Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

21

David Viñas (Literatura argentina y realidad política, Buenos Aires, Jorge Álvarez Editor, 1964, pp. 129-132) se ha ocupado ya de comparar la casa de Amalia con la de Rosas, con la que el contraste es mucho más brutal y está lleno de simbolismos asociados, como el efecto diverso que causan las espuelas de los jinetes en los suelos desnudos del palacio de gobierno y en las mullidas alfombras de la heroína unitaria, o la oposición simbólica de las apestosas velas de sebo de los aposentos de Rosas y las ricas lámparas y pebeteros de los salones de Amalia. Especialmente significativos son el saqueo y la destrucción, al final de la novela, de los símbolos unitarios que eran, en definitiva, todos los objetos que decoraban la casa de Barracas.

 

22

Aunque no sorprende la coincidencia en el adorno de flores y plantas y la presencia de pájaros cantores que amenizan los sentidos del olfato y del oído.

 

23

En el caso de Amalia, más por no tener que relacionarse con las damas federales ni lucir la divisa punzó que por auténtica virtud (Amalia, 207). Sin embargo, este gesto de orgullo bien pudiera relacionarse también con el desprecio que hace Pepita de todos sus pretendientes, puesto que -deducimos por indiscreciones de su confesor- ella misma duda si los rechaza por virtud o porque los considera indignos de su trato.

 

24

«Él y su Amalia se dirigieron un millar de palabras en su primera mirada» (Amalia, 517).

 

25

Sólo hay que recordar la máxima latina: Excusatio non petita, acusatio manifesta...

 

26

¿Qué otra cosa, si no, podría significar la frase: «Y fue así como se le presentó a Rosas esa mujer; esa mujer que era su hija» (Amalia, 52) dicha inmediatamente después de presentarnos el retrato sensual y voluptuoso de Manuela?

 

27

Nuevamente se asocia un defecto físico, o un rasgo de fealdad, con un defecto del carácter: la mirada estrábica de Marino delata su natural libidinoso.

 

28

Ella le manifiesta su desprecio evitando mirarle: «Amalia, sin levantar los ojos a honrar con su mirada la fisonomía de Marino...» (Amalia, 293).