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La praxis traductora: del «Memoriale virtutum» al «Memorial de virtudes»

Mar Campos Souto

La traducción castellana

En el último cuarto del siglo XV, una mano anónima vierte al castellano el Memoriale virtutum Esta traducción ofrece una prueba más del vigor y la solidez, en la Península, del aristotelismo cuatrocentista; de hecho, este peculiar compendio de la doctrina moral del Estagirita Ha de ejercer una cierta influencia en el desarrollo del peripatetismo peninsular, un ascendiente que se torna particularmente visible, como ya se ha indicado, en el Leal Conselheiro de don Duarte.

La traducción al castellano supone una cierta distorsión del fin primigenio, puesto que la elección del latín como lengua vehicular no es casual: el idioma empleado se adapta a la gravedad de la materia del tratado y al elevado fin que persigue (redactar una suma que sirva a la formación ética de don Duarte)1. Para el traductor, el Memoriale virtutum brindaba un cómodo acceso a la doctrina aristotélica de las virtudes y, por lo tanto, constituía una lectura claramente recomendable para los militares viri y, acaso, para cierta ilustrada nobleza femenina (encarnada en la figura de Isabel de Portugal), por lo que debía eliminar la frontera idiomática que vedaba la aproximación a ese saber, tan beneficioso para la edificación moral de ese nuevo público laico.

En su prólogo, el versionador del Memoriale virtutum ofrece su labor (que, fiel a uno de los topoi usuales en las traducciones cuatrocentistas, encomienda a ulteriores enmiendas) a la reina Isabel de Portugal, madre de la Reina Católica y soberana de Castilla y León. Isabel de Portugal fue, como afirma esta voz anónima, Reina de Castilla y León, tras su matrimonio con Juan II en 1447. Hija del infante Juan de Portugal e Isabel de Barcelos, tuvo dos hijos de su unión con el monarca castellano (Alonso e Isabel). A la muerte del rey, aquejada de ciertos trastornos psicológicos, se traslada a Arévalo, donde fallecerá en 14962. Sus restos yacen hoy en el Monasterio de Miraflores de Burgos.

Más allá de esta dedicatoria, el prefacio suministra escasos indicios acerca de las circunstancias de la traducción. El desconocido autor de la versión asegura que le mueven dos motivos: loar las virtudes atesoradas por Isabel de Portugal y emplear su tiempo de ocio provechosamente3. Pocos datos son los que podemos deducir sobre la identidad traductor a partir de este breve prólogo. La apelación al concepto del otium, frecuente, como se verá, en las obras de Cartagena, puede interpretarse, además, como una señal de la posible relación entre nuestro traductor e Isabel de Portugal; quizás este incierto personaje podría haber estado al servicio de la reina madre, quien, en su retiro de Arévalo, se rodeó de numerosos criados y caballeros, esencialmente portugueses4. Entre los nombres que figuran en la nómina de esta peculiar corte están Gutierre Velázquez, Ordoño de Villaguirán, Sancho de Villalpando (su secretario) y el Dr. Juan de la Villa (consejero)5.

Algunos rasgos lingüísticos podrían apuntalar la hipótesis del origen portugués del traductor. En el Memorial, ciertas voces ofrecen un regusto arcaico; pensemos en formas como disçen (5r.b) o conusco (2r.a). El castellano decir (con el significado de 'bajar') fue un verbo pujante en los siglos XIII y XIII, aunque después conoció un cierto declive, mientras que su pariente gallego-portugués deçer, mantuvo su vigencia6 Por su parte, conusco es una forma pronominal que, a juicio de Alvar y Portier (1987: 124) y de A. Líbano Zumalacárregui (1992), fue más frecuente en castellano antiguo, si bien se documenta todavía, con intención probablemente irónica, en un texto de Quevedo7. Estas huellas léxicas no conducen, sin embargo, a una conclusión irrefutable sobre la identidad o el origen del traductor.

En cualquier caso, la dedicatoria a Isabel de Portugal (que a menudo ha sido erróneamente identificada con su hija) contribuye a precisar el abanico temporal en el que pudo efectuarse la traducción. El hecho de que se aluda en el prólogo a la «muy alta e muy poderosa señora doña Isabel, Reina de Castilla» sitúa la fecha a quo en 1496, en tanto que el término ad quem viene dado por el año 1496, en el que se produce, en Arévalo, el fallecimiento de la madre de la Reina Católica. Esta datación revela, así mismo, lo desacertado de la atribución de la versión romance al propio Cartagena (como postulan, por ejemplo, J. Zarco Cuevas, 1924: 221 y F. Vera, 1933: 217), inexactitud que, por otra parte, se manifiesta notoria al leer el prólogo del traductor.

El modelo latino subyacente8

El análisis de las peculiaridades de la traducción castellana del Memoriale virtutum no podría efectuarse sin haber examinado previamente el texto latino que hubo de manejar el traductor. La identificación de ese testimonio permitiría describir con pormenor el modus operandi del traductor y las singularidades de la versión, que se deben diferenciar de las características derivadas de las variantes propias de alguno de los manuscritos latinos y de las modificaciones incorporadas por los diversos copistas. Aunque parece posible que en breve podremos disponer de una edición crítica del Memoriale virtutum9, la tarea de hallar el modelo subyacente a la traducción castellana ha sido ardua, puesto que ha exigido estudiar y valorar los rasgos distintivos de los códices latinos. En este apartado, el examen de estos testimonios se propone espigar aquellos datos significativos que iluminen la búsqueda del modelo base de la traducción y que, por consiguiente, esclarezcan adecuadamente los mecanismos propios del traslado del texto latino al romance. En este sentido, he efectuado un cotejo entre los manuscritos latinos para ofrecer una aproximación, siquiera parcial, a la transmisión textual del Memoriale virtutum, con el fin de averiguar qué rama de la tradición latina entronca con la versión castellana10 .

En la actualidad conocemos cinco testimonios manuscritos latinos del Memoriale virtutum11. El único códice latino que se ha publicado parcialmente es el Q-II-9 (Q) de la Biblioteca del Escorial, en el que el Memoriale se acompaña de una serie de textos epistolares: «Fr. Ioannis de Turrecremata, O. P., epistolae; Benedicti de Anania epistula; Petri de Toleto epistolae»12. Este manuscrito está compuesto por 58 folios de pergamino y papel (37 de los cuales corresponden al Memoriale), de 298 x 210 mms. La sección destinada a la obra de Cartagena se compone de seis seniones y un duerno (cuyos folios están en blanco)13. Tras cinco hojas de guarda se dispone el texto del Memoriale, al que se ha añadido posteriormente la foliación (en números arábigos, en el ángulo superior derecho), acaso en el momento en el que se compone el códice facticio. En todo caso, restan todavía muestras de la antigua foliación, en números romanos y en el margen inferior derecho de los dos primeros seniones; además, cada senión posee un reclamo al final (excepto el segundo -fol. 24v.-). El texto se organiza en dos columnas; la letra es la gótica libraria cursiva (o redondeada de factura castellana), con cuantiosas abreviaturas; la de las rúbricas es gótica libraría caligráfica fracturada. La ornamentación alcanza su culmen en la primera página, cuyas letras e intercolumnio aparecen trazados en distintos colores (rojo, azul, amarillo, verde, marrón, etc.); los márgenes presentan motivos zoomórficos, esencialmente animales mitológicos (en el intercolumnio se incorporan motivos florales)14. La encuadernación, en piel y propia del cenobio agustino, presenta el escudo del monasterio en el centro. G. Antolín (1913: 380) apuntó la posibilidad de que este manuscrito procediese de la biblioteca del Conde Duque de Olivares. Por otra parre, M. Morrás (1.991: 220) discute la opinión de J. Rodríguez de Castro, para quien este habría sido el ejemplar ejecutado para don Duarte; tal hipótesis se torna insostenible, ya no debido a las numerosas lagunas y errores del códice, sino también a causa del incipit, que se refiere al autor como obispo de Burgos (dignidad alcanzada en 1435)15- Se emplea el apellido «Cartagena», por lo que ha de ser necesariamente posterior a 1441, fecha de la obtención del mayorazgo por parte de su hermano, Pedro (y en la que, por cierto, ya había fallecido don Duarte)16. M. Morrás conjetura que el códice, antes de integrarse en la colección bibliográfica del Conde Duque de Olivares, habría formado parte de la biblioteca de algún eclesiástico, «un tal Pedro arcediano de Toledo, pues incluye varias cartas suyas firmadas» (1991: 220).

El otro testimonio escurialense es el J-II-25 (J), un códice de papel del siglo XV, encuadernado en pergamino. El manuscrito, de 186 folios (de 279 x 200 mms.), acoge diferentes textos17. El Memoriale se extiende entre los folios 1r. y 78v. de este códice un tanto pobre, ya que carece de casi todas las rúbricas, indicadas al margen, así como de las capitulares (cuya huella se percibe en las letras de espera). La parte consagrada al Memoriale se compone de seis seniones y un ternión (al que se cose el último folio de esta sección); falta un folio entre los numerados como 64v. y 65r. y el primero está rasgado18, lista laguna prueba que la foliación, incluida en el ángulo superior derecho del recto, en números arábigos, es posterior a la fecha de composición del códice. Por el contrario, los reclamos, incorporados en el margen inferior derecho, remiten a una época anterior. El texto se dispone a renglón tirado (ocupa entre 30 y 33 líneas por folio) y la caja de escritura se traza a punta seca19.

El códice 117 de la Biblioteca de la catedral de Burgo de Osma (Soria) (BO) incluye, además del Memoriale, el Contra hypocritas de Bruni y el De institutione regimines dignitatum de Joannes Tincti de Vicinis20. Se trata de un manuscrito del siglo XV de pergamino y papel, de 137 folios (de 185 x 125 mss). Está encuadernado en pergamino. El texto, que se dispone a renglón tirado (con una media de 27-30 líneas por folio), se acompaña de numerosas notas marginales. En el ángulo superior derecho del recto se incorpora la foliación, en guarismos arábigos; además, los cuadernillos poseen reclamos. La ornamentación es ciertamente modesta, ya que se reduce a las iniciales (que en ocasiones no se han trazado en el lugar dispuesto para ellas). La composición del códice ha de situarse entre 1-435 y 1440, dado que el incipit y el explicit («Explicit memoriale uirtumm editum a domino alfonso episcopo burgensi») se refieren a al autor como el obispo de Burgos, pero no mencionan el apellido Cartagena.

La Biblioteca Nacional de Madrid custodia dos testimonios de sumo interés21. El manuscrito 9212 (signatura antigua Bb-69) de la Biblioteca Nacional de Madrid (BNH), es, probablemente, el testimonio más alejado del momento en que se redactó el Memoriale virtutum. La decoración se limita a las rúbricas (en rojo) y a las capitulares, ornamentadas con distintos colores (verde, naranja, gris, violeta, morado) y, excepcionalmente, con motivos geométricos. Este códice de papel, de 300 x 210 mms. y 66 folios, distribuye el texto del Memoriale en dos columnas (de 39 a 40 líneas de media). La foliación se localiza en el ángulo superior derecho del recto; en varios folios conviven los números arábigos y los romanos (ausentes en el primer folio), si bien a partir del fol. 24r. se pierden los primeros hasta su reaparición en el fol. 46r. Además, se incluyen reclamos en los folios 12, 24v., 36v., 48v. y 60v.22. El volumen se compone de cinco seniones y un ternión, al que se cosen dos hojas de guarda. La encuadernación es holandesa23.

El códice 9178 (BN), de 288 x 207 mms., contiene 73 folios. El texto del Memoriale se dispone a renglón tirado (de 34-35 líneas en cada folio). La encuadernación es holandesa. En los primeros folios, el códice incorpora la tabla de capítulos. A las tres hojas de guarda y una de pergamino (en cuyo frente figura la antigua signatura, Bb-63) les suceden nueve cuaterniones y otras tres hojas de pergamino. Se han empleado números romanos, situados en el ángulo superior izquierdo del verso, para foliar el manuscrito. Además, se incluyen reclamos, ornados y trazados verticalmente hacia el centro de la página. Es, indudablemente, el manuscrito más rico que custodia el Memoriale: sirva como ejemplo la primera capitular (la p. de pridie, que ocupa 21 líneas, está decorada en rojo y azul, con motivos geométricos). Los calderones y las capitulares se adornan en rojo o azul, en tanto que las rúbricas optan por el color rojo. La tinta, negra en origen, ha perdido su tonalidad; en ciertos pasajes su mal estado dificulta considerablemente la lectura del texto. A juicio de M. Morrás (1991: 220), podría tratarse de la copia entregada a don Duarte, dado que en él se consigna que su autor es Alfonso García de Santa María, deán de Santiago. El rico material empleado en su confección (la vitela) podría reforzar esta hipótesis; es un manuscrito cuidado, efectuado con primor y caracterizado por su escaso número de variantes. No obstante, estos datos no son concluyentes, puesto que tanto BN como BNH pertenecieron a la biblioteca del Conde de Haro24.

La escasa información disponible sobre el texto de partida nos ha obligado, pues, a efectuar una comparación exhaustiva entre los cinco testimonios conservados para dilucidar de cuál (o de qué familia) procede la versión romance. Esta colación permite afirmar la existencia de dos ramas en la transmisión textual del Memoriale virtutum. Q y BNH se separan de BN, BO y J en numerosos pasajes; los errores y las lecciones comunes de ambas familias invitan a considerar que la fuente (o, mejor, el modelo subyacente) de la traducción castellana pertenece a esta última rama de la transmisión manuscrita. Una primera prueba de este aserto se halla en la significativa alteración del orden verificada en el capítulo correspondiente a la continencia: el pasaje comprendido desde «imperfectum in genere virtutis» (correspondiente al fol. 34r. de la versión) hasta «sicut de Nerone Cesare legitur» (fol. 35v.) conoce ubicaciones diversas en las dos familias; en tanto que BN, BO y J presentan la misma secuencia de la versión castellana, BNH y Q incorporan esta sección en el seno del tercer capítulo dedicado a la continencia. En este largo fragmento Cartagena caracteriza la malicia (y, secundariamente, la incontinencia y la bestialidad) y sus virtudes contrarias (respectivamente, la virtud, la continencia y la virtud heroica).

Esta comunión de lecturas entre BNH y Q frente a BN, BO y J se observa, además, en numerosos casos en los que los primeros muestran omisiones por haplografía o por homoioteleuton (ausentes de la segunda) que no son fuente de la versión castellana. Por otra parte, en BNH y Q se verifica la inclusión de innovaciones o sustituciones que, en último término, certifican la dependencia de la versión de la otra familia de manuscritos25. A la vista de estos datos, parece innegable que la traducción castellana deriva directamente de esta rama; BN, BO y J proceden, pues, en último término, de un subarquetipo común, que se halla en la base del Memorial de virtudes.

En cambio, resulta difícil identificar alguno de los testimonios conservados con el empleado por el traductor. Dentro de esta familia de manuscritos, los más cercanos a la traducción son BN y J, si bien la versión se aleja de ambos en ciertos pasajes, con lo que resulta extremadamente difícil afirmar que uno de ellos es el modelo latino subyacente26. Sí se puede aseverar sin temor alguno que BO es, dentro de esta familia, el testimonio más ajeno a la versión, ya que presenta numerosas innovaciones27; su gusto por las inversiones, por cambios de diverso tipo y la contaminación con la otra rama de la transmisión manuscrita lo sitúan en un ámbito diferente al de los otros códices, aunque muestra mayor proximidad a J que a BN28.