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Convivencia de lenguas en «Curial e Güelfa» y «Tirant lo Blanch»

Júlia Butiñà





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Consideremos ahora nuestro tema de estudio desde la perspectiva de la novela caballeresca en las letras catalanas y, para ello, situémonos ante dos obras gigantescas de la prosa medieval: el Tirant lo Blanch y el Curial e Güelfa.

Antes de proceder al análisis de las situaciones que se dan en ellas de convivencia lingüística entre Oriente y Occidente, sin embargo __y aunque sea por encima por tratarse de hechos ya sabidos__, creo que conviene hacer mención de ciertos factores que determinan las actitudes culturales de tales situaciones literarias. Entre estos factores a tener en cuenta, considero: en primer lugar, la garantía de autenticidad que, progresivamente, se había ido adjudicando a la prosa; y en segundo término, la relación __compleja y evidente__ de la narrativa con la historia, que incluía entonces el debate retórico sobre la ficción. A pesar, pues, de que no nos detendremos en estas coordenadas, basta su enunciado para revelarnos a este género literario como un hito importante en el recorrido de la prosa, de la historia de la ficción. Porque las dos obras, Tirant y Curial, son fruto, evidentemente, de la imaginación, pero intentan reproducir la realidad y juegan con hechos históricos.

Este último rasgo tampoco es nuevo, si bien se le ha ido otorgando relieve progresivamente: en el Curial el dr. Riquer ya había señalado la sombra de episodios de las grandes crónicas catalanas, y el factor histórico es el hilo conductor del reciente libro del mismo investigador, Tirant lo Blanch, novela de historia y de ficción.1

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En estas novelas y en conjugación con aquellos factores, vemos que, por un lado, Martorell mezcla historia y ficción. Como bien muestra el prólogo del Tirant: su héroe es ejemplar, un modelo de la caballería; que compara a los modélicos Aníbal o San Juan Bautista2. Por lo tanto, nos hallamos ante el mandamiento del realismo __y no creo que se hayan de tener escrúpulos para utilizar en esta ocasión el tal conflictivo vocablo__: es una ficción que bebe de la realidad y que se nos hace pasar por real. Por otro lado, también en el mundo de la caballería, del libro del Curial se nos dice que es un modelo ejemplar de amor y se mantiene que no se debe escribir contra la verdad3. La literatura tiene que ser veraz y auténtica.

Si tenemos en cuenta, pues, la voluntad de realismo y autenticidad de estos autores, que intentan reproducir la realidad y juegan de uno u otro modo con hechos históricos, la contemplación de un aspecto tan sutil y sensible a aquellos parámetros, como es la conciencia lingüística, deviene un muy interesante ángulo de observación. Y, dado que en estas novelas se dan frecuentes contactos entre el mundo oriental y el occidental, conviene analizar cuidadosamente aquí en qué man era y medida testifican tal convivencia de lenguas. Puede acentuar su importancia, además, que ofrecen mucha más minuciosidad que otras fuentes de la misma época, sea epistolarios, oratoria o crónicas históricas4.

A fin de establecer los criterios a seguir nos serán útiles los conceptos que se han expuesto a lo largo del Simposio, como guía de uso de lenguas,5 así como advertir que __aunque destacaremos el charco de encuentro Oriente-Occidente__ no trazaré una escisión drástica; o sea, me permitiré apuntar algún dato interesante de estas novelas cuando convenga a nuestro marco de referencia, la conciencia lingüística, a pesar de que afecte a contactos entre lenguas románicas o propias del mundo occidental.

Para el análisis he establecido una tipología de situaciones comunes a una y otra obra, que observaremos tanto cuando presentan resultado positivo como cuando éste es negativo.

Comenzaré por las situaciones negativas y, previamente, delimitaré lo que incluyo bajo esta denominación. Considero negativas aquellas situaciones de las cuales se podría esperar una aclaración lingüística. He prescindido, de todos modos, de las negativas en las que salen embajadores, exploradores, espías, etc., por su valor ambivalente, porque fácilmente se puede suponer que ya conocen la otra lengua o bien que cuentan o pueden contar con intérpretes. De hecho, en situaciones semejantes hay normalmente __también hoy6__ una economía de explicaciones. También he prescindido de situaciones en que sería prácticamente gratuita la advertencia, como, por ejemplo, cuando se hace referencia muy brevemente a un viaje7.

Tirant lo Blanch

Cartas:

Hay abundancia de ocasiones en las que falta todo tipo de referencia lingüística8. En unas cartas intercambiadas entre el Sultán y Tirant observamos que la del primero «en presència de tots la féu llegir» (cap. CXXXIV) __dato que en rigor no nos delata una diversidad lingüística__ y que la del último al Sultán se introduce únicamente diciendo que constaba de «semblants paraules» (cap. CXXXVI).

Cartas de batalla:

Tampoco suelen decir nada en situaciones en las que se haría precisa una aclaración, como ocurre en la carta del rey moro de Canarias el inglés (cap. XIII). Una del rey de Egipto a Tirant presenta una fórmula bastante frecuente,9 según la que se dice que «era del tenor següent» (cap. CXLIX); y después es comentada («Com Tirant agué vista la letra e lo contengut», cap. CLI). Pero sin ninguna alusión lingüística.

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Contactos:

Se dan a menudo con representantes de civilizaciones alejadas: Tirant habla con moros frecuentemente (cap. CVI, CVIII...), con el rey de la India (cap. CLXVCLXVII) y el de Egipto (cap. CXLVIII), coteja sus informaciones con los turcos (cap. CLXIII), pacta con un cautivo albanés (cap. CCCX-CCCXIII), bautiza a la hija del rey de Tremicén (cap. CCCXXVI) y llega a convertir al cristianismo a familias reales y pueblos enteros de países africanos. Algunos reyes moros, como el de Túnez, luchan a su lado (cap. CCCXLIII), y en la novela los judíos hablan tranquilamente con los moros y los cristianos (cap. CCCX y CCXCII). Todo ello sin advertir cambios de lenguas.

Hay algunas ocasiones de primer rango, como cuando Tirant habla largamente con Plaerdemavida, doncella de Carmesina, creyendo que es una mora (cap. CCCLICCCLXV). A veces la omisión es flagrante porque __no habiéndose dicho antes que Tirant sepa árabe__ se afirma que «havia entés tot lo que los moros havien dit» (cap. CCCI) y poco después que «ab veu alta, dix que los moros e los nafrats ho podien bé entendre» (cap. CCCXXXVII). De ello deduzco que se «da por supuesto», o por descontado, que sabe árabe, porque no creo que tengamos que pensar en un descuido tan repetido por parte de Martorell.10

Esta falta de aclaración también la apreciamos en los otros personajes: sin decir nada en cuanto a la lengua, Hipólito charla con el Sultán y con el Gran Turco (cap. CDXLIX).

Curial e Güelfa

Cartas y cartas de batalla:

No he encontrado ninguna ocasión digna de reseñar en cuanto a contactos entre Oriente y Occidente.

Contactos:

Propiamente, según los esquemas que hemos seguido, constato sólo un caso negativo y que se da en un segundo plano. Tiene lugar en Túnez y tiene como protagonista al catalán Berenguer de Mediona __el acompañante de Curial en su cautiverio__ que desde el principio de su cautividad habla con su amo Fáraig (III,   —39→   98-9), y que mantendrá una íntima relación con la esposa de aquél, la mora Fátima (III, 132).

Pasaremos ahora a las situaciones positivas de ambas novelas.

Tirant lo Blanch

Mensajes escritos:

Tenemos constancia de situaciones positivas, pero hay que insistir en que la aclaración lingüística es más bien la excepción que la regla. Así, por ejemplo, se dice que las credenciales turcas han sido traducidas en la novela: «splanades en lo nostre vulgar» (cap. CDLIV).

Mensajes orales:

Destacaré un caso muy sintomático porque nos permite un minucioso análisis: los cristianos buscan un hombre («qui sabés la lengua morisca») a fin de que atraviese las líneas de los enemigos y se haga pasar por uno de ellos y escogen a Sinegerus («hun cavaller del regne de Tuniç qui era stat moro»; y así, cuando cae en manos de los espías de los moros, «parlant-los en lur lenguatge molt discretament, dient-lo com era de lur companyia, lexaren-lo passar». Se había especificado además anteriormente que «no li volgueren dar letra deguna a fi que si era pres per los moros que no fossen avisats» (cap. CDXIV).

Todo esto nos hace pensar en un cuidado control de la realidad por parte del novelista; pero en rigor habría que distinguir si la atención se concede exactamente al hecho lingüístico. Y eso se nos aclara poco después, porque se envia otro mensajero, griego en este caso y de quien no se dice si sabía árabe __no parece intuible__, con la misión de llevar una serie de instrucciones y consignas militares, que ahora se le darán por escrito sin hacer mención del peligro: «un home de peu e, vestit com a moro, tramés-lo a la ciutat de Contestinoble ab una letra (...) qui havia nom Carillo, qui era grech e natural de la ciutat de Contestinoble" (cap. CDXVIII, CDXX). Cabe añadir que, aunque el ejército cristiano se había apoderado de la escuadra turca, entre una gestión y otra, separaba a ambos ejércitos un río y la situación era comprometida y arriesgada, como bien demuestra que cuando vuelve Carillo __el segundo mensajero__ con Sinegerus __el primero__, lo hacen vestidos de moros, a las doce de la noche y con toda la prudencia. Pues de este modo, «ells passaren, que no foren sentits per negú del camp dels moros» (cap. CDXX).

En consecuencia, Martorell incrementa el interés del primer pasaje atendiendo a detalles referentes a la lengua, como hará después con alusiones al horario nocturno, y la oscuridad y sigilo, pero sin mantener las precisiones lingüísticas; esto es, no constan equilibradamente y con una coherencia estricta puesto que, en las mismas circunstancias y sin explicar los motivos, se han omitido o se han cambiado los criterios. Creo que se desprende claramente una lógica de interés realista de tipo narrativo, pero que no hay que buscar una exactitud matemática desde el punto de vista lingüístico.

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Aprendizaje de la lengua:

Guillem de Varoych, durante una estancia en tierras árabes, aprendió su lengua, como alega al explicar los conocimientos de física que aplicará con finalidades bélicas:

«anant a la Casa Sancta de Hierusalem fuy en Alexandria, e en Barut me fonch mostrada la lengua morisca, perquè aturí grans dies ab ells».


(cap. X)                


Conocimiento de la lengua:

Se le hace la especificación muy lógica que el legado del Papa en Berbería sabe árabe:

«hun frare de la Mercé, cathalà, natural de la ciutat de Leyda, lo qual havia nom frare Joan Ferrer, qui era aquí legat per lo Sant Pare e sabia molt bé parlar la lengua morisca».


(cap. CDII)                


Pero quizás las referencias más agudas las encontramos fuera del marco estricto Oriente-Occidente. Por ejemplo, cuando la princesa griega Carmesina presumiendo de que las mujeres griegas entienden el francés cerrado y, en muestra de su dominio lingüístico, dice:

«E com pensau vos __dix la Infanta__ que les dones gregues sien de menys saber ni valor que les franceses? En esta terra bé sabran entendre lo vostre llatí per escur que el vullau parlar».


(cap. CXIX)                


Y además nos hace una meritoria aclaración: «E yo bé entench vostre llenguatge, per bé que yo no sia stada en França» (cap. CXXXII).

Sin embargo hay una alusión desdibujada a la conciencia lingüística porque precisamente se nos quiere dar la imagen del conocimiento de muchas lenguas, en número indefinido. Ello tiene lugar con el embajador de Tirant ante el emperador de Constantinopla, «home de gran eloqüència, molt savi», de quien se nos dice que: «sabia parlar de tots los lenguatges» (cap. CCCLXXXIX). Todos.

Cultura:

Carmesina y la reina de Etiopía, ambas de clase alta pues son de sangre real, saben latín, gracias a lo cual se entienden:

«E per quant la Princesa, perquè era senyora de noble enteniment e discreció, en lo passat temps havia après de molts lenguatges per la pràctica dels strangers qui per la causa de la guerra eren venguats en la cort de la magestat de l'Emperador, pare seu, e molt més que sabia parlar la lengua llatina per haver aprés de gramàtica e poesia, e la reina d'Etiòpia, quant promés a Tirant que deliberà d'anar a Contestinoble per ésser a la solemnitat de les sues bodes ab la Princesa, aprés de gramàtica e parlava ab molta gràcia la lengua latina, la Princesa e la Reina se parlaven de moltes cortesies segons que entre galans dames s'acostuma»


(cap. CDLXIII):                


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Observemos además que de la joven princesa senos ha precisado que aprovechó para aprender lenguas, la oportunidad que le brindaban las guerras, practicando a raíz de tal evento con los visitantes extranjeros que visitaban la corte. Esta cita nos introduce, pues, en los conceptos sociolingüísticos.

Conceptos sociolingüísticos:

Podemos apreciar en dos ocasiones la moda lingüística reflejada en el hecho de considerar atractivo el acento extranjero. En relación al latín ya lo hemos podido ver recientemente con la reina de Etiopía, que hablaba el latín con mucha gracia (cap. CDLXIII); así como también lo veremos en relación al árabe. Un servidor de Tirant le dice refiriéndose a Plaerdemavida, que se hacía pasar por mora:

«Per la mia fe, senyor, en la companyia d'aquelles mores ve una donzella molt graciosa qui parla molt bé l'algemia ab molta gracia».


(cap. CCCL)                


Y, aunque en un plano teórico, tendríamos que valorar quizá también la conciencia de la lengua como elemento de persuasión en la siguiente cita: «Ab quin ánimo ni ab qual lengua parlar poré que la puga induir e moure a pietat...» (cap. CXX).

Curial e Güelfa

Contactos:

Cuando Curial, poco antes de la gran batalla con los turcos, va al campo de éstos como embajador __mientras aprovecha la ocasión para espiar sus tropas__, el sultán, con cierta petulancia y muy seguro de su poder, hace que los intérpretes le digan que puede volver a mirar lo que quiera:

«Curial, qui no dormia, obtengut salconduyt del soldan, a manera d'ambaixador anà a ell per concordar algunes coses de la batalla; e per fet de ventura fonch lo jorn que lo soldan feya fer la mostra a les sues gents. Lo soldan, axí com aquell qui no temia poch ni molt al emperador, no.s curà del ambaxador, ans lo pres e companyia e li mostrà totes les sues gents, faent-li dir per los turcimanys que, si no havia ben mirat, tomàs altra vegada».


(III, 208)                


Aprendizaje:

Se hace una perspicaz diferenciación de los niveles lingüísticos, al decir que Curial sabía árabe a nivel hablado y que Càmar le enseña a nivel escrito:

«Parlava Johan11 molt bé aquella lengua, e Càmar mostrà-li legir e scriure».


(III, 112)                


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Conocimiento:

Curial, además del árabe, sabe italiano (piamontés o dialecto del norte, en rigor, pues había vivido en el Monferrato) y francés (incluso simula ser normando ante Güelfa),12 y se entrevé que también domina el latín (conoce bien a los clásicos).

Cultura:

En Túnez, la joven Cámar lee la Eneida en lengua árabe. Y observemos aún hasta qué punto el autor nos quiere hacer verosímil que Cámar dispusiese de esta traducción (improbable de concebir en aquel tiempo según los latinistas) pues especifica que la tenía por mediación del rey:

«com Camar dels catius se partia, legia l'Eneydos de Virgili (lo qual ella en lengua materna tenia ben glosat e moralitzat, car son pare lo havia haüt del rey), e molts altres libres, en què la donzella passava temps; e era tan entesa, segons la sua tendra edat, que açò era una meravella. E Johan, que sabia molt bé tot lo Virgili e los altres libres, li declarave moltes coses».


(III, 111)                


Conceptos sociolingüísticos:

En el Sinaí, Curial habla con un fraile desconocido13 con placer porque lo hace en francés, y esto nos ofrece el matiz de agrado por hablar en la propia lengua cuando se está en una tierra extraña:

«vench al monastir de santa Caterina, en lo mont de Sinahí, e aquí tench novena. E tots los frares d'aquell monastir li feyan meravellosa festa, e senyaladament un sant frare, qui d'ells nulls temps se partia, ab lo qual Curial havia molt gran plaer de parlar, per ço com parlava francès».


(III, 32)                


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Saquemos ahora conclusiones referentes a la conciencia lingüística desde el ángulo observado. En primer lugar, en cuanto a la perspectiva lingüística, se nos ratifican algunas cosas muy sabidas o elementales sobre la lengua como vehículo de comunicación, como el recurso al latín entre culturas alejadas.

También, y como ya se observa en las grandes crónicas, el conocimiento de la lengua de una cultura oriental genera una amplia gama de plazas, destinos o puestos de trabajo, etc., y permite la intervención en gestiones de alto nivel, especial mente bélicas.

En cuanto a la comprensión, también es normal constatar que las gentes se entienden por todo Europa gracias al francés14 así como no se dan problemas entre las diferentes nacionalidades en el campo cristiano a la hora de las batallas, como evidencia la alusión a las nacionalidades en el Curial, en la gran batalla con los turcos:

«Los christians, qui de diverses nacions eren».


(III, 212)                


Y cada obra nos ofrece pasajes para reflexiones de tipo teórico. En el Tirant, encontramos, a través de un contacto entre Oriente y Occidente, el desprecio de la solución diplomática __mediante la lengua__ a favor de la guerrera, cuando el rey de Egipto explica a los moros su entrevista con Tirant, subordinando la vía de la palabra a la de las armas.

«Seguint lo costum de aquells que lo offici de la lengua davant les mans posen, yo no só de tal metaill, ans me plau comanar a les mans los actes virils e remetre'ls a la fortuna pròspera o adversa».


(cap. CXLIX)                


Y el autor del Curial, así como en las declaraciones directas y conscientes, en esta inconsciente se nos delata como catalán. Es propiamente un curioso desliz, que revela la procedencia y simpatías del narrador, el que el catalán Dalmau d'Oluja diga del napolitano Boca de Far: «Mala y són venguts los strangers no coneguts» (I, 149), cuando los dos personajes eran extranjeros en Monferrato.

Por último, podríamos cerrar este punto diciendo que los dos escritores son muy conscientes de utilizar el catalán como lengua de cultura.15

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Obtenemos aspectos más concretos en cuanto a la lengua en relación con el hecho cultural. Primeramente, no observo alusiones culturales en relación con los turcos, pero sí en relación con los árabes: en el Tirant, de aprendizaje técnico y físico de construcción de material bélico; y en el Curial se nos ha dicho que ya contaban con traducciones de Virgilio. Esto podría mostrar bien un trasfondo de admiración o bien de mayor familiaridad, hacia la cultura árabe.

Por otro lado, el interés y la sensibilidad cultural en el ámbito no occidental se manifiestan preferentemente en las dos obras a través de personajes femeninos y jóvenes. Aquí podríamos entrever un rasgo generacional, como observamos, por ejemplo, en el Tirant cuando la Emperatriz dice que su hija __Carmesina__ fundamenta mejor que ella su discurso por haber estudiado artes liberales (cap. CLXXXII). Pero también podemos dejar abierta la interpretación para una ocasión que desarrolle estudios más generales o abstractos referidos a la mujer.

Desde la perspectiva literaria atendremos en primer lugar a las notas que obtenemos como género literario, es decir hacia la novela caballeresca.

Es un hecho que, a pesar de los datos positivos respecto a la presencia de esta conciencia, en la mayoría de las situaciones del Tirant y en alguna del Curial no se especifica nada. (Ello es lógico: una constatación continuada sería más propia de un documento oficial y actual que de una obra de ficción y medieval. Además, como dice el dr. Riquer, «esta verdad no la maneja un historiador, sino un novelista».)16 A pesar de movernos dentro de lo que concebimos como realismo y de que hay unas coordenadas históricas, hemos de contar con la libertad soberana del escritor, que guía siempre toda ficción. En una palabra, como hemos podido comprobar, Martorell se ha dado cuenta de este aspecto pero no le ha hecho esclavo.

Ahora bien, esta presencia de la conciencia lingüística es suficiente, a la vista de la literatura de ficción anterior, en la que este rasgo se da de una manera totalmente esporádica, como para constatar que nos hallamos ante un rasgo nuevo. El dr. Riquer ante la misma constatación nos habla de ansia de verosimilitud por parte de Martorell, y manifiesta, en cuanto a los detalles de intercomunicación en los personajes, que es un factor que no vieron «o soslayaron, la mayoría de los escritores medievales e incluso algunos modernos (...) prurito digno de ser destacado porque no es frecuente en la narrativa».17

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Podemos añadir además aquí que también se dio cuenta el autor del Curial.18. Y que por tanto, en este género, y de la mano del afán de realismo19 por parte de unos autores que habían bebido las lecciones boccaccianas, se da la irrupción de este factor en la narrativa catalana de ficción. Punto que nos queda abierto, pues, para estudios comparatistas con las literaturas vecinas.

Enfrentemos ahora el Tirant al Curial. Y comprobamos que, a pesar de que, bajo esta perspectiva, destacan sobre todo los puntos de contacto, aún así, puede distinguirse alguna diferencia. Si trazamos primero el paralelo observamos que en las dos obras aparece la conciencia lingüística en situaciones en que se testimonian contactos Oriente-Occidente, sea por causa de estrategia militar o como explicación de una situación de convivencia. Además, la hemos hallado como exponente cultural y hemos apreciado matices sociolingüísticos. Y, en segundo lugar, estableciendo un contraste, se nos revelan ciertas facetas de las dos novelas. Por lo que este recurso técnico nos proporciona también datos útiles para la confrontación del mismo objeto de análisis. Destaco sólo dos puntos:

a) En el Tirant hay muchas más situaciones de convivencia lingüística entre Oriente y Occidente que en el Curial. Las causas son conocidas: Tirant viaja más y más lejos y es un caballero eminentemente militar con importantes actividades guerreras y de cruzada; esto, a pesar de tener mucho peso en la novela el caudal cortesano. Mientras que las actividades de Curial son cortesanas en los dos primeros volúmenes; sólo la última lucha del tercero, en la frontera alemana, es en defensa de la cristiandad. E incluso se especifica que es muy valiente en las luchas, pero que no es un conquistador (III 13-15).

Ello nos dibuja un distinto planteamiento de la realidad a reproducir, así como diferentes prototipos de caballero. Y si los héroes traducen diferentes modelos de caballeros, en un momento en que estos eran hombres de armas y letras, la elección de los autores hacia un tipo en que se acentúa una u otra vertiente puede traducir su inclinación __o quizás indentificación__ con una u otra tendencia. Y por ende si estas obras incluyen un sentido didáctico, cada autor nos estaría ofreciendo el suyo como modélico.

b) En el Curial proporcionalmente se omite aún menos veces la especificación cuando es preciso aclararla. Si del mismo Tirant ni se especifica qué lenguas sabe,   —46→   de Curial se insiste en que es un caballero con gran dedicación el estudio y que en buena lógica conocía diversas lenguas.

Es más, en la batalla con los turcos, en las ocasiones en que no se hace una referencia explícita a la lengua se puede distinguir una implícita. Observemos que cuando el emperador cristiano se dirige a Curial lo hace con un lenguaje directo: «pregà'l», «li parlà»; pero cuando Curial se relaciona con los mandos turcos se interponen los vocablos que indican una mediación: «fent-li dir» (III, 208),«trameteren pregar Curial» (III, 199), «envià dir a Critxí» (III, 198).

Como causas podríamos pensar que dada la menos frecuencia de ocasiones, el autor del Curial haya estado todavía más atento a su especificación o __si nos lo permiten los tirantistas__ podríamos derivar una mayor o más fina percepción o sensibilidad lingüística del Curial sobre el Tirant.





 
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