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ArribaAbajoEl licenciado Juan de Cervantes, abuelo de Miguel de Cervantes Saavedra

Krzysztof Sliwa


Daniel Eisenberg



Florida State University
Northern Arizona University

El abuelo paterno del autor del Quijote, el licenciado Juan de Cervantes, fue una figura de relieve. Aunque existe abundante información sobre él, unos 149 documentos legales, desgraciadamente faltan cartas u otros escritos suyos. Hay un par de artículos sobre momentos específicos de su vida, pero no existe un cuadro general de ella, muchas veces desequilibrada y tormentosa, llena de incidentes como la de su nieto. Nadie ha especulado sobre su carácter, su filosofía de la vida o la influencia que pudo haber tenido sobre su hijo Rodrigo, el padre de Miguel, o sobre este mismo. El libro anunciado hace un siglo por Julio de Sigüenza, El licenciado Juan de Cervantes, no llegó a publicarse100.

Entre los 149 documentos no figura ninguno que nos aclare la niñez, juventud, educación o ambiciones de Juan de Cervantes. Astrana Marín no nos explica por qué afirma que era «un estudioso de ingenio vivaz a quien su padre, el mercader Rodrigo, quiere dar carrera y enviará en seguida a Salamanca a cursar Derecho» (Astrana I, 63).

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Se conoce, eso sí, que el licenciado Juan fue nieto de Pedro Díaz de Cervantes e hijo de Catalina de Cabrera y de Ruy Díaz de Cervantes, trapero (Astrana I, 45-46). Debe de haber nacido hacia 1477, aunque la fecha no es conocida y la que da él mucho tiempo después, no es aceptable (Astrana I, 64). Desde 1500 tiene cargos oficiales en Córdoba: de ir a la corte en razón de varias diligencias y reclamaciones «sobre los paños», y en 1502, abogado del Real Fisco de la Inquisición de Córdoba (Rodríguez Marín, «Rebusco» 210-12; Astrana I, 64-65).

Juan se casó posiblemente a fines de 1503 o principios de 1504 con Leonor Fernández de Torreblanca, quien no sabía firmar. De su suegro, el bachiller y médico cirujano Juan Díaz de Torreblanca, recibió nada menos que 50.000 maravedís de dote (Torre 179-80). El abuelo de Miguel tuvo cuatro hijos: Juan, el mayor, que murió joven; Rodrigo, padre del Príncipe de los Ingenios Españoles; María, sobre quien hay muchas incógnitas referentes a sus amores con Martín de Mendoza, hijo del tercer Duque del Infantado (Astrana I, 387; Serrano, «Mendoza»); y Andrés, Alcalde de Cabra durante muchos años (Martín).

Los puestos profesionales que desde 1504 en adelante ejerce Juan, fueron varios. En 1508, recibe la apreciable cantidad de 10.000 maravedís del rey por sus servicios de letrado y abogado «en los pleitos y causas tocantes a las rentas de la ciudad de Córdoba de ciertos años pasados y deste presente año101». Entre 1509 y 1511 es teniente de corregidor en Alcalá de Henares, un cargo, dice Astrana, «no de escasa monta» (I, 79). Es allí y entonces cuando tiene que haber nacido su hijo Rodrigo, padre de Miguel. En 1516 es Alcalde Mayor Interino de Córdoba y en 1517 teniente de corregidor en la misma ciudad, y los documentos le llaman «el virtuoso señor licenciado Juan de Cervantes» (Astrana I, 86-88). En 1522 reside en Toledo, centro de la rebelión de las comunidades, faltándonos todos los detalles de sus actividades (Astrana I, 91). Desde 1523 a 1524 aparece como teniente de corregidor en Cuenca. Diego Hurtado de Mendoza, Duque del Infantado, le nombró en 1527 su lugarteniente de la Alcaldía de Alzadas, llamándole su «primo102», y a partir de 1528 es oidor del Consejo del Duque, en Guadalajara. Allí su hija María tiene amores con el hijo del Duque, Martín de Mendoza, llamado «el gitano»,   —108→   que conocemos por procesos que ella y su padre le pusieron, pidiéndole 600.000 maravedís (Astrana I, 140-41). Se trasladó entonces Juan a Alcalá de Henares (Serrano, «Mendoza»).

Entre 1538 y 1541 es Juez de Residencia en la ciudad de Plasencia, y corregidor en otras partes (Paredes). En 1541 el Duque de Sesa le nombró Alcalde Mayor de su estado de Baeza, del condado de Cabra y del vizcondado de Iznájar103, y es por ello Alcalde Mayor de Cabra, oficio que después desempeñará su hijo Andrés104. Asimismo, le vemos ejerciendo funciones judiciales en las tierras del Conde de Ureña, en Osuna105. El 4 de diciembre de 1551 Juan vuelve a Córdoba, su ciudad natal, y es designado uno de los «letrados» de la ciudad, por ser de «los más antiguos e acreditados que en esta ciudad hay106». Se le pagan 20 ducados al año107. Allí fallece el 11 de marzo de 1556108.

Era evidentemente un hombre de buena reputación, incluso de influencia política, quien ejerció cargos importantes. Contrariamente a la imagen estereotipada de los Cervantes como gente pobre, hay documentos que demuestran que, al menos en algunas etapas, el abuelo de Cervantes tuvo una vida acomodada. Por ejemplo, fue fiador de 100.000 maravedís que pudo recibir prestados su hija soltera, María, para fines desconocidos. Ella, para más seguridad de la paga, dio a Diego de la Haya en prendas «un rosario que tiene ciento e una perlas orientales, e una manga de raso con sesenta y un ojales de oro, en cada uno tres perlas» (Pérez Pastor I, 4-7).

El testimonio de un tal Diego de Frías afirma de la siguiente manera la riqueza y nobleza de Juan de Cervantes: «tal persona hijo dalgo, siempre le an dado ofiçios en ciertas ciudades y villas, por su magestad, de cargos de juez de los bienes confiscados por la sancta ynquisición, los cuales ofiçios no se dan a personas que no sean hijos dalgo e honbres de buena parte y conçiencia, y no se dan a pecheros ny persona de raça nynguna de judíos109». El ser descendiente de judíos, sin embargo, parece una razonable sospecha dadas las profesiones de Juan, de su padre y de su suegro110.

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Juan Sánchez de Lugo dice que «conoce al licenciado Juan de Cervantes y Rodrigo de Cervantes... [e] los ha visto en el dicho tienpo tratar en la villa de Alcalá de Henares e entre todos ser abidos e tenydos por tales hijos dalgo e caballeros, e siempre tener caballos e justar y jugar cañas... e nunca oyó dezir otra cosa en contrario de ello111». El bachiller Juan de Ribera, clérigo, dice que «ha visto que los dichos liçenciado Çerbantes e Rodrigo de Çerbantes su hijo en las dichas çiudades de Córdoba e Guadalajara e villa de Alcalá de Henares, donde bibieron e moraron, siempre se an tratado como hijos dalgo muy bien, y an traýdo sus personas muy bien atabiadas e aconpañadas muy honrradamente de criados e vestidos112».

Por estos y otros testimonios resulta indudable que el abuelo del Manco de Lepanto era un hidalgo no sólo rico sino respetado en su ambiente. Sin embargo, hay otra faceta de Juan. Una larga serie de documentos refiere unas denuncias de que fue blanco. Las acusaciones de abuso en su cargo como juez, específicamente de robo o apropiación de bienes como ropa y muebles, se unen a otras de serias faltas de cortesía, de gesto o de palabra. Todo ello contribuye a la impresión de Juan como hombre colérico.

Algunos de los primeros ofendidos que comparecen contra Juan son Juan de Alcalá, Regidor de Cuenca, y su hijo Alonso Álvarez de Ayala. Dice Juan de Alcalá que cuando él no quiso firmar un libramiento, Juan de Cervantes se levantó «con mucha furia y con ánimo de enjuriar» y le dijo, «quiriéndole sacar los ojos», lo siguiente: «yo traeré un pesquisidor el cual pagarés vos y vuestro hijo». En otra ocasión dijo «con mucha furia» contra Juan de Alcalá: «yo estaré aquí muchos años aunque os pese, y este tienpo que estuviere yo os malsinaré e yo os çizañaré todo lo que pudiere», «y otras muchas amenazas». Finalmente, dijo al Regidor de Cuenca: «Dexalde, que yo le haré tales obras, que renuncie su regimiento» (Rodríguez Marín, «Rebusco» 214-15).

Un licenciado Mariana nos comunica la travesura del abuelo de Miguel, cuando: «éste [Juan de Cervantes] me tomó la gorra de encima de la cabeza y me la arrojó por la plaza... y me dijo vellaco, villano y otras muchas injurias de que me tengo por inujuriado». Pide «los 200 ducados en que estimo mi honra» (Astrana VII, 618).

María Hernández, esposa de Pedro de Ojeda, dice que le envió a su marido en la cárcel «una cama en que durmiese, en que había un colchón, una manta colorada, una sábana y una toquilla de   —110→   algodón, y el dicho su marido estuvo seis semanas preso en la dicha cárcel; y salido de ella, el dicho Licenciado Cervantes se llevó a su casa la dicha ropa y se aprovechó de ella; y que aunque ella se la demandó, nunca se la quiso dar, de manera que la tuvo más de cinco meses, y cuando se la dio la dicha ropa, estava podrida y estragada» (Astrana VII, 631-32).

Estas acusaciones, que son numerosas, eran aprobadas por otras autoridades. Lo que falta es la interpretación: ¿para qué habrá tenido Juan de Cervantes que apropiarse de un colchón, una manta y una sábana vieja de un prisionero?

Sin duda, algunas de estas acusaciones no se pueden entender sin un contexto que se ha perdido. Lo vemos confirmado en algunos casos en que el contexto, o una parte de él, nos ha llegado. De la queja de un Miguel Ruiz, conquense, se podría concluir que Juan de Cervantes era un administrador injusto y brutal. Dijo Ruiz que el alguacil de Cervantes «le tomó... una espada dorada que valía dos ducados, e presso lo llevó a la cárcel e lo puso tras la red, y el dicho Cervantes fue a la cárcel y mandó que le echasen un cepo a la garganta y una cadena al pie y lo hizo estar así diez o once días, y después que le hizo quitar el cepo, lo ha tenido preso con grillos y cadenas hasta agora por tiempo de cuatro meses y medio, sin hacerle poner demanda ni acusación en todo este tiempo» (Astrana VII, 638-39).

Parece, entonces, que Juan de Cervantes fue un ladrón quien, además, abusaba de los presos. Sin embargo, el testimonio del mismo Juan nos da una visión muy diferente. Miguel Ruiz está preso porque mató al alguacil mayor de la ciudad. El cepo que se le puso, fue «por su contumacia de no querer responder» ante escribano público: «si le duró la prisión, fue porque [Ruiz] se declinó juredición llamándose clérigo de corona». Según Juan de Cervantes, «si Ruiz fuera castigado como debiera, no fueran muertos a cuchilladas hasta hoy doce o trece alguaciles». Por encima, añade, «en ninguna ciudad se han hecho tantos desacatos a la justicia como en ésta» (Astrana VII, 639).

En otro caso, Diego Cordido se quejaba del tormento al que Juan le había sometido, «más con ánimo de hacerme daño e de atormentarme mis carnes que no con celo de administrar justicia113». Pidió veinte ducados en lo que perdió de trabajar en su oficio, y que Juan de Cervantes fuera castigado criminalmente. El fallo era limitado en   —111→   sus conclusiones: Juan tenía que pagar los veinte ducados, por haber prendido a Diego Cordido «sin que precediese información y teniéndole preso muchos días y haberle puesto a questión de tormento sin indicios114».

En todos los casos de acusaciones contra Juan, siempre contestaba y en los fallos en su contra siempre apelaba. No se puede asegurar que no abusara o se beneficiara de su cargo en algunas ocasiones, como a menudo pasa con las autoridades judiciales pintadas en las obras de su nieto. Pero también vemos que las complicadas causas levantadas contra Juan pueden responder a mal cumplimiento de alguaciles u otros subalternos, disputas originadas en cuestiones de interpretación legal, o simplemente trampas de los criminales.

¿Qué impacto pudo tener Juan sobre su nieto? Es posible que se conocieran, puesto que Rodrigo de Cervantes, después de salir de la cárcel pública en Valladolid (el 26 de enero de 1553), llega a Córdoba el 30 de octubre de 1553 y firma una escritura de obligación de 4.660 maravedís115. En aquel momento Miguel tenía seis años. Su abuelo murió en menos de tres años, dejando unos hijos relativamente bien formados. El de mayor éxito fue Andrés, quien durante muchos años fue Alcalde de Cabra, en la actual provincia de Córdoba. El otro varón, Rodrigo, tuvo al menos la posibilidad de formarse como médico-cirujano.

Juan parece haber sido un hombre inquieto y andariego, quien cambiaba de trabajos y de amos, según las oportunidades que se le ofrecían. Nunca tuvo una residencia fija, de toda la vida. Idénticos fueron los casos de su hijo Rodrigo, padre de Miguel, y del mismo Miguel. El haber sido hijo de un trapero no le impidió ser un hombre educado y culto, quien entendía el sistema legal y sabía llevar cuentas. Algo de esta tradición iba a recibir también Miguel, quien, en 1605, recibía frecuentes visitas de un asentista genovés, de su amigo Fernando de Toledo, octavo Señor de Higares, y de Simón Méndez, Tesorero General de las Rentas de los Diezmos de la Mar de Castilla y de Galicia (Eisenberg, «Tenía» 21 y Alonso).

Cuando Sancho Panza descubre la tristeza del gobernador, la fatiga de los suplicantes, los casos difíciles de decidir con justicia, sin   —112→   duda refleja algo de las observaciones directas de Miguel en el curso de su vida. Pero el familiar de Miguel que tuvo posiciones como Sancho, y quien bien se podría haber quejado de las frustraciones de su oficio, fue su abuelo, el licenciado Juan de Cervantes.

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Obras citadas

Alonso Cortés, Narciso. «Tres amigos de Cervantes». Boletín de la Real Academia Española 27 (1947): 143-75.

Astrana Marín, Luis. Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra. 7 vols. Madrid: Reus, 1948-58.

Cravens, Sydney P. Feliciano de Silva y los antecedentes de la novela pastoril en sus libros de caballerías. Chapel Hill: Estudios de Hispanófila, 1976.

Eisenberg, Daniel. La intepretación cervantina del Quijote. Trad. Isabel Verdaguer. Madrid: Compañía Literaria, 1995.

_____. «¿Tenía Cervantes una biblioteca?» Traducido por Elvira de Riquer. Estudios cervantinos (Barcelona: Sirmio, 1991): 11-36.

Layna Serrano, Francisco. Historia de Guadalajara y sus Mendoza en los siglos XV y XVI (Madrid: Aldus, 1942), III, 32-33.

Martín Rodríguez, Felipe. «Andrés de Cervantes: Alcalde de Cabra (?-1593)». Moaxaja [Cabra] 1.1 (1984): 109-30; 1.2 (1984): 11-41.

Paredes, Vicente. «Genealogías de Miguel de Cervantes Saavedra y de D.ª Catalina Palacios Salazar y Vozmediano, su mujer». Revista de Extremadura 7 (1905): 209.

Pérez Pastor, Cristóbal. Documentos cervantinos hasta ahora inéditos. 2 vols. Madrid, 1897-1902.

Rodríguez Marín, Francisco. Nuevos documentos cervantinos. Madrid: Real Academia Española, 1914. Incluido en su Estudios cervantinos (Madrid: Atlas, 1947), 175-350.

_____. «Rebusco de documentos cervantinos». Boletín de la Real Academia Española 3 (1916): 210-18, 336-49.

Serrano y Sanz, Manuel. «El licenciado Juan de Cervantes en Alcalá de Henares». Boletín de la Real Academia Española 12 (1925): 515-17. [Según   —114→   Astrana (I, 152), los documentos que publica Serrano están en el Registro de cartas del Duque del Infantado desde el año de 1532 al de 1533, Archivo Histórico Nacional, Osuna, 482A.]

_____. «El licenciado Juan de Cervantes y don Íñigo López de Mendoza, cuarto duque del Infantado». Boletín de la Real Academia Española 13 (1926): 18-43.

Sigüenza, Julio de. «El licenciado Juan de Cervantes y su hija doña María». La ilustración española y americana 22 de septiembre de 1887, 167-71.

Torre y del Cerro, José de la. «Cinco documentos cervantinos». Boletín de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba 4 (1925): 169-83.