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Resumo en estas páginas algo de la introducción al primer tomo de mi edición de las Novelas ejemplares que publicará a la brevedad la Editorial Castalia de Madrid. (N. del A.)

 

2

Esta Real Cédula fue publicada íntegra por Timoteo Domingo Palacio, Documentos del Archivo General de la villa de Madrid, III (Madrid, 1907), 505-10. (N. del A.)

 

3

Hoy en día comienza a menudear la interpretación histórica de estos fenómenos. Escojo, y no al azar: J. Moreno Casado, «Los gitanos de España bajo Carlos I», Chronica Nova (Granada), 4 (1969), 181-98; Antonio Domínguez Ortiz, «Documentos sobre los gitanos españoles en el siglo XVII», Homenaje a Julio Caro Baroja (Madrid, 1978), 319-26. En ambos trabajos se hallará bibliografía adicional. (N. del A.)

 

4

Ver M. Romera-Navarro, «La andante gitanería», La Lectura, XVII, 3 (1917), 399-407. (N. del A.)

 

5

En otras dos ocasiones vuelve Cervantes a presentar gitanos en su obra, lo que no deja de ser significativo dado el desprecio general de la época hacia este tipo humano. En el Coloquio de los perros hay gitanos episódicos, y con mayor desarrollo vuelven a aparecer en su compleja comedia Pedro de Urdemalas. De momento sólo quiero anotar que la importancia que adquiere el gitano en la obra cervantina se destaca aun más si pensamos que en el mundo dramático de Lope de Vega, el gitano aparece en menos de media docena de comedias y como personaje muy de segundo orden: El ganso de oro, El tirano castigado, El primer rey de Castilla, La madre de la mejor. (N. del A.)

 

6

Sobre este tema es de imprescindible consulta la obra póstuma de Leo Spitzer, Classical and Christian Ideas of World Harmony (Baltimore, 1963). (N. del A.)

 

7

Debe leerse el artículo clásico de Marcel Bataillon, «Cervantes y el 'matrimonio cristiano,'» Varia lección de clásicos españoles (Madrid, 1964), 238-55. (N. del A.)

 

8

Sobre la renuncia cervantina a escribir una novela picaresca he insistido en la introducción, ya citada, a mi edición de las Novelas ejemplares, al disertarme con la brevedad del caso, acerca de Rinconete y Cortadillo. Y al referirme a La gitanilla como «novela amorosa» lo hago porque me parece demasiado fuerte usar anacronismos como novela sentimental o novela romántica para referirme a ella. Ruth El Saffar, Novel to Romance. A Study of Cervantes's 'Novelas ejemplares' (Baltimore, 1974), 86-102, acentúa el carácter «pastoril» de La gitanilla, en lo que no le falta razón. Desde otro cuadrante, Julio Rodríguez-Luis la estudia, junto con La ilustre fregona, como ejemplos de «la virtud entre ladrones y pícaros», en su libro Novedad y ejemplo de las 'Novelas ejemplares' de Cervantes, I (Madrid, 1980), 107-41. (N. del A.)

 

9

Mis supuestos mentales acerca de todo este asunto los puede consultar el curioso lector en el prólogo a mi edición del Persiles (Madrid, 1969), o del Peregrino en su patria de Lope de Vega (Madrid, 1973), ambas en la colección de Clásicos Castalia. (N. del A.)

 

10

Aunque un poco extremoso en sus conclusiones, es de muy interesante lectura sobre este tema el artículo de Georges Güntert, «La gitanilla y la poética de Cervantes», BRAE, 52 (1972), 107-34. (N. del A.)