Poema panegírico de las gloriosas proesas del Excelentísimo
señor Don Santiago Liniers y Bremond. Brigadier de
la Real Armada, Presidente de la Real Audicencia Pretorial,
Gobernador político y Militar, y Capitán General
del Río de la Plata, dirigido en obsequio de Su Excelencia,
y demás Personas y Gremios que han contribuido a la
defensa de nuestro patrio-suelo en dos ataques contra la
Nación Británica José Gabriel Ocampo
Por el doctor D. Joseph Gabriel
Ocampo, Cura y Vicario de las Doctrinas de S. Juan Bautista
de Finogasta, Partido de Catamarca, Provincia de Córdoba
del Tucumán. Con licencia. Buenos Aires En la Real
Imprenta de los Niños Expósitos. Año
de MDCCCVII.
Décimas
- I -
Meritísimo campeón, Cuyas gloriosas proezas En bronce quedan impresas Para
honra de la nación; Ese emulable blasón,
Con que Marte te ha premiado Con aplauso universal, Nos presenta un general De valor agigantado.
- II - ¿Con quién te compararé gran aborto
de heroísmo? Pues me confundo yo mismo En los
prodigios que sé: Ya parece un Josué, A
cuyo guerrero aliento Obedece el firmamento; Ya el invencible
Gedeón, Que por su ley y nación En victorias
fue portento.
- III - Tan poderoso ascendiente En las batallas tenéis,
Que al enemigo escogéis Como Alejandro clemente:
Este anglicano valiente Que tantos triunfos blasona,
Hoy aturdido pregona Que sus acciones rivales Son preciosos
materiales Para labrar tu corona.
- IV - Cual otro David triunfante, Con general alabanza
Arruinaste la esperanza De ese Goliat arrogante; De
ese émulo protestante Que atrevido e insolente,
Con envidia diligente Quiso burlar nuestra ley Y robar
a nuestro rey Este rico continente.
- V - Eres un fuerte Sansón En la lucha militar:
Sois el nuevo Montemar, (Diré más bien
un león). En eterna aclamación Tu nombre
resonará Y todo el mundo sabrá Que tu gloriosa
memoria En los fastos de la historia Por aborto se tendrá.
- VI - Cuando hago reminiscencia De nuestra brillante
gloria El marqués de la Victoria Resucita a mi
presencia: La fama con impaciencia Ya quisiera colocarte
En las alturas de Marte, Para que el mundo conozca
Que todo rival es mosca Contrapuesto tal baluarte.
- VII - Los caminos del trofeo Enseñáis
en un momento, Y con tu valor das aliento, Esforzado
Macabeo. No hay patricio, según veo, Que respire
cobardía, Porque siendo vos su guía, Aún
el sexo mujeril Quisiera tomar fusil A vista de tu energía.
- VIII - Esas valientes legiones, Esas huestes inmortales,
Que tan prontas y puntuales Aprendieron tus lecciones,
Son otros tantos blasones Que en apoyo de tus glorias
Publicarán las historias, Haciendo al orbe patente
Al Aníbal más valiente, Al Aquiles en victorias.
- IX - Las británicas gargantas Subyugadas a
tu acero, Son el clarín verdadero De las victorias
que cantas: ¡Qué campo de glorias tantas! No le
encuentro parangón: Calle famoso el Escipión
que se precia sin segundo, pues vos te ganas un mundo
tan sólo con una acción.
- X - En mil abismos me hundo, Cuando presento a la
vista La admirable reconquista Que hiciste del Nuevo
Mundo: Y mucho más me confundo, Cuando veo que
en campeones Transformar esas legiones Que dominaba la
paz, Esos hombres que jamás Ni vieron las municiones.
- XI - Es pública tu energía A la faz
del universo, Como el valor y el esfuerzo De los nuestros
este día: Tanta fue la valentía Que mostró
cada soldado, Que Beresford despechado, Arroja su propio
acero, Y se rinde prisionero Al español esforzado.
- XII - Este altivo general Que humillaste a vuestros
pies, Argumento claro es De tu fama sin igual: ¿Qué
dirá nuestro rival a vista de tal acción?
Lleno ya de confusión Este bárbaro pirata
Al gran Río de la Plata Respetará con razón.
- XIII - Ya querría el Comodoro Que se olvide tu
memoria, Pero será vuestra gloria Escrita con
letras de oro; Para que vuestro decoro Y talento militar
En la tierra y en el mar Se lleven la admiración
Porque sois de la nación Un héroe tan singular.
- XIV - Cual otro Jepté buscando De los suyos
fuiste vos, Siendo por pública voz Por general
aclamado: Todo el mundo ha celebrado Ese honor tan merecido,
Porque solo vos has sido Quien en nuestro continente
Por salvar a tanta gente La defensa has dirigido.
- XV - Tanto tu mérito alcanza Por tan heroica
función Que tu rey y tu nación Han puesto
en vos su confianza: Esa gloriosa alabanza, Con que el
soberano mismo Elogia tu patriotismo Prueba con toda
verdad Tu valor, tu lealtad, Y tu brillante heroísmo.
- XVI - Brigadier de Real Armada Es tu nombre predicado,
Con que el Rey ha decorado Esa acción tan elevada:
La patria reconquistada A costa de tu energía
Quisiera que cada día Crecieran tus caracteres,
Pues su vida y sus haberes Debe a vuestra valentía.
- XVII - De este Río dilatado Eres vos el General;
De la Audiencia Pretorial Presidente muy honrado: Gobernador
muy amado De tu pueblo agradecido, Que a ley de reconocido
Por su pleno Ayuntamiento Con perpetuo Regimiento Vuestra
casa ha distinguido.
- XVIII - El Príncipe de la Paz Con el Marqués
Caballero En un encomio sincero Dan una prueba eficaz,
Que memorable serás Por el celo agigantado Con
que habéis reconquistado Esa noble capital, A
costa de ese rival Cuya sangre has derramado.
- XIX - Si tantas honras, señor, Os granjeó
la reconquista, ¿Qué premio habrá que resista
De los triunfos el mayor? ¡Sabia escuela del valor! Buenos Aires, di, te ruego, ¿Quién reparó
tu sosiego En un ataque reciente, Sino ese jefe valiente
Con el vigor de su fuego?
- XX - ¿Quién enjugó vuestros ojos Cuando
tu ruina, llorabas? ¿A quién, a quién exclamabas
Entre tus tristes despojos? ¿Quién sujetó
los arroyos De esa bárbara nación, Sino
ese grande campeón, Que con truenos en las manos
Supo rendir los tiranos, Y reparar tu aflicción?
- XXI - Cuando esos mares sangrientos Vuestras calles
inundaban, Cuando los aires poblaban Alaridos y lamentos,
Cuando vuestros fundamentos, Bamboleando todos visteis,
¿A cuyo brazo acudisteis En tal tragedia y estrago, Si no al fuerte Santiago?
- XXII - Por nueve partes ufano Os acomete el inglés:
Pero vio segunda vez Que fue su poder en vano: Rendido
ya el Anglicano Por nuestro gran General, Haciendo más
inmortal Nuestro glorioso trofeo, Entrega Montevideo
Por precaver todo mal.
- XXIII - ¿Puede darse comprobante Que con mayor evidencia
Acredite la excelencia De tu fama retumbante? ¿Qué
prodigio más constante, Y de más merecimientos,
Qué mayores documentos La patria puede desear
Para poderse gloriar Del mayor de sus portentos?
- XXIV - Pero ¿qué tengo que hablar Cuando el orbe
está sabiendo, Que en vos está consistiendo
Ese gran brazo de mar? Es superfluo ponderar Un asunto
tan notado, Pues que todos han palpado Que os burlasteis
del inglés, ¡Qué mucho si sois Liniers! Basta, que todo he hablado.
- XXV - Sólo me resta, Señor, Que admitas
este presente, Como una prueba evidente De mi respetuoso
amor: Y ya que tengo el honor De prestarme al servicio,
Hazme vos el beneficio Que suplico a tu bondad, De
rendir mi voluntad Al más grato sacrificio.
- XXVI - Vos ¡oh! ¡jefe generoso! Emisario del valor;
Vos, que fuiste como autor De tanto triunfo glorioso;
Vos, Huidobro famoso, Real ministro sin mudanza Sois
muy digno de alabanza Por esa acción inmortal
De darnos un General Que era toda tu confianza.
- XXVII - Sabia Audiencia Pretorial, Que cual brillante
farol Lucisteis al español En la noche más
fatal: Rectísimo tribunal, Por cuyo norte tenemos
Los triunfos que poseemos, Permite que mi bajeza Dé
gracias a vuestra alteza, Por tanto como os debemos.
- XXVIII - Gran Príncipe diocesano, Cuyos clamores
al cielo Preservaron nuestro suelo Del dominio más
tirano: Dignísimo ángel humano, Que por
vuestra mediación Defendiste la nación, A nuestra patria y al rey, A vos os toca por ley Nuestro
grato corazón.
- XXIX - Muy Ilustre Ayuntamiento, Cuyo celo singular
Debe el mundo pregonar Por un glorioso portento: Vos
que auxiliaste al intento De defender nuestro suelo,
Sacrificando sin duelo Tus copiosos intereses, Mil galardones
mereces Por tan generoso celo.
- XXX - A vos, conscripto senado, De los aciertos emporio;
A vos que has hecho notorio Tu consejo sazonado; A
vos que tanto has velado Por nuestra tranquilidad; A
vos que sois, en verdad, Todo el apoyo de Marte, Dispón
de mi voluntad.
- XXXI - Esclarecidas legiones, Columna de honor, Que
disteis ley al valor Como temibles leones: Memorables
escuadrones De hazañas tan distinguidas, A vosotros
son debidas Nuestras gracias desde luego, Porque sólo
vuestro fuego, Pudo salvar nuestras vidas.
- XXXII - Valerosos arribeños, Cuya gloriosa memoria
Distinguirán en la historia Aun los émulos
isleños: Vuestros grandes desempeños En
el ataque reciente, Probarán perpetuamente Que
fuisteis por el valor De los rivales terror, Y gloria
del Continente.
- XXXIII - Calla, vil calumniador, Calla sir Home Popham,
Que pretendes con afán Disfrazar nuestro valor:
Mira y advierte, traidor, A la verdad más constante,
El nuevo triunfo brillante Que acaba de acreditar,
Cuanto procuras negar De nuestro valor gigante.
- XXXIV - ¡Oh! ¡vil pirata sangriento! Que a pesar de tu
altivez, Has sido más de una vez De nuestra gloria
instrumento: ¿Acaso tendrás aliento Para nuevas
invasiones? ¿Por ventura, tus facciones Querrán
renovar el miedo Que tuvieron al denuedo De los indianos
campeones?
- XXXV - ¡Ea! Pérfida nación, ya llevas
el escarmiento, y nos dejas documento de vuestra vil
rendición: no quisieras otra ocasión Provocar
nuestra energía, Porque entonces a porfía
Vomitaremos centellas Para no dejar ni huellas De tu
bárbara perfidia.
- XXXVI - ¡Oh! ¡purpúreo monumento! Que con preciosos
carmines Coronasteis vuestros alientos. ¡Oh! ¡despojos
cenicientos! Que entre el polvo disfrazáis Esas
glorias que gozáis En la tierra y en el cielo, Sed protectoras del suelo Cuyos senos adornáis.
- XXXVII - ¡Oh! ¡portentoso Patrono! De esa noble capital:
¡Oh! ¡Martín antemural! Nuestra defensa y abono;
Vos que fuisteis ante el trono Nuestro constante abogado:
Vos que más has militado Por tu distinguido empleo,
Sois el dueño del trofeo, Gloriosísimo
soldado.
- XXXVIII - Alábente las naciones, Divinísima
Señora, Poderosa protectora En todas nuestras
acciones: Vuestros son estos blasones Que canta patria
y santuario: En las ruinas del contrario Vos tenéis
la mayor parte, Pues disteis a nuestro Marte Las armas
de tu Rosario.
- XXXIX - ¡Oh! Dios grande, Dios clemente, ¡Árbitro
de las victorias! Vuestras son todas las glorias Que
blasona el Continente: Por tu brazo omnipotente Hemos
triunfado, Señor; Tuyo ha sido ese valor Que alentó
nuestras empresas; Vuestras son esas proezas, A vos se
debe el valor.