 Ahí (arte breve)
[selección]
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1
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Allá vas, piloto,
allá vas, no |
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tienes alas, no necesitas alas |
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pero necesitas sintaxis. |
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2
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«Lo que ocurre sin palabras lo restituiremos al lenguaje.
/ El poema es un restituidor» |
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El ritmo lo da el agua, la mano de
ella, la flexible cinta. |
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Después de tantos
años, acaso estás llegando. ¿Sabrás
saltar entonces |
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fuera del surco anciano de tus
propias palabras? |
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3
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Las palabras figuran una
liberación. Ésta se realiza |
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—si existiera tal cosa—
en otro espacio, mas sería imposible |
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sin aquel surco previo de las
grandes errantes. |
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4
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En el 75 empieza la escritura. El
fin del dictador |
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y el final de la infancia es el
comienzo |
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de aquel apócrifo tan largo
y sinuoso, la vida. |
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7
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Píntalo de negro. Si no te
gusta |
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píntalo de negro, y si te
gusta píntalo |
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de negro. |
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8
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Si no tengo nada más,
tendré este verso. |
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Si nada tengo, tendré la
respiración del bosque, ahora. |
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Si nada, mis 34 vértebras y
un sol rojo silabeando en mi pulso. |
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9
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El equilibrio no es ninguna
laboriosa conquista |
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sino el hallazgo de un cauce entre
la luz y la sombra. |
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Si no, ¿cómo
podríamos nunca caminar? |
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10
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«El dao engendra al uno, el uno engendra al dos,
el dos engendra al tres, el tres engendra a los diez mil
seres» |
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Sin salir de casa se conoce el
mundo. Una mujer es todas las mujeres. |
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Y bastan los versos de tres buenos
poetas para reconstruir |
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—por triangulación de
hontanares y veneros— toda la poesía que fue y la que
será. |
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11
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Cesarás en tu médula,
perderás para siempre |
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la copa, la estufa, el pobre
cedazo, la maleta; pero antes el vértice dulce |
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de su espalda, el agror de las
sílabas centelleantes nuevas. |
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12
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Para ti los sacramentos, para
mí mi padre pequeño. |
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Para ti la errancia de los astros:
yo viajo por debajo de las hojas. |
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Para ti todas y ninguna. Para
mí ella. |
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13
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Adán de adobe, de ti la
mujer de agua, |
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entraña propia, inquilina de
otro mundo. |
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Entraña extraña. El
ritmo lo da el agua. |
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14
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(Como de casi todas las historias
importantes, existe otra versión: |
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la Gran Madre se arrancó un
pelo del pubis, lo untó de sangre menstrual |
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y ése fue
adán-Sintana. Bien lo saben los kogi, que sueñan
equilibrio en las laderas del mundo). |
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17
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Lo bueno del verano es el hielo en
las copas. |
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Lo malo del arte son los
artistas. |
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Lo bueno de la blusa son sus
pechos. |
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18
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Al final del verano todas las
chicas son hermosas. Tan leve |
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su materia, tan clara, tan feliz.
No dura más que unos pocos días, pero en ellos |
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es imposible encontrar ninguna
fea. |
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19
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Su piel canela tan dulce a la
mirada, en esos breves días |
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del final del verano; y el caminar
absortas |
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cual si estuvieran en soledad
desnudas. |
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20
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Hablas de transformatividad y de
utopía; |
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pienso en lo lento, en lo
suave. |
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Las cosas importantes casi no hay
que decirlas. |
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21
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Si el día olvida que es
hueso, si el árbol olvida que es águila, |
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si el hombre olvida que es mujer y
es lobo y es paciencia, |
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¿cómo reconstruiremos
el panal azul del corazón? |
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22
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33 años sin ti, Guevara. 00
sin ti. Cómo leer qué hojas y qué flores. Las
abejas |
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no polinizan tan bien, la tierra
está ciertamente |
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más vacía, seguimos
sin los planos de la Ciudad del Sol. |
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23
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«El amor, dices / El más importante, dices,
sentimiento / Del revolucionario: porque lo transforma. / Cito tu
texto, Guevara, esto escribiste» |
Tania la guerrillera en Guevara oder Der
Sonnenstaat de Volker Braun, cuadro 5 |
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Seguimos sin acceso a la Ciudad del
Sol. |
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No se logró la justicia
universal, |
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pero enseñaste a leer a
mucha gente. |
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24
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¿Y qué dirías
de alguien |
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capaz de asesinar sólo para
estar solo? |
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Eso sucede en mi país, al
norte, donde rezuman sangre los establos. |
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25
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Cierto que cualquier cadena
dibujada con la sangre de los muertos |
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si se prolonga lo bastante enlaza
el bien con el mal. Mas lo sabes: |
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no tienes por qué acatar el
demente círculo de eslabones. |
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27
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Hay una peor forma de ceguera: |
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ver sólo las ideas de las
cosas |
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en lugar de las cosas. |
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28
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Avísame si enfermas |
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de algo que no sea tiempo. Si curas
de algo |
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que no sea tiempo,
avísame. |
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29
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Qué hace de nosotros el
tiempo es una buena pregunta, |
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lo concedo. Pero también
habrá que plantearse ésta: qué hacen de
nosotros |
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el mercado mundial, santa
OMC con sus transnacionales y el
ejército de los EE.UU. |
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30
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Si preguntas sólo la primera
y no la segunda, no te creeré. |
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Si preguntas la segunda pero no la
primera, no te creeré. |
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Si no te olvidas de éstas y
preguntas tu propia pregunta, no te creeré. |
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32
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¿La vida de verdad ausente
ausente, |
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|
garzón de Charleville? No si
de veras sabes |
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el lugar de verdad de tu
deseo. |
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33
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«La capacidad creadora de un autor no siempre corre
pareja con su voluntad: la obra se concluye de la mejor manera
posible, y a menudo se enfrenta con el autor como un lago
independiente y aun extraño» |
Sigmund Freud, Moisés y la
religión monoteísta |
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Originales somos hasta en el
ser |
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y no ser. Quién lo hubiera
creído: |
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pensé primero que fueran
33 |
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estas trifurcaciones,
tréboles, triduanos tenedores de 3 púas |
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para pinchar el 3 y su liminal
sustancia. 99 versos, |
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un número propicio, una
arteria capaz, |
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un sifón genital de probado
fulgor. Sólo que sólo |
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lo inesperado sale como
esperábamos, a veces, |
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si es que sale. No consintió
detenerse |
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esta rueda del 3 generatriz,
siguió girando y girando, despidiendo |
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centelleos y astillas de mundos y
saliva roja. No hubo pues |
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99, qué 99. Limo,
limes: |
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somos del barro y por eso
fronterizos. |
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|
Sólo que quién
establece la frontera |
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|
de la generación, cuando es
sabido |
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|
que el 3 es padre de los diez mil
seres, oh padre, lo que quise decir |
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es casi mío. |
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34
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|
Pero esa vida de verdad tan
verdadera, toda hondura intensidad y pureza, |
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¿no es la que viven los
hermanos vestidos de pelo o pluma? |
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|
Si te acompaña un perro, te
lo has preguntado muchas veces. |
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35
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|
De otra forma: su vida —con
las locas carreras, el bosque de olores |
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|
|
y el amor como un barco
frágil y poderoso— contiene |
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|
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todo lo esencial de la vida. |
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36
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|
Éste es el centro del mundo,
todos mis testigos lo saben. |
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Tú eres la lana azul del
vértigo, yo el primogénito del grano. |
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Más arriba que arriba:
éste es el centro del corazón. |
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39
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Escribir para agradar |
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escribir para romperse |
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no escribir. |
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40
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Hacer visible lo
invisible. Piensas en poesía: |
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|
pero quien hablaba era
epidemiólogo, médico del trabajo,
fotógrafo |
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o revolucionario. |
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41
|
|
¿Quién
fotografía al fotógrafo? ¿Quién, desde
dónde |
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escribe al escritor, dibuja la
velocidad del dibujante, piensa los rojos pies del pensador? |
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|
Enmarcaremos con cuidado ese
vacío. |
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42
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|
¿Pero quién
dónde creyó que nunca |
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cesó la hechicería de
las sílabas, la fuerza |
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de su blanca dentellada, la
libertad vertiginosa de su arriba y abajo? |
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43
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|
Debajo del ala del escarabajo. |
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En la desnudez fragante de la
astilla. |
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|
Ahí. (Ahí
que es la palabra de lo humano). |
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44
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No amar es la falta. Es
también el castigo. |
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|
Quien lo sabe palpa sin
impaciencia |
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|
los alfabetos de la noche, la
respiración del día. |
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45
|
(agosto 00, Bogotá: América Latina por primera
vez) |
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Casi sin darme cuenta |
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un túnel bajo el mar: |
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Madrid-Bogotá. |
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46
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|
Amerizar es |
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|
nadar en el agua profunda de
América, la lengua espaciosa |
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|
de aquellos grandes animales. |
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47
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¿Qué hacemos con
Gonzalo Rojas? ¿Qué con Gamoneda? |
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¿Con Juarroz, con Gelman o
con Paco Pino? ¿Qué les echamos entonces de
comer? |
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¿Qué damos a la mano
para que sea mano, puesto que hay una mano? |
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48
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|
El nivel de brutalidad
física en Colombia |
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|
se iguala con el de violencia
estructural en España. |
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Es la ecuación del horror.
No te resignes. Manos a la obra. |
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50
|
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Muy cerca del día |
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de la pequeña hambre. Y
algo |
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más cerca del día del
Hambre grande. |
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51
|
|
¿Qué para qué
sirve el qué |
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|
la poesía? Enseñarnos
puede a ganar |
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|
nuestra respiración. Es casi
nada, nada. Ahí es nada. |
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52
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|
¿Estás
ahí? quiere por tanto decir: ¿eres
humano? |
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|
¿Duermes en el lugar de tu
verdad? ¿Has lavado tu ropa, |
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|
dispuesto la comida para los
animales? |
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53
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|
Para el de Freiburg soy un
estar-ahí. Pero no se lo ha pensado demasiado. |
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|
Lo humano es el estar por
ahí, en otra parte, lejos, distraído, |
|
|
|
extrañado por la potente
catapulta del lenguaje. |
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54
|
|
Los otros animales sí que
son dasein. En cambio |
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|
|
para nosotros volver a estar
ahí |
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|
es el final de un largo viaje que
no acaba. |
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55
|
|
Hubiera sido baile, éxtasis
alciónico al borde de la sima, música de los pies
dentro del círculo de fuego; |
|
|
|
la serenidad del buzo, la
coreografía sin vértigo de los albañiles
indios que construyeron la ciudad vertical; |
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|
|
como nada de eso fui, me adoso al
vuelo germinante de las sílabas. |
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56
|
|
Un saber amargo que no ofrece
salidas, me reprochas. |
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|
|
¡Como si dar salidas fuera
cosa del poeta! |
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|
De eso ya se ocupan los guardias de
tráfico. |
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57
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|
Si poema fuere, ara ahora, verbo
reverbera |
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|
entre equinoccio y escualo, entre
pulmón y caléndula, |
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|
ahí es nada en la
inteligencia de los versos que van y vienen, viniendo y yendo. |
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58
|
|
Poesía: |
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|
palabra |
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seminal. |
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59
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El rojo |
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en la saliva de los aztecas: |
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|
conocimiento. |
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60
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|
¿Puede la poesía dar
lecciones de nada? Indigente maestra |
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|
de un saber que no tiene, ayunadora
incierta |
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|
perdida en los caminos de tu
pérdida. |
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61
|
|
¿La poesía, dices? Ha
de haber un lugar |
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|
donde se recojan las palabras |
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|
pronunciadas y calladas por las
víctimas. |
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65
|
|
Mi casa es la más amplia.
Qué laborioso frescor. Doy gracias otra vez |
|
|
|
por las alcobas íntimas y
los patios en flor |
|
|
|
del castellano, lindante con
jardines guaraníes o kogi... |
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66
|
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Fernando Vallejo, Houellebecq,
Fonollosa, amamantados con el esperma negro de Céline; |
|
|
|
qué fácil decir el
hombre es un saco de mierda |
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|
|
ahogándose en la piscina de
mierda, qué fácil, que es el mundo. |
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67
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|
Pero aproximarse a la
vergüenza de la torturada y soportar |
|
|
|
la ingravidez del niño que
congénitamente muere de hambre, |
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|
|
eso ya no es tan fácil. |
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68
|
|
La pureza del mal es un
buen título para gacetillas en semanarios culturales: |
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|
pero esa hojarasca se pudre muy
deprisa, y el mal en cambio |
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|
|
siempre ahí, hediendo
rutilante sin auxilio en nuestras rojas manos. |
|
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69
|
|
Y cuándo cegaremos para ver
todo claro, dice Tomás |
|
|
|
Sánchez Santiago. La
claridad de esa merienda |
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|
|
de pobres, ciega cautiva que
llamaré misericordia. |
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70
|
|
Qué difícil errar, y
qué sencillo |
|
|
|
estar siempre en lo cierto. Mas la
verdad que aborrece las certezas |
|
|
|
se enlaza al cuerpo del
vagabundeo. |
|
|
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71
|
|
Todo lo que sabía, lo
sabía antes |
|
|
|
como si no supiera. Y ahora voy
sabiendo |
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|
|
una cosa importante:
ésa. |
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72
|
|
Cuando creí que
sabía, nunca supe. Y ahora que sé esto |
|
|
|
de algún extraño modo
recupero |
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|
|
aquel saber antiguo
inexistente. |
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73
|
|
El engaño no existe,
sólo el autoengaño. |
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|
|
Una imaginación menos
corrupta |
|
|
|
no abdicaría de su propia
luz. |
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74
|
|
¿Fábulas del origen?
Yo sé que hay una luz |
|
|
|
que es intimidad, no emblema; que
es palpitación, no mito; |
|
|
|
luz tan cercana a la carne que
nadie pudo acordelar engaño alguno. |
|
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|
75
|
|
Si enseñas todas las cartas,
dirán que haces trampa. |
|
|
|
Así que haz trampa. Guarda
un as entre párrafos. |
|
|
|
Si no se juega nunca, imanta el
resto de los naipes. |
|
|
|
77
|
|
Arrojar basura sin pensar en
ello |
|
|
|
ni en quien tendrá
después que tratar de recogerla |
|
|
|
es muerte, es dar muerte, incluso
si no piensas en ello. |
|
|
|
78
|
|
La palabra nutria, por
ejemplo. La ligereza y frescura |
|
|
|
de esta palabra, la hondura de su
U. Su calidad de alimento, oh nutria nutritiva. Su íntimo
azul. |
|
|
|
Su frío acogedor.
Oídme: no habrá mundo si exterminamos a los
animales. |
|
|
|
79
|
|
Pero la misión del hombre es
asombrarse, dice Santiago Mutis. Basta |
|
|
|
de buenas intenciones y gestos
desvalidos, basta de palabras |
|
|
|
sin consecuencias. El mundo
está ahí. Misericordia. Asombro. |
|
|
|
80
|
|
|
Posados en el lomo sensual de la
colina |
|
|
|
como una blanca deducción de
pájaros, cada uno tres alas, |
|
|
|
zumbando quedamente una verdad que
ahora sí queremos oír. |
|
|
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84
|
|
Tan cerca de emerger a ese lugar
donde el aire |
|
|
|
es aire, tierra la tierra, |
|
|
|
y el amor es amor. |
|
|
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87
|
|
La épica con todas sus
carreras, entradas y salidas, subir y bajar escaleras, |
|
|
|
cortar la cabeza al enemigo, llegar
a la luna, violar a la cautiva, |
|
|
|
perforar el pozo más
profundo, enredos y devastaciones, miente. |
|
|
|
88
|
|
Lo incompleto, lo inútil, lo
quebrado, la malva y el asfódelo, |
|
|
|
el ornamento minúsculo, la
acogida, lo inacabado, el lugar de lo que se perdió: |
|
|
|
y la feliz tendencia de todo a ser
redondo. |
|
|
|
89
|
|
Quitarle la cabeza a la cabeza,
citar la cítara, |
|
|
|
rodarla, acariciarla,
devolvérsela. Reconstruir el mundo por completo |
|
|
|
dejándolo perfecto en su
esplendor aullante intacto. |
|
|
|
90
|
|
Lo mecánico del lado de la
muerte, |
|
|
|
la minusvalía del lado de la
vida, |
|
|
|
la suavidad de las mujeres. |
|
|
|
91
|
|
Único pan sin moho, nunca
reseco, de miga velocísima, |
|
|
|
en rebanadas santo, sediento al
precipicio, inquilino del vértigo, |
|
|
|
tostado, pan crujiente, con sal de
mar, de levadura libre: su beso. |
|
|
|
92
|
|
No tengo cuentas pendientes, alivio
en la mañana |
|
|
|
tan espaciosa, pero recordé
luego lo que ella recordaba: debo una muerte |
|
|
|
a la naturaleza.
¿Mas por qué apresurarse en saldar cuentas? |
|
|
|
93
|
|
Primero fías en la magia de
otros. Te lleva tiempo, pero al fin conquistas |
|
|
|
la verde magia de tu propia magia.
Por fin, un día más transparente que ninguno, |
|
|
|
te das cuenta de que no hace falta
magia. |
|
|
|
94
|
|
Hasta que la razón deja de
ser un inmueble |
|
|
|
y es sólo hebra de luz, hoja
más dulce o un calor compartido. |
|
|
|
Hasta que el transeúnte se
descalza del miedo y de la culpa. |
|
|
|
95
|
|
No hay que defender nada.
¿Qué se podría |
|
|
|
en verdad proteger? Las palabras,
entonces, para can- |
|
|
|
tar: una canción rota, canta
tú que no sabes. |
|
|
|
96
|
|
Aprendiendo aprendemos |
|
|
|
a aprender, en lo lúcido y
en lo arenoso, en la sarga |
|
|
|
del aliento. Tres veces nada,
ahí, luz de lo lúcido. |
|
|
|
97
|
|
¿Se comerá lo
rápido a lo lento? |
|
|
|
Está por ver. Podemos
mientras tanto |
|
|
|
masticar muy despacio. |
|
|
|
98
|
(resistencia / existencia) |
|
|
Y así escribo en el muro:
ABAJO LAS MURALLAS. ABAJO LA PUREZA. |
|
|
|
NADIE ES AMO DE NADIE. |
|
|
|
TODOS SOMOS
MINUSVÁLIDOS. |
|
|
|
99
|
«A qué fue nadie nunca a dónde / de un
ahí a otro... » |
|
|
¿Dónde se recomponen
las piezas del puzzle? Sólo una tarde, por
azar, |
|
|
|
en el reflejo de un charco que
nadie mira. Y siempre faltan piezas. (Por precaución |
|
|
|
esconde una tú mismo, nadie
pueda encontrarla). |
|
|
|