Santa Cruz de Mar Pequeña

Santiago de Vandewalle

Conocidos son de todos los señores Académicos los interesantes trabajos publicados en estos últimos años acerca de la verdadera situación de Santa Cruz de Mar Pequeña y de nuestras antiguas posesiones en la costa Noroeste de África, donde se hallaba situada la fortaleza que lleva aquel nombre, debiendo tenerse muy en cuenta, para ulteriores investigaciones, los notables escritos del ilustre Académico Sr. Fernández Duro y del no menos notable escritor y distinguido jefe de la Armada Sr. Alcalá Galiano, que en el curso de sus controversias han sabido despertar el mayor interés en todas las personas amantes del estudio de nuestras glorias nacionales, reuniendo tal número de datos que, puede   —250→   muy bien asegurarse el éxito más completo en tan meritorias elucubraciones.

Es indudable que la falta de conocimientos náuticos y geográficos de algunos historiadores antiguos, de comunicaciones y hasta de imprenta en las islas Canarias, antes del siglo último, han sido las causas principales que han ocasionado la diversidad de pareceres en un asunto de tal importancia para la historia de nuestras posesiones en la costa africana, más que para determinar el punto concreto donde existió el castillo de Santa Cruz. Pero afortunadamente y gracias á los esfuerzos de los escritores citados, han desaparecido ya aquellas dificultades que parecieron insuperables; y sin grandes esfuerzos, con la lógica de los números y auténticos y autorizados documentos pueden ya esclarecerse y determinarse, de modo incontrovertible, todos los extremos que se han venido discutiendo.

La Real cédula expedida en Valladolid en 1449 determina nuestra posesión en aquella parte de la costa de Africa «desde el cabo de Aguer hasta la tierra y cabo de Bojador con dos rios en su término, el uno llamado la Mar Pequeña», estampándose este último nombre en las cartas posteriores á 1500 en un río situado al Sur de cabo Non. En las Ordenanzas para el establecimiento y gobierno de la Casa de la contratación de las Indias, que suscriben los Reyes Católicos en 20 de Enero de 1503, se manda que «los oficiales de la dicha casa tengan cargo de todo el trato que se ha de hacer en las partes de la Mar Pequeña y del cabo de Aguer é de otra cualquier parte de Berbería, para que les enviasen lo que fuere necesario, así de mercaderias como de mantenimientos, teniendo mucho cuidado de bastecer á su tiempo la fortaleza de Santa Cruz», demostrando ambas soberanas disposiciones que toda la parte de costa comprendida entre Aguer ó Guer y Boxador era ya poseído por España. Dentro de estos límites se comprendían San Bartolomé, los Médanos, Nul, el fuerte de Santa Cruz y el de San Miguel de Saca.

Las crónicas confirman, que si bien el adelantado Lugo trató de establecer en 1500 una fortaleza distinta de las citadas en un punto de Mar Pequeña, distaba mucho de este sitio el castillo de Santa Cruz, que también estaba junto á Mar Pequeña, lo que   —251→   demuestra que solo á los grandes errores cometidos anteriormente en nombres y distancias, debe su origen el haberse confundido el castillo de Santa Cruz de Mar Pequeña con Mar Pequeña misma. D. Pedro Agustín del Castillo, historiador canario, que desde 1686 había levantado un plano de aquellos lugares, expresa en su Historia que terminó en 1737, que Mar Pequeña dista de Lanzarote 33 leguas de travesía de mar, y se halla á la boca de un río que entra la tierra adentro más de 3 leguas, capaz de goletas, bergantines, etc., por donde entró Herrera con sus barcos lo más arrimado á tierra, deduciéndose de todo esto que la Mar Pequeña era la que daba entrada al río, en cuyas márgenes se hallaban construidas las fortalezas, ó sea la que se interpone entre la costa y las islas de Lanzarote y Fuerteventura, siendo aquel río uno de los que se hallan situados en el territorio que ocupó España, ó sea el Aluet Null, cuyo fondeadero se denomina Draa, no debiendo olvidarse que el río Aluet Null se llamó después Non y en la actualidad Chibica.

Los historiadores Castillo y Viera citan entro otras las escrituras públicas siguientes:

Una otorgada por el adelantado D. Alonso de Lugo en 28 de Agosto de 1506, ante el escribano de Tenerife, Antón de Vallejo, por la que declara que Pedro Benitez el tuerto, y Francisco Benitez, murieron en la costa de Africa, luchando heroicamente contra los moros; y la que asimismo hizo el otro adelantado don Pedro de Luna, en 26 de Abril de 1524, con un albañil para la reedificación del castillo de Santa Cruz, ante el mismo escribano Vallejo, folio 1.193 de su protocolo.

Con motivo de la publicación de los importantes trabajos de los Sres. Fernández Duro y Alcalá Galiano, ocurrió este último á Santa Cruz de Tenerife en averiguación de la escribanía que tuviera á su cargo la de Vallejo, y resultó que es la que hoy desempeña en la Laguna el notario D. Blas Cabrera. No se encontró entonces el documento de 26 de Abril de 1524, pero sí otro en que el mismo albañil contrató con otro de su clase la reedificación del castillo de Santa Cruz, que por lo malo de la letra y por carecerse allí de paleógrafos, no ha podido descifrarse, habiéndose obtenido solamente las fotografías que la Academia puede   —252→   examinar y que demuestran, no solo el carácter de la letra de su época, sí que también la posibilidad de su lectura en el protocolo por personas peritas ó en placas de gran tamaño.

Por esta dificultad de descifrar allí la letra antigua, será también por lo que no han podido encontrarse aquellas otras dos escrituras de 1506 y 1524; pero el que suscribe no ha perdido ni pierde la esperanza de que se encuentren y se fotografíen ó copien por alguna persona inteligente en paleografía.

Los datos que estas escrituras arrojan, no pueden ser más interesantes para la Historia de nuestros fuertes en la costa de África frente á las islas Canarias, aparte de otras consideraciones de no menor importancia.

Y como corroboración de lo expuesto debe consignarse aquí que hace dos ó tres años se encontró en la Gran Canaria un mapa que lleva la fecha de 1761, donde se señala Mar Pequeña en el mismo sitio que la designó D. Pedro Agustín del Castillo, aunque con más detalles y precisión, cuyo documento se conserva en el Museo Arqueológico de Las Palmas.

La Academia acordará lo que estime conveniente al objeto de obtener los documentos indicados, si cree que pueden ser de utilidad para la Historia de nuestras posesiones en África.

Madrid 20 de Febrero de 1891.