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Parte dramática

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El hombre de mundo

Comedia en cuatro actos, en verso.

PERSONAS
         DON LUIS
DON JUAN
ANTOÑITO
CLARA
EMILIA
BENITA
RAMÓN


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Acto primero



La escena en Madrid. -Gabinete elegante en casa de don Luis. Una puerta a la derecha que da al cuarto de éste. Otra a la izquierda que conduce a lo interior. Por la del foro se sale a la calle. -Está puesta la mesa para almorzar.
Escena I
CLARA, EMILIA.
EMILIA �No, por Dios!
CLARA                          Pues ello, Emilia,
preciso es que algo resuelvas:
así no puede seguir.
EMILIA �Ay, Clara!
CLARA                     Tú no me dejas
que hable a mi marido.
EMILIA                                       �No! 5
CLARA Tú... despedirlo... confiesas
que no te es posible. Pues
entonces, �cuál es tu idea?
�Qué plan es el vuestro: estaros
toda la vida con señas 10
y cartitas, tú asomando
a escondidas la cabeza
por detrás de la cortina
del balcón, y él en la puerta
del tirolés de ahí enfrente, 15
hecho una estatua de piedra
de noche y de día? �A qué hora
come ese hombre? �A qué hora almuerza?
Cuando se abren los balcones,
ahí está: cuando se cierran, 20
ahí está: cuando salimos
a paseo o a las tiendas,
detrás: si vuelvo la cara
tal vez, da un brinco y se cuela
en algún portal, huyendo 25
y tomándome las vueltas.
�A qué vienen esas farsas,
Señor? �Por qué no se acerca,
y nos habla, y viene a casa?
En fin, Emilia, me seca 30
andar haciendo el papel
de una madre de comedia.
Si vivo, y Dios me da hijos,
tendré que hacerlo por fuerza
algún día; pero ahora, 35
ni soy madre ni soy vieja.
(Mirándola, después de una pausa.)
Lo de siempre. Con callar
sales del paso.
EMILIA                         �Y tú al tema
de siempre! �Qué he de decirte,
si yo no sé? Pues no es buena 40
que ha de venir el muchacho
y ha de decir lo que piensa,
y con qué intención me mira,
y qué plan... Pues ya te acuerdas
cuando Antoñito iba a casa 45
antes, siendo tú soltera,
qué elogios hacías de él.
CLARA Y los hago: tiene prendas
apreciables... Pero, Emilia,
un niño que cuenta apenas 50
veinte años, �piensas que puede
hacerte dichosa?
EMILIA                             Vuelta
a lo mismo. �Qué sé yo!
Tú que tienes experiencia
dices que el hombre de mundo... 55
CLARA Y estás viendo que la regla
no falla. Cuando se supo
que la cosa iba de veras
y Luis pedía mi mano...
�Qué anónimos! �Qué indirectas! 60
�Qué pronósticos! �Qué chismes!
Cuántas amiguitas de esas
que dicen que nos adoran,
y que tanto se interesan
por nuestra suerte, vinieron 65
con mil dengues y reservas
a contarme atrocidades
del novio. �Clarita vea
usted lo que hace: ese hombre
tiene una fama perversa: 70
con él no ha habido mujer
segura: tiene una lengua
de escorpión: trasnochador,
quimerista, calavera...�
Y yo decía: �mejor! 75
EMILIA �Conque, mejor? �Pues es buena!
CLARA Sí: porque esas aventuras
tiene el hombre que correrlas;
y si no lo hace soltero...
después de casado es ella. 80
EMILIA Así será. Pero a mí
esos que tanto se precian
de haber sido libertinos
como Luis... Yo en su presencia
ni me atrevo a respirar; 85
y nunca tendré franqueza
con él: todo en las mujeres
lo censura y lo interpreta.
-�Ay qué hombre!- No, Clara: �Dios
me libre de su tijera! 90
Por Jesucristo te ruego,
hermana, que nunca sepa
lo de Antoñito.
CLARA                          �Y no ves
que es más fácil que lo advierta
si seguís como hasta aquí 95
y le ve de centinela?
Entonces sí que podrá
sospechar... En fin, �te empeñas
en quererle? -Pues, Emilia,
vendrá a casa.
EMILIA                         �Y Luis?
CLARA                                         No temas. 100
EMILIA Pero cómo, sin decirle...
CLARA Eso corre de mi cuenta.
EMILIA �Por Dios, Clara!...
CLARA                                 Yo lo haré
con Luis de modo que crea
que es cosa mía, que es un 105
amigo... -Las once y media,
(Llama.)
y Luis no viene a almorzar.
EMILIA Verás cómo al fin sospecha...
Mejor es que no...
CLARA                               Descuida.
 
Escena II
DICHAS, RAMÓN, que sale del cuarto de don Luis.
RAMÓN �Señora?
CLARA                 �Y tu amo? �No piensa 110
almorzar?
RAMÓN                  Se está vistiendo.
Le diré...
CLARA                 Dile que venga,
que le estamos esperando.
RAMÓN Muy bien. -Ya está aquí.
CLARA                                          Pues ea,
sirve el almuerzo.
(Ramón se entra a lo interior de la casa, y poco después viene con el almuerzo.)
 
Escena III
DICHAS, DON LUIS.
LUIS                              Perdona. 115
(Acariciando a Clara.)
�He tardado, sí? -Por fuerza
te he hecho pasar un mal rato.
Desde las ocho con media
taza de café...
CLARA                        Ya estaba
desfallecida.
LUIS                       �Me pesa 120
en el alma! -Buenos días,
Emilia.
EMILIA              Felices.
CLARA                            �Piensas
salir?
LUIS           No.
CLARA                  Como te veo
tan elegante, con esa
corbata...
LUIS                 Regalo tuyo. 125
Pues no: como tú no quieras
que salgamos... -Me he vestido
para ti.
CLARA              �Jesús! Me llenas
de orgullo. Pues bien, yo así
que almuerce, voy a las tiendas. 130
LUIS Iremos juntos. Si no,
mi plan, ya lo sabes, era
pasar el día a tu lado,
como siempre. No me queda
más ilusión en la vida 135
que tu cariño, y sintiera
por culpa mía perder
la única cosa en la tierra
que he creído... entre las mil
mentiras que he visto en ella. 140
CLARA �Ay, qué galante amanece
hoy el día!
LUIS                   Sí: de veras
te lo digo. Haber hallado
una mujer de tus prendas,
Clara mía, es poco menos 145
que un milagro.
CLARA                            Eso ya peca
de exageración. -Yo estoy
muy lejos de ser perfecta
y en el mundo hay infinitas
mujeres...
LUIS                    �Que se parezcan 150
a ti?
CLARA         Mejores que yo.
LUIS No las he visto.
CLARA                            Pudiera
consistir en que tampoco
las has buscado. Y observa
que está aquí Emilia, y según 155
tu opinión, se mira envuelta
en la regla general.
EMILIA �Cómo ha de ser!
LUIS                               No: no es esa
mi intención. �Cómo es posible!
Lo bueno también se pega; 160
y Emilia es tu hermana. -Pero
no juzgues por ti y por ella
de las demás: créeme a mí,
que soy voto en la materia.
CLARA �Ay, pobres mujeres! -Eso 165
es juzgar con ligereza,
Luis. -Como tú no has tratado
de acercarte sino a aquellas
de quienes ya se sabía
que eran materia dispuesta 170
para aventuras galantes,
sacas hoy la consecuencia
de que a ese círculo estrecho
que conoces se asemejan
todas las demás mujeres; 175
y eso permite que crea
que no es conocer el mundo,
sino conocerle a medias.
LUIS Bien: eso quiere decir
que yo por mi mala estrella 180
he visto la parte mala...
y ahora empiezo a ver la buena.
Siento no haber encontrado
antes...
CLARA              No, a mí no me pesa
que la hayas visto: al contrario. 185
Dicen que los calaveras
son después buenos maridos.
Ya lo veremos. -Sintiera
convencerme de que tiene
alguna excepción la regla. 190
LUIS No seré yo la excepción,
te lo ofrezco. Ya estoy fuera
de combate. -La mayor
diversión que ahora me queda
es ponerme en un rincón 195
y pasar horas enteras
viendo cómo pillo al vuelo
los guiños de inteligencia
de los amantes. Es mucha
mi práctica en la materia, 200
y tengo yo tan presentes
las astucias y las tretas
que he visto usar...
CLARA                                 Y has usado.
LUIS Y como todas emplean
los mismos medios..., me río 205
cuando en una concurrencia
veo a los pobres maridos
que en la sala se pasean
entre el recio tiroteo
de miradas y de señas. 210
CLARA Si no te equivocas nunca,
yo me doy la enhorabuena.
EMILIA, ap. �Yo no! �Lo va a descubrir
en cuanto entre por las puertas
Antoñito!
LUIS                 Pero es cierto, 215
�es cierto! La verdadera
felicidad no es andar
vagando de ceca en meca
en pos de vanos placeres.
Yo con todas mis riquezas 220
jamás he sido feliz.
�La felicidad es esta!
�Esta que ahora gozo! Hallar
una dulce compañera,
una casa, una familia... 225
�Esta vida me embelesa!
Bien lo ves: yo casi nunca
salgo. De noche una vuelta
por el café, y al teatro:
acabada la comedia, 230
a casa. Pero tú, Clara,
siento que no te diviertas
más. Mi deseo mayor
sería verte contenta.
CLARA A tu lado lo estoy siempre. 235
LUIS Es que yo quiero que seas
completamente feliz,
como yo lo soy.
CLARA                            �De veras?
LUIS �Ah, muy feliz! �No lo ves?
Tengo una confianza ciega 240
en ti. Ve al Prado, a tertulias,
entra, sal, haz lo que quieras.
Vente conmigo al teatro.
CLARA De noche me da pereza
de salir.
LUIS               �Pero estar siempre 245
sola!... No, Clara. Que vengan
gentes a casa: los que iban
cuando te hallabas soltera
a visitarte.
CLARA                   Si allí
no iba nadie: ya te acuerdas. 250
Como no fuera Antoñito...
EMILIA, ap. �No le digas!
LUIS                       Cierto. Ese era
aquel jovencito...
CLARA                              Sí:
aquel...
LUIS              �Bonita presencia!
Allí le vi algunas veces 255
de visita; pero apenas
entraba yo, se marchaba.
CLARA Es un chiquillo que empieza
a vivir: sin mundo, corto
de genio...
LUIS                   Pues ya que llega 260
la ocasión...
EMILIA, ap.                      �Yo estoy en ascuas!
LUIS Diré a ustedes... como muestra
de mi práctica, que entonces
creí columbrar en cierta
jovencita, aquí presente, 265
síntomas...
EMILIA                    �Vaya! -Si piensas
que iba por mí, te equivocas.
Yo no he sido nunca de esas
que tú dices. Yo no miro
a nadie: yo no hago señas 270
a nadie; y aquí está Clara
que diga...
(Ap. a Clara.)
                   �No me desmientas!
CLARA Es verdad. -Y ya ves tú
si sería una completa
locura. �Un chico sin pelo 275
de barba! �Qué! Sin carrera
todavía...
LUIS                 Me engañé:
como él iba con frecuencia
y allí no había tertulia
ni otro objeto que pudiera 280
dar aliciente...
EMILIA                         Eso es.
�Y el milagro me lo cuelgas
a mí!
LUIS           �Pues a quién?
EMILIA                                    Con nadie
puede una hablar sin que crean
estos hombres que hay intriga 285
y amores y... �Estamos frescas!
(Se levanta.)
CLARA Anda, ponte la mantilla,
que es hora de ir a las tiendas;
y trae la mía.
EMILIA, ap. a Clara.                        No digas
nada: no quiero que venga 290
Antoñito.
 
Escena IV
DON LUIS, CLARA.
CLARA                   Ya la has puesto
como una grana. Se quema
con tus bromas.
LUIS                            Pero en fin,
�mi observación era cierta?
CLARA Sí.
LUIS       �Toma! �Tengo yo un ojo! 295
CLARA Pero por Dios, que no sepa
Emilia que te lo he dicho.
LUIS �Y por qué?
CLARA                      Porque te tiembla.
LUIS Pues yo acaso...
CLARA                             Es sumamente
tímida; y con las lindezas 300
que dices de las mujeres...
LUIS Y ese chico...
CLARA                         Antes que vuelva
Emilia te contaré.
Ese chico no nos deja
a sol ni a sombra, nos sigue 305
sin descanso, nos asedia.
No se ven; y ya conoces
que la privación fomenta
el amor en esa edad.
Por eso, Luis, yo quisiera 310
una cosa...
LUIS                   �Qué?
CLARA                               Si tú
una noche le trajeras...
sin darte por entendido...
como que me le presentas
a mí, porque fue visita 315
de casa...
LUIS                 Pero, �tú piensas
casarlos?
CLARA                 �Estás en ti?
�Casarlos! �Para exponerla
a que al año se le antoje
al niño ser calavera 320
y la haga infeliz? No, no.
Lo que quiero es que se vean
a su sabor, que se juren
amor y constancia eterna
cada minuto, que agoten 325
la cartilla de ternezas
y requiebros; y verás
cuando sus amores pierdan
el romántico barniz
de carta, escondite y reja, 330
cómo los dos se fastidian
y se acaba la comedia.
LUIS �Magnífico plan! -�Amiga,
te digo que eres maestra!
Hoy mismo le traigo a casa. 335
Tú siempre estarás alerta...
CLARA No hay cuidado.
LUIS                             No te fíes,
que la ocasión...
CLARA                             No la temas.
 
Escena V
DICHOS, DON JUAN, RAMÓN.
(Ramón viene como deteniendo a don Juan, quien sin atenderle se entra con el sombrero puesto.)
JUAN �Qué recado! -Quita allá.
RAMÓN Es que...
JUAN                �Ya no me conoces? 340
�Dónde está Luis?
LUIS, llegando.                                �Quién da voces?
JUAN �Luisillo!
LUIS                 �Juan!
JUAN, le abraza.                            �Voto va!
El tunante de Ramón
quería pasar recado.
Yo que estoy acostumbrado 345
a colarme de rondón
en tu casa...
LUIS (Indicando a Clara, con empacho.)
                      Pero ahora...
JUAN (Reparando en Clara.)
�Calla!
LUIS              Ya ves...
JUAN                             Es verdad:
habiendo esta novedad,
no digo nada. -�Señora! 350
(Se saludan.)
Ya se ve, como hace un año
que al extranjero marché
y anoche mismo llegué
con la Mala, no es extraño
que ignorase... Conque...
LUIS                                          (�Ay, Dios, 355
qué burla me espera!)
JUAN                                     Ha sido
muy bien hecho. -Hemos tenido
un pensamiento los dos.
LUIS �Es posible?
JUAN                       �Bravo, Luis!
�Es guapísima! De veras. 360
Soberbia elección. -�Si vieras
la que traigo de París!
CLARA �Cómo!
LUIS               �Qué?
JUAN                           Cuando concluya
un negocio... a casa voy
y la traigo... Ha de hacer hoy 365
amistades con la tuya.
CLARA Pero...
LUIS             �Conque tú también!...
(�Se ha casado! Respiremos.)
Si al cabo todos caemos...
JUAN (Se pasea, tomando algo del almuerzo.)
Lo demás es un belén. 370
Andar a salto de mata
y esclavo de la querida...
�Vayan al diablo! -Esta es vida
más cómoda... y más barata.
CLARA, ap. �Qué frases!
LUIS                       (El casamiento 375
no le ha hecho mudar de estilo.)
JUAN Así se vive tranquilo...
�Esta tuya es un portento!
Poco te podrá gastar:
tiene facha de hacendosa. 380
La mía... �la mía es cosa!...
Luisillo: �quieres cambiar?
LUIS, con risa forzada. �Viene muy bromista!
CLARA, con ironía.                                       �Sí!
 
Escena VI
DICHOS, EMILIA.
(Emilia trae la mantilla puesta y saca la de Clara.)
EMILIA �Vamos, Clarita?
CLARA (Se pone la mantilla.)
                              Al instante.
JUAN �Ay, qué linda! �Este tunante 385
las tiene a pares aquí!
�Vive contigo?
LUIS                            Sí tal:
si es hermana...
JUAN                           Me interesa
también. -�Cuándo una francesa
ha de tener esa sal? 390
�Ésta no tendrá querido?
EMILIA �Qué dice!
LUIS                   Juan, sé prudente.
CLARA (�Hay hombre más insolente!)
JUAN Pues, señor, yo me decido.
LUIS �A qué?
JUAN                Nada; que me apesta 395
la francesa; que esta noche
vuelvo a soplarla en el coche...
y me acomodo con esta.
(La toma del brazo.)
EMILIA �Dios mío!
CLARA, con enfado.                    �Qué va usté a hacer!
JUAN Partie carrée!
LUIS                           �Juan, repara!... 400
JUAN �Quita!
EMILIA              �Suelte usted!
JUAN                                      �No es Clara
tu querida?
LUIS                     Es mi mujer.
JUAN (Sorprendido, quitándose el sombrero.)
�Tu mujer!
LUIS                    Sí; y ese modo
de hablar...
JUAN, a Clara.                    He sido un grosero,
señora... -Este majadero 405
tiene la culpa de todo.
�Me ves hablar disparates
y no me avisas?
LUIS                            Y a ti,
quién te manda hablar así
sin saber...
CLARA                   No más debates. 410
No hay nada aquí que me choque.
El que trata solamente
con cierta clase de gente
�qué extraño es que se equivoque?
JUAN (�Me ha pegado a la pared!) 415
CLARA Vamos, niña.
LUIS                        (�Qué dirán!)
CLARA Adiós, Luis. -Señor don Juan,
esta casa es muy de usted.
JUAN Hasta que mi aturdimiento
logre el perdón alcanzar, 420
vendré, aunque sepa abusar
de ese amable ofrecimiento.
EMILIA (�Pues como otra vez me asuste!)
CLARA �Jesús! -No se necesita
tal perdón. -Eso no quita 425
que venga usted cuando guste.
JUAN (�Qué gracia tan seductora!)
LUIS, a Clara. �Te marchas? Saldré contigo.
CLARA No: quédate con tu amigo.
Vamos a tiendas ahora. 430
JUAN Por mí...
CLARA                No, no; que se esté.
�Qué ha de hacer el pobre allí
oyendo hablar de organdí
y de raso y de muaré,
y �vamos, �llevo el vestido?, 435
no sea usted tan carero...�
Fastidiarse; y yo no quiero
fastidiar a mi marido.
 
Escena VII
DON LUIS, DON JUAN.
(Don Luis se sienta con aire formal. Don Juan permanece de pie.)
JUAN (�Qué graciosa criatura!
Mi virtud está en un tris. 440
�A un amigo! -�Pobre Luis!
�No tienes hora segura!)
LUIS �Me has dado un rato!...
JUAN                                         �Qué quieres!
Si aún no he vuelto de mi espanto.
Tú que blasonabas tanto 445
de conocer las mujeres...
�Tú casado!
LUIS                     A esa experiencia
que adquirí en mi juventud
debo, Juan, esta quietud.
JUAN Te has perdido con mi ausencia. 450
Si tengo el menor indicio,
�cuándo me voy de tu lado!
Te encontraste abandonado
y diste en el precipicio.
Pero, sin ser adivino, 455
�quién sospecha?... Ya se ve,
cuando de aquí me marché
�ibas por tan buen camino!
LUIS Aquello era una ilusión.
Sólo aquí la dicha existe. 460
JUAN Pero, �cómo concebiste
esa fogosa pasión?
LUIS No hubo tal pasión en mí.
JUAN Pues entonces no se explica...
A no ser que fuera... -�Es rica? 465
LUIS No tiene un maravedí.
(Se levanta.)
Ni el dinero me movía,
ni amor me ofuscaba el alma;
por eso pude con calma
observar lo que valía. 470
Yo que, cansado además
de esa vida borrascosa,
iba buscando otra cosa
sin encontrarla jamás,
vi esta mujer hechicera: 475
rompí los antiguos lazos,
�y he hallado, Juan, en sus brazos
felicidad verdadera!
En fin, tú caerás también,
y ya me dirás si miento. 480
JUAN De tan fatal pensamiento
el Señor me libre, amén.
LUIS esas no son más que frases.
Tú estás cansado.
JUAN                               No digo...
LUIS Créeme, Juan, yo soy tu amigo: 485
es preciso que te cases.
JUAN �Cómo es eso?... Poco a poco.
No exijas el sacrificio
de que también pierda el juicio
porque tú te has vuelto loco. 490
La amistad no llega a tanto.
LUIS Eso dices porque ignoras
cómo se pasan las horas
en esta vida de encanto.
Mi mujer es un tesoro, 495
es un ángel: no hay ninguna
que tales prendas reúna.
La estimaba, �y ya la adoro!
JUAN Pues si no hay otra como ella,
y esa la pillaste ya, 500
�con quién me caso?
LUIS                                    Otra habrá:
confía en tu buena estrella.
JUAN Serán mis maravedís
lo que busque, no mi amor;
y en ese caso es mejor 505
la que traigo de París.
Porque esa, si yo la pillo
en un renuncio, laus Deo:
la acomodo en el correo,
y a Francia. -Créeme, Luisillo 510
la mujer no ama jamás.
LUIS De soltera, poco o nada;
pero después de casada
suele amar...
JUAN                      A los demás.
LUIS Hombre, alguna...
JUAN                                Haré excepción 515
en favor de tu mujer.
LUIS Gracias: no era menester...
JUAN Y también, por atención,
lo haré en favor de su hermana,
que al fin es de la familia... 520
LUIS �Hombre! �Harías con Emilia
una boda soberana!
JUAN �Sí!
LUIS        Ello habrá que desbancar
a un rival...
JUAN                     �Por eso no!
Como me empeñase yo, 525
�dónde iba el pobre a parar!
LUIS �Pues hazlo! Mira que es cosa
de que no tienes idea
lo que cautiva y recrea
el cariño de una esposa. 530
Y no lo juzgues por ese
con que te tiene embaucado
la francesa: amor comprado,
por mucho que te embelese.
Ni es tampoco aquel delirio, 535
aquella fiebre de amante,
abrasadora, incesante,
que más que gozo es martirio.
Es fuego que da calor
al alma, sin abrasar: 540
es conjunto singular
de la amistad y el amor.
Huye de ti el egoísmo,
porque hay a tu lado un ser
que tu pena y tu placer 545
los siente como tú mismo.
En vez de frivolidad
y de desprecio del mundo,
se despierta en ti un profundo
instinto de dignidad. 550
Quieres merecer del hombre
respeto, aprecio, interés,
porque refleje después
en la que lleva tu nombre.
-Ese tu eterno viajar 555
por Francia, Italia, Inglaterra,
sin que haya un punto en la tierra
que alivie tu malestar,
�qué es sino cansancio, di?
�Qué es sino un vago deseo 560
de encontrar más digno empleo
a la vida que hay en ti?
Pues esa eterna vagancia,
ese vivir volandero
que te hace tan extranjero 565
en España como en Francia;
la indiferencia fatal,
o el tedio más bien, que sientes
cuando ventilan las gentes
algún negocio formal, 570
todo eso, que yo he probado
cuando como tú vivía,
se borra, Juan, desde el día
en que te miras casado.
Ya por el público bien 575
te afanas, y en ti rebosa
con el amor de tu esposa
el de tu patria también.
Y el alma y los ojos fijos
en su porvenir tendrás; 580
porque esta patria, dirás,
es la patria de mis hijos.
En fin, Juan, el matrimonio
es origen, no lo dudes,
de las mayores virtudes 585
de la tierra. -Y... �qué demonio!
mucho contra él se propala;
pero cuando todos dan
en casarse... Vamos, Juan,
no será cosa tan mala. 590
JUAN (Después de una pausa.)
�Cuándo te casaste?
LUIS                                   �Cuándo?
Hará tres meses.
(Vuelve a sentarse.)
JUAN                               Corriente.
Pues voy a tener presente
esa arenga; y si en pasando...
Vaya, no quiero alargarme, 595
un año, dices lo que hoy,
consiento por lo que soy...
�en qué diré yo?... en casarme.
LUIS Tendré la misma opinión;
no es Clara de esas mujeres... 600
JUAN Te lo concedo, si quieres:
es la misma perfección,
pero no está en ella el mal;
y aun cuando yo tropezara
con otra segunda Clara, 605
no me casaría.
LUIS                          �Hay tal!
Ni aun teniendo esa fortuna,
�querrías casarte?
JUAN                               No.
LUIS Pero �por qué?
JUAN                           Porque yo
no creo, Luis, en ninguna. 610
Juntos corrimos el mundo:
tú has perdido la memoria;
yo recuerdo aquella historia
y en su experiencia me fundo.
Todas son a cual peor: 615
yo me mantengo en mis trece.
La que más santa parece
es porque engaña mejor.
LUIS Pues yo veo por ahí
muchos maridos felices. 620
JUAN �Quién lo duda?
LUIS                             Es que tú dices...
JUAN Los predestinados, sí.
La culpa siempre es del hombre.
Todos tienen igual suerte;
pero el que el riesgo no advierte 625
�de qué quieres que se asombre?
El que de ellas solamente
ha visto el falso barniz,
se casa y es muy feliz.
No hay amigo ni pariente 630
que con caridad extraña,
como escamado le vea,
en el deber no se crea
de decirle: ��Usted se engaña!�
Vienen la suegra y el suegro, 635
y entre ellos y la mujer
y el amante le hacen ver
que lo que era blanco es negro.
Pero yo que soy un galgo
que huele a media jornada, 640
y que aunque no vea nada
he de presumir que hay algo,
�iré a aumentar el artículo,
bastante crecido ya,
de esa caterva que está 645
constantemente en ridículo?
(Poniendo el brazo sobre el cuello de don Luis.)
�Cuántas víctimas, oh Luis,
hemos hecho! -�Qué es de aquel
intendente?
LUIS, sonriendo.                     �Don Gabriel?
�El que jugaba al bis-bis? 650
JUAN �Y ella cómo te quería!
LUIS Era un volcán.
JUAN                          Y el simplón
decía: ��Es mucha pensión!
�Esta Enriqueta es tan fría!�
LUIS, riendo. �Pobre diablo!
JUAN                           �Y tus amores 655
con la rubia... con aquella?...
LUIS �Oh! �Maruja!
JUAN                         Y su doncella,
�qué alhaja!
LUIS                      Sí: la Dolores.
(Se levanta.)
Todos los días, más fija
que el sol, a la misma hora 660
con carta de su señora.
JUAN �Conservas aún la sortija?
LUIS Por ahí anda.
JUAN                        Te la dio
en las barbas del marido.
LUIS Pues no era aquél muy sufrido. 665
JUAN Ella le domesticó.
LUIS �Tenía golpes soberbios!
JUAN Y qué caricias le hacía
cuando más...
LUIS                        �Qué bien sabía
fingir ataques de nervios! 670
JUAN Y cuando dio en ir a misa
sin dejar una mañana,
y él decía: ��Qué cristiana
es mi Maruja!�
LUIS                           �Qué risa!
Mereció por animal... 675
JUAN �Toma!
LUIS               �Tan corto de alcances!
JUAN Pero entre todos tus lances
el más chistoso fue...
LUIS                                    �Cuál?
JUAN El de aquella con quien tú
te estacionaste...
LUIS                             �Ah, sí! �Rosa! 680
JUAN La facha más candorosa...
�Y era el mismo Belcebú!
LUIS �Qué lance? -�Cuando me dio
una cita por el Diario?
JUAN No...
LUIS          �Cuando en aquel armario 685
me tuvo escondido?
JUAN                                   No...
Eso a cualquiera le pasa.
Cuando urdió aquel embolismo
para que el marido mismo
te presentase en su casa. 690
LUIS, mudando de color. �El marido mismo!
JUAN                                 �Pues!
�No te acuerdas?
LUIS                              Sí... Me acuerdo...
JUAN �Y eso que aquél no era lerdo!
LUIS �No era... lerdo!
JUAN                             No: al revés.
Hombre de mundo... y muy ducho... 695
LUIS �De mundo?
JUAN                       Pero es en vano:
no basta el saber humano...
LUIS Pues, o yo me engaño mucho...
o, vamos... aquel marido...
era torpe. Quién da un paso 700
tan... No sé; pero en su caso
yo lo hubiera conocido.
JUAN �Qué habías de conocer!
Ella lo prepararía
con aquella maestría 705
que tiene toda mujer.
Con ese don infernal
de tal suerte le ofuscó,
que al hombre le pareció
la cosa más natural. 710
LUIS Es verdad... Eso sería...
(Sentándose.)
JUAN �Qué tienes?
LUIS                       Nada.
JUAN                                  Ya estoy.
Estos recuerdos... -Me voy.
Ya has hecho la tontería...
conque, adelante: a vivir. 715
Adiós, chico.
(Abrazándole.)
LUIS                         �Volverás?
JUAN �Pues no he de volver! -Quizás
me llegues tú a convertir.
 
Escena VIII
DON LUIS.
�El marido mismo... sí,
el marido mismo fue! 720
�Vino de tan buena fe
a llevarme! Y luego allí
�qué ridículo papel
entre las gentes hacía!
Todo Madrid lo sabía: 725
todo Madrid... menos él.
Me ha entrado un desasosiego...
(Se levanta.)
Este Antoñito... -�Dios mío!
Si en la relación confío,
y le traigo a casa, y luego... 730
No le traigo: se acabó.
�Y qué pretexto he de dar?
�Si Clara llega a notar
que sospecho de ella!... No.
Porque, si no hay fundamento, 735
�qué logro? Mortificarla.
Y si le hay, es avisarla
que se vaya con más tiento.
Pero también, si es que existe
ese condenado plan 740
para traer el galán,
traerle yo mismo... �es chiste!
Dice que a Emilia pretende,
pero Emilia lo negaba
y Clara titubeaba 745
al explicarme... -Aquí hay duende.
�Qué bueno es haber corrido!
Este lance lo acredita.
Aquel candor de Rosita
cuando persuadió al marido, 750
es una lección preciosa.
�Qué ardid pueden ya inventar
que yo no haya visto usar?
�La experiencia es mucha cosa!
�Y yo sin aprovecharme 755
de la que tengo! -Fortuna
que en ocasión oportuna
viene Juan a despertarme.
Yo traeré a Antoñito a casa.
�Ramón!
 
Escena IX
DON LUIS, RAMÓN.
RAMÓN                   �Señor?
LUIS                                   El sombrero. 760
(Se va Ramón, y vuelve con el sombrero.)
Le traeré. Pero primero...
Voy. Yo sabré lo que pasa.
Tratemos de preparar
el campo. -�El tal Antoñito!...
Pero, �Dios mío!, �está escrito 765
que ninguno ha de escapar?
(Se va por el foro.)

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