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131

Será interesante establecer cuánto influyó el estilo de estos dos escritores en las evocaciones de Unamuno; es decir, establecer si su descripción es más bien documental e individual o, como sugiero, poética y basada en fuentes literarias. Propongo investigar este tema en adelante en otro estudio. Y no hace falta olvidar tampoco lo profunda que fue la atracción hacia Amiel sentida por Juan Ramón Jiménez. (N. del A.)

 

132

Ver D. L. Shaw, «Modernismo: A Contribution to the Debate», BHS, XLIV 1967, 195-202 y mis «Dario and El Arte Puro: The Enigma of Life and the Beguilement of Art», BHS, XLIV, 1970, 37-51 y Juan R. Jiménez: The Modernist Apprenticeship (1895-1900), Berlin, Colloquium Verlag, 1977. (N. del A.)

 

133

Libros de prosa, Aguilar, Madrid, 1969, 75 (PLP). Siempre cito por esta edición. (N. del A.)

 

134

Y no se deben olvidar las evocaciones casi «modernistas» -y seguramente de tono profundamente estético finisecular- en «Puesta de sol» que apareció en Revista Nueva, I, 13 (15-VI-1899) y «Fantasía crepuscular», Vida Nueva, 14-VIII-1898, ambos en O.C., I, 71-76 y 77-80. (N. del A.)

 

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En comentario tras comentario se nota un tema común: «[El poeta] suspenso el ánimo en medio del fragoroso conflicto de ideas [...] vuelve sobre sí propio e imagina que hallará [...] [dentro] la paz y la armonía» (F. Giner de los Ríos, 1865); «Pues hay dentro de la vida del arte mucho [...] de nuestra vida interna» (F. A. de Icaza, 1894); «...El progreso mental ha hecho que el sentido estético se intelectualice [sic] [...]. Pretenden también los modernistas remozar el fondo psicológico de la poesía [...]. No deja de ser resbaladizo este terreno de la nueva psiquis, y es muy explicable que algunos de los modernistas se deslicen en sus Psicologismos [...]. Su asunto principal es el sentimiento inconsciente de nuestro ser...» (E. Gómez de Baquero, 1902); «La obsesión del subjetivismo [...] arrastra a los modernistas, víctimas de la contemplación propia, a la investigación de lo absoluto [...]. Oscilan entre su escepticismo [...] y un misticismo cerebral» (V. González Serrano, 1903); «Las emociones intelectuales, he dicho, son las emociones contemporáneas» (G. Martínez Sierra, 1905). (N. del A.)

 

136

Ver, por ejemplo, esta crítica de las Arias tristes de Jiménez: «Para él no hay en el mundo comedias ni tragedias, porque a la actividad pensante de su espíritu no puede dársele con exactitud nombre de pensamiento ni de sentimiento; quisiera yo hallar apelación apropiada a esta maravillosa facultad suya, que no sé si reside en el intelecto o en el corazón, y que es virtud penetrativa, [...] escudriñadora [...]; actividad que tiene campo exclusivo de acción en lo delicado, [...] no ya de los hechos ni de las cosas, sino del alma de estas cosas y de estos hechos», G. Martínez Sierra, La Lectura, IV, I, 1904, 343-44. (N. del A.)

 

137

En carta a Pedro de Mugica, Cartas inéditas de Miguel de Unamuno, Santiago de Chile, Zig-zag, 1965, 100. (N. del A.)

 

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Mis pesquisas en documentación y bibliografía gaditanas (en lo que me ha prestado decisiva ayuda el prof. Alberto González Troyano) no han dado resultado que permita localizar a los sres. Yera y Mori. Por ellos hubiera acaso podido colegirse la procedencia del manuscrito. (N. del A.)

 

139

Quiero dar las gracias a los profesores Hans Juretschke (Instituto Germano-español Görres del C.S.I.C., Madrid), Hans Flasche (Univ. de Bonn) y Horst Hilger (Zentral-katalog Baden-Württemberg), por su inapreciable ayuda en la localización de ediciones de Weigel en bibliotecas alemanas; a la srta. Gisela Holzhüter, de la antes citada, que autorizó la reproducción, y al sr. Georg Goerlipp, que en Enero de 1986 fotografió con paciencia benedictina las Historiae para mi uso. (N. del A.)

 

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Historia de el Real Monasterio de Poblet..., vol. II, Cervera, Joseph Barber, 1753; «Catálogo de los Abades de el Real Monasterio de Santa María de Piedra...» (pp. 150 y ss.), p. 176. (N. del A.)