Escena primera
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Representa la espaciosa cocina de una
venta en las cercanías de Zaragoza. Aparecen ANTÓN,
atizando el hogar, y RITA, mirando a la puerta con inquietud.
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RITA. | Mal fuego de Dios, amén, | | sobre esa gente maldita | | caiga, y pronto. |
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ANTÓN. | Calla,
Rita. | | Prudencia y cachaza ten. | |
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RITA. | ¿Cachaza y prudencia,
Antón, | | cuando al punto en que llegaron | | ayer tarde
nos robaron | | dos ovejas y un lechón? | | Y gracias que
en el pajar | | estaban ya las gallinas. | | Dime, en fin, qué
determinas, | | pues voy la puerta a atrancar. | |
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ANTÓN. | (Acercándose.) | ¿Sancha y Berrio no han salido | | a
recoger el ganado...? | | Pues cuando esté a buen recado | | tomaremos un partido. | |
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RITA. | El de la venta cerrar | | y defender
nuestra hacienda. | |
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ANTÓN. | (Receloso.) | El diablo que
la defienda, | | que en ello se puede errar. | |
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RITA. | (Con viveza.) | Defenderse de ladrones es justo. | |
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RITA. | Las ovejas y el lechón | | lo dirán. |
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ANTÓN. | No
más razones. | | Calla la boca, mujer. | | Esas gentes por
momentos | | armas reciben y aumentos: | | sabe Dios lo que va
a haber. | | Ya has visto que no encontraron | | en el vecino castillo | | resistencia, el rastrillo | | al punto les franquearon. | |
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RITA. |
Porque de Nuño Atarés, | | hijo de aquel infanzón, | | a quien no quiso Aragón | | por su soberano, es. | | Y
siempre anda desabrido, | | y de la reina se queja. | |
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ANTÓN. |
Pues a los señores deja | | tomar tal o cual partido. | | Y traten los cortesanos | | de estas cosas, que nosotros, | |
manden unos, manden otros, | | no salimos de villanos. | |
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BERRIO. | (Dentro y dando grandes voces.) | ¡Arre!... ¡Jo!... ¡Maldita
burra! | | Sancha, abre bien... ¡Arre!... ¡Jo! | |
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SANCHA. | (Dentro.) | Ya todo el ganado entró. | |
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ANTÓN. | (Desde la
puerta.) | Que el morueco no se escurra. | |
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(Entran SANCHA y
BERRIO con hondas en la mano y muy cansados.)
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BERRIO. | Ya
está todo en el corral, | | hasta el morueco marrajo; | | no ha sido poco trabajo. | | ¡Qué arisco es el animal! | |
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RITA. | ¿Y los cerdos? ¿Y el pollino? | |
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BERRIO. | De los cerdos...
faltan dos. | |
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RITA. | ¡Maldito seas de Dios! | | ¿Dónde...? |
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BERRIO. | ¡Toma!...
El peregrino | | lo sabe. |
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BERRIO. | (Poniéndose el dedo en los
labios y acercándose a RITA.) | ¡Chií!, | | que a venir al punto va, | | ¡y tiene un gesto que ya! | |
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RITA. |
¡Jesús! ¿Va a encajarse aquí? | |
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SANCHA. | (Interrumpiéndole.) | ¡Mentira! |
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BERRIO. | Sí,
tú, | | ¡curiosa de Belcebú! | |
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ANTÓN. | (Impaciente.) | Explícate, ¡voto a Cristo! | |
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BERRIO. | Sancha la burra
montó | | para acarrear el ganado, | | y a carrera por el
prado... | |
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BERRIO. | Ya
se ve que escapó. Como | | hace siempre que le arrima | | la persona que va encima | | un aguijonazo al lomo. | |
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BERRIO. | Entre
los enebros | | vió soldados la pollina, | | y siempre se
desatina | | por ir donde oiga requiebros. | |
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BERRIO. | A
la cañada | | corrió, en fin, y yo tras de ella, | | pues no debe una doncella | | correr sola despeñada. | | Y a ese hombre, con otros seis, | | nos hallamos. |
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BERRIO. | Afirmaros puedo | | que de milagro me veis. | | Se me heló todito el cuajo. | |
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BERRIO. | ¡Quia,
Sanchica, | | si al fin logró la borrica | | escuchar un
requebrajo! | | Yo sí, que caí de rodillas, | | de
pie a cabeza temblando, | | cual si estuvieran bailando | | en
mi cuerpo las costillas. | | Y la maldita visión: | | «¿Quién
son -dijo- los villanos?», | | y yo, cruzadas las manos, | | le
respondí: «Hija de Antón | | es esta mala doncella. | | Hija de Antón el ventero, | | y yo su novio, que quiero | | casarme, señor, con ella.» | | y el duende repuso: «Bien. | | Pues que en su venta me espere, | | si es que fiel mostrarse
quiere, | | al tal Antón le prevén. | | Y porque
no tenga quejas | | de mí, dale este dinero, | | que con
él pagarle quiero | | tres cerdos y dos ovejas.» | | Y ésta
me dió. | (Saca una bolsa con dinero) |
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RITA. | (Tomándola
y examinándola,) | ¡Virgen
pura! | | Tres veces hay su valor. | |
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ANTÓN. | Pues si es
tan buen pagador, | | venga con buena ventura. | |
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SANCHA. | También | | me dijo: «Hermosa doncella...» | |
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BERRIO. | No hubo hermosa,
miente ella. | | Doncella sólo, y va bien. | |
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SANCHA. | (Sacando
del pecho una cruz de oro.) | Y dióme esta cruz; mirad. | |
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RITA. | (Pasmada.) | A ver... ¡De oro!... Una ciudad | | vale.
¡Ay Dios, qué rica joya! | | Marido... |
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ANTÓN. |
Rita,
¿lo ves? | | Prudencia y cachaza, sí; | | que el tal me
parece a mí | | que lo que se suena es. | |
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BERRIO. | También
nos dijo ese coco... | |
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RITA. | Ese señor. Más despacio. | | BERRIO. «Esa venta en un palacio | | se tornará de aquí
a poco.» | | Lo que me hace sospechar | | que es algún brujo
hechicero | | que es carbón ese dinero, | | que la venta
va a volar. | | Y... si es así..., ¡guarda, Pablo! | |
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RITA. |
¿No ves que una cruz nos dió? | |
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BERRIO. | Siempre diz
que se escondió | | detrás de la cruz el diablo. | |
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RITA. | (Sorprendida.) | ¿No oyes caballos, Antón?... | | ¡Ay!... ¿Si será...? Yo estoy muerta. | |
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ANTÓN. |
Déjate; desde la puerta | | observaré quiénes
son. | | (Se acerca al bastidor.) | ¡Ay Rita!... ¿Sabes quién
es? | | Torrellas, nuestro señor, | | con otros cuatro al
redor, | | y con Alvaro Garcés. | |
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RITA. | (Cuidadosa.) | ¡Ay
cielos!... Que está esa gente | | tan cerquita no sabrán, | | y acaso los prenderán... | |
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ANTÓN. | (Con malicia.) | Mujer, no seas inocente. | | Corro a tener el estribo | | a Torrellas
mi señor. | | No te asustes, ten valor, que no hay de
miedo motivo. | |
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(Vase. Entran embozados FORTÚN TORRELLAS,
JOFRE DE ALVERO, ALVARO GARCÉS y tres Caballeros.)
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TORRELLAS. | ¡Oh buen Antón! Ya veo | | que fiel me conociste | | desde el mismo momento en que me viste | | y que servirme es
siempre tu deseo. | | Y Rita y Sancha, ¿buenas...? | |
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ANTÓN. |
De gozo al veros, como deben, llenas. | |
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BERRIO. | (Adelantándose.) | Los cerdos, las ovejas y pollinos... | |
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ANTÓN. | (Deteniéndolo.) | Calla, animal; no digas desatinos. | |
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BERRIO. | (Adelantándose otra
vez.) | Se escapó esta mañana en la borrica. | |
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BERRIO. | Nostramo, | | Berrio el zurdo me llamo, | | y soy mozo porquero, | | y seré,
si Dios quiere, para enero | | el marido de Sancha, | | de lo que
está, señor, ella tan ancha | | y tanto, que quisiera | | que el matrimonio este verano fuera. | | Mas yo estoy mohíno, | | y ronco, y fatigado, | | porque ella y el morueco | | han hecho
cosas que me tienen seco. | |
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TORRELLAS. | (Llamando a ANTÓN
aparte.) | Decidme, Antón honrado; | | ¿habéis
visto el anciano peregrino, | | que en el fuerte vecino | | de
Atarés, mi pariente, | | se ha alojado esta noche con
su gente? | |
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ANTÓN. | (Con aire reservado.) | Sancha y,
el mozo diz que lo encontraron | | esta mañana, y que
con él hablaron. | |
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TORRELLAS. | ¿Y con qué compañía | | te han dicho, Antón? |
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ANTÓN. | (Llamando a su
hija.) | Escúchame,
hija mía. | | (Habla con ella aparte y en secreto, y luego
dice:) | Con cinco hombres no más. | |
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TORRELLAS. | Ponte
a la puerta, | | y para ver si viene estate alerta. | |
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(Vanse ANTÓN, RITA, SANCHA y
BERRIO.)
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TORRELLAS. | El
tal Romero | | cual es se porta a ley de caballero. | | Seis a
seis la entrevista | | tendrá lugar. |
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GARCÉS. | El
Cielo nos asista | | para ver la verdad distintamente, | | y poder
resolver lo conveniente. | |
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TORRELLAS. | ¡Ojalá, amigos,
que quien dice sea! | | Yo le conoceré cuanto lo vea, | | pues aún no se borró de mi memoria | | aquel
aspecto de grandeza y gloria. | |
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ALVERO. | Tampoco yo olvidado | | tengo su altivo porte y su semblante. | | Que, aunque muy joven,
combatí a su lado, | | y le vi, lanza en ristre y arrogante, | | entrar en hora aciaga | | en medio de los moros allá
en Fraga, | | en donde lo perdimos, | | y de su arrojo audaz víctimas
fuimos. | |
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GARCÉS. | ¡Ojalá sea! Y Aragón
recobre | | su perdido poder, y extienda sobre | | Castilla su
dominio, | | tornando a ser de infieles exterminio. | |
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(Entran
corriendo y asustados, queriendo refugiarse detrás
de TORRELLAS, RITA y SANCHA, y con ellas BERRIO.)
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(Entra ANTÓN.)
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ANTÓN. | (A TORRELLAS.) | Aquí llega, señor, el peregrino. | |
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TORRELLAS. |
A su encuentro salgamos. | (Al acercarse a la puerta queda,
asombrado y retrocede poco a poco, respetuoso y confundido.) | Mas
¿qué veo? | | ¿Es ilusión falaz de mi deseo? | |
¡Gran Dios..., él es!... No hay duda. | |
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ALVERO. | (Mirando
asombrado a la puerta.) | Sí...; mas del tiempo la
carrera muda | | ha alterado su rostro. |
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GARCÉS. | Me ha convertido la sorpresa en hielo. | |
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(Entran DON LOPE DE AZAGRA, con un ropón y esclavina
de peregrino; MAURICIO, con hábito de monje cuatro
Caballeros vestidos de cazadores, dejando ver armas de guerra
bajo los sayos, y cuatro Villanos. DON LOPE se despoja con
nobleza del traje de peregrino, y queda armado, con sobreveste
roja, y el collar de la Orden del Santo Sepulcro, y se dirige
sin vacilar, con los brazos abiertos, a TORRELLAS.)
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DON LOPE. |
Noble Fortún Torrellas, | | cuya fama se encumbra a las
estrellas, | | y en quien miro y contemplo | | de honor y de lealtad
tan vivo ejemplo; | | ven, y en estrechos lazos, | | pues que en
mi apoyo tu favor consigo, | | te ciñan hoy los brazos | | no de tu rey, de tu constante amigo. | |
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TORRELLAS. | (Hincando
las rodillas y enajenado de gozo y de respeto.) | No es posible
que dude | | honra y dicha tan alta, pues acude | | tanto recuerdo
grato | | a mi pecho, do vive tu retrato, | | que por mi rey amado
te pregono. | | Y de ayudarte a recobrar el trono | | te hago pleito-homenaje. | | No en tus brazos, señor, do me levantas, | | sino a
tus regias plantas, | | rindiéndote el debido, vasallaje. | |
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DON LOPE. | (Levantándolo:) | Alza, y ven a mi pecho. | | Y porque más seguro y satisfecho, | | libre de toda
duda, | | tu noble esfuerzo a mi servicio acuda; | | y porque la
verdad hoy testifiques, | | y en Aragón publiques | | que
Alonso, emperador de las Españas, | | aquel a quien valieron
sus hazañas | | tan glorioso renombre, | | que de batallador
mereció el nombre, | | soy yo; y porque asegures la falsía | | con que se publicó que muerto había | | en la
acción acïaga, | | castigo del Señor, cerca
de Fraga, | | claras, nuevas señales | | quiero mostrarte
a ti y a estos leales. | | (Separa la veste y enseña una
cicatriz.) | ¿Recuerdas esta herida, | | que al bravo Albucalem
costó la vida, | | cuando aquí en Zaragoza holló
triunfante | | mi regia planta el bárbaro turbante? | | (TORRELLAS
da muestras de reconocerla.) | Sí, tú fuiste
el primero | | que, viendo en tierra mi tajante acero, | | en aquella
jornada | | me alargaste tu espada. | | Y, ¡vive Dios!, Torrellas,
que venía, | | pues fuiste un portento en aquel día, | | toda de sangre bárbara bañada. | | (Mostrando
un eslabón roto de collar.) | ¿Ves este collar roto, | | de la Orden sacra del Sepulcro Santo, | | que en Pamplona fundé
cumpliendo un voto | | y que de los infieles fué el espanto? | | Recuerda que en mi pecho, | | estando tú de mí
muy corto trecho, | | lo rompió la violencia | | de una
lanza en el cerco de Valencia. | | (En reserva, a TORRELLAS.) | ¿Y olvidaste, acaso, fiel amigo, | | el aviso secreto, | | importante
a mi honor y a mi respeto, | | que me diste sagaz, con que el
castigo | | de Pero Anzures suspendí prudente, | | para
ganar la castellana gente? | | (TORRELLAS da muestras de recordarlo,
atónito.) | Y este anillo real, ¿no lo conoces? | | (Enseña
una sortija.) |
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TORRELLAS. | (Besándole la mano.) | Basta,
señor; el Cielo santo a voces | | que sois mi rey me
dice, | | y a quien lo dude con furor maldice. | | Alvaro de Garcés,
Jofre de Alvero, | | aragoneses todos: yo aseguro, | | y lo defenderé
con este acero, | | que don Alonso emperador es éste, | | que la bondad celeste devuelve a nuestro amor. | (Hincando
una rodilla y extendiendo la mano derecha.) | Y
yo le juro | | obediencia y lealtad. | | (ALVERO, GARCÉS,
los tres Caballeros, BERRIO, ANTÓN y los cuatro Villanos,
hincando la rodilla y extendiendo la mano:) | Y
lo juramos | todos también. |
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MAURICIO. | (Poniéndose
en medio, con dignidad.) | En
nombre de Dios vivo, | | como su sacerdote, yo recibo | | el santo
juramento, | | y os exhorto a su pronto cumplimiento. | |
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DON LOPE. |
Alzad, vasallos fieles, | | (Levántanse todos.) | que
ya de nuevos triunfos y laureles | | juzgo mi frente orlada, | | y de Aragón la gloria asegurada. | | (Acercándose
afectuosamente a JOFRE DE ALVERO:) | Llega, gallardo Alvero. | | ¡Qué espigado y gentil! Aunque muchacho, | | no diste
a los infieles mal despacho | | en aquel lance de contrario
agüero. | | Pienso que fué tu estreno en aquel día: | | ibas, por cierto, en una jaca pía. | | (ALVERO le besa
la mano. Acercándose a GARCÉS.) | ¿Y tú,
Garcés...? ¡Cuán bravo caballero | | era tu padre!
La primera lanza | | de Aragón... ¿Dónde está? |
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GARCÉS. | Señor,
es muerto | | en San Pedro de Arlanza, | | donde se retiró
juzgando cierto | | vuestro fin desastrado. | |
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DON LOPE. | De
lealtad y valor era un dechado. | | (Le besa GARCÉS la
mano.) | No perdamos, Torrellas, ni un momento. | | A Zaragoza
parte, | | dando mi nombre al viento | | y alzando de lealtad el
estandarte. | | Y dile a mi sobrina | | que tema de la cólera
divina, | | y de mi noble esfuerzo la venganza, | | si al punto
sin tardanza | | su rey no reconoce en mí, y su tío, | | el trono devolviéndome, que es mío. | |
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TORRELLAS. |
Señor, a obedeceros, | | con estos valerosos caballeros, | | patentizando al mundo | | que vive vuestro esfuerzo sin segundo, | | iré. Y el pueblo fiel de Zaragoza, | | que escasas dichas
y venturas goza | | desde el momento que os perdió, la
nueva | | que hoy de nuestra lealtad la voz le lleva | | oirá
con entusiasmo y alegría, | | y os abrirá sus
puertas este día. | | Mas para combatir cumplidamente | | las dudas y razones | | que opuestos intereses y opiniones | | puedan acaso entre la ruda gente | | esparcir (porque dan tan
largos años | | lugar a recelar dolos y engaños), | | dignaos de darme relación cumplida | | de cómo
fué vuestra preciosa vida | | en la ocasión salvada, | | y en dónde, eclipsada, | | tan largo tiempo estuvo, | | y escondida y oculta se mantuvo | | la majestad augusta que
adoramos, | | y que hoy, gracias al Cielo, recobramos. | |
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DON LOPE. |
Fortún Torrellas, tu prudencia es mucha. | | Sí,
todo lo sabrás; atento escucha: | | Viendo en los campos
de Fraga, | | donde Dios, airado, quiso | | dar a mis muchos pecados | | con la derrota el castigo, | | que por momentos crecían, | | como mar embravecido, | | los escuadrones infieles | | sobre los
pendones míos, | | y conociendo que sólo | | de tan
tremendo conflicto | | hallar pudiera el despecho | | de salvación
un camino, | | elegí trescientas lanzas, | | la flor del
hispano brío, | | y arrojéme a su cabeza | | en brazos
de mi destino. | | Arrollé como un torrente | | los escuadrones
moriscos; | | sus más bravos adalides, | | y sus jaques
de más brío, | | al empuje de mi lanza | | cayeron
en sangre tintos, | | como en la selva al empuje | | caen del huracán
los pinos. | | Mis servidores leales | | hicieron raros prodigios | | de valor; mas todo en vano, | | pues Dios nos negó su
auxilio. | | Y ya casi todos eran | | víctimas de su heroísmo, | | cuando de un bote de lanza | | vine a tierra sin sentido. | |
El sol tras los negros montes | | buscaba ansioso un asilo, | | horrorizado y medroso | | del estrago que había visto. | | Y los fieros musulmanes | | a acabar el exterminio | | de mis
desdichadas huestes | | avanzaron de aquel sitio. | | Era ya entrada
la noche, | | cuando volviendo en mí mismo, | | de cadáveres
cercado, | | de armas rotas y de heridos | | me encontré.
Y a Dios el voto | | hice, al encontrarme vivo, | | de ir desde
allí a Palestina, | | y ante el sepulcro de Cristo | | pedir
perdón de mis culpas, | | penitente y peregrino, | | rogando
con lloro al Cielo | | se me mostrase propicio. | | Quitéme
la veste regia, | | que destilaba hilo a hilo | | negra sangre,
y el almete | | de la corona ceñido. | | Y sobre el yerto
cadáver | | que vi cerca del invicto | | Azagra (en quien
semejanza | | hallaban muchos conmigo) | | tiré ambas prendas,
guardando | | este collar y este anillo; | | y a la luz de escasa
luna, | | trepando empinados riscos, | | me retiré. Unos
pastores | | me dieron su estrecho abrigo | | sin conocerme. Y
tomando | | pobres y toscos vestidos | | llegar logré a
los Alfaques, | | en donde el ibero río | | daba ya por
su ancha boca | | al mar, pasmado de oírlo, | | la falsa
y terrible nueva | | de mi muerte, en roncos gritos, | | publicando
de mis tropas | | el verdadero exterminio. | | Una veneciana nave | | depararme el Cielo quiso, | | y en ella saludé pronto | | las riberas del Egipto. | | Visité la Tierra Santa, | | y con el abad Mauricio | | (este venerable monje, | | mi director
y mi amigo, | | que desde entonces ni un día | | de mí
se apartó), contrito | | confesé mis culpas todas, | | y con ásperos cilicios | | adoré aquel mármol
sacro, | | donde piadoso Dios Hijo, | | por la redención
del mundo | | completó su sacrificio. | | Del voto que en
Fraga hiciera | | libre, viéndolo cumplido, | | tornar a
mi reino quise, | | que por hallarme sin hijos | | encomendado
creía | | (cual mandé en un codicilo | | que antes
de partir a Fraga | | dejé de mi puño escrito) | | del Temple a los caballeros, | | y del sepulcro de Cristo | |
a la Orden por mí fundada | | de mi reinado al principio. | | Y sin dejar de romero | | el traje, y con gran sigilo | | mi regio
nombre ocultando, | | con sólo el abad Mauricio | | las
playas dejé de Siria, | | fiando al viento mis designios, | | en un leño de Pisanos | | a Génova dirigido. | | Mas, ¡ay!, aún no satisfecho | | el Cielo estaba, pues
quiso | | completar de mis pecados | | el decretado castigo. | | Un
corsario sarraceno | | tristes esclavos nos hizo, | | y en las
mazmorras de Malta | | juguetes del hado fuimos. | | Allí
varias veces supe | | de mi Imperio los conflictos | | ya por voz
de mercaderes, | | ya por quejas de cautivos. | | Supe que mi hermano
el monje | | manchó de Aragón el brillo; | | que
Castilla y que Navarra | | se hicieron reinos distintos. | | Y,
al fin, que mi roto cetro | | a manos había venido | | de
mi inexperta sobrina, | | sin armas y sin prestigio. | | Y amargamente
llorando, | | más que mi infortunio mismo | | las desdichas
de estos reinos | | y su cierto precipicio, | | logré al
cabo libertarme, | | y volver, vasallos míos, | | a vuestros
leales brazos, | | con los que, y con el auxilio | | de Dios, que
misericordia | | empieza a ejercer conmigo, | | conseguiré
prontamente | | restaurar el poderío | | de Aragón;
y con mi nombre | | cegar el horrendo abismo | | a cuyo borde pendiente | | nuestra amada patria miro. | | Juzgo, valiente Torrellas; | |
juzgo, infanzones altivos; | | juzgo, aragoneses bravos; | | juzgo,
vasallos queridos, | | que quedaréis satisfechos | | con
mi relato prolijo | | de que tardanza tan grande | | en acudir
al peligro | | de mi patria y de mi trono | | no fué en
vuestro rey delito, | | sino voluntad del Cielo | | por sus ocultos
designios. | |
|
|
TORRELLAS. | Pues que tal rey nos devuelve, | | a nuestros
votos propicio, | | corramos a Zaragoza | | para publicarlo a gritos. | | ¡Viva el grande don Alonso! | | ¡El rey viva! |
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|
TORRELLAS. | Amigos, | | no perdamos ni un momento. | |
|
|
TODOS. | ¡Viva Alonso largos siglos! | |
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(Vanse TORRELLAS y todos los que salieron con él.)
|
ANTÓN. | A nuestro amo acompañemos. | |
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|
BERRIO. |
Si es que el rey nos da permiso. | |
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|
DON LOPE. | Sí,
marchad. | (Vanse ANTÓN, RITA, SANCHA, BERRIO y los
Villanos. A los cuatro Caballeros de su séquito:) | También
vosotros | | encaminaos al castillo | | con tan venturosas nuevas, | | que yo en el momento os sigo. | |
|
|
|
(Vanse los Caballeros. Así
que todos desaparecen, DON LOPE, fatigado y abatido, mira
tristemente a MAURICIO, recoge la ropa de peregrino y se
la vuelve a poner lentamente.)
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|
MAURICIO. | ¿Qué
os aflige | | en tan venturoso día?... | | Yo estoy loco
de alegría; | | la fortuna nos dirige | | por el camino
más llano | | al eminente dosel, | | y vais a ser vos en
él | | de la España el soberano. | |
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|
MAURICIO. | El
buen Torrellas | | incauto tragó el anzuelo, | | y hoy con
sus brazos de un vuelo | | nos encumbra a las estrellas. | |
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MAURICIO. | Y el pobrete, alucinado, | | creyó muy entusiasmado | | ver a don Alonso en ti. | | (Se
ríe) | Mas le hablasteis de manera, | | el engaño
reforzando | | y el tono de rey tomando, | | que hasta yo casi
os creyera. | | Unisteis a la verdad | | de las aventuras nuestras, | | con expresiones tan diestras, | | con tal naturalidad, | | del
emperador el nombre, | | y los recuerdos fingisteis | | con tanto
primor, que fuisteis | | más un demonio que un hombre. | | Los planes que concebimos | | en Malta entre las cadenas | | y
que cual sueños apenas | | en nuestra mazmorra urdimos, | | cumplido efecto tendrán; | | tendránlo, sin duda
alguna, | | pues ocasión y fortuna | | en nuestro favor
están. | | De ese rey, que murió en Fraga, | | debió
de ser, ¡vive Dios!, | | su semejanza con vos | | muy grande para
que haga | | efecto tan importante. | | Ánimo, pues, y osadía... | | Pero ¿qué melancolía | | ofusca vuestro semblante? | |
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DON LOPE. | (Muy abatido.) | Entre aquestos infanzones | | esperé ver a mi hijo, | | y de su ausencia me aflijo | | por poderosas razones. | |
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MAURICIO. | ¿No os pudierais de él
fiar, | | si no es posible engañarle? | |
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DON LOPE. |
La trama manifestarle | | fuera mucho aventurar. | | Además...,
os lo confieso: | | al cabo, noble nací, | | y un remordimiento
en mí... | |
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MAURICIO. | (Incomodado.) | ¿Perdiste, don Lope,
el seso? | |
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DON LOPE. | Lo he recobrado más bien. | | Hay cosas que desde lejos | | tienen hermosos reflejos; | | mas
cuando de cerca se ven, | | se conoce lo que son, | | y tan viles,
que se afrenta | | quien las juzgó de gran cuenta | | llevado
de una ilusión. | | Desde que puse en España | |
con este intento los pies, | | cada día mayor es | | el
tedio que me acompaña. | | Y al recordar quién
fuí yo | | en mi patria, y lo que soy, | | de mí
avergonzado estoy, | | cual siempre lo está el que erró. | | Yo, espejo de lealtad, | | ¿ser un traidor alevoso...? | | ¿Ser
fingido y mentiroso | | yo, sol puro de verdad...? | | ¿Yo impostor...?
¡Ah! Me confundo. | |
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MAURICIO. | ¿Con escrúpulos andáis, | | cuando caminando vais | | al primer trono del mundo? | |
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DON LOPE. |
Mauricio, sentado en él, | | besando el orbe mi planta, | | veré atado a mi garganta | | ignominioso cordel. | |
|
|
MAURICIO. | (Con sonrisa amarga.) | Sólo volviendo el pie atrás, | | no entre sueños y quimeras, | | sino en la horca, y
muy de veras, | | esa lazada tendrás. | | No puedes retroceder | | del camino que emprendiste; | | pues va en él el pie
pusiste, | | terminarlo es menester. | |
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DON LOPE. | (Profundamente
agitado.) | Sí, concluiré la carrera; | | sí,
saciaré mi ambición; | | pero un noble corazón | | tiene la voz muy severa. | |
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MAURICIO. | Compón, amigo,
el semblante, | | que aquí tornan los villanos. | | Desecha
escrúpulos vanos, | | y adelante. |
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DON LOPE. | (Muy
abatido.) | Sí,
adelante. | |
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(Sale BERRIO, y se detiene, como asustado.)
|
BERRIO. |
¡Ay!, que el sayo se encajó, | | y así me da mucho
miedo. | |
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BERRIO. | (Turbado.) | ¿Llegar
puedo? | |
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|
MAURICIO. | Con respeto, ¿por qué no? | | ¿Quisieras
servir al rey? | |
|
|
BERRIO. | (Tomando confianza) | Para guardar
sus cochinos, | | sus ovejas, sus pollinos, | | unas vacas y algún
buey, | | que es de lo que sirvo a Antón, | | quisiera,
pues, la soldada | | mejor y más bien pagada | | será,
y buena la ración. | |
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|
MAURICIO. | (Animándolo.) | De soldado has de servir, | | como valiente vasallo, | | con una
lanza, a caballo. | |
|
|
BERRIO. | Fuera cosa de reír. | | ¡Estuviera
buen muchacho!... | | A pie sería mejor, | | que soy mal
cabalgador, | | y voy hecho un mamarracho. | |
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|
|
|
MAURICIO. | Sí,
y puede darte | | el rey de dote una parte | | de despojos. |
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|
|
|
BERRIO. | Dos
necesito, | | porque con estas albarcas | | se anda mal entre las
charcas | | tras del morueco maldito. | |
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MAURICIO. | Todo lo tendrás;
ven, pues, | | al castillo. |
|
|
BERRIO. | Con
licencia | | de vuestra gran reverencia, | | iré con Sancha
después. | | Que allí para hilar estopa, | | y sazonar
el puchero, | | servirá a este caballero, | | y para lavar
la ropa. | | (Vase.) |
|
|
MAURICIO. | ¡Qué villano tan sencillo! | |
|
|
DON LOPE. | Pues éstos nos dan la fuerza; | | no hay
sin ellos quien la ejerza. | | Vamos, que es tarde, al castillo. | |
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|
(Vanse.)
|
Escena II
|
|
Salón regio del alcázar
de Zaragoza, con dosel. Entran DOÑA ISABEL y TORRELLAS.
|
DOÑA ISABEL. | ¡Ay cuánto don Pedro tarda!... | | Justamente en la ocasión | | en que con tanta razón | | y tal inquietud le aguarda | | mi afanoso corazón. | | (Mira
a la puerta con inquietud.) | Hoy que debe, amante ufano, | | de nuestra reina el permiso | | demandar, como es preciso | |
para conseguir mi mano, | | ¿por qué ha de andar tan
remiso? | | Que mi padre esta mañana | | salió a
caza le avisé, | | y amorosa le esperé | | del jardín
en la ventana; | | mas, ¡ay!, a verme no fué. | | (Se pasea
con inquietud.) | ¡Dios me valga! Desde el día | | que
apareció este impostor, | | todo es sospecha y temor, | | todo afán el alma mía, | | todo recelos mi amor. | | Mi padre anda de contino | | de mil dudas agitado, | | don Pedro
desatentado | | maldiciendo al peregrino, | | y todo el reino alterado. | | (Vuelve a pasear agitada.) | Que se retarde me temo | | mi boda.
Y aun temo más, | | pues la discordia quizás | |
llegue a un doloroso extremo | | que no recelé jamás: | | al de enemistar, ¡ay Dios!, | | a mi padre y a mi amado, | | pues
el calor me ha asustado | | con que disputan los dos | | sobre
ese impostor malvado. | |
|
|
|
(Llora. Entra DON PEDRO LÓPEZ
DE AZAGRA.)
|
DON PEDRO. | Hermosísima Isabel, | |
deidad pura a quien adoro, | | mi único bien, mi tesoro, | | rendido tu amante fiel... | | Pero ¿por qué es ese lloro? | | ¿Por qué a tu mustio semblante | | dan sin luz los bellos
ojos | | esas perlas por despojos, | | y a tu seno palpitante...? | | ¿Quién causa, di, tus enojos? | | (Con gran ternura e
interés.) | ¿Tú afligida, encanto mío?... | | ¿Qué ofensas lloras, mi bien? | | De mi afán
lástima ten, | | pues me pierdo y desvarío. | | ¿Quién
causa tu pena, quién? | |
|
|
DOÑA ISABEL. | (Afligida.) | Vos, don Pedro. |
|
|
|
DOÑA ISABEL. | ¿No os avisé
esta mañana | | de que sola en mi ventana...? | | Pues allí
pasé una hora. | |
|
|
|
DOÑA ISABEL. | Y el prefijado día | | para pedir la licencia | | con tan tibia diligencia | | retardar... |
|
|
DON PEDRO. | A
eso venía; | | para eso pedí esta audiencia. | |
Y escuchadme una disculpa | | tan grande, dueño querido, | | que dejará convencido | | vuestro amor de que la culpa | | de tal falta no he tenido. | | La tremenda agitación | | que en todo el reino ha causado | | de ese embustero malvado | | la impensada aparición, | | a Zaragoza ha llegado. | |
Y como sobran traidores | | de osadí y ardimiento, | | a
mi obligación atento, | | de aquestos alrededores | | no
me aparté ni un momento, | | que cuando peligra el trono | | legítimo, es justa ley | | darlo todo al abandono | | y
vigilar en su abono, | | que antes que todo es el rey. | |
|
|
DOÑA ISABEL. | (Conmovida.) | ¡Oh don Pedro...! |
|
|
DON PEDRO. | Isabel
mía, | | tu mano no mereciera | | si tan pura y fiel no
fuera | | de mi pecho la hidalguía | | y mi lealtad tan
sincera. | | Y cuando llego anhelante | | de nuestra reina a pedir, | | para nuestra suerte unir | | el permiso, más amante | | os quisiera ver y oír, | | que ese llanto y aflicción | | en el venturoso día | | en que ya nombraros mía | | podré, dulce dueño, son | | verdugos de mi alegría. | |
|
|
|
(Siguen hablando entre sí. Aparece la REINA, separando
con recato las cortinas de una puerta que habrá al
fondo o al lado izquierdo de la escena; desde allí,
sin avanzar, dice:)
|
REINA. | (Aparte.) | ¡Oh cielos!... Azagra
allí | | enamorando a Isabel. | | ¡Qué noble, gallardo
y fiel! | | ¡Desventurada de mí! | |
|
|
DON PEDRO. | (A DOÑA
ISABEL, sin que hayan reparado en la REINA.) | ¿Quedáis
contenta, cruel? | |
|
|
DOÑA ISABEL. | Tiene vuestro dulce
acento | | y tiene vuestra presencia | | conmigo tal influencia, | | que disipan al momento | | los fantasmas de la ausencia. | | Y
si porque fiel servisteis | | a la reina, habéis faltado | | a verme, y apresurado | | a pedir ahora vinisteis | | el permiso
deseado, | | las nubes de mi amargura | | se disipan, y renacen | | las esperanzas, que hacen | | de mi pecho la ventura, | | y que
mi alma satisfacen. | | (Siguen hablando entre sí con
extremos de ternura.) |
|
|
REINA. | (Aparte, desde la puerta.) | ¡Cuán felices!... ¡Y cuánta es mi amargura, | | que lo adoro también, y él no lo sabe, | | porque
en mi excelsa posición no cabe | | declarar a un vasallo
tierno amor! | | Y aunque lo declarara, ¿por ventura | | lo pudiera
inspirar?... ¡Terrible suerte! | | Es más terrible que
la misma muerte | | de amar sin esperanzas el dolor. | |
|
|
DON PEDRO. | (Arrojándose, transportado de amor, a los pies de
DOÑA
ISABEL.) | ¡Ah! Dejad que a vuestra planta, | | pues
tan dichoso me veo, | | alma y vida por trofeo | | os rinda, y
que os pague tanta | | ventura como hoy poseo. | | (Le toma una
mano.) | Y que mi labio leal | | temple el fuego celestial | | de
la pasión que os consagra | | en la mano de cristal... | |
|
|
|
(Se la besa. Entra la REINA apresurada, DOÑA
ISABEL
da un paso atrás, sorprendida, y DON PEDRO se levanta,
retira y queda en la mayor confusión.)
|
|
REINA. | (Indignada y poniéndose entre los
dos.) | ¡Isabel!...
¡Azagra! | | De que en mi cámara estáis | | os olvidasteis,
sin duda. | | (Pausa) | Isabel, ¿te has vuelto muda...? | | Azagra,
¿no contestáis? | |
|
|
|
DON PEDRO. | (Hincando una rodilla) | Vuestra
piedad | | imploro si os ofendí, | | cuando humilde llego
aquí... | |
|
|
REINA. | (Más templada.) | ¿Con qué
intento, Pedro...? Alzad. | |
|
|
DON PEDRO. | (Levantándose.) | Una gracia suplicaros | | para mí de gran ventura, | |
la que mi dicha asegura. | |
|
|
REINA. | Ya tardáis en explicaros. | |
|
|
DON PEDRO. | De doña Isabel Torrellas | | la nobleza
y gallardía | | abrasan el alma mía, | | que así
plugo a las estrellas... | |
|
|
REINA. | Ya lo vi. | (Aparte.) | Mal
me reprimo. | |
|
|
DON PEDRO. | ... y como en ilustre cuna | | y
en los dones de fortuna | | su igual en todo me estimo, | | vuestra
regia aprobación | | para casarme, señora, | | mi
rendido amor implora. | |
|
|
REINA. | (Mortificada.) | Y en oportuna
ocasión. | | ¿De su padre tenéis ya | | para ese
enlace el permiso? | |
|
|
DON PEDRO. | Mi lealtad el vuestro
quiso | | tener antes. |
|
|
REINA. | (Con severidad.) | Bien
está. | | Id, y que en estos salones | | tengan al momento
entrada | | a la reunión convocada | | ricoshombres e infanzones, | | que hoy de livianas materias | | no me puedo yo ocupar, | | cuando
hay que determinar | | sobre cuestiones tan serias. | | Id, pues. |
|
|
DON PEDRO. | (Aparte.) | ¡Pese
a mi destino! | | (Hace una profunda reverencia y vase.) |
|
|
REINA. | (Acercándose a DOÑA
ISABEL con bondad y cariño.) | ¿Por qué lloras, Isabel?... | | ¿Estás tan prendada
de él...? | | Será un amante muy fino. | |
|
|
|
REINA. | Tu
amiga soy; | | enjuga, Isabel, el llanto. | | No hay motivo para
tanto, | | y afligida al verte estoy. | | No era oportuno el momento, | | y nada os negué, además. | | (Pausa.) | ¿Ha mucho
tiempo, quizás, | | que tratáis el casamiento? | |
|
|
DOÑA ISABEL. | Señora, hace ya tres años. | |
|
|
REINA. | Y este tan dichoso amante, | | ¿será fiel...,
será constante | |
|
|
DOÑA ISABEL. | No es, señora,
hombre de engaños, | | y siempre igual lo encontré. | |
|
|
REINA. | (Con malicia.) | Muy apuesto..., muy rendido... | |
|
|
DOÑA ISABEL. |
Muy formal, muy comedido. | |
|
|
REINA. | Pues qué te tiene
no sé | | de tal modo apasionada. | | Su figura no es gran
cosa. | |
|
|
DOÑA ISABEL. | Tiene un alma muy hermosa, | | y es galán. |
|
|
REINA. | No
encuentro nada | | raro en don Pedro. | (Aparte) | ¡Ay
de mí! | | (Alto.) | El don Alvaro Garcés | | mucho
más gallardo es, | | y está prendado de ti. | | ¡Qué
bien maneja una lanza! | | ¡Cuánto luce en un torneo! | | Ni Aznares tampoco es feo, | | y con mucho garbo danza. | | En
las justas y festines | | al don Pedro muy atrás, | | en
gentileza y demás, | | dejan ambos paladines. | |
|
|
DOÑA ISABEL. |
Pues don Pedro es a mis ojos | | el único. |
|
|
REINA. | (Aparte.) | Y
a los míos. | | Mas ¿por qué estos desvaríos | | me han de dar tantos enojos? | |
|
|
|
(Sale DON PEDRO.)
|
DON PEDRO. |
Los ricoshombres, señora, | | y los nobles infanzones. | |
|
|
REINA. | Ábranse aquestos salones, | | y que entren, pues,
en buen hora. | |
|
|
|
(DOÑA
ISABEL hace señas a la
izquierda de la escena, y salen Damas, Pajes y Guardias.
DON PEDRO la hace a la parte de la derecha, y salen Fortún
TORRELLAS, ALVARO GARCÉS, JOFRE DE ALVERO, el ARZOBISPO,
RICOSHOMBRES, INFANZONES, CLÉRIGOS y CABALLEROS, y
se colocan alrededor del trono, en el que se sienta la REINA.)
|
REINA. | Ricoshombres y prelados, | | infanzones, caballeros; | | de Aragón gloria, y defensa | | de mis sagrados derechos: | | la seguridad del trono, | | el esplendor de mi cetro, | | la fama
de vuestros nombres, | | la tranquilidad del reino, | | ya imperiosamente
exigen | | de vuestra lealtad y esfuerzo | | que ese impostor fementido, | | que ese ambicioso protervo, | | que el esclarecido nombre | |
del rey mi tío mintiendo, | | contra mi corona atenta, | | tenga cumplido escarmiento. | | En la batalla de Fraga, | | como
sabe el orbe entero, | | pereció el gran don Alonso, | | porque así le plugo al Cielo. | | Aragón declaró
nulo | | su dudoso testamento, | | que a los templarios dejaba | | con poco aviso estos reinos. | | Y a su hermano don Ramiro, | | cual legítimo heredero, | | juró por rey, que
aunque estaba | | en un santo monasterio, | | del Papa especiales
bulas | | hábil a todo le hicieron, | | y en vez del escapulario | | no le asentó mal el peto. | | Yo, cual su hija y heredera | | por legítimo derecho, | | ocupé este excelso
trono, | | fuí jurada por el pueblo, | | sin que disputarme
nadie | | pueda en la Tierra o el Cielo | | ni de mi padre la herencia, | | ni este solio que poseo. | | Después de tan largos años, | | y de tan varios sucesos, | | ese impostor se presenta | | para
trastornar el reino. | | Despreciado en un principio, | | fué
su osadía creciendo, | | y ya con rebelde tropa | | de indómitos
bandoleros, | | de fascinados ilusos, | | de revoltosos perversos, | | de viciosos arruinados | | y de astutos malcontentos, | | osa
acercarse a este alcázar, | | osa atacar mis respetos, | | osa levantar bandera, | | osa demandarme el cetro. | | Y si es
que a tanto le anima | | el que mujer sin esfuerzo | | me juzga,
su desengaño | | no tarde con su escarmiento. | | Salid,
sus, a mi defensa, | | que así os cumple como buenos. | | Dad a esa traición castigo, | | poned a esa audacia
freno, | | que, aunque mujer, desprovista | | tan de valor no me
encuentro | | que no pueda la coraza | | vestir, empuñar
el hierro | | y a vuestro frente en el campo | | humillar a los
soberbios | | que osan mancillar mi nombre, | | o dudar de mis
derechos. | |
|
|
|
(Momento de silencio, con ansiedad general.)
|
TORRELLAS. |
Permitid, alta señora, | | que como acaso el más
viejo | | de cuantos hoy la honra tienen | | de acataros, sea el
primero | | que a vuestras nobles palabras | | dé respuesta
con respeto. | | Quién soy Aragón no ignora, | |
que mi interés y el del reino | | son uno mismo es notorio, | | que mi sangre y abolengo | | seguridades ofrecen | | de lealtad
en todo empeño, | | no habrá quien ose dudarlo; | | no habrá, no,¡viven los cielos!, | | que aún
no es báculo mi espada, | | ni aquestas canas son hielos. | | Con antecedentes tales, | | a decir aquí me atrevo | |
lo que mi conciencia sólo | | dicta a mis labios, y es
esto, | | (Atención general.) | Señora, el rey
don Alonso | | vivo está, y es el romero | | que impostor
hoy apellidas, | | acaso con poco acuerdo. | | (Movimiento general.) | Yo lo conocí, señora, | | y lo serví
en ese excelso | | dosel. Lo seguí a los campos, | | lo
acompañé en los reencuentros, | | Merecí
su confianza, | | siempre asistí a su Consejo, | | confirió
conmigo planes | | depositó en mí secretos. | | Y
de su noble presencia | | los rasgos grabados tengo | | con tan
pronunciadas líneas | | en la mente y en el pecho, | | que
no es posible me engañen, | | señores, mis ojos
mesmos. | | Y esta mañana lo he visto | | y examinado con
ellos. | | Y escuchando sus palabras | | reconocí sus acentos, | | y mi razón aclararon | | con infalibles recuerdos. | |
Ese anciano peregrino | | es, gran señora, creedlo, | |
el emperador de España | | don Alonso, tío vuestro, | | al que glorioso renombre, | | en cuanto abarcan los cielos, | | sus hazañas y conquistas | | de batallador le dieron. | |
|
|
|
(Momento de silencio y de agitación.)
|
ARZOBISPO. |
Ilustre Fortún Torrellas, | | aunque tengan tanto peso | | para mí vuestras razones | | y los dictámenes
vuestros, | | pues sé vuestras calidades | | y vuestra virtud
respeto, | | permitidme hoy, sin agravio, | | un pareced muy diverso. | | Y considerad conmigo | | que cuando inspira el infierno | | la
ambición a un desalmado, | | que anhela usurpar un cetro, | | de falaces apariencias, | | de alucinantes pretextos, | | de engaños
y de mentiras | | le ofrece abundantes medios. | | Porque el demonio
es, en suma, | | quien rige su alma y su cuerpo, | | y de ficciones
y engaños | | el demonio es gran maestro. | | Y provisto
de noticias, | | y de confidencias dueño, | | finge, miente,
disimula, | | contrahace la voz y el gesto, | | y alucina fácilmente | | la buena fe de los buenos, | | que porque lo son no saben | |
lo que saben los perversos. | | No es difícil, ¡oh Torrellas!, | | al cabo de tanto tiempo, | | de remota semejanza | | equivocar
los recuerdos. | | Después de tan largos años, | | el emperador, que muerto | | lloramos todos en Fraga, | | torna
en traje de romero. | | ¿Y dónde estuvo escondido? | | ¿Cómo
no vino a su reino | | cuando un hombre lo regía | | con
una espada por cetro? | | Y si es el rey don Alonso, | | ¿por qué
franco y descubierto | | no ha venido a este palacio | | de Zaragoza
derecho, | | en vez de andar con disfraces | | alucinando a los
pueblos, | | allegando malhechores | | y trastornando los reinos? | | El emperador insigne | | de otro modo muy diverso | | se portara,
aragoneses. | | En ese anciano romero | | sólo un malvado
descubro, | | sólo un impostor encuentro, | | tan sólo
un agente miro | | de los planes del infierno. | |
|
|
TORRELLAS. | (Con
dolor.) | Quien dude que es don Alonso | | (dicho sea con respeto | | del venerable arzobispo, | | a quien acato y venero), | | pone
mi verdad en duda | | y la lealtad de mi pecho. | |
|
|
ARZOBISPO. | De
buena fe alucinarse | | puede el mejor caballero. | |
|
|
TORRELLAS. | (Resuelto.) | Repito que es don Alonso, | | emperador de estos
reinos, | | el que he visto esta mañana, | | y a quien he
hablado yo mesmo. | | A la Tierra Santa un voto | | le llevó
desde el funesto | | campo de Fraga, y cautivo | | después
de los sarracenos, | | en una mazmorra esclavo | | ha gemido largo
tiempo, | | sin poder venir a España | | para reclamar su
reino. | | Mas pues ya en ella el pie puso | | en busca de sus
derechos, | | y le juré pleitesía | | mientras viviese,
contemplo | | que es mi obligación sagrada | | servirle,
y en todo extremo | | cual su vasallo ayudarle | | a que recobre
su Imperio. | | (Hace una profunda reverencia y vase seguido
de algunos.) |
|
|
DOÑA ISABEL. | (Apoyándose,
desmayada, en una de las damas.) | ¡Ay de mí! |
|
|
ALVERO. |
Yo,
con Torrellas, | | porque de leal me precio, | | a servir a mi
rey parto, | | como cumple a un caballero. | | (Vase seguido de
algunos.) |
|
|
GARCÉS. | Y yo también, convencido | | de que el legítimo dueño | | de Aragón
es don Alonso, | | que nos devuelve hoy el Cielo. | | (Vase seguido
igualmente de algunos.) |
|
|
DON PEDRO. | (Saliendo en medio
de la escena con calor y entusiasmo.) | Pues yo juro morir
en la defensa | | de ese trono legítimo, y mi acero | |
al que osare, traidor, hacerle ofensa | | justo castigo le dará
el primero. | | Miente quien dice y asegura y piensa | | que es
el rey don Alonso ese romero. | | Y hoy a la reina el corazón
consagra, | | si la abandonan todos, Pedro Azagra. | | Sí,
yo combatiré los desleales; | | sí, yo combatiré
los impostores. | | Aquellos que se precien de leales | | cerquen
mi enseña y sigan mis tambores, | | que en medio de esos
campos desiguales | | escribirá con sangre de traidores | | donde el derecho de mi reina alcanza | | el hierro agudo de
mi fuerte lanza. | | Nobles zaragozanos, siempre fieles, | | venid
ardiendo en saña vengativa | | por reina tal a recoger
laureles, | | si en la lealtad vuestro blasón estriba. | | Demos asunto a plumas y a cinceles. | | ¡Viva nuestra gran
reina! |
|
|
TODOS. | (Rodeando con gran entusiasmo a DON PEDRO.) | ¡Viva!
¡Viva! | |
|
|
DON PEDRO. | Venid, venid conmigo; defendamos | |
a la reina y al trono que adoramos. | |
|
|
|
(Cae el telón.)
|