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221

Ortega y Gasset, op. cit., p. 46. Heidegger makes a similar distinction in stating solutions to the conflict between possibilities of existence and the facts of the world: «authentic being rooted in the explicit sense of my situation (Befindlichkeit); and inauthentic being, moving automatically in the established ruts and routes of the organized world». H. J. Blackham, Six Existentialist Thinkers (New York: The Macmillan Co., 1952), pp. 92-93.

 

222

El sayal y la púrpura, p. 219.

 

223

La bahía de silencio, pp. 156-157, 411.

 

224

El sayal y la púrpura, p. 231. Cf. pp. 9-10, however.

 

225

La bahía de silencio, pp. 348, 475.

 

226

El sayal y la púrpura, p. 217: «Construye en ti la indiferencia necesaria para que las naturalezas subalternas no te importen nada y circulen ignoradas por los vericuetos de su propio encharcado laberinto. Los elementos de nobilidad de un espíritu o son invulnerables o son inauténticos. El único modo de que la serpiente acabe por envenenarse es que no encuentre donde depositar su veneno. Así como la cosa más triste del mundo no es la existencia de los espíritus pequeños sino la de los espíritus altos a quienes afecta la pequeñez que los roza».

 

227

El sayal y la púrpura, p. 61; Conocimiento y expresión de la Argentina, p. 42; Meditación en la costa, pp. 58-59. Cf. Sartre, L'Existentialisme, pp. 92-93; Blackham, op. cit., pp. 56-58. For a different view, see Ortega y Gasset, op. cit., p. 10.

 

228

El retorno (Buenos Aires: Espasa-Calpe Argentina, 1946), p. 144. Cf. Joseph Conrad, Lord Jim (New York: Random House, 1931), p. 180: «It is as if loneliness were a hard and absolute condition of existence; the envelope of flesh and blood on which our eyes are fixed melts before the outstretched hand, and there remains only the capricious, unconsolable, and elusive spirit that no eye can follow, no hand can grasp». And p. 225: «Are not our lives too short for that full utterance which through all our stammerings is of course our only and abiding intention? I have given up expecting those last words, whose ring, if they could only be pronounced, would shake both heaven and earth. There is never time to say our last word -the last word of our love, of our desire, faith, remorse, submission, revolt. The heaven and the earth must not be shaken. I suppose -at least, not by us who know so many truths about either».

 

229

Fiesta en noviembre, p. 152. Cf. Meditación en la costa, pp. 58-59: «Nadie es uno mismo, uno solo. Somos lo que reflejamos. Somos lo que los otros son en nosotros y lo que nosotros somos en los otros. Sólo lo que se refleja, se vive. La falta de reflejo es la muerte, y los disturbios del reflejo son la locura moral, siendo la locura enajenación, esto es, distracción del orden exterior y del interior. Cuanto más viviente es un hombre más grande es la porción de universo que su espíritu refleja -o sea: que contiene en estado de acción y reacción». And p. 87: «... desgraciado el que comience y acabe en uno mismo: no tardará en verse paseado de gusanos».

 

230

Chaves (Buenos Aires: Losada, 1953), p. 35.

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