| Tú creerás, lector amigo, | | que don Juan, esto leyendo, | | en cuentas entró consigo | | y por fin escarmentó; | | también yo lo suponía, | | pero amigo, nada de eso, | | porque aquel clérigo obeso | | que esta historia me contó, | | me
juró, como hombre honrado, | | que había después
sabido | | que este don Juan, perseguido | | por la justicia otra
vez, | | se escapó con su tesoro, | | y volvió a
su antigua vida, | | gastando en Francia su oro | | con bizarra
esplendidez. | | ¿Y sabes lo que me dijo | |
aquel venerable anciano | | apretándome la mano | | acabado
el cuento ya? | | Pues me dijo aquel buen viejo, | | ¡oh lector
de mis entrañas!, | | que a quien tiene malas mañas... | | El refrán se lo dirá. | |
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