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Joan es el nombre de Curial como prisionero.

 

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Lo vemos en una rica anécdota, que además nos denota la lengua como elemento psicológico. Curial, haciendo ver que era un mendigo, habla francés con Güelfa y para darse a conocer cambia de lengua: «aprés que hagueren cantat, la Güelfa apelà Curial, e demanà-li d'on era e com havia nom; respòs que de Normandía, e havia nom Johan. E parlava francés contínuament (...) manà-li que li digués aquella cançó de paraula, sens cantar; e ell ho féu tantost. E com ella la hach oyda, li dic qui ha via feta aquella cançó; ell dix que no sabia, que en Tuniç la havia apresa de uns mercaders. __Ay trista yo __dix ella__, que yo coneguí aquell qui la haguérats exel·lat__. __E com sabs tu que yo l exel·làs? __dix la Güelfa. Respòs: __Saber ho deig, que só stat en catiu set anys, per una vostra fellonia. __E començà a parlar en lengua lombarda.

Ladoncs ella.l mirà, e en los lineaments de la cara conegué.l» (III, 166-167).

Tratando aquí de lenguas hemos de advertir además un par de detalles: que la canción en cuestión era una canción provenzal (Atressí com l'aurifany del trovador Rigaut de Berbezilh) y que este diálogo es un testimonio donde se nos ha manifestado el bilingüismo del territorio del Monfetrato.

 

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Había sido, sin embargo, un caballero __Sanglier de Vilahir__ a quien Curial había vencido en el volumen anterior.

 

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En el Curial de hecho se desprende de escudos o bordados en esta lengua, y en las dos obras constan expresiones que se debían usar en aquella lengua en las batallas caballerescas, como, por ejemplo, observamos con el «Leixa-los aler» (cap. LXXII y «Laxes-los aler» (I, 65) para dar la señal del comienzo del combate.

 

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Si estos autores nos han mostrado claramente que a efectos de comprensión hay otras lenguas (francés, latín...), al recorrer al catalán lo hacen como a una lengua ennoblecida por el peso cultural de la literatura que yace tras ellos y sus textos, así como por el influjo y conocimiento del latín, que han ensayado y asimilado principalmente en la sintaxis. O sea que no escriben en catalán por motivos de audiencia, como podía haber hecho Llull, ni por un sentido nacionalista o de identidad, como podía haber hecho Muntaner, ni por un sentido práctico o natural, como podían representar las narraciones breves, sino con conciencia de que esta lengua vehicula un hecho cultual, a fin de construir obras de elaboración artística. Este giro en la conciencia lingüística no es exclusivo de estos novelistas, pero ni Bernat Metge ni Ausiàs March nos ofrecen una tan rica perspectiva de contraste lingüístico.

 

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Tirant lo Blanch, o. c., p. 15.

 

17

Ib., pp. 180, 182.

 

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En esta novela hay, más allá de nuestro ángulo de estudio, otras muy ricas apreciaciones de tipo lingüístico. Su autor nos deja muy claro lo que es un barbarismo, delimitando conceptos tan importantes como el valor del uso y que los vocablos sean encuñados por buenos escritores (II, 7); sabe lo que es un cultismo (III, 7); anota __al margen de que lo haga correcta o incorrectamente__ etimologías griegas y latinas (III, 7; III, 8); define el concepto de lengua literaria (III, 79) y el sentido filológico de un texto (III, 83), además de la distinción de los niveles lingüísticos de habla, lectura y escritura que ya hemos indicado.

 

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Si se me permite haría una comparación con la pintura: así como se descubre la perspectiva pictórica, lo cual otorga realismo al cuadro, este factor hace un efecto de perspectiva dentro del texto.