MANRIQUE, MENDOZA, MAESTRO y MUCHACHO. | ||||
MANRIQUE. - ¿Oíste hoy aquel largo discurso acerca de la utilidad de la escritura? | ||||
MENDOZA. - ¿Dónde? | ||||
MANRIQUE. - En la escuela de Antonio de Nebrija. | ||||
MENDOZA. - No estuve allí; mas si tú te acuerdas de algo, cuéntamelo. | ||||
MANRIQUE. - ¿Qué te he de contar? Tantas cosas dijo, que casi todas se me han olvidado. | ||||
MENDOZA. - Luego te sucedió lo que dice Quintiliano de los vasos que tienen angosta la boca: si en ellos se echa de golpe mucha agua, ésta se derrama; mas si se echa poco a poco, se llenan. Pero, ¿no te acuerdas de nada? | ||||
MANRIQUE. - De casi nada. | ||||
MENDOZA. - Así que te acuerdas de algo. | ||||
MANRIQUE. - De muy poco. | ||||
MENDOZA. - Pues refiéremelo, por poco que sea. | ||||
MANRIQUE. - Lo primero de todo decía que es cosa digna de admiración que tanta variedad de humanas voces se haya podido componer con pocas letras, y que los amigos ausentes puedan comunicarse por ellas. Añadía que en aquellas islas ahora descubiertas por nuestros reyes, de donde se trae el oro, a los moradores les ha parecido no haber cosa más admirable que poder los hombres darse a entender unos a otros lo que sienten por una carta enviada de tan luengas tierras, y preguntaban si por ventura sabía hablar el papel. Esto dijo y mucho más de que no me acuerdo. | ||||
MENDOZA. - ¿Cuánto tiempo habló? | ||||
MANRIQUE. - Dos horas. | ||||
MENDOZA. - ¿Y de tan largo discurso encomendaste a la memoria tan pocas cosas? | ||||
MANRIQUE. - Yo sí las encomendé, pero ella no quiso retenerlas. | ||||
MENDOZA. - Tu memoria es como la tinaja de las hijas de Dánao. | ||||
MANRIQUE. - Mas bien las recogí en criba que en tinaja. | ||||
MENDOZA. - Llamemos a alguno que se acuerde. | ||||
MANRIQUE. - Aguarda un poco, porque pienso en otra cosa que me ocurre; ya me acuerdo. | ||||
MENDOZA. - Dila luego. ¿Por qué no lo escribías? | ||||
MANRIQUE. - No tenía pluma a mano. | ||||
MENDOZA. - ¿Ni tablillas? | ||||
MANRIQUE. - Ni tablillas. | ||||
MENDOZA. - Di, finalmente. | ||||
MANRIQUE. - Se me olvidó. Me lo hiciste olvidar con tus odiosas interrupciones. | ||||
MENDOZA. - ¿Cómo, tan presto? | ||||
MANRIQUE. - Ya me acuerdo. Afirmaba, con la autoridad de no sé qué autor, que no hay atajo más breve para llegar a una grande erudición que el escribir bien y con velocidad. | ||||
MENDOZA. - ¿Cuál autor es ése? | ||||
MANRIQUE. - Le oí nombrar muchas veces, pero también lo olvidé. | ||||
MENDOZA. - Como todo lo demás. El vulgo de nuestra nobleza no guarda este precepto; piensa que es decoroso y aun loable no saber escribir. De sus escrituras dijérase que eran escarbaduras de gallina, y, si no te lo advierten antes, no sabrás nunca con cuál mano las trazaron. | ||||
MANRIQUE. - Por eso se ve cuán rudos hombres son, cuán necios y de estragados pensamientos. | ||||
MENDOZA. - ¿Y cómo han de ser vulgo sin son nobles? ¿Acaso no hay gran diferencia entre el vulgo y la nobleza? | ||||
MANRIQUE. - Del vulgo se diferencia lo que no lo es, no por los vestidos ni por las riquezas, sino por el buen modo de vivir y el entero y cabal juicio de las cosas. | ||||
MENDOZA. - Si quieres que nosotros nos libremos de la común ignorancia hemos de aplicarnos a este ejercicio. | ||||
MANRIQU. - No sé por qué naturalmente escribo las letras torcidas, desiguales y confusas. | ||||
MENDOZA. - Eso tiene de noble. Ejercítate, que la costumbre mudará lo que ahora juzgas natural. | ||||
MANRIQUE. - Mas, ¿dónde vive este maestro? | ||||
MENDOZA. - ¿Me lo preguntas a mí que ni vi ni oí a tal hombre? Eso tú, que le oíste. Aunque, a lo que entiendo, quisieras que todo te lo pusieran mascado en la boca. | ||||
MANRIQUE. - Ahora me acuerdo. Dijo que había alquilado una casa junto a la iglesia de Santos Justo y Pastor. | ||||
MENDOZA. - Entonces es vecino tuyo. Vamos allá. | ||||
MANRIQUE. - Oye, ¿dónde está el maestro? | ||||
MUCHACHO. - Retirado en aquel aposento. | ||||
MANRIQUE. - ¿Qué hace? | ||||
MUCHACHO. - Enseña a unos niños. | ||||
MANRIQUE. - Dile que aquí en la puerta hay otros que vienen para que también los enseñe. | ||||
MAESTRO. - ¿Qué mancebos son ésos? ¿ Qué quieren? | ||||
MUCHACHO. - Hablar contigo. | ||||
MAESTRO. - Hazlos entrar pronto. | ||||
MANRIQUE y MENDOZA. - Te saludamos, maestro, y te deseamos prosperidades. | ||||
MAESTRO. - Y vosotros sed bien venidos; Cristo os guarde. ¿Qué os trae aquí? ¿Qué queréis? | ||||
MANRIQUE. - Que nos enseñes ese arte que profesas, si quieres y hay lugar. | ||||
MAESTRO. - En verdad que debéis de ser muchachos bien educados cuando así habláis, y tanta modestia y compostura mostráis en vuestro aspecto, y más ahora que el rostro se os cubrió de vergüenza. Tened confianza, hijos míos, que ése es el color de la virtud. ¿Cómo os llamáis? | ||||
MANRIQUE. - Mendoza y Manrique. | ||||
MAESTRO. - Estos nombres manifiestan noble condición y ánimos generosos. Mas al cabo sólo seréis nobles si adornáis vuestros entendimientos con las artes, que son dignas de los bien nacidos. ¡Cuánto más sabios y prudentes sois vosotros que esotros muchos nobles que piensan ser tanto más grandes cuanto peor escriben! Ni es esto de admirar cuanto que haya tiempo que la loca nobleza se ha persuadido de que nada hay tan vil y bajo como el saber algo. ¡Es cosa de ver la firma que echan en la carta que escribió un amanuense, que de ninguna manera se puede leer, ni sabe uno quién envía la carta, como no lo diga el portador o no se conozca la firma! | ||||
MANRIQUE. - De eso nos quejábamos poco ha Mendoza y yo. | ||||
MAESTRO. - Mas, ¿venís prevenidos de armas? | ||||
MANRIQUE. - En manera alguna, buen maestro. Nos azotarían nuestros ayos si en esta edad nos atreviésemos, no ya a tocar, sino a mirar las armas. | ||||
MAESTRO. - ¡Bah, bah! No hablo de las armas de herir y de matar, sino de estas de escribir. ¿Tenéis estuche de plumas con plumas? | ||||
MENDOZA. - ¿Qué es estuche de plumas, lo que llamamos plumero? | ||||
MAESTRO. - Eso mismo. Los antiguos solían escribir con punzones de hierro, y luego usaron cañas, en especial de las criadas en el Nilo. Los agarenos - si habéis visto escrituras suyas - escriben también con cañas de la mano derecha a la izquierda, como lo hacen casi todas las naciones de Oriente. Al contrario, los hombres de Europa, imitando a los griegos, escriben de la izquierda a la derecha. | ||||
MANRIQUE. - ¿También los latinos? | ||||
MAESTRO. - Sí, hijo, los latinos también, que tienen su origen en los griegos. En algún tiempo los antiguos latinos escribían en pergaminos que con facilidad podían borrarse, y los llamaban Palimsestos. Escribían en una sola cara, y a los libros que estaban escritos en el reverso los llamaban opistógrafos, como aquel Orestes de Juvenal. Escrito en ambas caras y aún no concluido. Pero de estas cosas hablaremos en otra ocasión; ahora vamos a lo que más nos importa. Escribimos con plumas de ganso y algunos con plumas de gallina. Las vuestras son muy a propósito porque tienen el cañón recio, largo, limpio y sólido. Quitad las plumillas con el cuchillo y cortadlas algo de la cola; raedlas también por si tienen alguna aspereza, que las lisas son mejores. | ||||
MANRIQUE. - Yo nunca las traigo sino limpias. Mi maestro me enseñó a ablandarlas y pulirlas con saliva, estregándolas en el sayo o en las calzas. | ||||
MAESTRO. - Buen consejo es. | ||||
MENDOZA. - Enséñenos a cortar las plumas. | ||||
MAESTRO. - Lo primero cortaréis por entrambas partes el cabo de la pluma, para que quede con dos horquillas; luego haréis poco a poco con el cuchillo por la parte de arriba una abertura, que se llama crema; después igualaréis los dos pies pequeñitos, o, si queréis, piernecitas, con tal que el izquierdo sea un poco más largo, porque sobre él estriba la pluma al escribir, y conviene que esta diferencia apenas se pueda percibir. Si quieres apretar mucho la pluma y formar más la letra, tenla con tres dedos; si quieres escribir con más ligereza, tenla con los dos, pulgar e índice, como hacen los italianos, porque el dedo del medio más que ayudar detiene y templa el curso para que no sea demasiado. | ||||
MANRIQUE. - Saca el tintero. | ||||
MENDOZA. - ¡Ah, perdí el tintero viniendo aquí! | ||||
MAESTRO. - Muchacho, trae aquella redoma de tinta para que de ella echemos en el tintero de plomo. | ||||
MENDOZA. - ¿Sin poner algodones? | ||||
MAESTRO. - Con eso sacarás en la pluma más pura la tinta y con mayor comodidad, porque con los algodones, seda o lino, al mojar la pluma en la tinta siempre se pegan algunas hilachas, que mientras se quitan no se escribe, y si lo las quitas, más escribirás borrones que letras. | ||||
MENDOZA. - A mí me aconsejaron que pusiera un pedacito de lienzo de Malta o de tafetán delgado y liso. | ||||
MAESTRO. - No está mal. Pero más vale poner sólo tinta cuando el tintero está fijo, porque en el portátil necesariamente se han de poner algodones. ¿Tenéis papel? | ||||
MENDOZA. - Este. | ||||
MAESTRO. - Es áspero y detiene la pluma, y el cuidado que se pone en que corra sin tropezar es dañoso para los estudios, porque mientras luchas con la aspereza del papel se te olvidan muchas de las cosas que habrías discurrido al escribir. Dejad para los que hacen libros grandes esta calidad de papel ancho, grueso, duro y áspero, que por esto le llaman papel de libros, que de él los hacen para que duren mucho tiempo. Ni toméis para el uso de cada día el de marca mayor o imperial que se llama hierático, de las cosas sagradas, como veis en los libros de la Iglesia. Para vosotros buscad papel de escribir cartas, que lo traen de Italia muy bueno, muy delgado y firme, o bien del común que traen de Francia, que se encuentra a cada paso y se vende a ocho dineros la mano, poco más o menos y dan con él una o dos hojas de papel de estraza, que llaman carta emporética y también bíbula. | ||||
MENDOZA. - ¿Cuál es la razón de estos nombres? Ya lo dudé muchas veces. | ||||
MAESTRO. - El nombre de carta emporética viene del griego, y se dice así porque en este papel se envuelven las mercaderías; llámanle bíbula porque «bebe» la tinta, así que con él no es menester ni salvado ni arenilla, ni polvo raído de la pared. Pero lo mejor es que las letras se sequen ellas mismas, porque de este modo duran más. Con todo esto, el papel de estraza aprovechará para que le pongáis bajo la mano y no se manche la blancura del papel con el sudor y con la suciedad. | ||||
MANRIQUE. - Danos ya, si te parece, una muestra. | ||||
MAESTRO. - Primero el abecé; después, cada sílaba de por sí; finalmente, los vocablos juntos, de este modo: «Aprende, niño, cosas que te hagan más sabio y, por tanto, mejor. Las voces son signos de vida entre los presentes y las letras entre los ausentes.» Escribid esto, y después de haber comido, o mañana, volved aquí para que yo enmiende lo que hayáis escrito. | ||||
MANRIQUE. - Así lo haremos; en tanto te encomendaremos a Cristo. | ||||
MAESTRO. - Yo os encomendaré a vosotros. | ||||
MENDOZA. - Sentémonos donde no nos estorben para meditar lo que este maestro nos enseñó. | ||||
MANRIQUE. - Me parece bien; hagámoslo así: | ||||
MENDOZA. - Aquí está lo que deseábamos; sentémonos en estas piedras. | ||||
MANRIQUE. - Sí, pero cara al Sol. | ||||
MENDOZA. - Préstame media hoja de papel, que mañana te la devolveré. | ||||
MANRIQUE. - ¿Tienes bastante con este pedazo? | ||||
MENDOZA. - ¡Ay, aquí no caben ni seis líneas, menos de las mías! | ||||
MANRIQUE. - Escribe en las dos caras y junta más las líneas. ¿Qué necesidad tienes de dejar tan grandes intervalos? | ||||
MENDOZA. - ¿Quién, yo? Si apenas queda espacio alguno, porque las letras se tocan unas a otras, sobre todo las que tienen ápices o pies largos como la b y la p. Y tú ¿qué has hecho? ¿Ya escribiste dos líneas. Y lindas en verdad, si no estuvieran torcidas. | ||||
MANRIQUE. - Escribe y calla. | ||||
MENDOZA. - Verdaderamente no se puede escribir con esta pluma ni con esta tinta. | ||||
MANRIQUE. - ¿Por qué no? | ||||
MENDOZA. - ¿ No ves cómo la pluma salpica de tinta el papel fuera de las letras? | ||||
MANRIQUE. - Mi tinta está tan crasa y espesa que dirías que es lodo; mira cómo se queda en el corte de arriba de la pluma y no corre para formar las letras. ¿Por qué no remediamos entrambos estos inconvenientes? Tú corta con el cuchillo los punticos de la pluma hasta que fácilmente tome tinta para formar las letras; yo echaré en el tintero algunas gotas de agua para que la tinta esté más clara. | ||||
MENDOZA. - Yo me orinaría en el tintero. | ||||
MANRIQUE. - ¡Oh, no quiero orines, que echa mal olor la tinta y cuanto escribieres, y luego con dificultad quitarás este mal olor de los algodones, aunque los laves! Mejor fuera vinagre, si lo hubiésemos a mano, porque, por lo fuerte que es, presto aclara la tinta más espesa. | ||||
MENDOZA. - Cierto; mas por su acritud y su calidad mordaz y picante hay el peligro de que penetre y pase el papel. | ||||
MANRIQUE. - No lo temas. Entre todos los otros, este papel detiene la tinta para que no se pase. | ||||
MENDOZA. - Los bordes de este papel tuyo son desiguales y ásperos y están arrugados. | ||||
MANRIQUE. - Corta un poco el margen del papel con las tijeras, porque así parece mejor, o bien concluye las líneas antes de llegar a la aspereza. Siempre los más leves estorbos son para ti motivo de que no prosigas, así que al punto dejas cualquiera cosa que manejas. | ||||
MENDOZA. - Volvamos a ver al maestro. | ||||
MANRIQUE. - ¿Crees que ya es tiempo? | ||||
MENDOZA. - Temo no sea tarde, porque acostumbra cenar temprano. | ||||
MANRIQUE. - Vamos, Tú que eres más atrevido, entra primero. | ||||
MENDOZA. - No, tú, que eres más descarado. | ||||
MANRIQUE. - Mira no salga alguno que esté con él y nos halle aquí alegres y chanceándonos. Llamemos en la puerta con la aldaba, aunque está abierta, que es cosa de mejor crianza. ¡Ha de casa! | ||||
MUCHACHO. - ¿Quién está ahí? Entre el que fuere. | ||||
MANRIQUE. - Somos nosotros. ¿Dónde está el maestro? | ||||
MUCHACHO. - En su aposento. | ||||
MENDOZA. - Salud, maestro. | ||||
MAESTRO. - Bienvenidos. | ||||
MENDOZA. - Hemos copiado la muestra cinco o seis veces en un mismo papel, y aquí traemos lo escrito para que lo enmiendes. | ||||
MAESTRO. - Bien hecho. Otra vez dejad más distancia de una línea a otra para que haya espacio donde yo pueda corregir vuestros yerros y los enmendéis. Estas letras son muy desiguales, que en la escritura es cosa fea. Reparad cuán mayor es la n que la e, y la o que la redondez de esta p. Conviene que los cuerpos de las letras sean todos iguales. | ||||
MENDOZA. - ¿A qué llamas cuerpos? | ||||
MAESTRO. - A los medios de las letras, no a los ápices y pies que tienen algunas. Tienen ápices la b y la l, y pies la p y la q. En esta misma m no son iguales las piernas; la primera es más corta que la de en medio y tiene más largo el rabo, como aquella a. No apretáis lo que es menester la pluma sobre el papel, así apenas queda señalada la tinta, ni podréis conocer qué letras sean las que habéis escrito. Porque quisiste mudar estas letras por otras, rayendo algunas partículas con la punta del cuchillo, afeas, más la escritura. Mejor hubiese sido pasar por encima la pluma borrándolo sutilmente y también escribir lo que queda de un vocablo al concluir una línea en el principio de la siguiente, con tal que las sílabas queden siempre enteras, porque la ortografía no permite que se partan. Dicen que César Augusto no dividía las palabras ni escribía las letras que le sobraban al principio de la línea siguiente, sino que allí las ponía, cerrando todo con un semicírculo. | ||||
MANRIQUE. - Con gusto le imitaremos por ser ejemplo de un rey. | ||||
MAESTRO. - Haréis bien, porque ¿de cuál otro modo probaréis la nobleza de vuestra sangre? No juntéis tanto todas las letras ni tampoco las apartéis tanto todas. Hay algunas que piden ser ligadas con otras, las que tienen rabo, como son a, l, n; otras hay que tienen punta, como son f y t; otras que no quieren ser ligadas, como las redondas, b, o, p. Al escribir tened la cabeza todo lo derecha que podáis, porque escribiendo cabizbajos o inclinada la cabeza fluyen los humores a la frente y a los ojos, de donde nacen muchas enfermedades y se enflaquece la vista. Aquí tenéis la muestra que escribiréis mañana si Dios os es propicio. No fíes tus negocios a las horas que pasan, pues lo que hoy no alcanzares no lograrás mañana. Y esta otra muestra: Si las palabras vuelan, vuela también la diestra; no bien calla la lengua, se detiene la mano. | ||||
MENDOZA. - Maestro, Dios os dé salud y larga vida. |
BELÍO, MALUENDA, JUAN y GOMECILLO. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - ¿Por ventura ha de ser esto todos los días? La luz del claro día entra por la ventana, y roncando dormimos el vino de Falerno. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - En verdad que no parece sino que estuvieses loco, porque de otra suerte ni te hubieras levantado tan temprano, ni compondrías versos, y menos satíricos y mordaces, para manifestar tu enojo. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - Oye estos otros de un epigrama, no mordaces, sino graciosos:
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BELÍO. - Lo del pan me haría levantar más presto que tus voces. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - ¡Graciosísimo, chistoso; Dios te dé buen día! | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - Y a ti te dé buena noche y buen seso, no sólo para que puedas dormir, sino también para hablar en prosa. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - Suplícote que me respondas sin chanzas, si es que puedes. ¿Cuál hora te parece que será? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - Medianoche, poco más o menos. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - ¿En qué reloj? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - En el de mi casa. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - ¿Y dónde está el reloj de tu casa, ni de cuándo acá miraste el reloj, tú, que nunca estudias, pero duermes, comes y juegas a toda hora? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - Pues a fe que tengo conmigo el reloj. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - ¿Dónde? Veámosle. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - En mis mismos ojos, que en manera alguna pueden abrirse. Duerme otra vez, o por lo menos calla. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - ¿Qué malaventurado sueño es ese tan profundo que parece letargo o muerte? ¿Cuánto crees que hemos dormido? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - Dos horas o tres, a lo más. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - ¡Nueve horas! | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - ¿ Cómo puede ser eso? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - Gomecillo, ve corriendo al reloj de sol de los frailes Franciscos y mira qué hora es. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - ¡Quita allá! ¿Cómo va a ver la hora cuando el Sol no salió aún? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - ¿Que no salió? Muchacho, abre la ventana de vidrio para que el Sol con sus rayos dé a éste en los ojos. El sol lo llena todo ya y las sombras son cada vez menos. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - ¿Y qué se te da a ti de que el Sol salga o se ponga? Deja que él se levante primero, que ha de andar todo el día más que nosotros. Gomecillo, ve corriendo a la iglesia de San Pedro, y mira la hora que es en el reloj de máquina y en el de sol. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
GOMECILLO. - Vi los dos. En el de sol la sombra dista poco de la segunda línea; en el otro la manecilla señala algo más de las cinco. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - ¿Qué dices? Pues aun te queda una diligencia por hacer, y es que hagas venir un herrero de la calle Empedrada, que con las tenazas separe estas pestañas, tan clavadas las unas a las otras. Dile que ha de arrancar una cerraja cuya llave se perdió. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
GOMECILLO. - ¿En dónde vive? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - ¡Este lo llamaría de veras! Déjate ya de chanzas y levántate. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - Sí, levantémonos, supuesto que tanto porfías. ¡Qué cansado compañero eres! Jesucristo, despertadme del sueño del pecado al desvelo de la justicia; sacadme de las tinieblas de la muerte a la luz de la vida. Amén. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - ¡Buen día te dé Dios! | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - Y a ti éste y otros muchos felices y alegres, y que lo pases de modo que no, ofendas la virtud de otro ni otro ofenda la tuya. Muchacho, dame camisa limpia, porque ésta ya hace seis días que la traigo. ¡Oh, coge aquella pulga que va saltando! | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
GOMECILLO. - Déjate ahora de coger pulgas. ¿Qué sería matar una pulga en este aposento? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - Lo mismo que sacar una gota de agua del río Dilia. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - O del mismo Océano. No quiero esta camisa de cuello doble, sino aquella de cuello liso, porque los pliegues en este tiempo ¿qué son sino nidos y refugios de piojos y de pulgas? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - ¡Necio! Así serías rico en un instante; tendrías ganado blanco y ganado negro. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - Ganado muy numeroso, pero de poca ganancia; compañeros que quisiera ver siempre en la casa del vecino y no en la mía. Di a la criada que cosa estos lados de la camisa, y que sea con seda. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
GOMECILLO. - No tiene. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - Pues con hilo o con lana, o con esparto, si le parece, que esta criada nunca tiene lo que es menester, aunque de sobra lo que no lo es. Gomecillo, no quiero que anticipes lo que ha de suceder, sino que hagas lo que te mando, dándome luego razón de ello, Quita el polvo a estas calzas, sacudiéndolas y después limpiándolas con aquella escobilla de cerdas. Dame también unos escarpines limpios, porque éstos están sudados y huelen. ¡Uf, quítalos de ahí al punto; no puedo sufrir su mal olor! | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
GOMECILLO. - ¿Quieres la almilla? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - No, porque de la luz del Sol colijo que hoy hará calor. Dame aquel jubón velloso de medias mangas y aquella túnica sencilla, delgada y ligera que tiene pasamanos. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - Mejor la de algodón. Pero, ¿qué es esto? ¿Adónde quieres ir que tanto te compones, y más no siendo hoy día de fiesta? ¿Y pides también ligas? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - Y tú ¿por qué te pusiste el vestido nuevo de raso liso o tafetán, teniendo uno de chamelote y otro de damasco, ambos usados? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - Di los dos para que los remendasen. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - Pues yo con estos míos más atiendo a la conveniencia que al bien parecer. Estos corchetes y sus hembras están flojos. ¡Tú, bellaco, siempre los desabrochas sin mirar lo que haces! | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - A mí me agrada más servirme de botones y de ojales; parece mejor, y el vestirse y desnudarse es menos enfadoso. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - En esto, como en las demás cosas, no todos son de un mismo sentir. Guarda en el arca este armador y no lo saques más en todo el estío. A estas pretinas no les quedan cabos. Esta franja está rasgada y descosida; cuida que la cosan y que no queden costurones feos. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
GOMECILLO. - Eso no estará hasta dentro de hora y media. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - Pues sujétala con un alfiler para que no cuelgue. Dame los cenojiles o ligas. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
GOMECILLO. - Ahí los tienes. Ya te preparé los chapines con las chinelas cubiertas bien limpias de polvo. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - Mejor será que limpies de lodo los zapatos y les des lustre. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - ¿Qué significa lígula en el zapato? Hubo entre los gramáticos fuerte disputa - como entre ellos suele haberla por todas las cosas - sobre si se debía decir lígula o língula. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - Los españoles la cosen en el empeine; mas aquí no se usa. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - Y en España ya no las ponen los que calzan a la francesa. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - Déjame tu peine de marfil. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - ¿Dónde está el tuyo de boj, que hicieron en París? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - ¿No me oíste ayer reprender a Gomecillo? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - ¿Llamas reprender al golpear? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - Pues oye: había roto cinco o seis púas de las ralas, y de las espesas, casi todas. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - Poco ha leí que un autor manda que peinemos la cabeza con peines de marfil, pasándole cuarenta veces de la mollera al copete y de allí al cogote. ¿Qué haces? Eso no es peinarse, sino pasar la mano. Dame el peine. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - Ni eso es peinar, sino raer o barrer. Creo que tienes la cabeza de barro bien cocido. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - Y yo pienso que tú la tienes de manteca. ¡De tal suerte que no te atreves a tocarla! | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - ¿Quieres que nos topemos el uno al otro como los carneros? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - No quiero competir con un loco como tú, ni estando en mi cabal juicio porfiaré con tu locura. Acaba; lávate las manos y la cara, en especial la boca, para que hables con más limpieza. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - ¡Ojalá se limpiase el alma tan pronto como las manos! Dame el aguamanil. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - Entrega con más cuidado esos artejos de las manos, en que hay asida mucha inmundicia. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - Te engañas; yo pienso que más es la piel descolorida y arrugada. Gomecillo, arroja esta agua sucia en aquel albañal. Dame la cofia y el bonete de encajes, y los borceguíes. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
GOMECILLO. - ¿Quieres los de camino? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - No, sino los que llevo por la ciudad. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
GOMECILLO. - ¿Quieres el capuz o la capa? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - ¿Hemos de salir de la ciudad? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - ¿Y por qué no? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - Pues tráeme la capa de camino. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - Ea, salgamos; no perdamos esta buena ocasión de pasearnos. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - Guíanos, ¡oh Cristo!, por los caminos que te sean más gratos. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Oh qué hermosa aurora! ¡En verdad, que es rosada, como dicen los poetas, o áurea! ¡Cuánto me alegro de haberme levantado! Salgamos de la ciudad. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - Salgamos, que yo en toda la semana puse el pie fuera de la puerta. Mas ¿adónde iremos primero? Y luego, ¿por dónde? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - A la fortaleza, o a las murallas de los Cartujos. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - ¿Y por qué no a los prados de Santiago? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - Por la mañana de ninguna manera; mejor sera por la tarde. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - Pues vamos a los Cartujos por los Franciscanos y al Bisthum, de allí por la puerta de Bruselas. Después volveremos por los Cartujos a oír misa. Ve ahí a Juan. Dios te guarde, Juan. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
JUAN. - Y a vosotros también os guarde muchos años. ¿Qué novedad es ésta? ¿Cómo os habéis levantado tan de mañana? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - Yo tenía un sueño tan profundo que no podía despertarme, pero este Maluenda a gritos y a golpes me arrancó de la cama. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
JUAN. - Hizo bien, porque te recrearás en este paseo saludable. Vamos a la Ronda. ¡Oh admirable Creador de tanta hermosura, digno de ser adorado! Con razón se llama esta obra Mundus, y los griegos la llaman Cosmos, como si dijéramos adornado y pulido. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - Pero no vayamos tan aprisa, sino despacio y paso a paso. Demos dos o tres vueltas en este paseo de las murallas para que con detenimiento contemplemos esta tan grande hermosura. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
JUAN. - Repara cómo no hay sentido alguno que no reciba grande placer. Primeramente la vista. ¿Cuál diversidad de colores, qué vestido, qué tapices, qué pinturas pueden compararse con ésta? Son estas cosas naturales y verdaderas; aquellas otras, fingidas y falsas. Con razón aquel poeta español llamó al mes de mayo «pintor del mundo». Cuanto al oído, ¿qué puede igualar al canto de las aves, en especial del ruiseñor? Escúchale encima del sauce donde hace una armonía y música perfectas, según dice Plinio. Repara atento, y notarás las diferencias de todos los tonos; unas veces no para, sino que pasa el canto con un mismo aliento y a un mismo tenor; otras veces hace pasos de garganta; ya canta de falseta; ya ensortija la voz y la encrespa; ya la alarga; ya la corta; canta versos largos, como heroicos; breves, como sáficos; más breves, como adónicos. A más de esto tienen como escuelas de música; los noveles se ensayan y aprenden cantos que imitan después. Oye el discípulo con grande atención ¡ojalá lo hiciésemos así con nuestros maestros! y después repite, y alternativamente paran. Conócese la enmienda en el que aprende y un modo de reprensión en el que enseña. Mas a las aves las guía la buena naturaleza y a nosotros la mala inclinación. Añade a estas cosas el olor que exhalan los prados, las mieses, los árboles y aun los campos incultos y estériles. Cuanto al gusto, todo lo que llega a la boca, el mismo aire es como dulce y regalada miel. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - Oí decir a muchos que en este mes de mayo las abejas recogen la miel del rocío del cielo. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
JUAN. - Fue ésa opinión de muchos. Si queremos conceder algo al tacto ¿hay cosa más suave y saludable que este aire que respiramos, entrándose por nuestras venas y por todo el cuerpo? Ahora me vienen a la memoria algunos versos que del Verano escribió Virgilio, los que cantaré si podéis sufrir mi voz no de cisne sino de ansarón, si es así que el cisne no canta dulcemente más que cuando está cercano a la muerte | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - Por mi parte yo digo que deseo mucho oír tales versos, con cualquiera voz que sea, con tal que nos los expliques también. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - Lo mismo digo yo. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
JUAN.-
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BELÍO. - No los he entendido lo bastante. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - Y yo creo que menos. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
JUAN. - Ahora aprendedlos, que el entenderlos será para más adelante, porque se sacaron de lo más profundo de la filosofía, como otras muchas obras de aquel poeta. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - Preguntémosle al maestro Orbilio, que ahí se nos ofrece. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
JUAN. - Mejor dirás que a pocos se ofrece y escucha. Saludémosle no más, y dejemos ir a este hombre regañón, que desuella a los muchachos, siempre ceñudo, antes mediano estudiante que docto, aunque, en verdad, se haya persuadido que es el primero de los maestros. Hemos dicho lo perteneciente al cuerpo; ¿qué diremos del entendimiento? ¡Cuánto alegra y vivifica esta aurora! No hay tiempo alguno tan a propósito para aprender ni para acordarse uno de lo que oye o lee, ni tampoco para meditar o discurrir de cualquier asunto a que apliquemos el entendimiento. Con razón dijo alguien: «La aurora es muy agradable a las musas.» | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - Pero yo ya siento hambre; volvamos a casa para almorzar. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - ¿Qué comeremos? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - Pan, manteca, ciruelas de fraile, que agradan tanto a nuestros españoles que a las de todos los géneros llaman ciruelas; y si no las hay en casa, cogeremos algunas hojas de borrajas y de salvia para comer con la manteca. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - ¿Beberemos vino? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - Eso no. Beberemos cerveza, y de la más floja, de la roja de Lovaina, o agua pura y cristalina de la fuente Latina o de la Griega. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
MALUENDA. - ¿A cuál fuente llamas Latina y a cuál Griega? | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
BELÍO. - Vives suele llamar Griega a la que está junto a la puerta, y Latina a aquella otra de más abajo. La razón de estos nombres él te la dará cuando vayas a verle. |
JOCUNDO, LEÓN y VITRUBIO. | ||||
JOCUNDO. - ¿Conoces el criado que cuida de esta casa aislada, tan espaciosa y linda? | ||||
LEÓN. - Le conozco bien. Es pariente cercano del criado de mi padre. | ||||
JOCUNDO. - Roguémosle que nos la franquee toda, porque dicen que es muy amena y deleitable. | ||||
LEÓN. - Vamos. Toquemos a la campanilla para prevenirle. ¡Ha de casa! | ||||
VITRUBIO. - ¿Quién está ahí? | ||||
LEÓN. - Soy yo. | ||||
VITRUBIO. - Dios te guarde, amable niño. ¿De dónde vienes? | ||||
LEÓN. - De la escuela. | ||||
VITRUBIO. - ¿Y para qué vienes aquí? | ||||
LEÓN. - Mi compañero y yo deseamos muchísimo ver esta casa. | ||||
VITRUBIO. - ¿Nunca la viste? | ||||
LEÓN. - No toda. | ||||
VITRUBIO. - Entrad. Muchacho, tráeme las llaves de todas las puertas. Lo primero es este zaguán, abierto siempre de día, aunque sin portero, que no le hay ni dentro ni fuera de casa; por la noche se cierra. Contemplad atentos estas magníficas puertas de roble guarnecidas de bronce, y el dintel y el umbral de mármol blanco. Antiguamente solían poner en las portadas de las casas la imagen de Hércules, que no dejaba entrar ni males ni malos. Esta es la imagen de Cristo, Dios verdadero, que Hércules era hombre cruel y maléfico. Con la guarda y defensa de Cristo, no entrará en la casa mal alguno. | ||||
JOCUNDO. - Ni aun el mismo dueño. | ||||
VITRUBIO. - ¿ Qué murmuras en griego? | ||||
JOCUNDO. - ¿Qué cómo entran tantos malos? | ||||
VITRUBIO. - Aunque entren malos no hacen mal alguno. | ||||
LEÓN. - ¿No usáis de quicios para las puertas? | ||||
VITRUBIO. - En muchas naciones ya no se acostumbra. Esta es la puerta interior del zaguán, que guarda el criado de escalera arriba - que viene a ser el primero de la familia, como el de escalera abajo es el postrero-. Esta es la antesala, en que se puede pasear y donde hay muchas y divertidas pinturas. | ||||
JOCUNDO. - Dinos qué representan. | ||||
VITRUBIO. - Este es un bosquejo del cielo; ésa, un mapa de la Tierra y de los mares; aquélla, un dibujo del nuevo orbe que han descubierto los españoles con sus navegaciones, y en esa otra tabla está representada Lucrecia dándose muerte por su propia mano. | ||||
JOCUNDO. - Decláranos lo que dice, porque parece que muriendo habla. | ||||
VITRUBIO. - Muchas la admiran, mas pocas la sienten. | ||||
JOCUNDO. - Ahora entiendo lo que dice. | ||||
LEÓN. - ¿Qué se representa en aquella tablilla con tanta minuciosidad? | ||||
VITRUBIO. - Es el dibujo de este edificio. Descubre aquella otra tabla. | ||||
JOCUNDO. - ¿Qué es esto? ¡Una mujer amamantando a un viejo! | ||||
VITRUBIO. - ¿No leíste en Valerio Máximo este ejemplo con el título de «La piedad»? | ||||
JOCUNDO. - Lo leí. ¿Qué dice la mujer? | ||||
VITRUBIO. - Aún no restituyo cuanto recibí. | ||||
JOCUNDO. - Y el viejo, ¿qué dice? | ||||
VITRUBIO. - Gozo de haberla engendrado. Subamos esta escalera de caracol; ved cuán amplia es cada grada y de qué hermoso mármol de color de hierro. En este cuarto primero habita el amo; este otro de arriba es para los huéspedes. Y no es que el amo viva de alquilar cuarto, ni lo quiera Dios, sino que lo tiene prevenido, alhajado y adornado para recibir a los amigos huéspedes suyos. Este es el comedor. | ||||
JOCUNDO. - ¡Jesús, qué vidrieras tan bien matizadas! ¡Qué colores tan vivos! ¡Qué cuadros, qué tallas, qué imágenes! ¿Cuál historia es esta de las vidrieras? | ||||
VITRUBIO. - La fábula de Griselíns, que Juan Bocacio compuso tan bien y con tanto ingenio. Pero mi amo ha resuelto unir a ella las historias verdaderas de Godelina de Flandes y de Catalina de Inglaterra, que hacen ventaja a la invención de Griselís. De las imágenes, la primera representa a San Pablo Apóstol. | ||||
JOCUNDO. - ¿Qué dice el rótulo? | ||||
VITRUBIO. - ¡Oh, de cuánto te somos deudores a ti y tú a Cristo! | ||||
JOCUNDO. - Y él, ¿qué dice? | ||||
VITRUBIO. - Por la gracia de Dios soy quien soy, y la gracia de Dios no estuvo en mí vacía. Aquella otra imagen es la de Mucio Scévola. | ||||
JOCUNDO. - Pues aunque es Mucio, no es mudo. ¿Qué dice entre dientes? | ||||
VITRUBIO. - No me quemará este fuego, porque dentro de mí arde otro más violento. El tercer retrato es el de Elena, y el rótulo dice: Si siempre hubiese sido cual ahora soy, menos males habría causado. | ||||
JOCUNDO. - ¿Qué señala aquel viejecito ciego y medio calvo, vuelto el índice hacia Elena? | ||||
VITRUBIO. - El viejo es Homero y dice a Elena: Yo canté bien el mal que tú hiciste. | ||||
JOCUNDO. - El artesonado está dorado y con algunas perlas mezcladas. | ||||
VITRUBIO. - Perlas son, en efecto, pero de poco valor. | ||||
JOCUNDO. - ¿Hacia dónde miran las ventanas? | ||||
VITRUBIO. - Éstas al huerto; aquéllas al patio. Ésta es estancia en que comemos de día, vedla bien; y aquél, el aposento en que dormimos. Miradlo todo entapizado, con el suelo de tablas cubierto de estera, y estas imágenes de la Divina Virgen y de Jesucristo nuestro Salvador. Aquellas otras son de Narciso, Eurialo, Adonis y Policena, que dicen fueron hermosísimos. | ||||
JOCUNDO. - ¿Qué hay escrito sobre el dintel de la puerta? | ||||
VITRUBIO. - Retírate de las pasiones al puerto de quietud. | ||||
JOCUNDO. - ¿Y en este postigo? | ||||
VITRUBIO. - No traigas al puerto tempestad. En aquel aposento cerrado guardamos las cosas de que más usamos. Este otro cuarto es de invierno. Vedle cerrado y obscuro. Ved la chimenea. | ||||
JOCUNDO. - Paréceme mayor de lo que requiere este comedor. | ||||
VITRUBIO. - No reparas que también calienta otros aposentos. | ||||
JOCUNDO. - Dicen que si están calientes, también tienen humo. | ||||
VITRUBIO. - Esta chimenea no suele darle. | ||||
JOCUNDO. - ¿Qué estancia es aquella de tan hermosa y bien arqueada bóveda? | ||||
VITRUBIO. - Es la capilla; en ella se dice misa. | ||||
JOCUNDO. - ¿En dónde está la letrina? | ||||
VITRUBIO. - La tenemos arriba, en el granero, para que no huela mal. En los aposentos, mi amo usa bacines y orinales. | ||||
JOCUNDO. - ¡Las torrecillas, pirámides, bolas, veletas, y todas las cosas, cuán lindas son y bien acabadas! | ||||
VITRUBIO. - Vamos abajo. ésta es la cocina; ésta, la alacena; ésta, la bodega; aquélla, la despensa, donde los ladrones nos molestan mucho con sus hurtos. | ||||
JOCUNDO. - ¿Y por dónde entran? Porque todo lo veo bien cerrado, y guardadas las ventanas con rejas de hierro. | ||||
VITRUBIO. - Por resquicios y por agujeros de la puerta. | ||||
LEÓN. - Luego los que os roban son ratones y comadrejas. | ||||
VITRUBIO. - Aquélla es la puerta falsa. Siempre está cerrada con cerrojo y atrancada, salvo cuando está el amo. | ||||
LEÓN. - ¿Por qué no tienen celosías estas ventanas? | ||||
VITRUBIO. - Dan al callejón angosto y obscuro y se abren rara vez. Pocas veces se sienta en ellas o se asoma alguno; por esto mi amo tiene pensado cerrarlas con rejas. | ||||
LEÓN. - ¿Con qué rejas? | ||||
VITRUBIO. - De madera, acaso. Entre tanto basta con atrancarlas. | ||||
JOCUNDO. - ¡Qué suntuosas columnas! ¡Qué magnifico pórtico! Mira aquellos atlantes y cariátides, que parecen emplear grandes fuerzas para que no caiga el edificio, y, sin embargo, no hacen nada. | ||||
LEÓN. - Hay muchos como ellos, que parece como si hiciesen grandes cosas, cuando viven en el ocio y la pereza; zánganos, que se sustentan del trabajo ajeno. Mas ¿cuál casa es esa de ahí al lado, cercana a ésta, de materiales tan malos y resquebrajada? | ||||
VITRUBIO. - Es un edificio viejo que se abre por todas partes y amenaza ruina. Por ello mi amo tiene pensado derribarle y hacer otro nuevo desde los cimientos. Ahora hacen ahí los pájaros sus nidos, y sirve de habitación a los ratones, pero no tardaremos en echarle al suelo. |