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326: Se nota en seguida la falta de la hipérbole elogiando la belleza suprema de las dos protagonistas, una falta que subraya el enfoque narrativo del poema (en comparación a la tendencia lírica y algo exagerada de la Diana).
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336: El argumento empieza a enredarse aquí, cuando se realiza el sueño de Silvano. Armía le había hablado de la venganza de Cupido contra «una hermosa ninfa muy exenta, / que nunca jamás de él ha hecho cuenta»
(vv. 247-48).
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344: El caso de Belisa es idéntico al de Armía: «Un blando corazón desengañado, / burlóle un crudo, ingrato, y cauteloso»
, vv. 220-21; «aunque fortuna fue tan su enemiga, / que no cortó a medida su ventura / de su valor, estado, hermosura»
, vv. 182-84.
En pasajes como éstos hay una clara expresión de una actitud específica ante el amor: por perfecto que sea el (o la) amante, por honesto y sincero que sea su amor, no se garantiza ese amor una vez confrontado con el capricho de la fortuna y del tiempo. De hecho, Montemayor implica el fracaso del amor frente al flujo temporal.
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369: Montemayor avanza un paso hacía la ironía. Al principio del siglo XVIII, tales apartes narrativos se habían desarrollado en comentarios astutos como éste: «Aquí hace Cide Hamete un paréntesis y dice que por Mahoma que diera, por ver ir a los dos [Don Quijote y Doña Rodríguez] así asidos y trabados desde la puerta al lecho, la mejor almalafa de dos que tenía»
(II, xlviii; ed. Riquer, II, 882).
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382: En la trayectoria amorosa de Montemayor, se logra un verdadero entendimiento del amor sólo por la experiencia propia. Se expresa la misma idea en los primeros versos de «Píramo y Tisbe»: «Oyanme solo amadores, / y el que no, como grossero, / trate de cosas menores»
(ed. Ife, p. 3, vv. 3-5).
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387-88: Esta frase no está clara. Silvano, «el triste», no se cree herido por el amor, sino por «su mano», o la de Alcida o su propia mano.
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395: «Mirar en hito», de «mirar de hito en hito»: «Fijar la vista en un objeto sin distraerla a otra parte»
(Dicc. Real Acad.).
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400: C, D, E, F, G terminan el verso con un punto interrogativo, como lo hace el texto del Segundo cancionero. Dicha por Belisa, una amante experimentada, la frase se lee mejor como una exclamación. Sea pregunta o exclamación, es interesante encontrar tal comentario autoanalítico en una obra pastoril.
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403: B: «Silvano en verlas ir y solo verse.»
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419: B: «mirando de las dos disimulaban».