física, actitud vital, etc.) que fuertemente sugieren una fundamental ligereza de carácter. Ella parece ser, de las tres hermanas casadas que el goloso José María conoce, la más propensa al adulterio.

Nuestro interés ceñidamente onomástico reduce nuestro enfoque a la función que tiene la nominación en esa socarrona preparación galdosiana. No podemos   —76→   menos que pensar que el cervantísimo Galdós tuviese en mente (y considerara que el leído lector haría otro tanto) a la Camila cervantina, la gran adúltera de El curioso impertinente. Camila, el nombre, sería eco de la figura cervantina; y con ello, y de manera sumamente galdosiana, el novelista cierra el broche de su engañosa caracterización.

Esto explica, pensamos, la función novelística inmediata de la nominación de la heroína galdosiana de Lo prohibido. Mas el onomástico promociona añadidas especulaciones de interés. El mismo nombre se da, como hemos visto, en dos de los escritores más leídos de Galdós: Virgilio y Cervantes.136 Lo curioso es que se da en estos autores con una identificación ética invertida. La que ostenta el onomástico primero, en La Eneida, es una manera de Diana-guerrera, mujer fuerte y, dada su inmediata identificación con la diosa de la castidad, de una pureza intachable.137 La que lo ostenta en Cervantes, como se ha indicado, es su más destacada adúltera.

Galdós conocía bien estas dos caracterizaciones opuestas identificadas con el onomástico. Aunque aprovechara en su caracterización de Lo prohibido lo que era aprovechable (la Camila cervantina que podía suponer familiar a su lector medio),138 bien pudo observar Galdós, alentándole al uso del onomástico que estudiamos, que imitaba a Cervantes no sólo en el uso del nombre concreto, sino hasta en su aplicación caracterizante.

Galdós, cervantófilo si los ha habido, se hubiera hallado, si nuestra conjetura es verosímil, en la estimulante situación de jugar a Cervantes... ¡y con el mismo elemento literario! En un contexto creativo parecido al suyo en Lo prohibido, parecido pero inverso, ¿había Cervantes utilizado adrede, para su mujer fuerte que sólo sorprendentemente se rinde al final,139 el onomástico identificado con la fuerte y virtuosa 'Diana' de Virgilio? Es decir, ¿había el maestro utilizado el eco caracterizante de un onomástico famoso en la literatura para hacer más sorprendente la caída final de su gran adúltera? El, Galdós, se hallaba, pues, en condiciones de utilizar el mismo onomástico, y con igual función inversa, gracias a Cervantes, a su archi-conocido El curioso impertinente.

Nosotros, hoy, con sólo los textos como reflejo de momentos creativos ya alejados, podemos aún apreciar tanto el gusto socarrón de Cervantes como el de Galdós al usar el nombre que estudiamos; y, lo que es más, apreciar el bello juego de inversión y re-inversión paradójica y sorprendente que la historia literaria nos ofrece.

The University of New Mexico



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