Consejos [fragmento]

Sor Josefa María García

Hijas, deben estar persuadidas que habemos tomado el santo Hábito para enseñarnos a morir: para este fin han entrado sus Caridades en esta santa Casa: para vivir muriendo todos los instantes del día y de la noche, y andar con este pensamiento continuo el viaje de la felicidad eterna. Aquí ninguna meditación es, ni debe ser, más regocijada que aquella en que se persuade el espíritu, que ya amenaza la hora de morir, para vivir con el Esposo eternamente en su Reyno. Dichosas aquellas que considerándose amortajadas, como lo estamos nosotras, llaman continuamente a las puertas del Palacio celestial, prevenidas de las luces, y ardores de la caridad, y amor de Dios. Desde el mismo instante en que nos visten el Hábito, quedamos amortajadas: pues qué se sigue sino llevarnos al entierro, o caseta. Aquélla, hijas, tendrá el verdadero espíritu de Capuchina, que se hiciere más práctica en la ciencia de morir bien.

Vivan con la prevención, hijas mías, porque dentro de un mes tendremos en la Comunidad otra difunta; y en cada una muere una parte de este místico cuerpo, enseñándonos el camino de la eternidad a las que no morimos, porque aún no lo merecemos.

La que ha de morir primera, no será de las hermanas Novicias: será una de las religiosas más respetables que tiene, y tendrá en muchos años este Convento: Así lo dispone el Señor Jesús: pues ¿qué resta, sino darle muchas gracias, porque nos da estas lecciones de bien morir?