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R. Klibansky, E., Panofsky y Fritz Saxl, Saturn and Melancholy. Studies in the History of Natural Philosophy, Religion and Art (Liechtenstein: Nendeln, 1979 [1ª ed. 1964]). Sobre el tema, Helga Hadjn, Das Mnemotechnische Schriftun des Mitelalters (Vienna, 1936); Lawrence Babb, The Elizabethan Malady: A Study of Melancholia in English Literature from 1580 to 1642 (Michigan: State College Press, 1951); Jean Starobinsky, Histoire du traitement de la mélancolie des origines à 1900 (Genève: Document Geigy, 1960); Sydney Anglo, «Melancholy and Witchcraft, The Debate between Wier, Body and Scot», Folie et déraison à la Renaissance (Brussels: Ed. de l'Université de Bruxelles, 1976), pp. 209-302; George M. Foster, «Humoral Pathology in Spain and Spanish America», Homenaje a Julio Caro Baroja (Madrid: 1978), pp. 357-378; C. Angelino y E. Salvaneschi, Aristotele, La «malinconia» dell'uomo do genio (Genova, 1981); A. Brilli ed., La malinconia nel Medio Evo e nel Rinascimento (Urbino: Quattroventi, 1982); S. W. Jackson, Historia de la melancolía y la depresión desde los tiempos hipocráticos a la época moderna (Madrid: Turner, 1989). (N. del A.)

 

2

Mauricio de Iriarte, S. J., El Doctor Huarte de San Juan y su «Examen de Ingenios» (Madrid: CSIC, 1948), pp. 311 ss.; Otis H. Green, «El ingenioso hidalgo», HR, XXV (1957): 174-93; «Realidad, voluntad y gracia en Cervantes», Ibérida. Revista Filológica 5, Junio (1961): 113-28 y «El licenciado Vidriera: Its Relation to the Viaje del Parnaso and the Examen de Ingenios of Huarte», Linguistic and Literary Studies in Honor of Helmut Hatzfeld, ed. de Alessandro S. Crisafulli (Washington: Catholic University, 1964), 213-220. Chester S. Halke, «Don Quixote in the Light of Huarte's Examen de Ingenios: A Reexamination» An Cer. XIX (1981), 1-13 ha señalado las deudas de Green con el trabajo de Iriarte, estableciendo el carácter colérico-melancólico de don Quijote que propiciara el Examen. Véase también W. Melczer, «Did Don Quixote Die of Melancholy?», Folie et déraison a la Renaissance. Ed. de l'Université de Bruxelles, 1976, pp. 161-70. Sobre los humores, Leland A. Chambers, «Idea and the Concept of Character in don Quijote», Studia Iberica. Festschrift für Hans Flasche (Bern und München, 1973), pp. 119-130; Leo Spitzer, L'armonia del mondo. Storia semantica di un'idea (Bologna: Società editrice II Mulino, 1967), pp. 85 ss. Y véase pp. 98 ss., para la relación entre los temperamentos y la armonía del mundo. A. Redondo, «La folie du cervantin licencié de verre», Visages de la folie (1500-1650), estudios reunidos por el mismo y A. Rochon, (Paris, Sorbonne, 1981), pp. 33 ss., relaciona la melancolía del licenciado con lo diabólico. Sobre ello, Gill Speak, «El Licenciado Vidriera and the Glass Men of Early Modern Europe», MLN, 1990, 850-865. Téngase en cuenta también Harry Sieber, «On Juan Huarte de San Juan and Anselmo's locura in El curioso impertinente» RHM 36 (1970-1), pp. 1-8. Sobre Tasso, Alain Godard «Le sage délirant: la folie du Tasse, selon ses premiers biographes», Visages, pp. 15-6 y 23-32. Y véase, para una perspectiva distinta, Carroll B. Johnson, Madness and Lust. A Psychoanalytical Approach to Don Quixote (University of California Press, 1983). También es útil Ricardo Royo Vilanova, La locura de don Quixote (Zaragoza: Imprenta de Emilio Casañal, 1905). Citaré por la edición de Juan Bautista Avalle Arce, Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha (Madrid: Alhambra, 1979), 2 vols. (N. del A.)

 

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R. Klibansky et alt., opus cit., pp. 14 ss., señalan en la tétrada de las edades cómo la infancia es flemática; la juventud, sanguínea; la madurez (40 años), colérica y la vejez (60 años), melancólica. También Huarte opinaba que en la vejez disminuye la memoria. Véase la ed. de Huarte de San Juan, Examen de Ingenios, por Guillermo Serés (Madrid, Cátedra, 1989), p. 338. Avalle Arce, en su ed. cit. del Quijote, p. 63, n. 31, declara la cólera de don Quijote como algo primordial, pero apunta cómo es la melancolía la que finalmente le lleva a la muerte. Otro tanto afirma E. C. Riley, Introducción al Quijote (Barcelona, Crítica, 1989), p. 135, apuntando el incremento de ese estado anímico a la vuelta de Barcelona, cada vez más consciente don Quijote de sí mismo (Ibid., pp. 141-2 y 66). Riley señala una tesis doctoral sobre el tema, aun inédita, de Deborah Kong, «Don Quijote, Melancholy Knight», Edinburgh, University of Edinburgh, 1980. Sobre la melancolía en el Quijote y particularmente en el último capítulo, Louis Combet, Cervantes ou les incertitudes du désir (Presses Universitaires de Lyon, 1980), pp. 411-3. Daniel Eisenberg, A Study of «Don Quixote» (Newark, Delaware, Juan de la Cuesta, 1987), p. 92, ve en la melancolía la posible explicación de ese inclinarse el héroe por los libros de caballerías e incluso sobre la mezcla de melancolía y cólera. Véase también Edwin Williamson, The Halfway House of Fiction. Don Quixote and Arthurian Romance (Oxford University Press, 1984), pp. 22-3. (N. del A.)

 

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R. Klibansky et alt., p. 17, señalan cómo Aristóteles fundió la noción médica de la melancolía con la concepción platónica del furor poético. Los Problemata physica atribuidos a Aristóteles inciden en ello. La anormalidad, situacional o genérica, del talento melancólico tiene distintas variantes que van de la genialidad a la patología. Platón ya había clasificado al melancólico junto al enamorado, pero fue Aristóteles quien añadió la relación físico-psicológica. Véase particularmente Margot y Rudolf Wittknower, Born under Saturn: The Character and Conducts of Artists, a Documented History from Antiquity to the French Revolution (London, Weidenfeld and Nicolson, 1963), para las teorías que se extendieron gracias sobre todo a Marcilio Ficino, De Triplici vita libritres (Bolonia, 1501). (N. del A.)

 

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Ibid., p. 35 (Cf. Aristóteles, opus cit., II, 453-185 qq). (N. del A.)

 

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Ibid., pp. 41 ss. Entre los tratados españoles, cabe citar los de Pedro Mercado, Diálogos de filosofía moral (Granada, 1558); Andrés Velázquez, Libro de la melancolía (Sevilla, 1585), y Antonio Alvarez, De la melancolía (Sevilla, 1588). Para más información, Martín Bigeard, La folie et les fous littéraires en Espagne 1500-1650 (Paris, Centre de Recherches Hispaniques, 1972), pp. 15-21, 64-74 y 94 ss., mi artículo «La enfermedad de amor en el Desengaño de Soto de Rojas» (1984), ahora en Silva de Andalucía. Estudios sobre poesía barroca (Diputación de Málaga, 1990), pp. 111-42, y Josette Riandière La Roche, «La physiognomie, miroir de l'âme et du corps: à propos d'un inédit espagnol de 1591», Le corps dans la société espagnole des XVIe et XVIIe siècles, ed. por A. Redondo (Paris, Pub. de la Sorbonne, 1990), pp. 51-62. Para Michèle Gendreaux-Massaloux, «Los locos de amor en El Quijote. Psicopatología y creación cervantina», Cervantes, su obra y su tiempo, dir. por M. Criado de Val (Madrid: Edi-6, S. A., 1981), pp. 687-92, Cervantes pone en tela de juicio las teorías psicopatológicas de su tiempo. Guillermo Serés, en su prólogo y notas al Examen de Huarte ofrece amplia información sobre el tema y en relación con el Quijote (ed. cit., pp. 365-6). Notables diferencias separan la princeps de la segunda edición. Su base es aristotélica-galénica separando entre memoria receptiva y retentiva. En la edición expurgada (Ibid., pp. 339-340), Huarte opone el entendimiento a la memoria, concediendo gran imaginativa a los memoriosos. Sobre la melancolía en Santa Teresa, Juan José López Ibor, «Ideas de Santa Teresa sobre la melancolía», Revista de Espiritualidad, 22 (1963), pp. 423-33, y Alison Weber, Teresa de Avila and the Rhetoric of Femininity (Princeton: Princeton University Press, 1990), pp. 139-147. No se olvide la guerra contra la melancolía que iniciara la Compañía de Jesús, según Marc Fumaroli, L'âge de l'éloquence. Rhétorique et «res literaria» de la Renaissance au seuil de l'époque classique (Genève: Droz, 1980), p. 128, n. 189. Sobre el Quijote, pp. 129 ss. (N. del A.)

 

7

Véase James J. Murphy, La retórica en la Edad Media. Historia de la teoría de la retórica desde San Agustín hasta el Renacimiento (México, F. C. E., 1986), pp. 23-4, 31-5, 179-81, 292, 305 y 327. Otra bibliografía en mis trabajos sobre el tema: «La configuración alegórica de El castillo interior», Boletín del Museo e Instituto «Camón Aznar», X (1982), pp. 69-93; «El arte de la memoria y El Criticón», Gracián y su época (Zaragoza, 1986), pp. 25-66; «El nuevo mundo y la memoria artificial», Insula, 488-9 (1987), 8, y «La memoria y el arte narrativo del Persiles», NRFH, XXXVIII (1990) 2, 621-41. El Persiles significa hasta cierto punto un retroceso, por su fidelidad a los esquemas mnemotécnicos de la retórica artificial, aunque Cervantes los superó, aprovechándolos more novelístico. (N. del A.)

 

8

Don Abbott, «La retórica y el Renacimiento: An Overview of Spanish Theory», en James J. Murphy ed., Renaissance Eloquence. Studies in the Theory and Practice of Renaissance Rhetoric (Berkeley, University of California Press, 1983), pp. 95 ss. Para Huarte, opus cit., pp. 98-9; y véase pp. 117-8. Helmut Schanze, «Problems and Trends in the History of German Rhetoric to 1500», donde se señala cómo tras la aparición de la imprenta, la memoria va perdiendo terreno, junto a la actio, a favor de la inventio. Otro tanto apunta John O. Ward, «Renaissance Commentators on Ciceronian Rhetoric» (Ibid., p. 171). Véase además H. J. Lange, Aemulatio veterum sive de optimo genere discendi (Bern and Frankfurt, 1974), pp. 35-55. (N. del A.)

 

9

Gerald Mohrmann, «Oratorical Delivery and Other Problems in Current Scholarship on English Renaissance Rhetoric», en James J. Murphy ed., Renaissance Eloquence, p. 6. Para Huarte, opus cit., pp. 343-5. La invención está reñida con el seguimiento de los maestros. Para él los ingenios inventivos son como las cabras que gustan de andar «a solas por los riscos y alturas, y asomarse a grandes profundidades» (Ibid.). (N. del A.)

 

10

John O. Ward, «Renaissance Commentators on Ciceronian Rhetoric», Ibid., p. 171, y Judith Rice Henderson, «Erasmus on the Art of Letter Writing», Ibid., p. 337. Claro que Erasmo favoreció en el aprendizaje del estudioso el arte de la memoria artificial (mi art. «El arte de la memoria...», p. 33). (N. del A.)