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Volumen 5 - carta nº 372

De EMILIA PARDO BAZÁN
A   MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

La Coruña, 29 septiembre 1882

Caro amigo: voy á contestar detenidamente á las suyas últimas, porque la anterior que le escribí fué solo para acusar recibo de la que V. me dirijía con objeto de que recomendase la obra de su Sr. Padre, lo cual hice y sigo haciendo.

Contestaré á lo que V. me dice de S. Francisco. A Montalembert no traté de imitarlo, al contrario, pues me desagradaron sus largas y pomposas frases, y para evitar el solennel ennui del estilo majestuoso traté de hacer el mio algo cortado y nervioso. En Ozanam me empapé algo más por lo bien que sabe descubrir en las leyendas piadosas bellas alegorías y figuras.—Cuanto me lisonjea el que a V. haya agradado S. Francisco! Sin embargo, algo y aun algos descubrirá V. de intemperancia colorista en algunos capítulos, porque es en mí cosa inevitable, condición de mi temperamento, ver antes que todo el color. Se reiría V. si le comunicase alguna de mis impresiones crómicas . No soy capaz de permanecer en éxtasis ante un cuadro correctamente diseñado (Rafael, v.g.) y los coloristas geniales como Teniers o Rubens, me han tenido á veces sentada horas enteras en los escaños del Museo de pinturas. Los pocos cuadros al óleo que he pintado se distinguen por su colorido brillante y vigoroso. Cuando tengo puesto un traje de colores poco limpios y finos, estoy incómoda. Me han traido ahora de Tánger una gumía árabe, cuya coloracion es por todo extremo grata, una combinacion de plata oxidada, cobre y seda carmesí: pues á veces estoy leyendo y suelto el libro para recrearme en mirar la gumía. En fin, se vá V. á reir más aún. No pienso una sola vez en V. que no le vea con su colorido propio, desde el color de los ojos hasta el de las bandas de la capa; y esto me sucede con todo el mundo. El sentido del color impera en mí hasta un grado que parecerá inverosimil al que no sepa lo que se afinan y excitan los sentidos por la contemplación artística. De tal manera me parece característico este modo de sentir las diversas vibraciones luminosas, que se me figura que siempre mis escritos se resentirán de esta excesiva sensibilidad de mi retina, como se resentian los de Teófilo Gauthier. (Siempre hay que compararse á algo bueno.)

Respecto de las omisiones en la parte española, razon tiene V., pero considere que para Lull no me pude proporcionar libros, como lo desearía. Encargué a Bailly dos ó tres de que v. debe recordar que me dio noticia, uno de Canalejas, otro de un médico mallorquin, y ninguno me vino; pero casi fué mejor, porque al fin la figura de Lull en el plan general de mi libro no puede ser sinó episódica, y trastornaria su armonía el extender demasiadamente la biografía del Doctor iluminado, tentacion en que tal vez hubiera caido si me diesen mimbres y tiempo.

Por lo que hace á los poetas... aquí me tengo que enojar con V.—Pues no le he mandado yo el capítulo de los Poetas antes de darlo á la estampa? No pudo V. recordarme entonces la omisión de Fr. Anselmo ó Audalla y de Fr. Iñigo de Mendoza? — y aun hay, amigo mio, otra omision más grave í imperdonable en mí: la de nuestro Juan Rodriguez del Padrón, que de trovador se hizo fraile y que trajo de Tierra Santa las palmeras que plantó en Herbon, aquí á la puerta de casa! Qué quiere V.! Confieso mi delito: no me acordé de él.

Lo que con razón deberia parecerle á V. mal en S. Francisco son ciertas especies inteligibles ó sensibles, comme vous voudrez, que aparecen allí elogiadas siendo así que la autora las presentó como ridícula hipótesis gratuita de la escuela... Mi ilustre y diligente corrector y censor el P. Fita responderá a los cielos y á los manes de Gabriel Briel de tal desmán, porque yo, estoy inocente como el niño recién nacido. Válgale Dios por tomista al Padre Fita; y válgale tambien al P. Fonseca por lo mismo y por machaca y ramplón! Qué enorme factum (ahora sí que lo és) para tan poca cosa! Y si yo fuese que V. y quisiese perder el tiempo en contestarle lo haría con solo estas palabras. «El P. Fonseca ha descubierto que un griego es un troyano y que Aquiles, en vez de morir ante los muros de Troya, la debeló. juro á Dios que no le diria más. Ni merece más el mazorral tomista.

Mucho me complacerá V. si dice algo sobre mi s. Francisco. Qué diablo! No valdré yo tanto como don Juderías? Pues buen prólogo le hizo V.—Y eso que si le sucede a V.conmigo lo que con él, que solo por ser traductor de Macaulay le tomó V. cariño, malo. Yo quisiera que no por el asunto más o menos simpático sinó por algo que de valor real tenga mi obra, se aficionase V. á ella.

Qué le parece á V. del trabajo de Lopez sobre Shakspeare? A mí me dejó muy satisfecha, sobre todo considerando que es un estreno en tan dificil oficio como el de escritor de materias profundas y altas.

Es siempre su más cariñosa amiga que no le olvida.

Emilia