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ArribaAbajo La literatura macarrónica en España

Antonio Torres Alcalá, «Verbi gratia»: los escritores macarrónicos de España, Madrid, J. Porrúa Turanzas, 1984


Miguel A. Lozano Marco


Universidad de Alicante

España es un país en el que los textos en latín macarrónico no han abundado, aunque, según el autor de este estudio, la poca cantidad queda compensada por la excelencia de las obras. Si el género es escaso, también lo ha sido el interés de críticos e historiadores, de manera que el libro de Antonio Torres-Alcalá viene a recoger, describir, valorar y situar en su adecuado contexto una serie de peculiares escritos certeramente considerados como «cenicienta del humanismo».

El libro que aquí reseñamos es ciertamente completo y su lectura nos descubre todo un panorama de un peculiar sector de las letras europeas cultas que hace del mismo lenguaje objeto de parodia. Distingue claramente el autor el latín macarrónico del «latinus grossus», que viene a ser producto de la ignorancia de letrados o notarios en la Edad Media, quienes en una sociedad cuya lengua oficial es el latín, pero cuya comunicación cotidiana se realiza en romance, no sólo desconocen el latín clásico, sino que apenas pueden escribir medianamente en el oficial. Sin embargo, el macarrónico es un producto culto que, imitando la lengua tosca de los notarios, parodia el latín de los humanistas, y apunta al clásico.

De naturaleza paródica, el autor macarrónico escribe sus obras partiendo del conocimiento perfecto del léxico, del estilo y de la versificación del latín clásico; de ahí que la macarronea sea producto del humanismo renacentista.   —584→   Nace entre los estudiantes de la Universidad de Padua, a mediados del siglo XV, y son las figuras de Tifi Odasi y de Folengo, quienes escriben sus hexámetros y pentámetros macarrónicos a partir de un profundo conocimiento de la lengua y prosodia clásicas latinas, los que inician el género. Folengo es quien crea el género macarrónico y lo convierte en «parodia por definición» con su Baldus (Venecia, 1517). En una primera parte de su libro, el profesor Torres-Alcalá traza los orígenes, definición, y características gramaticales de la macarronea, que puede resumir de este modo: «para que un latín sea macarrónico, tiene que ajustarse a las siguientes convenciones: tiene que ser un híbrido lingüístico, tiene que basarse en errores morfológicos, léxicos, semánticos y/o sintácticos consistentes, y, primordialmente, debe ser voluntario. Una cuarta cualidad es que el latín macarrónico debe ejercer una función paródica». (pág. 34).

En la segunda parte del libro, Antonio Torres-Alcalá nos ofrece una visión panorámica de la macarronea europea, para centrarse después en la producción española, centro de interés del estudio. Haciendo un recuento por países, parte de Italia, con la figura del creador del género, Folengo -o Merlín Cocaio-, y sus seguidores: Cesare Orsini y Bartholomeo Bolla. En Francia destaca Antonius de Arena o de la Sable, de quien nace el término «arenaico», y resume las peculiaridades macarrónicas de Alemania e Inglaterra, donde sobresalen Drummond y Geddes.

En España no abunda la macarronea debido a la carencia de una goliardía medieval, que es el fenómeno que la propicia; pero apunta el autor que el género no podrá ser conocido del todo «hasta que no se haya computarizado esa masa ingente de manuscritos que aún se hallan en nuestras bibliotecas, sin ser tocados apenas (pág. 80). En el repaso de los textos conocidos, el profesor Torres-Alcalá se detiene en la figura señera del humanista Juan de Vergara (muerto en 1557), autor del primer poema macarrónico de España, Ad Dominum Baldum... Otras obras anónimas del siglo XVII tienen más de «latinas grossus», Ad Unam Damam y el Assunto VIII de la Academia que se celebró por carnestolendas... (1675). En el siglo XVIII Iriarte escribe su humorística Metrificatio invectivalis contra studia Modernorum, vivo documento satírico contra la postura intransigente de los tradicionalistas. Indaga el autor del estudio, con notable perspicacia, en el suceso y personajes que pueden quedar aludidos en el anónimo Merlini Macarronicorum principis poema... (siglo XVIII), y esboza la personalidad y desdichado destino de Francisco Sánchez Barbero (1764-1819), de quien aporta interesantes datos y hace un análisis de su Pepinada, parodia humanista, y sátira política, comparable en calidad al poema de Vergara. En la macarronea en el teatro y la prosa destaca, sobre todo, además de pasajes del Fray Gerundio de Isla, el Quijote macarrónico de Ignacio Calvo, publicado en 1905.

Después de aludir a la importancia de la macarronea portuguesa, señala Torres-Alcalá el reto que la literatura en latín macarrónico supone para los   —585→   semioticistas, y concluye el libro con la trascripción anotada de las obras objeto de estudio.

El libro conjuga el minucioso análisis de los textos con la documentación precisa sobre los autores citados, ofreciendo un recorrido por casi cuatrocientos años de insólitos escritos; todo ello con un estilo ameno, muy flexible, desenfadado y riguroso a un tiempo, lo que casa con la condición de esta literatura y hace más atractivo el estudio.