Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.

  —169→  

ArribaAbajoCuadernos III. Marzo, 1888


ArribaAbajoNoticias

Ha presentado el académico de número D. Vicente de la Fuente un calco de la inscripción monumental de Lucio Elio Faustino duunviro de Córdoba. Ocupa el neto de un pedestal de mármol blanco, bien conservado, alto 164 cm., ancho 69, grueso 47. Al lado de este zócalo apareció el fragmento de otro, de color cárdeno, cuyas mayores dimensiones no pasan de 43 centímetros de alto por 23 de ancho:

DIO . L . F
CINNAE
ECTO . II . VIR
ESTATE
D . C . P
NSA . REMISSA . ES

[L(ucio) Clo?] dio L(ucii) f(ilio) [Gal(eria)] Cinnae [praef]ecto duumvir(ali) [pot]estate [d(ecreto) d(ecurionum) C(oloniae) P(atriciae) [h(onore) u(sus)?, inpe]nsa remissa, es[t?]

Á Lucio Clodio Cinna, hijo de Lucio, de la tribu Galeria, prefecto con potestad duunviral, decretaron este monumento los decuriones de la Colonia Patricia. Cubrió los gastos, satisfecho con el honor.



La restitución del nombre del agraciado tanto puede ser Clodio, como Didio, Hedio, etc. En Cartagena222 hay memoria del duunviro Cneo Cornelio Cinna, hijo de Lucio, de la tribu Galeria,   —170→   el cual por decreto de los decuriones, hizo construir 102 piés de muralla de la ciudad.

Lo más notable, como dato histórico, que se descubre en la presente inscripción de Córdoba, es un caso práctico de aplicación de la ley municipal, vigente en Málaga223, en las rúbricas De praefecto Imperatoris y De iure praefecti qui a duumviro relictus sit.

La rara fórmula, impensa remissa, aparece en otra inscripción de Córdoba224. Después de remissa, no se ve en el calco punto de separación entre las dos letras siguientes (ES), que pertenecen de consiguiente á un mismo vocablo, y dan pié para sospechar que el propio duunviro, ó su hijo, ú otra persona allegada suya corrió con los gastos del monumento.

Los dos epígrafes, de que ha dado noticia á la Academia el Sr. La Fuente, transmitiendo los datos topográficos y los calcos que le proporcionó el señor vizconde de Torre-Almirante, son insignes para la historia de la ciudad y merecerían trasladarse al Museo provincial de Córdoba. Se han encontrado á cuatro piés de profundidad, al abrirse excavaciones en un solar contiguo á la Administración económica de Hacienda; la cual se halla al Oriente de la calle del Gran Capitán, poco distante de las antiguas casas reales de la moneda, donde en el año 1664 se mostró la preciosa lápida, dedicada por la república Cordubense225 al emperador Galieno.

También ha enviado copia de estas inscripciones al Sr. Anticuario de la Academia nuestro correspondiente en Córdoba D. Rafael Romero y Barros, benemérito ya por los auxilios que prestó en la exploración y descripción de la sinagoga de Córdoba226.

_____

Nuestro correspondiente en París M. Isidoro Loeb, ha enviado la traducción de dos textos hebreos, que se refieren á la translación del cuerpo de San Isidoro.

  —171→  

Crónica de José ben Zaddic de Arévalo227.

imagen



«El rey D. Fernando reinó en el año 4775 de la Creación, que fué año 1015 de los cristianos. Y en el año 34 de su reinado, que fué el año 1049 de los cristianos, envió este rey muchos príncipes y magnates al rey Ben Habib rey de Sevilla, en demanda de los huesos de Sant Ixidro el gran sabio; y los llevaron á la ciudad de León para sepultarlos. Y esto es lo que nos obliga á escribir en nuestros apuntes cosas que podrán parecer adivinanzas ó partos de la imaginación; pero cuyo cumplimiento hemos visto en parte acaecer ante nuestros ojos durante este tiempo, quiero decir, lo que escribió Sant Ixidro el gran sabio, profetizando los grandes sucesos que debían sobrevenir después de 700 años.»



San Isidoro falleció en el año 636, como lo prueba el epitafio de su inmediato sucesor Honorato228. Siete siglos añadidos nos llevan á la primera mitad del XIV, cuando en el centro de España se agitaban por parte de algunos doctos hebreos las esperanzas del próximo advenimiento del Mesías, y los forjadores de libros apócrifos, como el del Sohar que murió en Arévalo229, debían gozarse de expender contra los incrédulos ó menos fanáticos, la doctrina que achacaban atrevidamente á San Isidoro. Es muy posible, si se conserva el numeral imagen (700) y no se muda en   —172→   imagen (900), que José ben Zaddic230 no fuese autor, sino eco de la frase que suelta.

Crónica de Abrahán bar Salomón de Torrutiel231.

imagen



«El rey D. Ferrando reinó en el año 5009232 de la Creación, ó 1015 de los cristianos; y en el año 34 de su reinado envió al rey Ben Habib, rey de Sevilla, enviados en busca de los huesos de   —173→   San Xidro, el gran sabio, para llevarlos á sepultar en León. Y esto es lo que nos obliga á escribir cosas que habrán de parecer estupendas; conviene á saber, que en nuestros días hemos visto con nuestros propios ojos cumplirse una parte de lo que dejó escrito el sabio Xidro, que predijo grandes sucesos, los cuales profetizó que se cumplirían al cabo de muchos años. Y á la verdad este sabio, según lo he oido yo referir, tuvo por preceptor á un judío doctísimo. Dícese que cuando Tito anduvo á Jerusalén, llevó en su compañía al padre de San Xidro, como que era gobernador ó prefecto del reino de Sevilla. Y cuando Tito se apoderó de Jerusalén, todos sus generales entraron á saco la ciudad; y también entró su padre, (el padre) de Xidro; y encontró una casa grande (donde se internó): mas al querer salir de ella, miró el muro y le pareció ver con los ojos del alma una puerta en él. Echó abajo el muro, y se encontró con una grande héxedra, ó pórtico lleno de libros. Y atisbó allí á un anciano que estaba leyendo; y lleno de pasmo exclamó: ¿Por qué ventura estás ahí? Y el sabio le respondió: Mía fe, há muchos años no ignoraba yo que Jerusalén había de ser asolada. Construí esta casa, hice este pórtico, y traje aquí mis libros con buena copia de víveres; porque me dije ¿quién sabe si mi alma estará comprendida en el estrago? Y lo sacó de allí, y lo trajo á Sevilla; honróle y lo ensalzó. Y tuvo un hijo, nombrado Xidro; el cual estudió bajo la enseñanza de dicho sabio. Y (Xidro) edificó extramuros de Sevilla una casa grande, que hoy día subsiste; y escribió (en esa casa) las profecías de las cosas que sucederán hasta el advenimiento de nuestro Mesías, tales como las oyó de aquel sabio. Y con mis propios ojos yo he visto cumplirse una parte de ellas.»



Al presentar estas leyendas, traducidas por M. Loeb, hizo el Sr. Fita algunas observaciones sobre su valor histórico.

La fecha cristiana del año 1015 para el principio del reinado de D. Fernando I, es errónea y se tomó, á lo que parece, del arzobispo D. Rodrigo233. De este error dimana el segundo, que pone   —174→   en 1049 la translación de las reliquias de San Isidoro. La cual, así como la embajada que la motivó, tuvo lugar en 1063234; por donde resulta aceptable y exacto el año 34 del reinado, que las crónicas hebreas sacaron de buena fuente; toda vez que la corona de Castilla en 1029 se dió á D. Fernando por su casamiento con Doña Sancha.

Con este nuevo dato recibe no poca luz un arduo problema, que ha sentado Flórez235, partiendo de dos hechos que dejó demostrados; conviene á saber, que el casamiento se hizo después del año 1026 y que en fin del 1032 ya estaba efectuado. Concertáronse los desposorios luego después de haber sido asesinado el conde D. García, cuya infausta muerte colocan en 1028 los Anales Compostelanos y el Cronicón de Burgos.

La translación del cuerpo del Santo Doctor de las Españas, debió dejar profundo recuerdo en el Castro de los judíos de León. D. Lucas de Tuy, que trazó, según se cree, su historia en aquella ciudad á ruegos de la reina Doña Berenguela, esposa de Alfonso IX, no se contentó con indicar que D. Fernando I el Magno salió á recibir el santo cuerpo en el Castro, orillas del Torío, sino que se mostró236 bienhechor de la Catedral con los réditos de la aljama hebrea.

El P. Godefrido Henschen publicó en el tomo I de Abril de los Acta Sanctorum237 la larga biografía, apócrifa, de San Isidoro, que da razón, siquiera en parte, de la leyenda hebrea. Atribuye al Santo Doctor un canto ó poema profético de las futuras calamidades de los Godos238: «Scriptis postquam edidit alphabetum   —175→   Papiae judicum, alphabetum verbalium, alphabetum Theologicarum distinctionum, atque alphabetum librorum, oratione finem faciens, orationis scripsit alphabetum, futuros plangens Gothicae gentis errores, simul eversionem En esta biografía se dice, que San Isidoro fué hijo de Severiano duque de la provincia de España239, que tal vez deba entenderse de la provincia Hispalense240 ó Bética, con arreglo á la fuente de que dimanó la leyenda hebrea. Se dice además241, que el Santo edificó un gran Seminario ó colegio monacal de estudios, extramuros de la ciudad de Sevilla: «extra Hispalensem civitatem mirae pulchritudinis extruxit monasterium, a quo nulli scholari exeundi ante quadriennium licentia praebebatur Hübner, Inscriptiones Hispaniae christianae, 71-73. Abrahán de Torrutiel afirma que en sus días permanecía en pié este colegio; y de consiguiente, parece indicar que la tradición Hispalense lo reducía al monasterio de San Isidro del campo, en cuyas inmediaciones, á la verdad, se han descubierto lápidas visigodas. Difícil es averiguar cómo á expensas de la cronología y del buen sentido histórico se fueron acumulando las leyendas maravillosas de San Isidoro en el Santoral cristiano, registradas por Fr. Rodrigo de Cerrato en el siglo XIII242. Las crónicas hebreas, y quizá las muslímicas, prestarán á semejante investigación poderoso auxilio.

_____

Con sumo agrado ha recibido la Academia, como donativo del autor, el «Sermón de la bula de la Santa Cruzada, predicado en la solemne función, que tuvo lugar con motivo de la publicación de la misma el día 27 de Noviembre de 1887 en la iglesia de las religiosas del Santísimo Sacramento, hoy parroquial de Santa María de la Almudena de esta villa y corte de Madrid por el Señor Doctor Don Ramón Riu y Cabanas, Canónigo Doctoral de la   —176→   Santa Iglesia Primada de Toledo, Catedrático de Derecho Canónico en el Seminario Conciliar de San Ildefonso de la misma, Capellán de Honor y Predicador de Su Majestad243

Enriquecen esta elocuente obra del Dr. Rius varias bulas históricas de la Cruzada Española, que ha descubierto en el archivo de la Catedral de Toledo. Abren la serie dos bulas del siglo XII, una de Alejandro III (23 Marzo, 1175) y otra de Celestino III (31 Octubre, 1196) que han visto la luz pública en nuestro Boletín244. Encabeza las del siglo XIII una muy notable de Inocencio III, que no figura en la colección de Potthast245. Va dirigida desde el palacio de Letrán, con fecha del 16 de Febrero de 1210, al arzobispo D. Rodrigo y á los sufragáneos de su metrópoli Toledana, para que en vista de los preparativos que hacía contra los Moros don Pedro, rey de Aragón, exhorten al de Castilla á fomentar y emular tan glorioso ardimiento. La bula es original y lleva al dorso la signatura A. 6. 1. 3.

Innocentius episcopus, servus servorum Dei, venerabilibus fratribus Toletano Archiepiscopo, et suffraganeis eius, salutem et apostolicam benedictionem.

Exemplo miserabilis exterminii, quod populus christianus in sancte Christi hereditatis amissione sustinuit, debetis induci ut paganorum conatibus, ubi decet et expedit obvietis, ne si permissa fuerit eorum atrocitas invalescere, apponat etiam sancta nostra, sicut in Oriente, pollutionum suarum spurcitiis prophanare.

Cum igitur carissimus in Christo filius noster P., Aragonum Rex illustris, orthodoxe fidei zelo succensus quam perfidia sarracenorum impugnat, ad expugnandum eos, sicut accepimus, viriliter se accingat246, universitatem vestram monemus attentius et hortamur, per apostolica vobis scripta precipiendo mandantes, quatenus carissimum in Christo filium nostrum Alfonsum, illustrem   —177→   Regem Castelle, simul et singillatim, quemadmodum expedierit, prudenter et efficaciter inducere procuretis, ut et ipse pro Christi nomine tam pium propositum emulando, ad opus huiusmodi pietatis simili devotione consurgat, cum id et instans occasio persuadeat temporis opportuni. Quod si ad id non poterit fortassis induci, districtius inhibeatis eidem ne quoquo modo subditos suos impediat quominus, prout inspiraverit eis Deus, prefato Regi suum in hoc auxilium largiantur. Alios quoque fideles in vestris diecesibus constitutos generaliter exhortemini, auctoritate nostra in remissionem eis pecaminum iniungentes ut dicto Regi ad promovendum tantum Dei servitium Consilium et auxilium opportunum impendant, mandatum apostolicum taliter impleturi quod in eius executione monstretis quam sinceri sitis christiani nominis zelatores.

Dat. Laterani, XIV Kalendas Martii, Pontificatus nostri anno duodecimo.

Siguen dos bulas de Honorio III, y una de Gregorio IX, desconocidas á Potthast.

Viterbo, 4 Febrero, 1220.-Sign. A. 6. 1. 9.

Honorius episcopus, servus servorum Dei, venerabilibus fratribus Archiepiscopo Tarraconensi247, et Episcopis, et dilectis filiis aliis ecclesiarum Prelatis in Legatione248 venerabilis fratris nostri Toletani Archiepisci constitutis, salutem et apostolicam benedictionem.

Accensus zelo fidei christiane, venerabilis frater noster Archiepiscopus Toletanus, Apostolice Sedis Legatus, Maurorum terram, sicut letantes accepimus, intravit viriliter et potenter; et Domino faciente cum eo signum, quedam castra feliciter occupavit. Sperantes igitur, quod eius labor esse debeat, divino cooperante auxilio, fructuosus ipsis Mauris conterendis, per sollicitudinis eius prudentiam et ab orientalium sarracenorum subsidio   —178→   retrahendis, discretionem vestram rogandam duximus et hortandam, per apostolica scripta vobis mandantes, quatenus auxilium personarum et rerum eidem Archiepiscopo taliter impendatis quod commendabile ipsius principium ad felicem, mediante auxilio vestro, perducatur effectum, et vos per hoc laudem assequamini apud homines et meritum apud Deum.

Dat. Viterbii, II Nonas Februarii, Pontificatus nostri anno quarto.

Viterbo, 5 Febrero, 1220.-Sign. A. 6. 1. 10.

Honorius episcopus, servus servorum Dei, dilecto filio Hugoni subdiacono et capellano nostro, salutem et apostolicam benedictionem.

Attendentes expensas, discrimina et labores, quos venerabilis frater noster Toletanus Archiepiscopus, Apostolice Sedis Legatus, aggressus est, mauros viriliter impugnando, vicesimam legationis sue, excepta ea quam tu et dilectus filius C. Basilice Principis apostolorum canonice collegistis, sibi concessimus in expugnationem illorum fideliter convertendam, quod sue discretioni duximus intimandum, ut id per se si opus fuerit aliis innotescat, et tu circa eam colligendam de cetero non labores. Et quoniam varia sunt viarum discrimina, ne possit evacuari seu etiam extenuari nostre concessionis effectus, volumus ut tempus concessionis eiusdem a tempore litterarum presentium computetur.

Dat. Viterbii, Nonis Februarii, Pontificatus nostri anno quarto.

Letrán, 7 Abril, 1230.-Sign. A. 6. 1, 12.

Gregorius episcopus, servus servorum Dei, venerabili fratri Archiepiscopo Toletano salutem et apostolicam benedictionem.

Sicut, dum in filiis Abrahe is, qui secundum carnem natus est ex ancilla, persequebatur illum qui secundum spiritum de libera natus est, ita et nunc infelices et miseri agareni, qui adhuc in tenebris ambulantes necdum videre lucem magnam que Christus est meruerunt, sed infidelitatis tenebris obvoluti iugo premuntur vetustissime servitutis, nos qui iam non sumus filii ancille sed libere, qua libertate Christus nos liberavit, persequi non desistunt. Qui sic evanuerunt in cogitationibus suis et ita la obscuratum   —179→   est insipiens cor eorum, ut illum, qui venit iugum captivitatis eorum dissolvere ac illuminare sedentes in tenebris et umbra mortis, noluerunt agnoscere, quinimo etiam nomen eius, in quo flectitur omne genu, preter quod non est nomen sub celo in quo salvari oporteat, extinguere machinantur, ipso eos ineffabili providentia tolerante ut, vel ad eum redeant utendo libertate arbitrii, vel saltem excusationem non habeant contra ipsum, tamdiu misericorditer expectantem.

Sed tu prudenter attendens, sicut accepimus, quod non debet ancille filius cum libere filio heres esse, ad expugnandum Christi blasphemum, ad exterminandum huiusmodi iebuseum, et ad eruendam terram de manibus impiorum quam prophanare sanctuariis detinent occupatam, potenter ac viriliter te accingis, ut in eam, eiectis ancille filiis qui heredes esse cum filiis libere non merentur, populum acceptabilem Domino, divino comitatus auxilio, introducas.

Nos itaque, quia cupimus sponse Christi tentoria dilatari ut funiculos suos faciat longiores, prudentia tua et honestate pensatis, propositum tuum dignis in Domino laudibus favore benigno prosequentes, de omnipotentis Dei misericordia, et beatorum Petri et Pauli apostolorum eius auctoritate confisi, et ex illa quam nobis, licet indignis, Deus ligandi atque solvendi contulit potestate, auctoritate tibi presentium indulgemus ut omnibus qui tecum, vel cum carissimo in Christo filio nostro, illustri Rege Castelle, in personis propriis vel expensis in terram sarracenorum intraverint et iniuriam Crucifixi studuerint vindicare, illam indulgentiam tribuas quam secundum Lateranense Concilium recepturi essent in Terre Sancte subsidium profecturi.

Dat. Laterani, VII Idus Aprilis, Pontificatus nostri anno quarto.

A estas bulas del siglo XIII, añade el Sr. Riu otra original, asimismo inédita, del siglo XIV con la signatura A. 7. 2. 8. Empieza con las palabras Domino Deo nostro. La dirigió desde Aviñón Clemente V, en el año IV de su pontificado (28 Abril, 1309), al arzobispo D. Gonzalo Palomeque249, otorgándole plenamente el cargo de Legado apostólico en todos los estados de Castilla, no   —180→   solo para la feliz expedición de la guerra de Granada, sino además tambien para todo lo conducente á la prosperidad y tranquilidad de la tierra250. Debe asociarse esta bula á la del 29 de Abril de 1309, dirigida á todo el clero de la Nación, y que ocupa el número 443 en la Colección diplomática, ó en el tomo II de las Memorias de D. Fernando IV de Castilla, publicadas por acuerdo de nuestra Academia251.

El sabio Doctoral de la Catedral de Toledo, de cuyo archivo tiene justamente la dirección, fué nombrado Correspondiente de la Academia en la sesión del 17 de Marzo último.

_____

En la del 10 de Marzo, leyó el Académico de número, D. Cesáreo Fernández Duro, un elogio de D. Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, que se verá en este número del Boletín, como expresión de homenaje tributado en el seno de la Academia y en su nombre á la memoria trisecular de aquel héroe; á quien asimismo está dedicado, formando respetable volumen, el espléndido Número extraordinario de la Revista de Marina, que iluminan preciosos grabados, y cuya portada que esmaltan letras de oro lleva esta fecha expresiva: «9 Febrero, tercer centenario de su muerte.»

_____

Essai sur l'histoire économique de l'Espagne se titula el libro que acaba de publicar y enviar en donativo á nuestra Biblioteca M. S. Goury de Roslan. El cual tributa merecidos elogios á la obra similar del Sr. Colmeiro, de quien se ha observado que sigue casi al pié de letra no solo el plan, sino también las citas y apreciaciones doctísimas252.

  —181→  

Actas de las Cortes de Castilla, publicadas por acuerdo del Congreso de los Diputados á propuesta de su Comisión de Gobierno interior. Tomos XII y XIII. Madrid, 1887. Contienen estos volúmenes las Cortes de Madrid, comenzadas en 1592, cuyas actas exhibe el XII hasta el 31 de Agosto de 1593, y prosigue el XIII hasta el 9 de Mayo de 1598, quedando lo restante hasta el año 1598, en que remataron estas Cortes, para el tomo XIV, que está ya en prensa.

Los Sres. D. Celestino Pujol y Camps, indivíduo de número de nuestra Academia, y D. Atanasio Morlesín y Soto, del cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Anticuarios, han corrido con el encargo de esta publicación y darán al pié del tomo XIV un Indice analítico de cosas y personas. En la Nota preliminar, que han puesto al tomo XIII, hacen observar253 que estas Cortes «elevaron   —182→   al rey un memorial quejándose del número excesivo de moriscos que poblaba la Andalucía, y reclamando que se les dispersara por los demás lugares de la Nación, ya que acaparaban las industrias haciéndose dueños de todo el dinero.» En el tomo XII254, hacen hincapié sobre la parte que tomaron las Cortes255 en la propagación y fomento de los estudios históricos.

Acta del 16 de Setiembre 1592.

«Vióse una peticion del padre Juan de Mariana, de la Compañía de Jesús, en que dize ha trabaxado en componer un libro de la Historia general de España, en latín, y que le ha costado muchos dineros; que suplica, pues es tan importante para el Reyno, le haga merzed de ayudarle para ayuda de la dicha impresion. Y tratado de ello se acordó por mayor parte que Gerónimo de Salamanca, don García de Medrano, don Alonso de Fonseca y el licenciado Henebro, vean este libro si es conveniente, y den razon dello en el Reyno, para proveer cerca dello lo que conviniere.»



Acta del 27 de Noviembre, 1592.

«Dos cavalleros comisarios, de los quatro á quien se cometió viesen un libro de la Historia general de España, compuesto por el padre Juan de Mariana, de la Compañía de Jesús, dixeron le havían visto y les parecía muy bueno y con grave estilo, y que es muy útil y muy en autoridad del Reyno; que les parecía se le podía hazer alguna merzed para ayuda á la impresion del dicho libro; y asimesmo, se hizo relacion que el dicho padre traducía el dicho libro en nuestra lengua vulgar, y lo dirixía al Reyno; y se mostraron tres quadernos de lo que tenía hecho. Y tratado de ello se votó sobre lo que se haría; y se acordó por mayor parte que el Reyno pague todas las deudas que deve, primero que le haga ninguna gracia.»



Sobre esta acta notan los señores encargados de su publicación las peripecias y trances que tuvo la edición, así latina como castellana, de la Historia general de España. Es de lamentar que hayan   —183→   incurrido en el error de fijar el año de la muerte del P. Mariana en 1623; error que desvaneció la Academia, al ser consultada para redactar las inscripciones que deben figurar en el pedestal de la estatua erigida al P. Mariana por la ciudad de Talavera de la Reina, é insertando en el Boletín256 la carta de defunción, escrita pocas horas después de ocurrida ésta, en viernes 16 de Febrero de 1624, por el P. Pedro de Buiza.

_____

El Sr. Fernández Duro, que tanto ha contribuído y contribuye al esclarecimiento de la historia marítima de España, ha presentado la siguiente escritura inédita:

Bautismo del bajel «San Felipe» en 1717.

Don Juan de la Cruz Geonés, Presbítero, Licenciado en Sagrada Teología, Regente de la Parroquia de San Feliu de Guíxols, Diócesis y Provincia de Gerona en Cataluña, por ausencia del Reverendo Cura párroco de la misma,

Certifico: Que al folio 241 del libro sexto de bautismos de la misma, entre las partidas sacramentales, consta el acta que, traducida del catalán, á la letra es como sigue: «A los diez y ocho de Maio de mil setecientos diez y siete fué bendecido el Baxel de guerra construido en la playa de la presente villa con solemne bendición y demás ceremonias que acostumbra Nuestra Madre la Iglesia por el Muy Ilustre Sr. Abad Fr. Isidoro de Convaren257, con asistencia de la venerable Comunidad de Monjes y Presbíteros. Asistió como Padrino D. José Vicariá, Coronel del Regimiento de Infantería, dicho de Cantabria, Comandante que era de la presente Villa. El nombre, ó invocación del Santo, que se puso por Patrón y Titular de dicho Baxel, fué San Felipe Apóstol, para honor y memoria de Nuestro Rey y Señor D. Felipe   —184→   Quinto (que Dios guarde.)=La bendición se hizo en la forma siguiente: Salió de la Iglesia el Muy Ilustre Sr. Abad revestido de Capa con las insignias abaciales de mitra y báculo, asistido de ministros tambien revestidos, en procesión solemne con asistencia de la venerable Comunidad de Monjes y Presbíteros, precediendo las banderas y gonfalones de las Cofradías; y llegando al Baxel, se hizo con solemnidad la bendición del Baxel con las ceremonias que acostumbra nuestra Madre la Iglesia. Después se cantó sobre la popa misa solemne con música, la que celebró el Muy Ilustre Sr. Abad con ministros, usando el Sr. Abad de mitra y báculo, aunque no celebró misa pontifical, sino meramente misa abacial. Concluída la misa, se hizo la bendición de las banderas y armas del Baxel; con una bendición se terminó la función dentro del Baxel, volviéndose á la Iglesia el Sr. Abad asistido de los ministros y venerable Comunidad de Monjes y Presbíteros en forma de procesión, de la misma manera que había salido de la Iglesia para ir á bendecir el Baxel.»

Es conforme al original que obra en el archivo de esta Parroquia, de que doy fé en este pliego del Real sello de Oficio por reclamación del Sr. Aiudante Militar de Marina de este distrito, firmado, rubricado y signado con el de este Curato de San Feliu de Guíxols, á los veinte y nueve días del mes de Enero de mil ochocientos sesenta y dos.=Juan de la Cruz Geonés Pbro.=Hay una rúbrica.=Hay un sello que dice: Curato de S. Feliu de Guíxols, Obispado de Gerona.

_____

D. Francisco de Bofarull, Correspondiente de la Academia en Barcelona, leyó un erudito estudio que ha hecho acerca de las señas de fabricación del papel español y extranjero, letras, flores, escudos, etc., que durante largos años ha ido recogiendo y clasificando en serie ordenada hasta formar una colección de cuatro volúmenes con testo explicativo y muy á propósito para cerciorarse de la edad y autenticidad de los manuscritos. La Academia acordó, previo el consentimiento del Sr. Bofarull, publicar en su Boletín un resumen de la parte más original é interesante de la obra.



  —185→  

ArribaAbajoInformes


ArribaAbajoI. Centenario tercero de D. Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz

Cuando llega ocasión venturosa de loar merecimientos de aquellos que la voz popular por edades sucesivas ha ido ensalzando sin contradicción; cuando por acto que enaltece á las naciones se tributa en la nuestra homenaje á uno de los hijos que bien la sirvieron, es permitido á todos, si de otra cosa que la buena voluntad carecen, aportar á la ofrenda común hojas humildes sobre cuyo fondo resalte más la flor de los ingenios.

Flores hermosas tiene la corona cívica tejida á la memoria del marqués de Santa Cruz: bizarría de soldado, nobleza de caballero, resolución de capitán, generosidad de magnate, pericia de marinero, penetración de político, sangre fría, discurso, previsión, carácter de hombre superior, como aromas trascienden en conjunto, por el cuidado y arte con que las cogieron en cien lugares del verjel hazañoso del guerrero, los que cultivan la floresta literaria española. Así, solo á dar bulto al follaje se endereza esta relación somera de sucesos258, en que no con la espada, con la voz,   —186→   influyó el egregio D. Álvaro en triunfos señalados de la civilización.

Escuchando el eco que la conquista del Peñón de Vélez esparció en Europa, proyectaba Solimán el Grande un golpe cuyo ruído ahogara el del vencimiento de aquella roca. Isla por isla, era objeto de su pensamiento la de Malta, destinando á los caballeros de San Juan de Jerusalen la suerte que habían sufrido los de Rodas, al hacer etapa adelantada de la Media-Luna en el camino de absoluto dominio del Mar Mediterráneo.

El secreto de las prevenciones no era tanto que se ocultara á la penetración de los interesados en saberlo: tuvo el anciano frey Juan de la Valleta, maestre de la Orden, noticia á ciencia cierta del nublado que le amenazaba, y ante la inminencia del peligro, avisó á los príncipes cristianos solicitando ayuda, ya que patrimonio común y baluarte avanzado de la cristiandad era Malta, y cuartel internacional de la nobleza. No obstante, los soberanos hicieron oídos sordos, sin más excepción que la del Santo Padre, dispuesto á dar auxilio pecuniario, y la del rey católico de España, que lo ofreció eficaz de cualquier modo.

Desde luego comunicó el rey Felipe su decisión á D. García de Toledo, capitán general de la mar y virrey de Sicilia, encargándole especialmente del socorro, así en razón de ser marítima la empresa como por la vecindad del virreinato á la residencia de los caballeros hospitalarios. D. García los visitó á seguida, á tiempo que la primavera del año 1565 daba sus galas á las campiñas de la isla, quedando satisfecho del estado de las fortificaciones y de la disposición del caudillo valeroso que á cargo las tenía. Puso á sus órdenes 400 soldados españoles sobre 1.000 que contaba, y otros 400 italianos; discurrieron juntos, de probabilidades; concertaron medios de comunicación, conviniendo en la resistencia á todo evento.

Á poco espacio de tiempo trascurrido, el 18 de Mayo, llegaban á la costa doscientas velas, vehículos de desolación y muerte. Las regía Piali, capitán bajá de siniestro renombre, vencedor de los Gelves, secundándole todos aquellos que espumando la mar   —187→   por oficio, llenaban los baños de cautivos y las arcas de escudos; el rey de Argel, el de Trípoli, Dragut Arraez, Uluch Alí, Cortuculí, Alí Portú... transportaban ejército de 40.000 hombres, tren de basiliscos, montes de balas, pólvora sobrada con que lanzarlas á voluntad del experimentado Mustafá, veterano general de las guerras de Persia y Hungría.

Cuatro días después del desembarco abrían la trinchera ante el fuerte de San Telmo, llave del puerto; diez más adelante, esto es, el 3 de Junio, ganaban los genízaros el rebellín. Lo demás pertenece á la epopeya de los caballeros defensores; y lo que importa ahora, conservando en la memoria la fecha del primer asalto, es saber qué se hacía por fuera para socorrerlos.

Mirando en ello ahincadamente, el rey D. Felipe, andaba preocupado de inconvenientes y de transcendentales contingencias, que era cuestión en que ponía al volver de un dado la suerte de la monarquía. Si su armada naval sucumbía en el empeño; si la preponderancia marítima otomana deshacía el reparo de aquellos vasos, no solamente Orán, Mazalquivír, y tras las posesiones africanas, Sicilia y Calabria, quedarían bajo el alfanje de Solimán; los moriscos de España rompían el escudo que la Península pudiera presentarle. Había por tanto de reforzar primeramente los presidios, encargo que confió á nuestro D. Álvaro; había de dar á D. García de Toledo medios efectivos, concentrando los tercios de guarnición de Lombardía, Nápoles y Córcega por más próximos; reforzarlos con bisoños; alistar en Italia, con el concurso de los potentados, mayor número; allegar bajeles que embarcasen el total de la fuerza; constituir, por último, una escuadra que abriera el camino, operaciones complicadas aun en nuestros días, contando con incomparables elementos.

También cupo á Bazán la mejor ó más trabajosa parte en las jornadas de preparación. En Málaga tomó á bordo cañones; en Cartagena, Barcelona y Palamós, raciones y soldados; en Génova y Civita-Vecchia más tropa, incorporando á su escuadra las galeras de la Señoría y las del Papa.

Del gobernador de Civita-Vecchia tuvo dos nuevas harto graves: el fuerte de San Telmo en Malta era perdido; los vigías de la costa avisaban la presencia de 60 galeras enemigas cruzando sobre la   —188→   boca del Tíber, con objeto sin duda, de cortar el paso á las de España. Invitábale el gobernador dicho, por tanto, á fondear bajo la artillería del castillo, donde nada tendría que temer la escuadra, y otro lo hiciera acaso, con justificación prudente; él convocó á los jefes á consejo de guerra, hablándoles, en esencia, de este modo:

Rendida la fortaleza de San Telmo, venía á ser la situación de Malta tanto crítica, que importaba socorrerla á tiempo sin preocuparse de cosa que lo embarazara. Decíase cubrían el pasaje 60 galeras; la armada cristiana no pasaba de 40; mas como estaban en manos de buenos capitanes y excelentes soldados, así hubiera en el aviso la certeza que no había, tenía pensado ir adelante, y de topar con los turcos darles la batalla, esperando en Dios les concedería victoria.

Los capitanes aludidos no eran precisamente de la opinión de su jefe: la diferencia de 60 á 40 galeras, supuestas de igual fuerza una á una, les parecía bastante expresiva para evitar el encuentro, considerando que si las españolas se perdían en aventura, quedaba Malta sin esperanza de socorro. La expresión del voto del Consejo fué en consecuencia dilatar la salida; la resolución de D. Álvaro salir, como salió en el acto, hechas las prevenciones de combate.

No habrían navegado 12 millas, cuando se vieron en el horizonte las velas anunciadas; no por ello hubo mudanza en la derrota que las aproximaba; se estrecharon sí los espacios de la línea; se apercibieron todos con las armas en la mano; ondearon las insignias españolas en los palos y... los blasones de España aparecieron por respuesta en las galeras que se estimaban turcas. Eran las de la escuadra de Juan Andrea Doria, despachadas en busca de la hueste de Florencia, no tantas por cierto como el recelo de los torreros de la costa había contado.

Tuvo al fin D. García de Toledo juntos en Mesina los más que esperaba, hombres y bajeles, con instrucciones del rey, si apremiantes, aflictivas por la incertidumbre del espíritu y la enorme responsabilidad que en el general ponía la letra. Natural era querer compartirla, á cuyo fin convocó el Consejo. Formábanlo Álvaro de Sande, coronel de la infantería española del reino de   —189→   Nápoles; Álvaro de Bazán, general de las ocho galeras de la guarda del Estrecho; Sancho de Leyva, general de las de Nápoles; Juan de Cardona, de las de Sicilia; Sancho de Londoño, maese de campo de la infantería de Lombardía; Pompeo Colonna, general del Papa; Jacobo de Apiano, señor de Piombino; Mos de Ligny, general de Saboya; Marco Centurión, marqués de Estepa, de Génova; por la orden de San Juan, los condes de Altamira y Brocardo de Cremona, con Diego de Guzmán, Gonzalo de Bracamonte y Francisco de Valencia, Guillén de Rocafull, antes virrey de Mallorca, Gil de Andrada y Ascanio de la Cornia, marqués de Castellón del lago de Perusa.

¡Qué nombres! ¡Qué constelación del cielo de la milicia! ¡Y qué lástima que fueran de un mundo entregado fatalmente á la discrepancia de los juicios!

Don García no les disimuló la situación de los sitiados. Por la exposición precisa que hizo, ceñían las riberas de Malta galeras y galeotas guardando estrechamente el acceso. La plaza se hallaba tan al cabo que si en el movimiento había dilación, podría llegar tarde el remedio. Era la voluntad del rey ponerlo urgentemente, y de su parte estaba codicioso de acometer la empresa, teniendo disponibles, malas y buenas, 90 galeras, 45 naos embargadas al comercio, 6.000 soldados españoles viejos y nuevos y 1.500 italianos. De estas últimas tropas deberían llegar todavía 4.000: había facilidad de acrecentarlas, no así de obtener las embarcaciones que su translación exigiría. Con estos datos pedía á los capitanes esforzados y de sutil ingenio, allí reunidos, discurrieran el modo de llenar los deseos de su Majestad, de forma que ni la armada cristiana se arriesgase, ni las hordas turcas hicieran la presa que tenían por suya.

Ascanio de la Cornia, maese de campo general -ó jefe de Estado Mayor, como hoy diríamos- del ejército expedicionario, designado para iniciar los pareceres, excusó el juicio en cosas de mar á que se reconocía ajeno. Sin embargo, manifestó que en manera alguna se pensara en aventurar batalla naval, más que por la enorme superioridad numérica de las doscientas y más galeras de los otomanos, en razón á la que moralmente poseían, efecto de continuados triunfos. Pero si hubiera medio de poner en tierra   —190→   9 ó 10.000 hombres sin la contingencia del combate, serían bastantes para afrontar á los 14 ó 15.000 que quedarían en el mermado ejército enemigo, por la ventaja que en disciplina y armas les llevaban los soldados españoles é italianos.

El dictamen de Ascanio reproducía fielmente la opinión de aquellos tiempos. Cervantes nos lo ha dicho. La infantería española se juzgaba incomparable en tierra; invencible en mar la armada turca. No embargante, Bazán, que por categoría subalterna habló el segundo, dió muestra gallarda de criterio libre de prejuicios, proponiendo al Consejo un plan inesperado.

Barcos de comercio sin artillería, como los que estaban embargados, no podían servir más que de estorbo: prescindiendo de ellos y aun de las galeras de malas condiciones, debía, á su entender, hacerse elección de 60 buenas; armarlas y guarnecerlas con lo mejor de todas, y embarcando 150 soldados en cada una, que harían 9.000, atravesar rápidamente el canal desde la isla de Gozzo. Por razonable hipótesis, una parte de la armada turca había de estar en el puerto batiendo los fuertes y descansando durante la noche de la fatiga diaria, mientras otra parte, por divisiones ó grupos, andaría en custodia de los puntos más accesibles de la costa; y podrían ocurrir dos casos: uno, que la escuadra del socorro pasara sin encontrar las enemigas, y entonces pondría en tierra los 9.000 soldados, dándoles munición y vituallas á hombro, antes que pudieran impedírselo: otro, que topara con una de las divisiones de la guarda, y como en toda probabilidad ninguna excedería de 50 á 60 galeras, escasas de guarnición por el contingente dado á las trincheras, las españolas, reforzadas como iban, darían cuenta de ellas.

Los generales más autorizados por edad y grado, encontraron un mundo de razones contrarias al atrevido proyecto de D. Álvaro. La operación del desembarco es lenta de necesidad: de día no podía verificarse sin ser descubierta y sin que acudieran á impedirla todas las naves contrarias, en razón á no tener Malta más de 60 millas de circuito, que se promedian pronto: la noche, madre de confusiones, es arriesgada al pánico. No era cosa tampoco de dejar en la playa los soldados con alguna galleta en el morral: habría que proveerles de acémilas y artillería, sin lo cual desde   —191→   el momento irían cansados y con poca defensa, de modo que la batalla naval se presentaba inevitable, sin que pudiera ponerse en duda el resultado adverso.

Bazán respondió á las objeciones con lección que tendría aprendida de Horacio si la experiencia propia no se la dictaba. «En las empresas, dijo, después que se han pesado bien las circunstancias, hay siempre que dejar algo á la fortuna.»

Empero, Álvaro de Sande, Sancho de Leyva, Pompeo Colonna, los demás capitanes, no abogaban por la audacia. Quién aconsejó llevar las fuerzas disponibles á cualquier ataque en África que sirviera de diversión á los sitiadores; quién que se esperara en Siracusa alguna oportunidad imprevista; el socorro de Malta, ninguno. ¡Así el Consejo aliviaba la responsabilidad del capitán general y satisfacía á la ansiedad de Europa!

D. García acudió todavía á otro expediente: tras los Consejeros de guerra escuchó á los pilotos y prácticos de la costa, que confirmaron la sentencia de abandono de los caballeros de San Juan. El dictamen pericial declaraba imposible el propósito de echar la gente del socorro en tierra.

Por fortuna, el caudillo no era hombre encogido. Como se acomodaba á sus inclinaciones el voto solitario de D. Álvaro, lo puso por obra, de manera que el sábado 25 de Agosto de 1565 salía del puerto de Siracusa con las 60 galeras aligeradas hasta de fogón y esquife; con los 9.000 soldados, á quienes no había consentido llevar otra cosa que las armas y una camisa con que mudar la puesta, y de remolque barcas grandes construídas á propósito para el desembarco.

Una contingencia que no había entrado en el cálculo, que no se preveía en la estación de la bonanza, puso en apuro á la expedición en las cercanías de Cabo Passaro, dispersándola, destrozando ó perdiendo los barcones, desmoralizando á la gente del transporte. Cuando se reunieron de nuevo las galeras en Trápani, fué menester dar algún descanso á los soldados mareados y enfermos, poniéndolos en tierra, circunstancia que aprovecharon más de 1.000 para hacerse perdidizos, desapareciendo de las filas tanto en esta como en segunda dispersión y arribada.

Templado en la contrariedad debía de estar el espíritu de don   —192→   García de Toledo para que por vez tercera persistiera en su idea con las fuerzas reducidas, con declarado temporal de golfo, y entrado ya el mes de Setiembre. La tercera fué la vencida: amaneciendo el día 7, con orden y prevención admirables desembarcó en hora y media, sin revés ni accidente, hombres y municiones, tras lo cual, en el medio del día desfiló en orden de marcha ante el puerto de Marsa Muscetto, haciendo al estandarte de los caballeros salva real de todas las galeras, señal por donde conocieran sitiadores y sitiados estar asegurado el socorro.

El primer impulso de Piali fue salir á castigar la osadía de las naves cristianas: lo dominó el temor de un ataque por la espalda en las trincheras, donde el apresuramiento había sembrado indecible confusión. Delante de ellas no había ya otra cosa que un montón de escombros con que se cubrían unos pocos héroes; obra de 60.000 cañonazos ayudados de los hornillos de las minas; pero desde aquel montón, cantando Te Deum laudamus, presenciaron los hospitalarios caballeros la huída del orgulloso Mustafá con 30.000 hombres menos de los que llevó al asedio.

D. García de Toledo, propietario legítimo de la láurea maltesa, no pierde nada de su gloria con que se adjudique una rama al único de los consejeros que discurrió el plan realizado.

Seis años después del suceso referido, se hallaban de nuevo en asamblea consultiva muchos de los que discordaron en Mesina: Ascanio de la Cornia, Ligny, Pompeo Colonna, Gil de Andrada, Juan de Cardona, el marqués de Santa Cruz, en concurso con generales de Venecia y Roma. Presidíalos D. Juan de Austria, generalísimo de la Santa Liga, tratando cuestión no menos ardua, sin que, cual suele acontecer, se concertaran las aspiraciones ni los pareceres.

Los turcos, decía Juan Andrea Doria con la autoridad de una reputación adquirida en la mar, nos aventajan en galeras, en pericia, en fuerza, en ímpetu y en la confianza que solo dan los hábitos de la victoria. Sería temeridad sustentar con ellos batalla de poder á poder.

No se han juntado nuestros príncipes, llenando el mundo de esperanzas y el mar de bajeles, para la inacción, expuso el marqués   —193→   de Santa Cruz, llegándole el turno. Si habíamos de huir del enemigo, valiera más no hacer alardes ni imponer á los pueblos sacrificios; más honrosamente dejáramos de pelear estando quedos en nuestras casas. Yo no opino que se aventure la armada sino con necesidad y ventaja. Pero ¿no es necesidad la defensa? Decís que está orgulloso el enemigo por cuatro pueblos que abrasó: ¿quién domará su soberbia si advierte que las armas juntas de la cristiandad rehusan el combate? Si el sustentar la honra no es bastante, temamos, señores, perder la reputación. Mi voto es que peleemos buscando al enemigo, para que tras el imperio de la mar quitemos al tirano el de la tierra.

Sabido es que también por esta vez prevaleció el dictamen de D. Álvaro con éxito asombroso. Loemos, pues, al consultor tanto como aplaudimos al guerrero, conviniendo, por lo demás, en la razón con que cantó un poeta de su tiempo:


Este es á quien el mar tributo ofrece,
Marqués de Santa Cruz, que lo merece.



La Real Academia de la Historia posee259 una relación de autor anónimo, hasta ahora inédita, en que se sienta la autoridad que ejerció el voto de D. Álvaro de Bazán en ocasiones graves, distintas de las mencionadas en esta oración. Ha parecido oportuno sacar de la oscuridad el manuscrito que podrán utilizar los biógrafos del marqués de Santa Cruz, agregándolo á las notas bibliográficas formadas con ocasión del tercer centenario. La relación no tiene título y es del tenor siguiente:

«Siendo Don Alvaro de Baçan, abuelo del marques de Santa Cruz, capitan general de la gente que hacía guerra á la ciudad de Baza y su distrito, residia con trescientas lanzas y mill peones en la villa de Benamaurel, que es tres leguas de Baza, haziendo corredurias a los moros y inquietandolos como es costumbre de capitanes de frontera, y habiendo tenido muchas escaramuzas   —194→   con los moros y hecho muchas cavalgadas, el alcayde Hamete Boali que era a la sazon capitan de Baça, salió con su gente de caballo y apie á hazer daño á los cristianos circunvezinos, y a la tornada, habiendo muy gruessa cavalgada de ganados y cristianos, saliole al encuentro y peleó con él, y habiendo alcançado casi todo el peonaje y más de duzientos de acaballo y quitadoles todo el ganado y passados de duzientas mujeres y niños y hombres, se bolvio a Benamaurel con esta vitoria, y por haber quedado el alcayde de Baza herido y su gente desbaratada y mucha parte della muerta, resolvio el dicho Don Aluaro de venir sobre la uilla de Fiñana que era el principal lugar de aquella frontera, fuera de Baza, pareciendole que quedando los moros tan maltratados no la socorrerian; combatiola cinco dias con sus noches, y al cabo fue entrada y tomada la villa y fortaleza, hauiendo muerto los moros alos capitanes Moreruela y Francisco de Aguero, y a Pedro de Bazan, primo hermano del dicho Don Aluaro y algunos otros hombres particulares, y hecha esta jornada y dejado proveyda la villa y fortaleza de gente y lo necesario, fue sobre las villas de Fabla y Caurucena, que son a tres leguas de la dicha Fiñana; combatio la villa de Fabla y tomola luego, y los moros de Caurucena huyeron desmanparandola y se fueron a Baza.

»Habiendo habido esta vitoria y estando los moros de Baza apretados por la guerra que se les hacia por aquella frontera pareció a los reyes Catolicos de embiar su ejercito sobre la dicha ciudad de Baça, cuando se ganó.

»Don Aluaro de Bazan fue hermano segundo del Señor de la casa de Bazan y el estado de la dicha casa es el vizcondado de Valdueza y marquesado de la Bañessa, que tiene ahora el conde de Miranda, por el casamiento que hizo su padre con doña Maria de Bazan, señora que fue del dicho vizcondado y marquesado.

»Don Alvaro de Bazan dejó un hijo que se llamó del mismo nombre y, habiendo servido a su Md. en la Guerra de las Comunidades con duzientos de acaballo a su costa, apaziguadas las dichas comunidades sirvió con diez mill soldados que el Emperador Carlos quinto mandó hazer para la jornada de Fuenterrabia hasta que se acabó, que duro poco.

»El año 1526, estando el Emperador Carlos quinto en la ciudad   —195→   de Granada, vacó el cargo de general de las galeras de España por muerte de Don Juan de Velasco, hermano del condestable de Castilla, que era general de ellas, y su Md. proveyó en Don Aluaro de Bazan.

»Habiéndole entregado al dicho don Alvaro solamente cuatro galeras que había en España, le mandó su Md. que procurasse de aumentarlas hasta el numero de quinze galeras, armandolas de nuevo, y assi lo hizo, hauiendo tomado muchos esclavos en bajeles de cossarios turcos y moros y en la ciudad de Oney que ganó en Berberia el año 1532, que es muy vezina a la ciudad de Tremeçen, y por trattar Su Md. de la conquista de Berberia, habia mandado al dicho don Alvaro procurasse de ganar aquella plaça. Púsose sobre ella con dos mill infantes, haziendo la bateria con diez galeras, la que tomada del segundo assalto que se le dio, y visto los moros de la fortaleza que era perdida la ciudad, salieron huyendo por la puerta falsa. Fueron tomados cautivos hasta mill ánimas de muchachos y mujeres, y degollados más de quinientos moros. Los del castillo dieron tres cañonazos en las galeras, de que mataron doze personas y la Garapena fuera anegada de un cañonazo que recibió, sino fuera socorrida, arrizándosele una galera por cada banda, que la suspendieron hasta que desgotaron el agua y se remedió el cañonazo.

»El año 1533 tomó el dicho don Alvaro con las diez galeras que tenía, a Jabanarraez, cossario famoso, en Falkabivas con dos galeras y seis galeotas que traia, y aunque murieron muchos turcos cuando los embistieron, con los que tomaron bivos y alguna gente de buena boya que se hizo, armó el dicho don Aluaro otras cinco galeras mas, que fueron por todas quinze, conque sirvio á su Md. el año de Tunez, que fue el año siguiente de 1535.

»En la jornada de Tunez estando sobre la Goleta el Emperador Don Carlos, y en ella gran numero de Turcos y mucha artilleria, por lo que convenia mucho reconocer la dicha Goleta y habiendo mandado su Md. al dicho don Alvaro que reconociese la Goleta por tierra, hauiendolo hecho lo mejor que se pudo, y dando cuenta a su Md. de lo que le pareció, se trato de que convenia reconocella por mar, y el dicho don Alvaro se offressio de hazerlo, y assi estando sus galeras una mañana, hizo grande rumor dando   —196→   a entender que su galera se levantaua con los esclavos, y que se iba la vuelta de la Goleta, como lo hizo y las otras tras della tirandole de cañonazos, y estando ya cerca de la Goleta, las demás galeras se volvieron y el dicho don Alvaro llegó con su galera con gran grito y semblante de alegria junto a la fuerça, adonde pensaban los turcos que se yva a guarecer la dicha galera y que la llevaban los esclauos ganada. Llegados a este término, mandó disparar toda la artilleria de la galera, y con el humo voluio, y haziendo gran fuerza de remo se fue la vuelta del armada Imperial, y aunque los turcos le tiraron siete ú ocho cañonazos no le hizieron mas daño que romperle diez y seis remos de la banda derecha. Llegado donde estaba el Emperador, le dió razón de lo que había visto, con parezer que se podía muy bien batir aquella plaça. Por mas que assi le suplico lo mandase poner en ejecucion, dandole mucha esperança de Vitoria, como después se alcançó, habiendose batido la dicha Goleta por tierra y por mar con las galeras, como Don Aluaro habia dicho, y el dia de la bateria se halló el dicho Don Alvaro con las galeras de España batiendo la Goleta con sus galeras en compañia de las demas que habia, y hecha la bateria, salió la gente de las galeras a dar el asalto en esquifes, y el dicho Don Alvaro fue de los primeros que entrase, y fue herido de un arcabuzazo en las narices, y el Emperador le agradeció mucho lo que aquel dia sirvió, con palabras muy honrosas.

»Ganada la Goleta y Tunez, supo el Emperador como Barbaroja se habia ydo á Bona, y que ponia en orden quinze galeras para yrse á Argel. Mandó su Md. que fuesen otras 15 galeras en su seguimiento, y tocándole al dicho Don Alvaro esta jornada, por ser el general de las galeras de España y ser mas preminente cargo que ninguno de los generales que allí estaban, despues del de Andrea Doria, que era general de la mar, el que por favorecer a su patria ordenó a Centurion, mercader ginoues que fuesse á buscar á Barbaroja con 15 galeras, y habiendose puesto en ejecución, llegó a vista del dicho Barbaroja y como era su profesión más de tratos y negocios que de cosas de guerra, aunque se halló con otras tantas galeras como Barbaroja, no le pareció acometerle, sino antes se bolvió á la Goleta, donde estaba nuestra   —197→   armada, á pedir más galeras para yr en su seguimiento, con lo que se acabó la jornada, y Barbaroja se fue y saqueó a Mahon. Quedó Don Aluaro de Baçan tan sentido de que le hubiessen quitado esta jornada, tocándole como general de las galeras de España, que propuso de no servir a su Md. en ellas y dejar el cargo en la primera ocasión y comodidad de poderlo hacer, como adelante lo hizo.

»El año 1536 viniendo de la jornada de Azaes para yrse á invernar al puerto de Gibraltar con las 15 galeras de España de que era Capitan general, y diez de Sicilia que yvan debaxo de su estandarte, de que era Capitan General Don Berenguel de Olmos, encontró sobre Colibre, lugar de Cataluña, al reconocer la costa de España, 28 baxeles; diez de franceses, que los traya acargo Musiur de Careor, y 18 galeotas Turquescas de Argel, de que era general un Turco que se llamaba Hali-capitan, y viniendo las dichas galeras y galeotas con dichas 25 galeras que traya Don Alvaro y estando ya muy cerca los unos de los otros, pareciendoles á los Turcos y Franceses que los bajeles de Cristianos eran todas galeras reales y que ellos llevaban muchas galeotas, acordaron de no pelear y ponerse en huyda y dándoles caza, el dicho Don Alvaro, alcançó y tomo la galeota capitana de Argel, que era de 24 bancos, donde murió el capitan cuando la inbistieron. Las demas galeras y galeotas se escaparon sin tomar otra ninguna.

»El año siguiente, no teniendo su Md. ninguna jornada que hazer, el dicho Don Alvaro le supplicó mandasse proveer las galeras de España en quien fuesse servido, y aunque el Emperador hizo muchos cumplimientos con él, para que no lo dejasse, embiandoselo á decir á Gibraltar con el maestresala de la Emperatriz, no aprovechó, porque todavía las dejó el dicho Don Alvaro, sin querer mas seruir en ellas.

»El año de 1543 el Emperador se fue á Flandes, dexando por Governadores en Castilla á Don Juan Tavera, arzobispo de Toledo, y á Don Francisco de los Covos, Comendador mayor de Leon por ser el Principe Don Phelipe muy muchacho y no de edad para poder gobernar, y entre otras provisiones que su M.d hizo, fue una de ellas dexar por Capitan general del mar oceano al dicho Don Alvaro de Baçan, con órden de que fuese luego á las costas   —198→   de Vizcaya y Guipuzcoa y cuatro villas de la costa de la mar de Castilla, y que en la villa de Laredo juntasse una armada asi para que parte de ella llevase en Flandes a Don Pedro de Guzman con cuatro mill soldados que se hazian en Castilla, y yva por Maese de Campo de ellos el dicho Don Pedro, como para que con la demas armada guardasse las costas de la mar de los enemigos franceses que saldrian á Inquietarlos, por haberse rompido la guerra con el Rey Francisco de Francia.

»En cumplimiento desto el dicho Don Alvaro partió de la Villa de Valladolid á X de Abril de 1544, y a los 25 llegó á Laredo, habiendo ydo por Santander y el puerto de Santoña para reconocer los navios que podrian servir en la armada, y en la dicha villa de Laredo juntó de todos los puertos de Vizcaya hasta el número de cuarenta naos de 200 hasta quinientas toneladas, y porque su M.d habia ordenado que los del Reyno de Galizia repartiessen hasta el número de cuarenta mill ducados para el gasto de la dicha armada, envió al capitan Francisco Julian con quatro de las dichas naos al puerto de la Coruña, que es en el Reyno de Galizia, para que el dicho Reyno las armase avituallase y proveyese con los dichos cuarenta mill ducados. El capitan Julian fue a la dicha Coruña, á donde se proueyeron las dichas cuatro naos de todo lo necesario, y voluio al puerto de Laredo á los 15 de Junio.

»De las dichas cuarenta naos se aderezaron las 15, y en ellas se embarcó el dicho Don Pedro de Guzman con los dichos cuatro mill soldados y partieron para Flandes a 25 de Junio.

»Las 31 naos restantes hizo adereçar y avituallar como lo estaban las cuatro que vinieron de Galizia, y estuvieron en orden a los quatro de Julio.

»A Diego Garcia de Paredes nombró por Maestre de Campo de la Infanteria de la armada para que fuesse a hazer dos mill soldados á Burgos, Palencia y Tierra de Campos.

»A los ocho de Julio tuvo correo de Don Sancho de Leyva que ala sazon era general de Fuenterrabia, como habia parezido una armada francesa cerca de aquella Villa, de veynte y cinco naos, y que habian tomado dos naos uizcaynas que yuan á Flandes cargadas de sacos de lana, á los 6 del mismo, y porque Diego Garcia de Paredes no hauia traydo mas que mill soldados, escriuió   —199→   a Don Sancho de Leyua le Imbiasse alguna gente de aquella frontera, y el dicho Don Sancho de Leyva le emvió luego 500 arcabuzeros escogidos, acargo del capitan Pedro de Urbina.

»Alos diez pasó el armada francesa avista de Laredo con viento próspero la vuelta de Galizia.

»A los 15 tuvo Don Aluaro de Bazan correo de los gobernadores dándole priesa que saliese con la armada, por haber tenido el mismo aviso de Don Sancho de Leyua, como habia aparecido la armada francesa sobre Fuenterrabia.

»A los 20 tuvo otro correo de los gobernadores en que le daban priessa saliese con la armada porque la de los franceses estaba en Galicia y habia saqueado las villas de Muros y Finisterra.

»Alos 18, habiendo recogido toda la gente de guerra y mar que habia de yr en la armada, partió Don Alvaro de Baçan de la Villa de Laredo, y navegando con prospero tiempo la vuelta de Galicia con 24 naos, porque la una habia dejado en Laredo por falta de gente, y hallando por la costa avisos muy ciertos de lo que hazia la armada enemiga, que los emviaba con mucha diligencia el conde de Castro, que era al presente gobernador en Galicia, avisándole de los muchos daños y robos que los franceses hacian, y que no se tenian por siguros en Santiago de Galizia por estar la gente de aquel Reyno mal armada y echar los franceses en tierra mas de cuatro mill hombres.

»A los 25 del mismo llegó la armada española á amanecer sobre el Cabo de Finisterra á los 25, el mismo dia de Santiago, adonde descubrieron la francesa que estaba trattando de componer la Villa de Muros. Dábanle los Gallegos ocho mill ducados porque no la saqueasen y los franceses pedian doze.

»Habiendose descubierto las dos armadas la una á la otra, se pusieron en orden de batalla y se acometieron con mucho ánimo y valor. La capitana de España embistió á la de Francia, y ora fuese del golpe, ora de un cañonazo, la echó á fondo y se ahogó la mayor parte de su gente, y hasta cien marineros y soldados de la de España, y hecho esto la capitana de España embistio a una nao francesa llamada la Prieta, que venia en socorro de su capitana, y peleó con ella y la rindió y tomó. Las demas naos francesas y españolas embistieron unas con otras y habiendo todas   —200→   peleado valerosamente, fueron vencidos y rendidos los franceses, habiendo sido degollados en la batalla mas de 3.000 franceses y los demas presos. Fuese una nao francesa con el arbol mayor quebrado de un cañonazo, de manera que quitada esta y la capitana que fue a fondo, fueron presas 23 naos. Duraria esta batalla dos horas, aunque antes se reconocio la Victoria. Murieron de los españoles hasta 300 hombres con los que se ahogaron y más de 500 heridos.

»Habida esta uitoria Don Alvaro de Bazan se desembarco en tierra, y fue á Santiago de Galicia a dar gracias á Dios y al bienaventurado Santiago de la victoria que le hauia dado, adonde fue recibido del conde de Castro y en la yglesia catedral con gran regocijo y Tedeum laudamus, y de alli despachó con la nueva de la Vitoria al capitan Navarrete a Valladolid, adonde estaba el Príncipe Nuestro Señor, que hoy reyna, y a los Gouernadores, y a Flandes a Diego Garcia de Paredes, para que la diesse al Emperador Nuestro Señor. Tuuieron gran contentamiento de la Vittoria hauida en la batalla nabal contra los franceses.

»El armada española quedó acargo de Don Alvaro de Bazan, hijo mayor del dicho Don Alvaro, que ahora es Marques de Santa Cruz, que yva con su padre, mançebo de 18 años. Dejole orden que tomando la armada francesa por popa de la suya, se fuese á esperalle al Puerto de la Coruña, adonde fueron luego desde Santiago con dicho Don Alvaro, el Conde de Castro y los oydores á la dicha ciudad de la Coruña, donde entró la armada española con grande alegria á los 15 de agosto y los dichos Don Alvaro, Conde y oydores á los 17.

»El Reyno de Galizia pidió que por ser el armada Real y haber contribuydo con 40 mil ducados para la dicha armada, y no haber llegado la enemiga con su presa á los puertos de Francia, se le debia de voluer y restituyr, y habiendose juntado el dicho Don Alvaro, Conde y Oydores, resolvieron y determinaron ser la demanda justa del dicho Reyno, y que se les volviesse á sus dueños toda la ropa y otras cosas que los dichos franceses les hubiesen tomado y se hallasen en su armada. Estimabase la presa en muchos miles de ducados: voluioseles la mayor parte dello, por que aunque se hizo mucha diligencia no se pudo escusar que la gente   —201→   de la armada española no se quedasse con algo y se hundiese mucha parte de la ropa de los dichos gallegos.

»Las naos de los enemigos se vendieron y se repartio la presa como es costumbre, y del dicho puerto de la Coruña partio el armada para bolverse á Laredo, de donde hauia salido á 20 de Setiembre.

»El Año de 1554, teniendo aviso la Ser.ma Infanta Doña Juana, Princesa de Portugal, Gouernadora de los Reynos de España por estar el Emperador y el Rey Nuestro Señor en Flandes; teniendo su Alteza nueua que habia salido de Francia una armada de doce naos y galeones con disiño de robar en la costa de España y esperar las flotas de las Indias para hazer lo mismo, proveyó su Alteza a Don Alvaro de Bazan por General de la armada de diez naos y galeaças para yr en busca de dicha armada francesa.

»Salió del puerto de Laredo con la dicha armada á 15 de abril de 1555 y habiendo buscado la armada francesa por la costa de España y islas de Canaria y Azores no la pudo hallar por haberse retirado la vuelta de Francia y habiendo tomado seys naos de cossarios, en vezes, se vino a invernar con la dicha armada en la bahya de Cadiz.

»Anduvo el dicho Don Alvaro con la dicha armada cinco años guardando las costas de España y navegacion de las Indias y en este tiempo tomó muchos bajeles de cossarios franceses, y defendió que ellos no hiziesen ningun daño en estas costas ni a las naos que yvan y venian de las Indias.

»El Año de 1564, habiendo venido un turco que se llamaba Ayaya con muchas galeotas al Peñon de Velez y de la Gomera por ser sitio cómodo y muy cerca de las costas de España y razonable estancia para bajeles de remo, las cuales galeotas hazian mucho daño á estas costas de España, y asi por esto como por haberse hecho pazes con el Rey Enrique de Francia, la Republica y Universidad de Seuilla offrescio asu Magestad de pagar ocho galeras por cuenta de averias para defender sus flotas y otros navios de mercancias, que danificaba aquel Cossario desde el dicho Peñon de Velez de que era alcayde. Tuvo Don Aluaro estas galeras y sirvio a su M.d con ellas en el socorro de Oran y la primera y ultima jornada del Peñon cuando se tomó, y el año de 1565 fue   —202→   al socorro de Malta con las dichas galeras y con otras 32 que se juntaron en Cartagena, Barcelona, Genova y Ciuitauieja, llevando en ellos quatro mill españoles que se embarcaron en Cartagena y 300 soldados uiejos del tercio de Lombardia que se embarcaron en la Ribera de Génova, en Bay, junto á Saona; de alli pasó á Civitavieja, a donde tuvo aviso del Papa que era perdido Santelmo en Malta y que se tenian nuevas que vendrian 60 Galeras de Turcos a estorvar el socorro de España y encargó el Papa al dicho Don Alvaro dos galeras de Gabrio Cervellon, su sobrino, que yva en servicio de su Magestad.

»Luego vino nueva que sobre el Rio de Roma que es diez leguas de Civitavieja havia parezido una gran banda de galeras Turquescas y parezia á algunos que se estuuiesse debajo de la artilleria de Civitauieja hasta tener mas nueva de los enemigos. Víno luego otro avíso, que habian contado sesenta galeras de Turcos, y Don Alvaro yba siempre su camino, bogando a cuarteles por esperar atener mas cierta nueva, y prestamente la tuvo de muchas personas que contaron las dichas galeras que eran 47, y con este aviso llamó á consejo á los capitanes de las galeras de la Señoria de Genoua y Centurion y a algunos caballeros principales que alli yban, y estando tratando de lo que se debria hazer, la guarda que yva en el garcés descubrió las galeras y habiendolas contado muchas veces no pareció que venian mas que hasta el número de 45 y asi se resolvió de yr a combatir con los enemigos poniendo las galeras en batalla por la orden que les habia dado, y yendo desta manera mas de dos leguas, reconocieron ser galeras que traya á cargo Juan Andrea, que yvan a embarcar seis mil Italianos que se habian hecho en el estado de Milan. Reconocidas las dos armadas; habiendose hecho salva la una á la otra siguió cada una su viaje.

»Llegó Don Alvaro á Napoles á XX de Julio adonde recogió el tercio de Napoles yendo por cabo de él Don Alvaro de Sande coronel de la Infanteria de Napoles y llego á Mesina a primero de Agosto donde hizo una suntuosísima entrada, llevando las galeras con muchas banderas y flamulas y haziendo gran salva de artilleria y arcabuzeria, de que no poco ánimo se dió a toda la gente para el socorro que se pretendia hazer á Malta.

  —203→  

»Don Garcia de Toledo General de la mar y virrey de Sicilia, aquien estaba cometido el socorro de Malta, salió a la marina a recibir a Don Aluaro con gran regozijo de su llegada, asi por lo que tocaba a su persona como por traer tan lucida bondad de galeras y Infanteria. Tuuieron luego consejo y pareció que mientras venia Juan Andrea pasasse Don Aluaro con la dicha Infanteria y se alojassen en la Isla de Sicilia a la parte de Catania y Zaragoça, y que hecho esto visitase 50 naos que tenia Don Garcia juntas en el Puerto de Zaragoça para la armada, y hauiendolas visitado y reconocido, voluio a Mesina a los imagen de Agosto adonde Don Garcia de Toledo juntó a consejo a los generales de galeras y a Don Alvaro de Sande coronel de la Infanteria de Napoles y á los mariscales de Campo y otros caballeros, entre los quales estaua Antonio Doria hombre de mucha esperiencia asi en guerra de mar como de Tierra, y Ascanio de la Corna, soldado muy platico y esperimentado, que por su persona vino á ser marques de Castellon. Don Garcia propuso las fuerças que traya la armada del Turco y el numero de galeras y infantería y naos de la armada de Su Magestad, y la necesidad que tenian el Maestre y caballeros de la isla de Malta de ser socorridos y dijo á Ascanio de la Corna que dijesse su parecer, el que respondió, que por lo que tocaba á la mar, y tener poca platica deseara escusarse siguiendo el del Sr. Don Garcia, mas pues queria que todauia dijese lo que le parecia, que seria de opinion que todas las cosas se pusiessen en orden para yr a socorrer a Malta y que se esperase tener mas ciertos avisos para con ellos resoluer lo que convenia hazer. Luego dijo que hablasse Don Alvaro de Bazan, el cual dixo que por lo que hauia propuesto el Sor Don Garcia no le parecia bastante la armada de su Mag.d para hazerse el socorro descubiertamente por tener gran ventaja la de los enemigos en numero de galeras, y que si las imagen naos estuvieran armadas de Artilleria municiones y gente, se podrian juntar con las galeras por ser en buen numero y yr a hazer el dicho Socorro; que aunque las naos y las galeras no hazen buena conserva, por ser tan cerca las Yslas de Sicilia de la de Malta, que de cabo Paxaro alla no havia mas que 60 millas de trauessia, y siendo el camino tan cerca se podria hazer con las naos y galeras; pero que estando las naos desproveydas   —204→   de lo necesario no convenia tratar desta manera de socorro y que asi seria de opinion que de todas las galeras de Su Magestad y Genova, Saboya, Florencia y Malta, se reforçasen sesenta poniendolas muy alijeradas, con la mejor chusma y gente, de cavalleros y marineros que hubiesse en las naos, y se embarcasen 90 soldados que salian a 150 por galera y que fuesen en todos 9.000, desembarcándolos de la armada en la mas cómoda parte que pareciese á los platicos de la Isla. Don Garcia replicó diziendo que andaban cincuenta galeras de guardia y que las podrian topar. Don Alvaro dijo que esta seria la mejor suerte que podrian tener porque los desbaratarian y con esto se levantaria el cerco, y que en todo caso convenia hazer el socorro á Malta por esta forma ó por la que mejor pareciese, y que aquello era lo que convenia al servicio de Dios y de Su Magestad, y reputacion de la Nacion española. Luego dijo que hablase Mosieur de Leni, General de las cuatro galeras de Saboya, el qual dijo que convenia mucho socorrer a Malta y con mucha breuedad, y que le parecia fuese con mas número de gente y galeras de la que decia Don Aluaro, y que no se perdiese hora de tiempo. Luego habló el General de las galeras de la Religion de Malta, suplicando a Don Garcia le diese licencia para entrar con sus galeras en Malta, de noche, aunque fuese con algun riesgo de perdellas, porque seria de grande importancia meter en aquella plaza hasta 450 caballeros, y que en lo demas se remitia a lo que pareciese al señor Don Garcia y á aquellos Señores.

»Don Juan de Cardona dijo que se debia esperar á tener mas cierta nuena de Malta de la que habia, y guiar el socorro conforme a lo que de ella se entendiese.

»Don Alvaro de Sande dijo que le parecia muy bien lo que habia dicho Don Alvaro de Bazan y que a su voto se tenia.

»Don Bernardino de Cárdenas dijo lo mismo.

»Antonio Doria dijo que convenia mucho al servicio de Dios y de su Mag. el breve socorro de aquella isla; pero que tambien se habia de considerar como se dejaba Sicilia, siendo los enemigos tan pujantes; y que se pusiese en orden todo lo necesario y se despalmasen las galeras y se ejecutase el socorro como mejor pareciese, y que le contentaba por entonces el parecer de Don Alvaro de Bazan.

  —205→  

«Con esto se acabó el Consejo y se empezaron á poner en orden las galeras con mucha priesa, y venido Juan Andrea con los italianos del Estado de Milan, se tornó a tratar del socorro y se resolvió que se hiciese con las sesenta galeras, y que Antonio de Oria quedase en Zaragoza con los soldados que no pudiesen ir en las galeras, por ser la mas importante plaza de aquella isla, teniendo, como tiene, un segurisimo puerto, capaz de un gran número de galeras.

»El año de 1568 proveyó su Mag. por General de las galeras de Nápoles a Don Alvaro de Bazan. Halló en aquel reino doce galeras; las diez armadas y las dos sin gente; las cuales armó aquel invierno, y otras, para la salida del verano. Y por haberse levantado los moriscos del reino de Granada, mandó su Mag. al Comendador Mayor de Castilla, lugarteniente del General de la mar, el Señor Don Juan de Austria, que fuese á la costa del reino de Granada y llevase dos galeras que tenia de España y doce del Duque de Florencia, aquien su Mag. daba la mitad del sueldo, y con aquello le servian; Cuatro de los Capitanes Bendineli y Mari; dos del Capitan Grimaldo, y cuatro de Lucian Centurion, que eran por todas 24 galeras, y que en ellas llevase 3.000 soldados del tercio de Nápoles para la dicha guerra de los moros de Granada, y que el dicho Don Alvaro de Bazan quedase corriendo las costas de Italia con sus 14 galeras y 10 de Sicilia.

»Habiendo partido el Comendador Mayor a los 14 de Marzo para Granada, y Don Alvaro a la dicha, se apartaron, yendo el Comendador Mayor a España con las 24 galeras, y Don Alvaro a correr las islas de Córcega y Cerdeña y las demas costas de Italia.

»En el golfo de Narbona, por la poca plática que el Comendador Mayor tenia de las cosas de mar, salió de las Pomas de Marsella con no buen semblante de tiempo y asi en el dicho golfo le cargó tanto y tan fortunoso maestral, que con grandisimo riesgo y peligro de ser perdido, tomó puerto con su galera sola en la isla de Menorca, en el puerto de Mahon, y de alli se reparó y vino á Palamós, adonde los turcos de su galera intentaron levantarse y llevarle a Argel, y habiéndolo intentado con mucho ánimo, fueron resistidos de los marineros y soldados de la dicha galera, y habiéndolo   —206→   remitido y tornados a poner en la cadena, se hizo justicia de los tres que fueron los autores.

» Las demas galeras corrieron a Cerdeña. Perdieronse en la mar sin que mas se supiese dellos, la Patrona de Florencia y la capitana de Mari. Otras dieron en tierra, y por todas se perdieron ocho galeras.

»Hallose a la sazon Don Alvaro de Bazan en el puerto de Caller, que es en la isla de Cerdeña, y sabiendo la nueva de la tormenta y pérdida de las galeras, juntó á Consejo a Don Alvaro Madrigal, Virrey de aquella isla y a Don Alonso de Bazan, su hermano, Don Bernardino de Velasco y a Don Martin de Padilla, que cada uno de estos caballeros eran capitanes de cuatro galeras, debajo del estandarte del dicho Don Alvaro, para ver lo que convendria hacer, y a todos pareció que dejando el dicho Don Alvaro de ejecutar el andar por las costas de Italia, embarcase en sus galeras, y en las demas que se pudiesen aderezar, de las que llevaba el Comendador Mayor, que habian corrido la tormenta, los soldados del tercio de Nápoles, y ansi lo hizo, dándoles socorro para que se repusiesen de vestidos, repartiendoles coseletes, picas y arcabuces a los que habian perdido las armas en la tormenta, y hecho esto y aderezadas las galeras, en que no gastó mas que cuatro dias de tiempo, partió para España, atravesando su camino la vuelta de Mallorca, y cerca de aquella isla tuvo aviso de un bajel de catalanes lo subcedido al Comendador Mayor, como está dicho, y que estaba en Barcelona con su galera, que ya la habia reparado del trabajo de la tormenta, y aunque a todos pareció que el dicho Don Alvaro siguiese su camino al socorro del reino de Granada con aquella infanteria y galeras, sin ir á Barcelona a juntarse con el Comendador Mayor, y que haciendolo asi, la infanteria y galeras llegarian antes al reino de Granada de lo que llegaran, aunque el Comendador Mayor no corriera tormenta, por la diligencia que habia puesto en el viaje y venir engolfado, en que se ganó mucho camino, y aunque esto parecia muy puesto en razon, no quiso Don Alvaro de lo coger al Comendador Mayor, pareciendole que si no lo hacia quedaba muy sin son el otro, y ansi fue a Barcelona, adonde fue recebido con gran regocijo de aquella ciudad y del Comendador Mayor, y escribió al   —207→   Rey lo que habia pasado hasta su llegada a Barcelona con la gente y galeras, y su Mag. se holgó mucho de la diligencia que puso en este negocio y de que hubiese venido a Barcelona a recoger al Comendador mayor, y le respondió su Mag. agradeciendoselo mucho todo.

»Partieron de Barcelona a 10 de Mayo del año 1569 e llegaron a Adra, que es una villa del reino de Granada; hallaron alli órdenes de su Mag. de desembarcar la infanteria del tercio de Nápoles. Estaba alli el Marques de los Velez con el ejército con que guerreaba a los moros levantados del reino de Granada, que seria de 7.000 soldados y 600 caballos, y Don Hernando de Valor, aquien habian levantado los moros por rey, estaba en la Sierra Nevada, en Valor, con más de 20.000 moros.

»Desembarcado el tercio de Nápoles, el Marqués de los Velez deseó mucho que Don Alvaro se quedase en su compañia y al Comendador y a Don Sancho de Leyva les pareció que convenia mucho que se hiciese, porque el Marques de los Velez, aunque tenia mucha opinion de hombre de guerra, no habia gobernado ejército, y asi, tenia poca plática desto y estaba muy embarazado con el que tenia en las manos, y asi se acordó que Don Alvaro quedase a ayudar al Marqués, y él holgó de hacerlo y de estar alli hasta poner en orden el ejército y dar la batalla a los moros, y asi lo hizo sacar de las galeras a Francisco Osorio para que fuese contador del ejército, y otras seis personas pláticas de cosas semejantes, para encargarles los bastimentos, pólvora y municiones y en tener cuenta con los bagajes y otras cosas necesarias en el ejército, y puesto todo esto en orden con toda diligencia, partieron á 20 de Julio, haciendo tres alojamientos; llegaron a un lugar que se llama Ujijar, habiendo tenido una escaramuza con los moros el dia antes. Fue la escaramuza en Lucailena.

»De Ujijar tenian muy cerca los moros rebelados, y aunque estaban en la Sierra Nevada, se resolvió el Marqués y Don Alvaro de que fuesen a pelear con ellos, y asi se hizo, y los moros vinieron a pelear con los cristianos casi abajo de la Sierra, adonde fueron desbaratados, y volvieron huyendo y desmamparando sus alojamientos, que era en Valor. Degolláronse algunos moros y tomóse mucho ganado y mugeres.

  —208→  

»Habida esta victoria se dio cuenta a su Mag., el que habia holgado mucho que Don Alvaro quedase a ayudar al Marqués, y se lo agradeció y le escribió dandole gracias con palabras muy favorecidas.

»A los 25 de Setiembre del dicho año, su Mag. por hacer merced al dicho Don Alvaro, atento a sus servicios y calidad de su persona y casa, le dió titulo de Marques de Santa Cruz.

Relacion de la jornada de la Liga

»En la ciudad de Mecina donde se juntó el Armada de la Liga, de Su Santidad, Magestad y Venecianos, se tuvo consejo general adonde se acordó que se deberia ir a pelear con la armada del turco, que habia andado haciendo daño en las tierras de Venecianos, y decian que estaba en Lepanto ó la Prevesa, y habiendo partido con la armada de la Liga el Sr. Don Juan de Austria, llegó a Corfo, isla de venecianos, de adonde partió y fue al puerto de las Gumenizas para tomar muestra de la Armada, y ver como estaba en orden, por ser un puerto despoblado y muy capaz de toda el armada, y tener mucha leña y agua y habiendo tomado muestra a toda el armada de su Mag. y Venecianos a los 3 de Octubre y resuelto de partir aquella noche, digeron al señor Don Juan que por cierta [asi] que habia nacido en algunas galeras de Venecia entre los soldados que su Alteza habia dado de su Mag. y los Venecianos, el General de Venecia, no teniendo consideracion á que estaba bajo el estandarte del Sr. Don Juan, por ser hombre alocado y de poco juicio, ahorcó a un capitan italiano, y que su Alteza debia proceder con gran rigor y castigar a dicho General; y visto esto, el Sr. Don Juan mandó llamar a Consejo al Comendador Mayor de Castilla, su lugarteniente; a Juan Andrea de Oria; a Don Juan de Cardona, General de las galeras de Sicilia; á Pedro Francisco de Oria, que por ser hombre de mar y de experiencia le llevaba el Sr. Don Juan a aquella jornada, y todos se sentaron juntos a una banda. A la otra estaba Don Alvaro de Bazan, marques de Santa Cruz y General de las galeras de Nápoles, el Conde de Pliego, que venia por Mayordomo   —209→   de su Alt.; Don Miguel de Moncada; Juan Vazquez Coronado y Gil de Andrade, que tambien fueron llamados a dicho Consejo, y el Sr. Don Juan propuso la insolencia del General de Venecianos y el gran desacato y delito que habia cometido con ahorcar aquel capitan, siendole dado por su Alt. con los demas capitanes pa armar y fornecer sus galeras, y estando delante de su Alt., aquien le pertenecia el conocimiento y castigo de cualquier cosa que se ofreciese, como a General de la Liga, y mandó que cada uno dijere su parecer cerca de lo que se habia de hacer en aquel subceso tan inconsiderado, y dijo al Comendador mayor que dijese su parecer, el cual dijo que el General de Venecia habia hecho gran delito, dino de que su Alt. le hiciese un castigo ejemplar.

»Juan Andrea dijo que el General de Venecia deberia ser castigado con todo rigor, y que su Alt. en ninguna manera se fiase de los venecianos, y que se debia de volver y no pasar adelante, porque en las aguadas y en cualquier parte que diesen fondo, habria luego pendencias entre los soldados de Su Mag. y Venecianos, pues estaba claro que los soldados de su Mag. se sintirian agraviados y se querrian vengar de los venecianos, y que asi tornaba a decir que su Alt. se volviese y no pasase adelante.

»Don Juan de Cardona dijo, encogiendo los hombros, que era de parecer que no se pasase adelante, y que su Alt. se debia volver y no fiarse de Venecianos en ninguna manera y que por no alargarse se remitia en lo demas al parecer del Sr. Comendador Mayor y Juan Andrea.

»Pedro Francisco Doria dijo que el conocia a los venecianos y que en ninguna manera su Alt. se fiase de ellos, y que se volviese, porque el delito que habia hecho el General era gravisimo y que su Alt. deberia castigar con gran rigor sin dilatallo.

»Habiendo hablado los cuatro desta parte, mandó el Sr. Don Juan que hablase el Marques de Santa Cruz, el cual dijo que en ninguna manera convenia que su Alt. se volviese, y que le suplicaba que tuviese consideracion al trabajo y gasto con que se habia conducido alli aquella armada tan grande y real, y que su Mag. y Señoria de Venecia y las demas potestades y principes de la cristiandad estaban a la mira esperando el subceso de aquella jornada, y que no le parecia que se cumplia con la obligacion   —210→   que su Alt. tenia, volviendose, por solo decir que el General de Venecianos hiciese un disparate como el que habia hecho en ahorcar aquel capitan, y que el castigo podria su Alt. suspender para adelante, y queriendo buscar a los enemigos, cada uno entenderia en apercibirse para el dia de la batalla, y con esto no habria pendencias entre la gente de su Mag. y venecianos, y que si se volviesen, en tal caso tendria por mas ciertas las pendencias, echándose la culpa unos á otros, y que sabiendo el armada enemiga que su Alt. se volvia, vendria sobre nuestra armada y que seria muy posible perderse la nuestra, porque en tan grandes flotas de navios, poco desconcierto era mucho y que alli seria muy posible tener lo que junto con la reputacion que se perderia volviéndose, se podrán prometer de cualquier mal subceso, y que asi suplicaba a su Alt. siguiese su viaje, que Dios seria servido de darle vitoria, pues era la causa suya.

»El Conde de Pliego dijo que habiendo visto el diablo aquella tan poderosa armada que la Cristiandad habia juntado, pa estorbar el buen subceso habia resuelto aquel negocio pa que se dejase de hacer la jornada que se esperaba, que el tenia por cierto seria muy en servicio de Dios, y que era de parecer que su Alt. fuese adelante y no se volviese.

»Don Miguel de Moncada dijo que era del parecer del Marques de Santa Cruz.

»Gil de Andrade dijo que suplicaba á su Alt. que en ninguna manera se volviese, porque tenia una muy hermosa armada junta, y que esperaba en Dios tendrian muy buen subceso.

»Juan Vazquez de Coronado dijo que su Alt. debia de seguir el parecer del Marques de Santa Cruz y no volverse en ninguna manera.

»D. Miguel de Moncada, Juan Vazquez Coronado, Gil de Andrade, Pedro Francisco Doria, estos eran del Consejo del Sr. Don Juan en su plaza, y su Mag. daba a cada uno 50 esc. cada mes de sueldo, y este dia, por ser negocio extraordinario, los juntó el Sr. Don Juan con los Generales y el Conde de Pliego.

»Acabado el Consejo, que seria al anochecer, el Sr. Don Juan, sin haber tomado ninguna resolucion, envio a llamar a Marco Antonio Colona, al que dijo la insolencia que habia hecho Sebastian   —211→   Venero, General de los venecianos en haber ahorcado aquel capitan de infanteria. Marco Antonio le respondió que el General era un loco y que su Alt. lo debria castigar, pero no por eso dejar de pasar adelante con su armada, y que Barbarigo, proveedor de venecianos, que era hombre muy entendido, estaba muy sentido de lo que habia hecho el General, y que su Alt. no dudase de que todos no seguirian con mucho ánimo, y con esto se fue á su galera.

»El Sr. Don Juan se bajó a su camara y tornó a llamar a Consejo a los mismos, los cuales fueron del mismo parecer que en el Consejo pasado, y siendo ya cuatro horas de noche, el Sr. Don Juan se levanto del Consejo sin haber tomado ninguna resolucion, bien confuso, y el Comendador mayor le dijo de alli á un poco; V. Alt. vea lo que quiere hacer, porque de la parte del Marques de Santa Cruz hay un voto mas que de la nuestra. Su Alt. respondió con gran resolucion; pues así es, vamos adelante y sigamos el parecer del Marques; y así se caminó adelante a un puerto que se llama Petela, questá cerca de las Escochulazas y Lepanto. Allí tornó el Sr. Don Juan á hacer Consejo de lo que se haria, á los 6 de Octubre. El Comendador Mayor y Juan Andrea eran de parecer que con haber llegado allí habian cumplido, y que se podia volver el Sr. Don Juan si la armada del Turco, questaba en Lepanto, no salia, y que esperase allí otro dia a ver si salia la armada. El Marques de Santa Cruz dijo que su Alt. saliese con su armada otro dia muy de mañana y se pusiese en batalla á las bocas de Lepanto, quince millas afuera, y que alli esperase dos horas, y que si larmada saliese podia combatir con ella, y que si no saliese, tirar toda el artilleria y arcabuceria y arbolar muchas banderas y volverse.

»D. Juan de Cardona dijo que no le parecia se debia hacer aquella salida, porque a la vuelta podia venir el armada del Turco sobre la nuestra ó subceder algun temporal de que resultase algun inconveniente de pérdida de galeras y que era mejor irse al puerto Higuera, que era del otro cabo de Lepanto y el camino que la armada enemiga habia de llevar para ir a Constantinopla, y que si no saliera de Lepanto el Sr. D. Juan se volveria.

»El Principe de Parma que a la sazon se habia hallado en la   —212→   Real, el Sr. Don Juan le mandó entrase en Consejo; fue de parecer que se hiciera la representacion de la batalla como el Marques de Santa Cruz decía, y que si la armada del Turco no salía, su Alt. ganara mucha reputacion con los enemigos, y que en cuanto al temer del tiempo, como decia Don Juan de Cardona, que pues habian venido de España hasta alli sin haber tenido ningun mal tiempo, esperaba en Dios que le daria otro dia de buen tiempo con que se pudiese hacer la representacion y volverse el Sr. Don Juan al puerto.

»En los demas del Consejo hubo varios pareceres, y el Sr. Don Juan resolvió de a otro dia hacer la representacion, y el armada del Turco salió de Lepanto á buscar la nuestra y asi se vino á dar la batalla otro dia 7 de Octubre.

»Estando el Sr. Don Juan en la Real a vista de los enemigos, el Marques de Santa Cruz vino a dar a su Alt. la norabuena de haber parecido el armada del Turco, diciendo a su Alt. que de grandes príncipes era buscar las grandes ocasiones; que esperaba en Dios que su Alt. tendria aquel dia una gran vitoria y que del y de sus 30 galeras podria su Alt. estar cierto que con todo animo y valor le servirian y harian el debito, y que lo mismo entendia de las demas galeras del armada. Vino el Marques armado con unas ricas armas muy doradas y el muy galan y con muchas plumas y muy regocijado. Su Alt. le respondió abrazandole y agradeciendole mucho lo bien que habia hecho en haber procurado tanto en los Consejos que habia habido, conducirle al término en que se hallaba, y asi se volvió el Marques muy contento a poner en orden las 30 galeras que llevaba de socorro, que le fue dado por el Sr. Don Juan aquel cargo a pedimiento de los venecianos y del General del Papa por ser tan importante y adonde convenia persona de gran confianza.

»El Sr. Don Juan mandó poner toda el armada en batalla, conforme a la orden que tenia dada, y salió en una fregata discurriendo por toda larmada, hablando y animando la gente, y volviose á la Real. Yendo para embistir a los enemigos envio decir a Juan Andrea que llevaba a cargo el cuerno derecho, con el capitan Orgas, que se juntase con la batalla y fuese en el lugar que le estaba señalado, que habia de haber de la postrera galera de la batalla   —213→   a la primera del cuerno derecho tanta distancia como pudiesen pasar dos galeras á la par bogando, y el dicho Juan Andrea se habia desviado dos millas a la mar, y habiendole dado el recado del Sr. Don Juan el dicho capitan, respondió Juan Andrea que el haria lo que era obligado, y yendose de aquella manera, los turcos por aquella parte vacia dieron en las galeras del cuerno derecho y degollaron toda la gente de la Capitana de Malta y de otras 20 galeras, y por allí se salvo el Uchali con 25 ó 30 galeras.

»Viendo que los turcos llevaban lo peor por las otras partes y que la galera real turquesca parecia estar en términos de perderse, Don Alonso de Bazan con 10 galeras de socorro acudió á la parte del Cuerno derecho y estorbo y quito á los turcos que nos llevasen aquellas 20 galeras que habian degollado la gente dellas.

»El Marques de Santa Cruz acudió a la batalla con otras 10 galeras, y enviando a Don Martin de Padilla con otras 10 al cuerno siniestro, y estando el Sr. Don Juan peleando con la real del turco, le venian á embestir por el lado de la popa dos galeras turquescas, que se les habia asi encargado lo hiciesen; la una venia toda dada de verde y la otra roja, y antes que llegasen a la Real, el Marques embistió a la galera verde, la cual venia armada toda de genizaros, gente muy escogida y en mucho numero, de manera que yendo muy bien armada la capitana del dicho Marques, fue menester pelear con esta galera tres cuartos de hora y habiendo muerto y herido 80 hombres de la capitana del Marques y a el dadole tres arcabuzazos, uno en la rodela y dos en el peto fuerte, fue rendida la galera turquesca y degollada toda la gente della, y tambien murió el capitan, que se llamaba Mamí, del Mar Negro.

»Acabada la batalla, el Marques y Juan Andrea, Don Juan de Cardona, Don Alonso de Bazan, Don Martin de Padilla y Don Bernardino de Velasco, que estos tres eran capitanes de cuatro galeras debajo de estandarte del Marques de Santa Cruz, y otros muchos caballeros, fueron a la galera Real a dar la norabuena de la jornada al Sr. Don Juan y de tan gran vitoria, y el Sr. Don Juan los recibió con mucha alegria, abrazandoles a todos y agradeciendoles lo bien que se habian señalado y peleado aquel dia en servicio de Dios y de su Mag., y aquella noche con mucho   —214→   regocijo cenaron con el Sr. Don Juan habiendolos él convidado, el Comendador mayor, Juan Andrea y el Marques de Santa Cruz.

»Llegada la armada a Corfo, isla de venecianos, se hizo la particion de la presa y su Alt. tubo por bien que de las 37 galeras y 3 galeotas turquescas que el Marques de Santa Cruz tomó con las 30 galeras de Nápoles de que era General, diese la galera verde al monesterio de San Francisco de Corfo, que los turcos de la dicha armada le habian quemado pocos dias habria, pa ayuda del reparo de aquella casa, y asi la dio a los frailes.

»Llegada larmada de su Mag. a la ciudad de Mecina, habiendose repartido la presa en Corfo entre su Mag. y venecianos, se repartio la parte que toco a su Mag. entre los Generales y gente de las galeras conforme a las instrucciones de su Mag., y antes que se hiciese el repartimiento, un dia, estando muchos caballeros con el Sr. Don Juan, llamó al Marques de Santa Cruz y le dijo que si el tuviera de que hacelle la merced que merecia el servicio que habia hecho á su Mag. en aquella jornada y lo bien que se habia señalado y peleado el dia de la batalla, que tuviese por cierto lo hiciera muy cumplidamente, y siendo esto asi, no podia hacer mas por entonces que darle alguna parte de la presa de mas de lo que le tocaba por la instruccion de su Mag. como Capitan general de las galeras de Nápoles, y que asi rescibiria mucho contentamiento de que tomase cuatro galeras turquescas pa sí.

»El Marques tuvo esto por muy gran merced y favor y lo agradeció mucho el Sr. Don Juan, y asi se le dieron al Marques la galera capitana turquesca de Mamí Chiribi, proveedor de latarazanal y la galera de Mostafá, hijo de Pertan-Bajá, que venia por general de la gente que saltaba en tierra de larmada; la galera capitana de Metelí; la capitana de Mahamete el Izquierdo. Todas estas cuatro galeras llevó el Marques a Nápoles y las armó, y despues las compró su Mag. en 56.000 ducados.

»El año de 1572 sacó el Marques de Santa Cruz 38 galeras armadas de Nápoles, es a saber; las 4 que le dió el Sr. Don Juan y otras 4 que armó por cuenta de su Mag., y habiendose juntado en Corfo el armada de los venecianos y de su Santidad, despues que los dichos venecianos y Marco Antonio Colona se habian visto con la del turco y representado la batalla.

  —215→  

»Tornó su Alt. a ir en busca con la armada de su Mag. y venecianos, questaba el armada del Turco en Modon, algo maltratada por haber alguna gente enferma. El Sr. Don Juan vino a amanecer cerca de Navarino, ques junto a Modon, y allí parecieron algunas galeras turquescas que se iban la vuelta de Modon, de adonde salió Aluchalí con un buen numero de galeras a representar la batalla a su Alt., y su Alt. mandó poner en orden su armada y fue la vuelta de los enemigos á pelear, y la armada del Turco se retiró y metió en Modon, y el Sr. Don Juan llegó cerca de Modon y se pasó por un lado de la tierra la vuelta de las islas de la Sapiencia, que es junto a Modon, y como tan grande armada no pudo ir siempre en la orden que conviene y era ya tarde, casi a puesta de sol, Aluchali, General de la armada turquesca, visto que la nuestra iba algo desordenada, salio con hasta 150 galeras y empezó a apretar a nuestra armada, tirando muchos cañonazos. El Sr. Don Juan volvió a los enemigos con su Real, haciendo señal a que toda la armada volviese, la cual estuvo muy desordenada, y siendo menester ponerse en batalla por hacer cara a la de los enemigos, viendo el Marques de Santa Cruz que el proveedor veneciano Soranzo, que llevaba a cargo el cuerno siniestro, como no plático de las cosas de la mar fuera muy posible a no darse maña a tomar su lugar, y siendole mas comodo ponerse en el del Marques de Santa Cruz, que era a el cuerno derecho, el dicho Marques con gran presteza se resolvió de irse al lugar de Soranzo, como lo hizo, y hecha su frente de la escuadra de galeras que llevaba a cargo, empezó a hacer rostro a los enemigos, tirandoles de cañonazos, y con esto tuvieron lugar de ponerse en orden las galeras de la batalla y cuerno derecho, y hicieron tornar a retirar a los enemigos a Modon.

»Hecho esto en que el dicho Marques mostró lo mucho que entiende de las cosas de la mar y la gran diligencia con que las ejecuta, se fue a la galera del Sr. Don Juan donde se acordó de ir otro dia a hacer agua á un rio questa cerca de Coron, y asi fue la armada: allá echaron la gente en tierra y hicieron el aguada, la que se hizo muy a placer, llevando los enemigos lo peor en la escaramuza.

»Hecha el aguada y recogida la gente, el Sr. Don Juan tuvo   —216→   Consejo de lo que se haria: acordose que su Alt. fuese a Modon y que fuese delante del armada como dos millas Antonio Doria con 20 galeras y reconociese lo que pudiese de como estaba el armada en Modon y si podria ir á pelear con ella, y con esta orden asomó nuestra armada por la parte de Coron, entre la isla de la Sapiencia y tierra firme, a 3 millas de Modon, adonde salieron muchas galeras turquescas a escaramuzar y tirar de cañonazos a nuestra armada, y asi Antonio Doria no pudo reconocer mas que lo que toda el armada, por ir casi toda junta, y viendo que los enemigos estaban debajo de la fuerza de Modon, adonde habia muy buena artilleria y tambien la habia en otra montañeta, y un jelote; que todo ayudaba por la guarda de larmada turquesca, tratose en Consejo de echar gente en tierra y tomar la montañeta y artilleria que estaba en ella, que fuera cosa facil saliendo hasta 8.000 soldados. No se hizo porque no habia agua en la montañeta pa ellos, y no podian estar las galeras alli pa darles socorro, por ser mala costa, y tambien, sacados de las galeras 8.000 infantes, no era bastante numero de gente pa poder resistir a lo que pudiera cargar del armada de tierra, y larmada quedaba muy desguarnecida de gente estando tan vecina a la de los enemigos, y asi acordo el Sr. Don Juan de salir por de fuera de las islas de la Sapiencia y irse al puerto de Navaríno.

»En el puerto de Navarino estuvo su Alt. algunos dias y alli acudió gran numero de caballeria turquesca y de gente de larmada para defender que no hiciese aguada la nuestra, y habiendo salido un día á hacer el aguada, tuvo el Sr. Don Juan aviso que venia Aluchali con 8.000 turcos y toda la caballeria. Mandó al Marques de Santa Cruz saliese con 4.000 soldados del tercio de Nápoles á dar calor á los otros soldados questaban en guarda del aguada, porque no rescibiesen daño de los enemigos, y habiendo salido el Marques con dicho tercio de Napoles, tuvo escaramuza con los enemigos, y sin que hiciese ningun daño a los nuestros, mas que haber muerto a Don Diego de Rojas, de Jaen, sobrino del Marques de Denia, y otros dos soldados, hizo retirar los turcos y caballos con pérdida de algunos turcos y caballos que las mangas de arcabuceros y los arcabuceros sueltos mataron.

»Otro dia ordenó su Alt. que el principe de Parma pusiese sitio   —217→   a la fuerza de Navarino, ques un Castillo con alguna poblazon dentro, questa a un cabo del puerto, y habiendo ido el Principe con la dicha gente, no se tomó la fuerza porque la entró mucho socorro de la gente del armada, y por esta razon mandó el Sr. Don Juan al principe de Parma que se retirase, y retirada la gente, y embarcada el artilleria, a los 7 de octubre por la mañana, que fue el mesmo dia que se ganó la batalla el año antes, al salir del sol pareció una nao veneciana que venia de Candia delante de Modon junto á las islas de la Sapiencia, y como dieron nueva della al Uchalí, y que era bajel muy grueso, ordeno a Mahamete Bay, nieto de Barbaroja, que era capitan de fanal, y el mas principal hombre que había en la armada turquesca, que saliese á combatir la nao que parecia, y por ser bajel muy grueso llevo Mahamete consigo 30 galeras.

»Descubriendose de Navaríno la nao veneciana y las galeras turquescas que la empezaban a combatir, salió el Sr. Don Juan con su armada a defender la nao y Luchali salio con la suya por dar calor y amparar las 30 galeras que combatian la nao, y salidas las dos armadas empezaron a escaramuzar la una con la otra y dandose de cañonazos y viendo Mahamete Bay que no podia salir con la empresa de la nao por el socorro que le venia, hizo que se volviesen las galeras á juntar con Luchali, quedándose él en retaguardia con su galera y otras cuatro.

»Salieron en socorro de la nao y a pelear con las galeras que iban a combatilla las galeras siguientes: La Capitana del Papa; la Capitana de Canalete, veneciano; la Capitana de Sicilia; Patrona de Sicilia; Patrona Real y otras 14 ó 15 galeras, y el Marques de Santa Cruz con la Capitana de Nápoles, la ultima de las galeras; las demás galeras estaban con su Alt. escaramuzando y tirandose de cañonazos con las galeras turquescas.

»Las 30 galeras que se iban retirando, que habian salido á la nao, pasaron a juntarse con las de Al Uchalí, sin que se lo estorbasen las nuestras, porque no debieron de poderlo hacer. El Marques de Santa Cruz embistió la capitana de Mahomete Bay, nieto de Barbaroja, a vista de las dos armadas y peleó con ella, y en poco más de media hora fue muerto el General y degollados más de cien genizaros turcos y rendida la dicha galera, que traia 250   —218→   soldados, los mas genizaros y al Capitan dellos, el que escapó herido. De la galera del Marques hirieron 30 hombres y entre ellos á Don Luis Henriquez, gentil hombre de la boca de su Mag. hijo del Marques de Alcañizas, de un flechazo, de que estuvo con mucho peligro. Mataron al sotacomitre y a otros seis soldados y marineros de la dicha galera del Marques. Mahamete Bay se pudiera salvar, sigun se entendió de los de su galera, si quisiera dar el timon a la banda y apartarse del camino que llevaba, porque el Marques no le siguiera, porque las galeras turquescas que venian en socorro le cortaran el camino. El respondió a los que lo dijeron, que no habia mudado camino por nadie y que menos lo haria por aquella galera, y que si otra vez se lo deian les rompería la cabeza a los que en ello hablasen; que cada uno apercibiese sus armas, que el tenia esperanza de tomar aquella galera.

»Era la Capitana de Mahamete Bay, bastarda; hermosa galera armada de cuatro y cinco cristianos a banco, con muy ricos ornamentos de tendales y banderas y aljubas de tela de oro y otras sedas, y asi fue muy rico saco pa los soldados el desta galera. Fue una suerte la que el Marques hizo con esta galera, de mucho ánimo y valor, pues estando a vista de las dos armadas, a donde pudiera ser muy bien socorrida de los turcos, la imbistió, y peleando valerosamente la tomó y llevó por popa al Sr. Don Juan, sin que ninguna de las otras galeras se atreviese a hacer otro tanto, teniendo en la mano la misma ocasion con las otras galeras que se volvían, que habian salido a combatir la nao.

»Su Alt., recibió al Marques con gran contento, dandole grandes gracias de lo que habia hecho y por lo que habia honrado la nacion española, y porque entendió que el Marques no habia comido, mandó que le trujesen de comer y su Alt. tornó a comer con él por tenerle compañia.

»Con este subceso, viendo que no era de efeto la estada del armada en aquella parte, se volvio el Sr. Don Juan a Corfu, adonde le pareció a su Alt. y al General del Papa y Venecia que la galera capitana de Mahamete Bay que habia tomado el Marques, se le diese, con mas el capitan de los genizaros por joya, y 60 turcos que se tomaron vivos, se repartiesen entre su Mag. y   —219→   Venecianos, y habiendo estado el Sr. Don Juan en Corfu 5 ó 6 días, se fue la vuelta de Mesina, adonde tuvo correo de su Mag. y entre otras cosas que le escribia habia capitulo en la carta en que le ordenaba dijese al Marques de Santa Cruz que le hacia merced de la encomienda de Alhambra y Solana, que valia 6000 ducados de renta, asigurandole que en lo que se le ofreciese tendria mucha cuenta de hacerle merced.

»El año 1572 invernó el Sr. Don Juan en Nápoles y tuvo orden de su Mag. que la primavera del 73 saliese con larmada y fuese a tomar a Tunez, porque los turcos habían quitado aquel reino al rey moro Hamida que lo tenia como vasallo de su Mag. y los turcos iban juntando galeotas y otros bajeles en Biserta y en otros lugares marítimos de aquel reino y en las islas de los Gelves y Querquenes. Su Alt. por algunos inconvenientes que hubo no pudo salir a hacer esta jornada hasta el mes de Agosto, que pasó en Sicilia y en Octubre a la Goleta, adonde desembarcó su ejercito, y en Tunez estaba Lobadan Baja con hasta 2.000 turcos. Como vió larmada, aquella noche quiso dar muestra de su gente haciendo grande salva de artilleria y arcabuceria. El Sr. Don Juan salió otro dia con su ejercito de la Goleta y se fue a alojar a unos pozos que estan a media legua de Tunez, habiendo tenido nueva que los enemigos estaban muy temerosos y con animo de no esperar el ejercito, y con este aviso su Alt. ordenó al Marques de Santa Cruz que fuese con 4.000 hombres a Tunez y si pudiese apoderarse de la ciudad y alcazaba lo hiciese. El Marques cumpliendo la orden del Sr. Don Juan, marchó luego con la dicha gente, y llegado a Tunez, huyeron y desampararon la ciudad y alcazaba los turcos y moros que allí estaban, y los soldados tuvieron aquella noche buen alojamiento y buen saco.

»Otro día por la mañana vino el Sr. Don Juan con el ejercito y le salio á recebir el Marques y entrego las llaves de lalcazaba, adonde se aposentó su Alt. y el ejercito en la ciudad. Estuvo alli ocho dias y los soldados tuvieron siempre muchos carneros y gallinas y vacas y buen saco de ropa, que hallaron mucha cantidad en los pozos y aljibes. Aquel invierno estuvo su Alt. en Nápoles, y de alli se fue a Milan.

»El año de 1576 empezó a sacar el Marques de Santa Cruz sus   —220→   40 galeras, que por orden de Su Mag., se habian resumido a este numero, de las 50 que traia, y empezando a navegar desde los 15 de Marzo que envio á Don Francisco de Benavides con cuatro galeras en Levante, el que tomó dos bajeles de remo de turcos, y en el golfo de Satalias y sobre la isla de Rodas tomó y echó a fondo ocho navios turquescos, siete caramuzales y un galeon, que los caramuzales son navios de porte de hasta 200 toneladas. Tomó vivos en estos bajeles 200 esclavos, y llegados a la isla de Candia, en puerto Suda, los venecianos convidaron al dicho Don Francisco a cenar y le prendieron y retuvieron su galera. Las tres galeras vinieron, habiendo marinado el galeon y dos caramuzalies cargados de arroz, lino, índico, azucar y otras cosas que se llevan de Alejandria a Constantinopla. Llegaron las tres galeras a la Fosa de San Juan, ques junto a Mecina, a los 20 de Mayo, adonde hallaron al Marques de Santa Cruz y le dieron cuenta de lo que hicieron los venecianos, que como malos cristianos procuraban no se hiciese guerra á los turcos. Para estorvarles que no pasasen adelante ni hiciesen mas daño en aquellos mares, habian prendido a Don Francisco por engaño, y habiendose fiado dellos como de cristianos y servidores de Su Mag.

»Sabido esto por el dicho Marques, dio luego aviso de tal insolencia a Su Mag. y al Sr. Don Juan, questaba en Milan, y a los demas ministros de Italia, y como pensaba ir en busca de galeras venecianas y castigarles conforme á lo que merecían, y insolencia que habian cometido en Candia. De la Fosa de San Juan se fue el Marques con sus galeras a Zaragoza, adonde embarcó 4.000 soldados de que era Maestre de Campo Don Lope de Figueroa, y dos compañias de Sicilia y otra del tercio de Napoles, que hacian todas el numero de 5.000 españoles, y fue a Malta, adonde trató con el Maestre lo que se podia hacer en Berberia, y habiendo juntado a los de su consejo, pareció a todos que ninguna jornada se podia hacer mejor que la de los Querquenes, por ser una isla muy cerca de tierra firme, casi tan grande como la de los Gelves, tierra que nunca habia sido emprendida de ninguna armada ni gente, de que hubiese memoria, por ser cerca de grandes bajios, los cuales habia reconocido el Marques otra vez que habia andado por aquella costa, y asi se concertó la jornada y   —221→   porque pareció que convenia llevar caballeria, por ser la isla llana y adonde podia hacer mucho servicio la gente de acaballo, y asi se acordó que fuesen 50 de acaballo, y el Maestre proveyó que se diesen de aquella isla 50 yeguas con sus sillas y frenos, que allí las tienen en lugar de caballos por serles de menos costa. Estas se repartieron por las galeras que eran 32 del Marques y 4 de Malta, señalando luego por capitan de la gente de caballo un caballero napolitano de la orden de San Juan que se llamaba Juan Bautista Caracholo, y algunos caballeros de la dicha orden y otros de las galeras se repartieron las yeguas para que las sacasen en tierra y sirviesen en ellas.

»Embarcadas las yeguas y puestas en orden las 4 galeras de la Religion, que todo se hizo en dos dias, partió el Marques para los Querquenes. Llegó a los 22 de Junio y habiendo acertado bien a entrar por los secaños, llegó con las 36 galeras a tiro de ballesta de la isla y por ser muy tarde no se pudo aquella noche echar la gente en tierra. Vinieron los moros de la isla con alguna gente de a caballo y mucha gente de a pié. Trabose escaramuza con ellos por la gente que andaba en los esquifes y habia salido desmandada, y habiendo tomado dos moros negros y ellos muerto dos cristianos en una fregata, se retiraron.

»Aquella noche se hicieron planchas sobre los trinquetes y entenas de trinquetes y espigones pa echar la gente y caballeria en tierra, porque en ellas y en los esquifes y fregatas pudiese salir en dos ó tres barcadas, y asi se hizo, y otro dia, vispera de San Juan, salió la gente en tierra muy de mañana y formando tres escuadrones, los dos de infanteria española que iba en las galeras, y el otro de los caballos y soldados de la Religion de San Juan, que serían 800 hombres, a los cuales acompañó el Marques con 1.200 soldados porque fuese de mas gente, que por todos eran 2.000, y habiendo formado los dichos tres escuadrones y hecho una frente dellos guarnecidos, y con sus mangas de arcabuceria, marchó el Marques por la isla, llevando a cargo el escuadron de la mano derecha, en que iba la Religion de San Juan, el Comendador Romegas, General de las galeras de Malta, y el de la mano siniestra Don Lope de Figueroa. En el de enmedio iba el Marques, y como Capitan general, acaballo con otros caballeros que   —222→   le siguian, dando orden en lo que se habia de hacer y por la forma en que habian de marchar.

»La gente de acaballo iba descubriendo la isla, que serian hasta 50, con su estandarte. Los moros de la isla se hallaron sin capitan, por haber ido su jeque dos dias antes que llegasen las galeras a tierra firme, y asi habiendo reconocido los cristianos que caminaban en tan buen orden, fueronse retirando al cabo de la isla, y nuestra gente siguiendolos y pasando despues por unos brazos de agua que habia, por repararse en otros islotes y en los secaños y pesqueras que tenian, fue necesario dividir la gente, y que Don Lope de Figueroa fuese con su escuadron, que llevaba marchando por la mano siniestra la vuelta de Levante: la caballeria pasó el agua a las rodillas y algunas veces a los pechos, y alcanzaron los moros y peleando con ellos los nuestros, lancearon algunos de los moros, los cuales hirieron a los capitanes Medrano y Simancas. La infanteria del escuadron del Marqués pasó a las isletas, adonde, de nuestra gente y caballos fueron presos muchos esclavos, mugeres y niños, y otros ahogados en los secaños y pesqueras, y algunos se escaparon en barcos que tenian en las pesqueras, a tierra firme, que serian hasta 800 personas, de los cuales tomó el Marques tres barcos en que irian mas de 300 esclavos, entre mujeres, niños y hombres. La demas gente que se tomó en la isla, que serian hasta mill animas, y porque los soldados trabajaron mucho, que se mojaron sus armas y ropa, el Marques no quiso parte de la presa y dejoles todo lo que habian tomado, que de los esclavos hubo mucha ropa que saquearon en siete casales que habia en la isla, en que estaba repartida la poblacion.

»Los Querquenes es tierra muy llana con muchas arboledas de palmas, de que cojen grano de dátiles. Tenian los moros mucho aprovechamiento de las pesquerias y gran numero de ovejas y carneros, que sigun se entiende, los que mataron y llevaron la gente de las galeras, fueron mas de 15.000 cabezas. Tambien tenian muchos caballos.

»Hecho esto y habiendose embarcado toda la gente con la presa que llevaban, fue el Marques con las galeras a hacer agua a Africa, que es la ciudad que tomó Andrea de Oria y Juan de Vega y Don Garcia de Toledo, y despues se dejó.

  —223→  

»Acudieron algunos moros a la aguada, con quien se trabó escaramuza, y hecha el aguada se fue el Marques la vuelta de Susa para saquear aquellos lugares, y estando cerca encontró un navio de cristianos que el mesmo dia habia salido de Susa, que le dio aviso que los moros de Susa y Monesterio y de otros lugares de aquella costa, habiendo desamparado y salidose huyendo dellos, por tener nueva que el Marques habia saqueado la isla de los Querquenes, y que el habia pasado de Susa aquella mañana y no dejaba gente dentro.

»El Marques, por llevar muy embarazadas las galeras con la infanteria, presa y caballeria, visto que no podia hacer nada en aquella costa, por estar todo avisado, se resolvió de volver a Malta, adonde llegó a los 29 de Junio y fue recebido con grande alegria del Maestre y toda la Religion, y desembarcados las yeguas y la gente de la Religion, y habiendo hecho presente al Maestre, Baylios y otras dignidades de la Religion, de 50 esclavos, se volvió a Zaragoza de Sicilia, de donde habia partido.»

Aquí termina el manuscrito, que llena diez y nueve hojas en folio, con señal evidente de haber sido cortadas por el margen otras siete. En la copia hecha por distintas manos, no se ha cuidado de reproducir con escrupulosidad la ortografía incierta del original.

Madrid 9 de Febrero de 1888.

Cesáreo Fernández Duro.




ArribaAbajoII. El rey D. Fernando II de Aragón en la historia parlamentaria de Cataluña

Por medio del Excmo. Sr. D. Víctor Balaguer, á quien la noble tierra catalana, su patria, debe, como es notorio, eterna gratitud, ha recibido, no há mucho, nuestra Academia una erudita   —224→   Memoria, escrita por su docto correspondiente en Villanueva y Geltrú D. Teodoro Creus, y titulada Un golpe de Estado hasta aquí desconocido en la Historia de Cataluña, sobre la cual, cumpliendo el grato encargo para el que tuvo á bien designarme el señor Director de este alto cuerpo, me toca emitir breve informe.

El autor de la Memoria, después de una corta introducción donde describe los manuscritos inéditos que le han inducido á penetrar en cierta región arcana de la historia parlamentaria de Cataluña por una senda tan difícil y ardua como desconocida hasta el presente, divide con acertado método su excursión en dos partes. La primera se concreta al estudio de los hechos que evidencian la realidad ó certeza del golpe de Estado; la segunda investiga los móviles de semejante acción y sienta las consecuencias.

La acción se reduce á que debiéndose elegir en 1488 los diputados y oidores de la generalidad, esto es, la representación permanente de los Estados catalanes, con arreglo á lo que venía practicándose de trienio en trienio desde el año 1455, por acuerdo de las Cortes aquel año reunidas en Barcelona, sufrió dicha elección un cambio radicalísimo. En ella intervino el rey D. Fernando con absoluta autoridad, ordenando á su lugarteniente en el Principado, el infante D. Enrique, que suspendiese la elección normal y designase diputados y oidores de cuentas de nombramiento real, sin más razón para ello que la de atajar los abusos económicos á que había dado lugar el uso parlamentario hasta entonces seguido. Y en efecto, así se verificó durante dos trienios, hasta que en las Cortes de 1493 devolvió el rey á la representación nacional el derecho de que venía disfrutando esencialmente desde el año 1359, cuando fué pactada la elección por la Corona y los tres brazos convocados á Cortes en la villa de Cervera.

Qué móviles tuvo el rey para obrar como se ha visto, lo expone el Sr. Creus, advirtiendo en primer lugar el carácter de la lucha entablada contra el poder legislativo de la Asamblea Nacional desde el advenimiento de la dinastía castellana al solio del Principado en el comienzo del siglo XV, y siguiendo paso á paso las etapas de esta lucha que ensangrentó los campos de Cataluña y   —225→   del Rosellón durante los azarosos días de D. Juan II, y que durante el primer período del reinado de D. Fernando no dejó de ser menos empeñada, aunque aparentemente pacífica, como lo mostraron la convocación de Cortes á Tarazona en 1484 y la guerra social de los Remensas, de la que hizo la Corona aríete contra las libertades populares y el señorío feudal de la nobleza y del clero.

La conquista del reino de Granada y el descubrimiento de un nuevo mundo, proyectaron sobre las atribuciones de los Reyes Católicos tan alto brillo de majestad, que así Cataluña, como los demás Estados cristianos de España, se tuvieron por dichosos de enmudecer ante su acatamiento y de sacrificar en aras de la patria común, exenta al fin totalmente del yugo sarraceno algunas de aquellas libertades ó fueros y privilegios, de los que en otra ocasión y circunstancias, menos propensas al entusiasmo, no se habrían tan fácilmente desprendido.

Así que las Cortes de 1493 echaron un velo sobre el atentado cometido por Fernando el Católico, y la prudencia y pulso político de este gran monarca supo colorear los hechos pasados con el especioso pretexto del bien público, y prevenir las quejas legítimas de los tres Estamentos con devolverles el fuero de poder elegir, á los que, cerradas las Cortes, les daban, no obstante, el carácter de permanentes. Mas esto no impidió que, una vez dado el primer paso, la Corona impune se envalentonase en lo sucesivo, y desquiciando más y más la economía política y administrativa, se lanzase absoluta á levantar las tempestades que iluminan con siniestro resplandor la decadencia definitiva de España en los reinados de Felipe IV y de Felipe V, que rompieron la unidad y no vieron que aplicaban la cortante segur á la raíz de la prepotencia Ibérica.

Tal es, en resumen, el trabajo histórico del Sr. Creus. Merecen alta estimación las dos fuentes inéditas de que da noticia cabal y exacta, y que le han abierto el campo para explorar y reconocer el que llama golpe de Estado. Son estas fuentes dos códices, denominados el uno Colección de manuscritos del monasterio de Poblet, atesorado en la Biblioteca-Museo Balaguer de Villanueva y Geltrú; y el otro, Documentos relativos á la generalidad de Cataluña   —226→   desde el año 1359 hasta el de 1523. Este segundo códice es propiedad del Sr. Creus. El cual ha tomado del primero varios extractos de la correspondencia del rey D. Fernando con D. Juan Payo Coello, abad de Poblet en aquella época, y reproducido en facsímile el autógrafo del rey, donde este explica su intención resuelta y secretísima de dar el golpe de Estado. A este códice fundamental sirve de ilustración el segundo, que contiene la lista de todos los diputados y oidores de cuentas, que, sucesivamente dentro del término de los años arriba expresados, turnaron por su orden ejerciendo sin interrupción aquel elevado cargo. Bien es verdad que ni en este códice ni en los de la Diputación de Cataluña, ó Dietarios, donde día por día se apuntaban los acontecimientos tocantes á las personas y cosas más notables de la Corporación, no queda el menor vestigio visible del golpe de Estado, ó, por mejor decir, de ninguna protesta contra el acto del rey, porque se limitan á consignar que en los años 1488 y 1491 fueron escogidos y nombrados de Real orden los diputados y oidores. El Sr. Creus, con el objeto de apurar la verdad, acudió al Archivo general de la Corona de Aragón; y su intento, como era de esperar, no quedó frustrado, porque en los registros del sello secreto encontró la carta del rey á su lugarteniente, fechada en 6 de Julio de 1488. Acto es este autorizado y público, que indudablemente, por no estar reunidas las Cortes, hubo de acallar toda razón ó réplica en contrario de parte de los que veían así despojada de sus fueros la justicia ó la causa del poder parlamentario de Cataluña. Alega el Rey en esta carta el deber que cumplía, como jefe supremo que era del Principado, de restituir á su primitivo estado de integridad y buena administración económica la elección y mantenimiento de la Diputación permanente; reprueba los abusos de los que, puestos en aquel cargo, habían obrado como si los bienes y rentas confiadas á su administración y gerencia fuesen patrimonio suyo particular; y censura el que hubiesen obrado independientemente de la Corona, como si no hubiese cabeza en la cosa pública; por lo cual, viene en suspender la práctica parlamentaria de estilo, y decreta de su plena autoridad real que se provean los cargos vacantes á elección de su lugarteniente, á quien reviste para ello de todas sus facultades.

  —227→  

Paréceme, señores académicos, que tanto en el fondo, como en la forma, asiste al Sr. Creus razón legítima de desaprobar la conducta del Rey; porque en realidad no podía, si había de cumplir el juramento que había hecho en su coronación de guardar fielmente los fueros y libertades de la tierra catalana, propasarse á tamaño exceso. La suspensión que hizo y la provisión que intimó eran dos atentados evidentes contra el derecho de lo pactado en Cortes; y ni el pretexto de los abusos que debían coartarse, ni el alegato de la plena autoridad Real, pasaban de meros paliativos.

La Historia, atenta á guardar equidad, no reservará con todo sus más acerbas censuras contra el héroe conquistador de Málaga y de Granada; pero sí dirá que obró D. Fernando bajo la impresión del deseo de librar á la patria de aquellas largas y porfiadas reyertas, que entorpecían en el seno de las asambleas la acción de su brazo guerrero y enmohecían los resortes de su profunda y vasta política. Así, por ejemplo, al convocar y celebrar las Cortes de Tarazona en 1484, llenóse de triste angustia el corazón del Rey ante la obstinada porfía del brazo popular de Cataluña, que no quiso acudir á territorio aragonés para reunirse con las representaciones de los demás Estados. En vano hizo presente260 á la ciudad de Barcelona el soberano, con repetidos mensajes, que de aquella reunión y Congreso general de sus Estados dependía la restitución del condado de Rosellón, á la que parecía estar ya dispuesto el nuevo rey de Francia Carlos VIII. Observaba que toda vez que se hiciese la restitución, ó se descartase la cuestión francesa, parecían haber llegado providencialmente los momentos propicios para lanzar todo el empuje de la España cristiana contra el reino moro de Granada, y para contener la insolencia del Gran Turco que amenazaba las grandes islas, ó Estados italianos de la Corona, Sicilia, Cerdeña y Córcega. Todo fué en balde. Negáronse los catalanes á venir más acá de Monzón, porque esta era la práctica parlamentaria; y la restitución del Rosellón y las altas miras políticas del rey Fernando sobre Italia y sobre la extensión del poder marítimo de España en las costas   —228→   musulmanas del Mediterráneo se aplazaron para después que, no tanto con las joyas de Isabel la Católica, cuanto con el oro sacado y estrujado de la estirpe hebrea261,


Á Castilla y Aragón
Nuevo mundo dió Colón.



La Memoria del Sr. Creus es, en mi concepto, de relevante mérito; ya se estime fecunda y rica como lo he demostrado, de nuevas fuentes históricas, ya sabiamente ordenada con método científico, juicio sano, sagaz y robusto ingenio.

Sin embargo, como toda obra humana, adolece de algunas imperfecciones que deben achacarse á la rapidez con que ha sido escrita y á la buena fe de la antigua escuela española que no cuidaba mucho de precisar con exactitud las citas de los impresos y manuscritos, entendiendo que por ellas basta y sobra la honrada palabra del escritor que las alega y discute. Copia el Sr. Creus interesantes extractos de los libros escritos por nuestro doctísimo compañero el Sr. Balaguer, por nuestros correspondientes los Sres. D. Antonio de Bofarull, D. José Coroleu y D. José Pella, por el erudito Pí y Arimón y por el circunspecto Finestres; pero no se le ocurre imaginar que los que desearen verificar, como es justo, en buena crítica los textos citados, tienen derecho á que se les indiquen las respectivas páginas de cada volumen.

Otro lunar, y este es de desear que desaparezca, afecta, si mal no pienso, al encomiado trabajo del Sr. Creus. La crítica no se contenta de deducciones más ó menos fieles de los documentos; quiere los originales. El autor se ha tomado la inútil molestia de traducirlos, y no siempre exacta é inteligiblemente, del catalán, en cuyo idioma están la mayor parte de las piezas originales; pero estas en la Memoria del docto traductor brillan desgraciadamente por su ausencia.

  —229→  

Finalmente, y para que nada se me quede por decir en asunto que ha de promover un adelanto histórico de consideración, creería yo muy del caso copiar por vía de apéndice el catálogo de los diputados y oidores que suministra el códice segundo, propiedad del Sr. Creus; no solo por ser inédito, cabal y único en su especie, sino también porque además de que ilustra el punto capital ventilado en el decurso de la Memoria, podrá contribuir en lo sucesivo á fijar y esclarecer otros de igual ó de mayor interés histórico.

Fácil le ha de ser al autor cubrir con su diligencia notoria y con su buena voluntad262, los huecos y lagunas que acabo de señalar. La obra, así corregida y perfeccionada, puede honrar las columnas de nuestra publicación periódica en el Boletín mensual, ó quizá mejor destinarse, atendidas sus dimensiones á la Colección de Memorias aprobadas por la Academia.

Esta, como siempre, resolverá lo más oportuno263.

Madrid, 26 de Marzo, 1886.

Fidel Fita.




ArribaAbajoIII. Piezas inéditas del Concilio provincial mejicano IV, celebrado en 1771.

En la biblioteca provincial de Toledo se guarda un ejemplar original de las actas de este Concilio. Forman un cuaderno en 4.º, de 182 hojas escritas numeradas, 24 sin numerar, y otras varias en blanco; y las tapas están forradas de terciopelo azul con cintas del mismo color. Contiene, en primer lugar, el tomo regio, ó sea la Cédula Real de 21 de Agosto de 1769, dirigida á los Arzobispos de las Indias é islas Filipinas, que Tejada Ramiro dejó reservada264   —230→   para el principio del Concilio IV de Lima celebrado en 1772; pero difiere en nuestro manuscrito, porque no aparece refrendada por D. Nicolás de Mollinedo, sino por el secretario D. Thomás del Mello, y tiene á continuación el siguiente testimonio: Concuerda esta copia con el original que se halla por cabeza del Concilio á que me refiero; y para que conste, doy la presente que firmo en México á veinte y quatro de Octubre de mil setecientos setenta y uno.=Lic. Lino Nepomuceno Gómez, Notario Presbytero del Concilio265.

Siguen á continuación los decretos del Concilio, que sacó á luz por vez primera Tejada Ramiro en el tomo VI de su citada Colección, páginas 177-302. El manuscrito, que tengo á la vista, mucho más precioso, acota al margen de los decretos las fuentes legales de cada uno. Vienen luego las cuatro Instrucciones aprobadas por el Concilio, que figuran en dicha Colección266; pero esta omite una quinta Instrucción, aprobada por el mismo Concilio, Instrucción que el manuscrito contiene, y creemos, por consiguiente, estar en el caso de dar á conocer. Al final del manuscrito aparece una lámina de incorrecto dibujo, representando el orden de asientos en las funciones de iglesia durante el Concilio. Algunas notas insertas al pie de la misma lámina, nos dicen que hubo cinco días de funciones; en el primero predicó el Sr. Arzobispo; en el segundo el Obispo de Yucatán; en el tercero el de la Puebla; en el cuarto el Canónigo Magistral, y en el quinto el Canónigo doctor Luís de Torres. Todos los días se celebró Misa de Pontifical, alternando entre sí los señores Obispos; luego se recitaban las preces y se leían las actas del Concilio. Asistieron el Virrey, los diputados de la ciudad y varios consultores del Clero secular y regular. No se expresa cuántos días duraron las sesiones conciliares.

Las firmas y rúbricas de los Padres del Concilio están registradas por el manuscrito con el orden siguiente: Franciscus, Archiepiscopus   —231→   Mexicanus, electus Toletanus.-Michael, Episcopus Antequerensis.-Fr. Antonius, Episcopus Jucatanensis, electus Novae Galiciae.-Franciscus, Episcopus Angelopolitanus.-Doctor Vincentius de los Rios, Procurator Rmi. Episcopi Michocarensis.-Dr. Mattheus Joseph Arteaga, Procurator Capituli S. V.267 Ecclesiae Guadalaxarensis.-Dr. Franciscus de Roldan Maldonado, Procurator Ecclesiae novae Cantabriae in absentia Episcopi, de mandato Concilii.-In veritatis testimonium meum nomen subscripsi, Lic. Andreas Martinez Campillo, Secretarius S. Concilii.

La existencia de este ejemplar original del Concilio IV Mejicano en la biblioteca provincial de Toledo fácilmente se explica; la mayor parte de libros y manuscritos que forman hoy esta biblioteca son despojos de la arzobispal, que espléndidamente dotó y amplió el Sr. Lorenzana. El cual, cuando era ya Arzobispo electo para Toledo, presidió este Concilio Mejicano, cuyas actas trajo consigo al venir á España. Ni hay que extrañar que no las diese á luz, como lo había hecho con las de los Concilios Mejicanos anteriores en la magnífica edición publicada en Méjico en 1769; porque tomó posesión por poder de la Silla Primada en Marzo de 1772, y en Julio del mismo año había desembarcado ya en el puerto de Cádiz. En este breve intervalo, transcurrido desde la celebración del Concilio IV en Octubre de 1771, no era posible obtener para las actas su aprobación en Roma ni el pase en el Real Consejo, requisitos indispensables para su publicación. El Concilio III, celebrado en 1585, no salió á luz por primera vez hasta 1622, por las dificultades que hubo que vencer para llenar dichos requisitos.

El Sr. Tejada Ramiro, al disponer para la impresión las actas del Concilio Mejicano IV, no tuvo presente, ni conoció el manuscrito, hoy existente en la biblioteca provincial de Toledo, pues él mismo previene que le sirvió de original uno de los dos ejemplares, remitidos á S. M. por orden del Concilio, que se guardaba en el Ministerio de Ultramar. Así nos explicamos cómo pasó por alto   —232→   la Instrucción, de que arriba hice mérito, y que á la letra es como sigue:

Instrucción que pone este Santo Concilio para el arreglo y govierno de los Hospitales que están encargados al Sagrado Orden de Sn. Juan de Dios conforme y según previenen las Leyes 1.ª y 5.ª, Lib. 1.º, Tít. 4.º y 24, Tít. 14 del mismo Libro y la Rl. Cédula de 1695, con el motivo de ciertas dudas acaecidas en la Concepción de Chile, sobre el modo con que el Obispo de aquella Ciudad debía hacer la visita de San Juan de Dios.

I. A los Religiosos de San Juan de Dios, que han pasado á esta Nueva-España con licencia de S. M., no pueden encargárseles los Hospitales así de Indios como de Españoles, ni la administración de las Rentas y Limosna de ellos, si no fuere obligándose primero dichos Religiosos á que darán cuenta, y se dexarán visitar, en lo tocante á esto por las Justicias Eclesiásticas ó Seculares, sin que se puedan eximir, porque digan que tienen Bula de la Sede Apostólica y ser Religiosos, ordenados algunos de Orden Sacro, y por eso solo subordinados á un Prelado Regular; ni por otra alguna escusa de que se quieran valer: según mandó el S.or Felipe IV en Madrid á 30 de Noviembre de 1630, que es la Ley 24, Lib. 1, Tít. 14 de la Recopilación de Indias.

II. En este supuesto, las obligaciones de que se hace memoria en la Ley antecedente, se expresan con la mayor claridad por el mismo S.or Felipe IV en la Ley 5, Libro 1, Tít. 4, y con arreglo á estas deben los Religiosos proceder en todo, sin poderse eximir por causa alguna.

III. No pueden tener dichos Religiosos en las Indias más Conventos ó Casas Matrices, que en México, Lima, Panamá, Santa Fé del Nuevo Reyno de Granada, Santiago de Chile y Villa Imperial de Potosí: de modo que estas solo sean como Casas Conventuales y de Noviciado, y de ellas salgan los Religiosos que fueren menester para los Hospitales. Por lo que en esta Nueva-España no hai más Convento, Casa Matriz ó Conventual, que la Grande de México, en que ha residido y reside el Comisario ó Vicario General de la Religión; y los demás Hospitales que tienen en este Reyno ni son ni pueden llamarse Conventos, sino Hospitales, que por la piedad del Rey, ó por fundaciones de Ciudades   —233→   ó de Particulares, están encargados á dichos Religiosos, como pudieran haberse encargado á seculares.

IV. En ningún Hospital, que estuviere á cargo de dichos Religiosos, puede haber mas que los que fueren necesarios para el servicio, cuidado y limpieza de los Pobres que en cada uno se curaren; y quando más podrá haber uno ú otro, por si faltare de pronto alguno de los necesarios, que reemplaze la falta; porque la Renta y Limosna principalmente es para los Enfermos, y por contemplación de estos se da lo necesario á los precisos Religiosos que los asisten.

V. El señalar el número de Religiosos para cada Hospital toca á los Virreyes ó Presidentes, y Audiencias Reales de las Indias, de acuerdo con los Arzobispos ú Obispos respectivos, oyendo primero estos el Informe del Vicario General, ó del Prior ó Hermano Mayor del Hospital.

VI. El número que se señale de Religiosos para cada Hospital ha de ser con consideración á las Rentas de él, Limosnas que se junten, y Pobres enfermos que curen un año con otro.

VII. En cada Hospital puede haber uno ó dos Sacerdotes para que digan Misa á los Enfermos, y les administren los Sacramentos, sujetos hábiles, examinados y aprobados, y con las Licencias necesarias de los Obispos para confesar y administrar; y no podrá haber más, aun en las Casas Matrices; y dichos Sacerdotes no podrán ser Prelados ó Superiores, según está dispuesto por Bulas Apostólicas.

VIII. En los Hospitales que no son Conventos, los Superiores de ellos no pueden llamarse Priores, según la citada Ley 5.ª, sino Hermanos Mayores, ni pueden dar Hábitos, ni hacer otras gestiones propias de los Conventos ó Casas Matrices; porque en dichos Hospitales los Religiosos están solo con el instituto y principal objeto de asistir á los Enfermos; y conforme á esto en esta Nueva España, solo pueden darse Hábitos en el Convento Grande de México, porque todos los demás Hospitales del distrito de este Virreynato, no son Conventos, sino Hospitales sujetos en todo á la Disposición de dicha Ley.

IX. Los Religiosos que se señalaren para cada Hospital del distrito de este Virreynato, deberán entender que no son Dueños   —234→   ni Señores de ellos, ni de sus Rentas y Limosnas, sino Asistentes de los Pobres, para servir á Dios en ellos, según el loable y piadoso Instituto de su Religión.

X. Han de recibir por cuenta y razón todos los bienes de los Hospitales, así muebles, como raíces, y la han de dar de todo lo que hubieren recibido, cobrado, gastado ó pagado á las personas que ya se expresan.

XI. Para que no haya omisión en tomar esta cuenta cada año, se tomará ó empezará á tomar indefectiblemente en el Lunes después de la primera Dominica de Cuaresma en la Sala del Hermano Mayor del Hospital, á quien toca, por las personas siguientes: En los Hospitales del Real Patronato, por el Provisor y Vicario General del Obispo, en concurrencia de un Oficial Real en nombre de S. M., y del Religioso Hermano Mayor del Hospital; y el Administrador deberá estar pronto, fuera de la Sala, para dar razón de lo que se le pregunte. En los Hospitales que no son de Patronato Real, deberán concurrir con el Provisor y Vicario General el Diputado de la Ciudad, el Patrono del Hospital, por sí ó por su Apoderado, y el Hermano Mayor del Hospital. En las Villas ó Pueblos fuera de las Capitales, concurrirán á tomar la Cuenta el Juez Eclesiástico ó Cura en nombre del Obispo, el Corregidor ó Alcalde Mayor, ó la persona que nombrare el S.or Vice-Patrono, si el Hospital fuere del Patronato, y si no lo fuere, un Diputado de la Villa, y el Patrono ó su Apoderado si lo hubiere, y también el Hermano Mayor del Hospital; estando, como se ha dicho, fuera de la Sala el Administrador, para dar razón de lo que convenga.

XII. La obscuridad con que parece que habla la citada Ley 5.ª, en este punto de Cuentas en los imagen 20 y 21, por lo que toca á los Hospitales del Real Patronato, y á los de las Villas y Lugares, se aclara del todo con la citada novísima Real Cédula, en que reiteradamente se encarga á los Obispos que por sí, ó por las personas que nombraren, tomen las Cuentas de todos los Hospitales, aunque sean del Real Patronato, con tal que en estos hagan la Visita y tomen la Cuenta con asistencia de la persona que nombrare el S.or Vice-Patrono, y de que se exprese en el Auto ó cabeza de la Visita que lo executan así y toman la Cuenta por particular Comisión y encargo de S. M.

  —235→  

XIII. Tres ó pocos más días antes de la dicha Dominica primera de Cuaresma, el Ordinario Eclesiástico mandará al Hermano Mayor del Hospital que pase recado á las personas que van señaladas en los dos párrafos antecedentes, á fin de que ocurran y se junten respectivamente las que deban, en los Hospitales que les tocan, en el dicho día Lunes, á fin de tomar ó empezar á tomar la Cuenta: con lo que no podrá pretextarse olvido ó inadvertencia en punto de esta importancia.

XIV. En las Ciudades, Villas ó Lugares en que hubiere la costumbre laudable de nombrar algunos Regidores ó Diputados para que asistan por meses ó semanas á ver como se sirven y curan los Enfermos, se procurará guardar tan loable costumbre, y se procurará eficazmente introducir en donde no la haya.

XV. Será conveniente que el Administrador del Hospital sea un Secular con el nombre y privilegios de Síndico, sujeto abonado y acreditado en la Ciudad ó Pueblo, así para quitar toda sospecha en el manejo de caudales por manos religiosas, como porque ha enseñado la experiencia que estos Síndicos son por lo común proficuos á las Religiones, como lo están siendo en la actualidad los de San Hipólito, que estaba destruída, y empieza felizmente á alear.

XVI. El Administrador ó Síndico deberá ser nombrado por la Junta respectiva al Hospital de que se trata, y no por el Vicario ó Comisario General ó por la Religión, sino es que la Junta le dé para ello sus veces, y así en este caso deberá aprobar el nombrado dicha Junta.

XVII. El Comisario ó Vicario General de la Orden no podrá pedir las Cuentas de los Hospitales tomadas en la forma arriba dicha, ni el Administrador ó Síndico se las deberá manifestar.

XVIII. Los Religiosos, que se nombraren por el Comisario ó Vicario General para cada Hospital, deberán estar sujetos al Superior de su Religión en quanto á sus Personas y en quanto á la Disciplina Regular; pero de ningún modo en quanto á las Rentas ó Administración de los Hospitales, pues aun el reparo de las Iglesias y de los Hospitales ha de correr por la Junta respectiva.

XIX. Quando la Junta dicha advirtiere que faltan Religiosos en los Hospitales para la puntual asistencia de los Enfermos,   —236→   dará parte al Comisario ó Vicario General, para que provea de los necesarios; y si no le advirtiere la Junta, los Hermanos ó Religiosos del Hospital le harán saber y conocer la necesidad.

XX. Se declara que todas las Mandas ó Legados, y Limosnas que por los Fieles se hicieren á dichos Hospitales, y los Bienes que quedaren de los Enfermos mismos deben ser de los Hospitales, y no de los Religiosos; ni estos podrán pretender que fueron dexados á la Religión y no á las Enfermerías, porque no es creible así de la intención de los Bienhechores.

XXI. Los Religiosos de San Juan de Dios entran en los Hospitales solo para asistir y cuidar los Pobres: y por eso no se les debe permitir en modo alguno que muden las fábricas de ellos, ni que á su voluntad hagan Iglesias, Claustros ó Celdas; pues el fin principal de estos piadosos Institutos es tener Salas capaces de Curación para los Pobres, con Capilla correspondiente: y por eso para executar cualquiera Obra ó Reparo considerable, la Junta respectiva debe proponerlo al Virrey, si el Hospital fuere de Patronato Real, y si no lo fuere, al Obispo.

XXII. En las Iglesias de dichos Hospitales no podrán enterrarse ni se entierran más Difuntos que los que muriesen en ellos, si no fuere pagando enteramente los Derechos que pertenecieren y legítimamente se deban á las Iglesias Parrochiales.

Esta es la Instrucción que en cumplimiento de lo acordado y resuelto por el Santo Concilio en el día doze del presente mes, se formó por el Sr. Dr. D. Luís de Torres y Tuñón, Canónigo de esta Sta. Iglesia Metropolitana y Consultor Canonista de él, con arreglo á lo prevenido por S. M. en las Leyes Reales 5, tít. 4, y la 24, tít. 14 del Libro 1.º de la Recopilación de Indias; y la Real Cédula de 18 de Diziembre de 1768, para el manejo de las rentas vissita, y govierno de los Hospitales que están á cargo de la sagrada Religión de San Juan de Dios; y era su inteligencia haviéndola aprobado uniformemente los Padres del Santo Concilio, y pedido los Sres. Diputados de esta N. C. la observancia y egecución de las mencionadas Leyes y Real Cédula, sus Srías. Illmas. digeron se dé quenta á S. M. con dicha Instrucción, á fin de que siendo de su Real agrado se digne interponer en ella su suprema autoridad y   —237→   Real Decreto para su puntual y efectiva egecución: De todo lo qual doi fe y firmé en México á diez y nueve días del mes de Octubre de mil setecientos y setenta y un años.-Licenciado D. Andrés Martínez Campillo, Secretario del Concilio268.

Toledo, 18 de Febrero, 1888.

Ramón Riu y Cabanas.




ArribaAbajoIV. Una viria ó torques, extremeña

En Orellana de la Sierra, la antigua Aureliana, provincia de Badajoz, villa que se encuentra á unos cuatro kilómetros á la margen derecha del Guadiana, hay una sierra llamada Villavieja, en cuyo paraje debió existir antigua población, no solo por indicarlo así el nombre, como por las abundantes ruinas que allí se hallan. En la vertiente de esta sierra, por la parte del Mediodía, encuéntrase una meseta, que bien pudo ser formada artificialmente, meseta en cuyo centro hay un recinto circular, como de 250 metros de circunferencia, formado por ruinas de muros, y dentro de él, en direcciones diferentes, otros restos de antiguas construcciones. En aquel recinto se ha encontrado interesantísimo objeto arqueológico de oro macizo, que la bondad del distinguido senador, D. Diego García, me ha permitido presentar á la Academia para que tenga noticia de tan peregrino hallazgo.

Como la Academia puede ver y apreciar, es una torques, la llamada por Plinio viria269 distintivo militar usado por los jefes celtas y celtíberos, con labores angulosas, propias de los diferentes objetos   —238→   que de aquella antigua civilización se encuentran. La rareza de este objeto le da grande importancia, pues yo no tengo noticia de que en España se haya encontrado otra torques de oro con labores. La única, también de oro, que conozco procedente de tierra de León, y que tuve la fortuna de adquirir para el Museo Arqueológico Nacional, donde se conserva, es lisa. En Portugal existe otra con labores análogas á las de la que hoy presento á la Academia, torques sobre la cual dí un extenso informe á la Academia de Bellas Artes de San Fernando, teniendo á la vista detallado dibujo que con objeto de que esta diese su parecer sobre tan peregrino objeto, remitió á la misma el embajador portugués.

El citado Museo Arqueológico Nacional posee otras torques de plata, alguna de los cuales conserva análogas labores á las que adornan la de Orellana de la Sierra, y otras, que yo creo de época posterior, semejando un funículo retorcido.

En el mismo sitio que se ha encontrado esta torques se han hallado también fragmentos de cerámica, pero tan pequeños, que no puede formarse idea de los vasos á que pertenecieran, y bastante cantidad de pizarras de diversos tamaños, labradas solo por una de sus caras con esmerado pulimento y una pequeña concavidad formando canal. ¿Cubrirían tal vez el sepulcro que allí debió existir del guerrero á quien hubo de pertenecer la torques de oro que motiva este breve informe, y que estaría edificado dentro del recinto descrito? Así me atrevo á creerlo; siendo de sentir que solo queden los muros del recinto, en cuyo centro debió alzarse la tumba de aquel poderoso guerrero que, como tantos otros, pasó inadvertido, sin dejar más rastro de su existencia que el rico distintivo de su alta jerarquía.

No creo demás añadir, que á la falda de la mencionada meseta, por el Este, y en la parte más alta, hay una fuente conocida con el nombre de fuente de Monroy, de donde nace, y sigue faldeando la vertiente de la meseta, el arroyo del mismo nombre; así como que á dos kilómetros se encuentran sepulcros en diferentes parajes, aunque acerca de ellos no pueda dar á la Academia más que esta vaga noticia.

Madrid, 12 de Enero de 1888.

J. de Dios de la Rada y Delgado.



  —239→  

ArribaAbajoV. Sobre la adición de una H, delante de vocal que se observa en el texto palimpsesto del Breviario de Aniano, descubierto por el Sr. Beer en la biblioteca del Cabildo-catedral de León

No fué ciertamente peregrino ni extraordinario en la edad dorada de la latinidad clásica el uso de introducir una h, delante de ciertas vocales, en dicciones que no la requerían por su derivación etimológica. Cohors que, según Varrón (De Lingua Latina, v. 18) trae su origen de coercere, y vale lo mismo que corral en las casas de campo, patio y cerca, pasando por metonimia á significar lo contenido en tales recintos, y de ahí á tener acepción determinada en la organización del ejército, se usaba con h sin justificación de origen en la época Ciceroniana. Ocurría lo mismo con pulcher, en concepto á lo menos de los que derivaban esta palabra de polio, is, ire; pues aunque fué regla recibida entre los gramáticos mejores, según testifica Scauro (De orthographia, 9256) el limitar la introducción de la h después de c á los casos en que á la c sigue vocal, debiendo escribirse pulcher, pulcra, pulcrum y pulcherrimus, ello es que en antiguos códices se encuentra usada c por Ennio, leyéndose polcer y polcerrimus en los versos que cita de él Cicerón en su tratado De Divinatione (Lib. I, capítulo 48.)

De los griegos sabemos que acostumbraron á convertir la H (heta) inicial en digamma, ó aspiración fuerte, cuando se seguía otra vocal, en el principio de algunas dicciones. Así dijeron e/xaTo/n por HEKATON, aspiración reemplazada á menudo en latín por una silbante ó por la f, verbigracia, sex, comparado con )e)/c, filius con ui)o/j, forma con o/rmh/, somnus con )u/)pnoj.

Por lo que toca á los modos de pronunciación en España, puede conjeturarse que existió de antiguo, entre muchos de sus naturales, la tendencia á marcar aspiración, delante de vocales que comienzan palabra, pronunciando y escribiendo Hiberia con h, inicial sensiblemente aspirada en lugar de Iberia, á tenor de indicaciones   —240→   que aparecen así de inscripciones epigráficas270, como de la lectura de Silio Itálico y de Avieno, y en consonancia con hábito, que dura hasta hoy en algunas provincias, no sin apariencia de remontarse á época anterior á la dominacion arábiga. No discutiremos ahora si tal exuberancia de aspiraciones, que bien pudiera concertarse con el elemento pingue et peregrinum, observado como carácter de los oradores hispano-romanos, procedía de influencia antigua doria, que perseveró por mucho tiempo, al decir de algunos geógrafos en varias regiones de España, ó se explica con mayor verosimilitud por otras tradiciones y abolengo; pero en rigor de verdad, es incuestionable que los comprobantes de tal pronunciación, aspirada contra la genuina ortografía de los vocablos latinos, se multiplican y son más frecuentes en Francia, en Italia y señaladamente en nuestra Península, desde la invasión de los pueblos germánicos, y en especial, á partir de la conquista de los godos. Ya en la inscripción del puente de Mérida, recordando su reconstrucción en 663 (Era 701) aparecía empleado, según documento fehaciente citado por el Sr. Hübner, HVSVM por VSVM. Y que dicha manera de escribir no era accidental descuido del que labrara la inscripción, sino que tenía algunos partidarios, resulta, entre otros ejemplos, que se registran en la diplomática de la Edad Media, del siguiente que nos sale al paso en una escritura del Monasterio de Sahagún, conservada en el Archivo Histórico Nacional, impresa tiempo há por el P. Escalona. En título de donación hecha por el rey D. Ordoño II de León, año 921 de J. C. (Era 959) se lee: «Licet omnia, qui in hunc mundum ad husum hominis confertur a Deo, qui creavit omnia, hordinantur». En este texto se muestran unidos con dicha aspiración redundante la palabra husum, en la forma en que se empleó en el puente de Mérida y el vocablo hordinantur, cuyo afine hordo llamó justamente la atención del Sr. Beer por la anómala ortografía271. Semejante particularidad se observa, asimismo, respecto al verbo ordinare en la escritura de donación de un tal Meliki,   —241→   confirmada por el monarca leonés D. Sancho I, año 960 (Era 998) del mismo archivo y procedencia. Hablando de Dios, dice el donante: «Misericorditer hordinat, hordenataque dispensat Iguales muestras de aspiraciones se ofrecen en estos tiempos, como legado quizá del en que es escribiera al palimpsesto en copia de documentos lapidarios y paleográficos. El artífice que intervino en la labor de la inscripción dedicatoria del altar de Santa María de Naranco, escribía año 848 de C. (Era 886) haram por aram272. El notario de la escritura de donación de Doña Teresa Muñiz al Monasterio de Sahagún, año 1049 (Era 1087) incurría en análoga redundancia. «Et figet (dice en la demarcación de lo que se dona) usque in illa fonte, quae est circa hora fluminis Pisorice

Pues si fijamos nuestra consideración en otros idiomas neolatinos, no deja de parecer extraordinaria la frecuencia con que se repite el fenómeno de marcarse semejante aspiración en la escritura de la lengua francesa contra la norma fija de la derivación etimológica y la poca afición á aspiraciones guturales, que puede colegirse así del galo ó celta transpirenáico, como del celta asturiano, gallego y portugués, según la pronunciación popular que sobrevive en las regiones donde se hablaban, y en especial, con ser tan cuidadosos nuestros vecinos de la antigua lengua de oil, en lo de poner á salvo, á vueltas de los achaques de su corrupta pronunciación la preciada herencia de la ortografía romana. Escriben los franceses haut, donde los latinos dijeron altus; hurler, donde ululare; hache, para significar lo que los latinos nombraron ascia; huile, huit y huitre, transformando las dicciones de buena latinidad oleum, octo y ostrea. Para explicar esta aberración ó desviación del patrón de origen, han ideado algunos filólogos exponer la analogía de voces germánicas, que concurren en el sentido y se asemejan á ellas hasta cierto punto en los sonidos, donde la aspiración se percibe grandemente al principio: houg, que usa el antiguo alemán con significación de alto, hougen en la acepción de ahullar y hacke, expresando hacha, cuyos ejemplos   —242→   autorizan á presumir que ordo y ordinare se escribieron con h inicial, por analogía con forderung y fordern, que virtualmente significan lo mismo. Quedan con todo fuera de esta explicación, á lo menos sin violencia, los vocablos huit y huile, en que la aspiración se prescribe, en algún modo, como suena en castellano en las palabras huebra y hueso, cuyas dicciones, de origen opera, operata y ossa, aparecen más de una vez escritas en las cartas de la Edad Media, según testifica Du-Cange con la aspiración, que representa la h. La circunstancia de que ocurre regularmente este fenómeno en vocales, que se han debilitado y quebrado con arreglo á leyes muy usadas en la morfología del teutónico, con no ser absolutamente extrañas á la índole antigua de la lengua latina y de los demás idiomas ariacos, deja presumir que dicha debilidad ha podido acompañarse con la compensación de una h pospuesta á la vocal, como ocurre en öhrchen, «oreja,» la cual, según la índole de dicha morfología y con la pronunciación poco marcada de la vocal, ha concluido por anteponerse. Aparte de esto, la asociación au ú o de latinos y castellanos según Schleicher, Compendium der vergleichen der Gramatik (Weimar 1866), pár. 115, de acuerdo con Grimm, Deustcher Gramatik (Berlín 1860) párrafos 104, 107 y 108, se trueca de ordinario en u, que los griegos clásicos y bizantinos escribieron siempre al principio de dicción con aspiración fuerte. Como quiera que sea, es mi parecer que la ortografía observada por nuestro docto correspondiente en el palimpsesto en cuestión, es conforme con la ofrecida por otros textos, y se explica, á mayor abundamiento, por las vicisitudes que influyeron, por punto general, en el idioma de los habitantes de la Galia Meridional y de la Península ibérica, especialmente á partir del período de las invasiones germanas. Ni por ventura es este aumento de aspiraciones el único recuerdo filológico de la conquista é influjo de los godos en nuestras comarcas españolas, que nos fuera dable poner de resalto. Ciertamente, que cuantos se precian de eruditos ó se atemperan á las reglas de ortografía sancionada, leen al modo romano Favila, cuando hallan escrito este nombre con v ante i en nuestros documentos historiales; pero los árabes que oyeron la pronunciación de v muy proxima á f, según suena en el idioma alemán, escribieron y pronunciaron   —243→   imagen, pronunciación perpetuada en el castellano vulgar, donde ocurre, entre otras, la designación de Villa-fáfila, aplicada á un lugar citado frecuentemente en las Memorias diplomáticas de la Edad Media.

Madrid 3 de Febrero de 1888.

Francisco Fernández y González.




ArribaAbajoVI. Una escuadra de galeras de Castilla, del siglo XIV

En la librería de M. A. Saffroy273 se ha vendido últimamente un documento original que interesa á nuestra historia. Es carta de Jacques de Montmor, designado para pasar muestras (ó revista, como hoy diríamos), á las seis galeras de España que se hallan en la Rochela al servicio del rey de Francia, en la guerra actual, enviando relación de la gente que pareció en la nombrada Santa Cruz, el 8 de Marzo de 1387. Mandaba la galera el Capitán Juan Gutiérrez, y tenía 18 hombres de armas; 3 ballesteros, 3 cómitres, 9 marineros, un remolar274 y 178 remeros de su compañía. La carta se dirige á Jean le Flament, tesorero de guerra, para que mande librar al referido Capitán, Juan Gutiérrez, 720 francos de oro, por los gajes correspondientes á la galera.

Es de suponer que el servicio de la escuadra respondía á las condiciones del tratado de alianza entre Cárlos VI de Francia y Juan I de Castilla, firmado en Bicêtre el 22 de Abril de 1381, documento publicado ya275, y en el que el plenipotenciario castellano se dice Petrus Loppi de Ayala, miles et vexillarius illustrissimi principis et domini mei, domini Johannis, regis Castelle et Legionis.

Cesáreo Fernández Duro.





  —244→  

ArribaAbajoVariedades


ArribaAbajoSan Dunstán, arzobispo de Cantorbery, en una cantiga del rey D. Alfonso el Sabio




Cantiga CCLXXXVIII


Como un ome boo de religion foy veer a ygreia, u iazía o corpo de Sant Agostín; et viú y de noyte Santa María é grandes coros d'ángeos que cantavan ant' ela


   Ele natural d' una terra
Foi, que ora e chamada
Cantaaria per nome,
Viçosa et abondada;
Et alí sempre fazía
Sa vida et sa morada,
Servind' a groriosa
Que aos seus non falece.

   Onde foi una vegada
Que se metéu en camynno
Pora veer o sepulcro
En que iaz Sant Agostynno;
Et pois foi en a eigreia,
Deitouse logo festynno
Ant' a capola de Virgen
Que os ceos escrarece.
—245→

   E él de noite jazendo,
Chegaron y muitos santos
Con a Virgen groriosa
Cantando mui dulces cantos;
Et tantos santos cantavan
Que vos non sei dizer quantos,
Loand'a Santa María,
Seu ben e sa granadece276.

E ar cantavan un verso
En que diz de com' onrradas
Son as almas en os ceos
Dos santos, e coronadas,
Aqueles que as carreiras
De Deus ouveron andadas,
Et por él prenderon morte
Que ao dem' avorrece.

   E as vírgeens cantavan
Ben ante Santa María;
Et huna d' essas donzelas
Contra as outras dizía:
Amigas, muy ben cantemos,
Ant' aquesta que nos guia;
Que a sa gran fremosura
Mais ca o sol esprandece.

   O ome boo tod' esto
Viú, et deu porén loores
Á Deus et pois á sa Madre
Que ê Sennor das sennores277.



El buen religioso, ú hombre bueno, se dice obispo en la misma leyenda, abreviada por Gil de Zamora278.

Item episcopus quidam, qui beatam mariam summa reverencia et devotione habebat, quamdam ecclesiam beate marie in nocte   —246→   media ex devotione adibat. Et ecce virgo virginum, comitata universo virginum choro, venienti viro occurrit. Et summo cum honore susceptum ad ecclesiam, ad quam tendebat, ducere cepit, precinentibus duabus ex choro puellis atque dicentibus:


Cantemus domino, socie, cantemus honorem,
Dulcis amor christi personet ore pio279.



Quos versus totus alius choros virginum resumendo percantat; predicteque bine cantatrices binos qui sequuntur280 versus subsequute sunt:


Primus ad yma, ruit magna de281 luce superbus;
Sic homo, cum tumuit, primus ad yma ruit.



Sicque virum dei cum tali processione usque ad ecclesiam perduxerunt, duabus semper incipientibus, et ceteris respondentibus.

La fuente, de que brotaron así la cantiga de Alfonso el Sabio como la leyenda de su docto y piadoso amigo Gil de Zamora, es probablemente la Crónica282 de Helinando, monje de Montfroid, que alcanza hasta el año 1204. Más cercana á la verdad histórica, desdobla el suceso ocurrido al santo arzobispo de Cantorbery283.

Circuire solebat idem sanctus post vigilias loca sancta, uno tantum comite comitatus. Quod dum faceret, audivit in ecclesia beatae Mariae, quae est juxta ecclesiam in qua sanctus Augustinus284 quiescit, alta voce cantari Gaudent in coelis animae sanctorum, antiphonam totam. Appropinquans autem ostio, et introspiciens per rimas, vidit totam ecclesiam immenso lumine plenam, et cuneum candidatorum ipsam antiphonam laetis canentem vocibus.

Alio tempore praefatam Virginis ecclesiam simili causa petebat;   —247→   et ecce beata Virgo Maria, numeroso virginum choro comitata, illi ocurrit; quem, cum summo honore exceptum, ad ecclesiam suam ducere coepit, praecinentibus duabus de choro puellis:


Cantemus Domino, sociae, cantemus honorem;
Dulcis amor Christi personet ore pio.



Quos versus choros virginum resumendo cantabat. Postea praedictae puellae binos versus, qui sequuntur, cantabant:


Primus ad ima ruit magna de luce superbus;
Sic homo, cum tumuit, primus ad ima ruit.



Sicque donec vir Dei in oratorium perductus est, virginum chorus primos, et virgines binae binos, sicut se habent in praefato Sedulii carmine cantaverunt.

En la segunda mitad del siglo XI había escrito, no sin elegancia, esta leyenda Osberto en su Vida de San Dunstán285; y pocos años después de haber fallecido el santo arzobispo († 988) su primer biógrafo B[ritfert?] sacerdote anglo-sajón286 redactó la que me place reproducir aquí textual, para tomar el hilo de la narración en su propio encabezamiento.

Huic igitur, dum in propria Praesulatus sui civitate commanebat, sanctae consuetudinis inter cetera sublimitaturn studia fuit, ut in secretis noctium temporibus sancta loca, propter multimodam populorum ad se venientium inhaesionem, vel etiam aliorum multorum occupationem, sancta semper psalmodia decantando lustraret. Et venit, hac lege religionis innexus, ad almi Patris Agustini aediculam, nocturnis, ut dixi, temporibus oraturus; et dum se sacris inibi suppleret orationibus, processit ad orientalem Dei Puerperae ecclesiam287, tantumdem precaturus. Cumque ad hanc propinquando psallendoque venisset, forte ex   —248→   insperato noctis eventu audierat insolitas sonoritarum voces, subtili modulamine in hac basilica concrepantes. At ille continuo per quemdam patuli foraminis hiatum inspiciens, vidit praelocutam ecclesiam omni esse fulgida luce perfusam, et virgineas turmas in choro gyranti hymnum hunc poetae Sedulii cursitanto cantantes: Cantemus, socii, Domino, etc. Itemque perpendit easdem post versum et versum voce reciproca, quasi in circumitionis suae concentu, primum versiculum ejusdem hymniculi more humanarum virginum repsallere, dicentes:


«Cantemus, socii, Domino, cantemus honorem:
Dulcis amor Christi personet ore pio, etc.»



El biógrafo toca en otro lugar y narra de muy distinta manera288 la primera parte del himno, á la que se refiere la cuarta estrofa de la Cantiga.

En esta biografía contemporánea de San Dunstán halla también su explicación y primer origen289 la Cantiga XXIII, que se intitula: Esta e como Santa María acrecentóu o vynnno no tonel, por amor da bona dona de Bretanna. La noble matrona, de regia estirpe, es la viuda Santa Elfleda; el rey, en cuyo obsequio se obró el milagro, es Ethelstán290 ó Aldestán, el que hizo traducir la Biblia en lengua sajona; y la escena finalmente pasó en Glastonbury (Somerset), de cuya célebre abadía era monje á la sazón y abad San Dunstán, antes de ser elevado en el año 958 á las cátedras episcopales de Worcester y de Londres, y el año siguiente á la metropolitana de Cantorbery.

Fidel Fita.