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ArribaAbajoEntretenimiento XX.

Dáse noticia de las antiguedades de los Indios, y de las cosas que se conservan de ellos.


Las Memorias de los Indios del Perú anteriores á su Conquista, se conservan en las Poblaciones, Edificios, y Muros en las Guacas, ó entierros, y tambien en aquellas cosas que les eran de propio uso, como son herramientas, ó instrumentillos de que se servian para hacer sus obras, y en las figuras de Idolos que al modo de dixes acostumbraban; pero los que viven en su natural libertad por aquellas partes y en las del Norte, no dán muestras de servirse. ni de fabricar con ningun fin figuras humanas, ni de animales. Estas antiguas Memorias de los que fueron sujetos al Imperio de los Incas, ministran larga idéa de lo que eran aquellos Pueblos, y del punto de civilidad á que habian llegado: distinguiendose entre ellos y los que no lo estaban algun genero de cultura, que sin apartarlos de las propensiones proprias de la raza, hacen perceptibles la distancia que hay entre el hombre abandonado á la barbarie, á la desidia, y al ócio, y el que subordidado á las leyes de una superioridad mas instruída, adquiere conocimientos de racionalidad en las lecciones que aquella le ministra.

Los Indios del Perú civilizados tenian Poblaciones en toda forma, aun antes de ser sojuzgados por los Incas, y les daban aquellas distribuciones que eran correspondientes al genero de comodidad que acostumbraban; y asi entre ellos se conocía este adelantamiento, respecto de las otras Naciones de la misma raza, que aun se mantienen, sin tanta formalidad, reducidos á lo mas preciso, é indispensable. Esta mayor formalidad no se opone en nada á lo que se ha dicho en el Entretenimiento anterior sobre sus propiedades y propensiones, y principalmente la desidia; porque el caracter natural de una especie de gente es diverso de la mas, ó menos perfeccion que dén á las cosas que son indispensables para el uso, asi como en la irracionalidad de los brutos se vén unos, que con mas instinto que otros, ó con mas propiedad, á nuestro modo de juzgar, disponen los nidos, hacen las cuebas, y los parages en donde se han de recoger.

En el Perú se conservan bastantes vestigios de los Palacios de los Incas, que son de otro orden y solidéz que las obras de los Indios rusticos, ó por ínejor decir, que las que hicieron las Naciones antes de ser conquistadas por ellos; reconociendose, que entre las cosas que adelantaron, sujetandolas á reglas mas metódicas, lo fue el edificar con algun genero de suntuosidad: por esto pueden mirarse las habitaciones, ó viendas de los Indios en tres clases: la primera la que les enseñó la necesidad desde los tiempos mas remotos, reducido á unas Cabañas, ó Chozas en figura circular como las que se han explicado en los anteriores Entretenimientos, y se hallan todavia entre el comun de ellos y en las Punas, como tambien en las Naciones de la parte del Norte, que no han reconocido ningun genero de cultura: la segunda es la que se vé en los Pueblos antiguos del Perú; y la tercera la que se practicó con las disposiciones y reglas que inventaron los Incas: en todas ellas hay alguna parte que guarda semejanza, aunque varían en la figura de los edificios, en la altura, y en las comparticiones interiores: los de la primera especie no necesitan mas explicacion que la que se ha dado, siendo el metodo general que usan las Naciones, que permanecen en la primera rusticidad en todas las partes del Mundo.

Son bien comunes los vestigios que se conservan en el Perú de las Poblaciones antiguas, y los hay en todas sus Provincias, infiiriendose por ello su crecido número antes de la Conquista. Entre otros parages que lo testifican, son, á lo que parece, de los que estuvieron mas poblados los Valles de las Capillas, por su propio nombre Guanquina, Guanca-Conachi, y Topara, cómo yá queda en parte advertido. Asi en las distancias que hay del parage que al presente llaman Capillas, hasta Topara, que es de 4 á 5 leguas, caminando ácia la sierra, se vén por uno y otro lado rastros de 15, ó 20 Pueblos que allí habia; y siguiendo para la parte opuesta, que es la que conduce al Mar en la misma conformidad, al presente no hay Poblacion formal en aquellos parages, y solo tal qual casa, ó rancho donde habítan Mulatos, ó Mestizos, y estas están muy separadas unas de otras, siendo de cañas su construccion.

Las Poblaciones estaban regularmente en las pendientes de los cerros que forman aquellos Valles; y aunque en estos hay bastante extension, no la ocupaban, eligiendo los lugares elevados que dominasen, acaso para tener esta ventaja; y en caso de ser acometidos por los que les hacian la guerra poderlos rechazar con mas facilidad, y no estár expuestos á ser sorprendidos. Tambien llevaban en ello la mira de que estuviesen sus Pueblos ventilados y libres de los vapores que se levantan de las llanuras por donde corren los Rios, que eran las tierras que aprovechaban en sus sembrados, lo qual debia hacerlas menos sanas que las otras que estaban con alguna elevacion.

La capacidad de estas Poblaciones era varia; pero regularmente se observa desde 300 pasos de largo en unas, hasta 600, que era la de los mayores, siguiendo segun corren los Valles. Su ancho es de 80 á 100 pasos con corta diferiencia: este ámbito ocupaban las casas, y separado de ellas, ácia la parte alta del cerro, se conservan los vestigios de fortalezas, no en todas, pero sí en las mayores, y hay apariencias de haber sido establecidas por los Incas despues que sojuzgaron aquellas Naciones, asi por la circunstancia de dominarlas, como por su construccion, que es uniforme á la que se vé en las que se fabricaron por disposicion de aquellos Soberanos, consistiendo en tres murallas, con sus terraplenes, las quales están en forma de gradería, superiores unas á otras, con aquella altura que vá tomando el terreno de los cerros de abaxo para arriba. Estos muros siguen las desigualdades que tienen los cerros por la parte exterior, y baxo de cada uno se reconoce haber estado rodeados de un foso.

La precisa disposicion de las casas está desfigurada con las ruinas que causa el tiempo, pero se conoce bien que constaban de 3, ó 4 piezas habitables, siendo una de estas la que destinaban para abrir en su suelo el Panteon, ó Sepulcro donde se enterraban: las puertas de su entrada son pequeñas y estrechas, teniendo de altura cosa de una vara, ó poco mas, y dos tercias de ancho, como ya se dixo, siendo la unica respiracion que habia en ellas; pues no acostumbran ventanas. Dentro de las piezas, en el grueso de las paredes, hacian unos nichos como alacenas, cuyo ancho era de dos tercias, su alto una, y de profundo una quarta: de ordinario hacian dos contiguas, que distaban entre sí vara y media, ó dos. Este uso fue general en toda la raza de Indios; pues en las casas de los de la Luisiana, y de todo el Norte lo siguen, sin diferiencia en los tamaños, y en la disposicion de hacer dos contiguas, como para que sirviesen de adorno en la pieza, al misino tiempo que de comodidad, para poner aquellas pocas cosas usuales que tenian.

La materia de las paredes es de tierra, en forma de tapias; pero no las hacian al modo de las de Europa: las suyas seguian á lo largo, todo el que tenian las paredes; y quando la extension de estas era demasiada, las hacian en dos, ó tres trozos. Los tapiales no tienen una misma altura, variando mucho en ello: el uno suele tener 3 pies, y el inmediato alto, ó baxo dos, ó solo uno; ni tampoco tienen la misma altura en todo su largo: por el un lado es de dos pies, ó algo mas de alto, y luego vá disminuyendo hasta finalizar el uno en el otro; pero esta desigualdad la suple el que está inmediato por la parte de arriba, ó por la de abaxo de ella. Las mas altas cle estas paredes, compuestas de 4,ó 5 tapiales, no tienen mas que dos varas, ó dos y media; y hallandose sin techos las casas, no puede saberse todo lo que tenian; pero juzgandolo por las puertas, y por la generalidad de no exceder en el tamaño algunas de las muchas que existen, se infiere ser ésta su altura regular: sobre ellas se levantaba la techumbre, que sería correspondiente á la figura de las casas quadradas, ó quadrilongas. El grosor de las paredes es algo menos de media vara; siendo digno de reparo, que sin otra fortaleza que ésta, y sin techumbre han resistido desde su construccion todo lo que ha corrido de tiempo hasta el presente.

Estos edificios que allí hacian de tapiales en otras partes eran de adoves; en otras de piedras brutas, ligadas con barro; en otras de madera, y en otras de caña, correspondientes á los materiales que tenian mas á la mano, y á los climas que cada Nacion habitaba.

La misma especie de casas se halla en la parte alta del Perú, en donde tenian Pueblos formales, bien que en estos no faltaban de las otras mas simples, en figura redonda, al modo que todavia las hay en los Lugares despoblados; y se extiende igualmente á ellos la práctica de los Sepulcros subterraneos; pero con alguna mas proligidad que los de los Valles de que se ha tratado; porque los enlucian por adentro con un genero de composicion tan dura y lustrosa, que quedaban muy lisas, é impenetrables á las humedades, no menos que á las savandijas que suelen criarse en tales lugares; infiriendose de ello el particular cuidado que tenian en la conservacion de los cadaveres.

Entre los edificios grandes en que se acredita la magnificencia y poder de los Soberanos del Perú, es de los principales el del Valle de Pachacamac, nombre que entre ellos significa el Dios Supremo, invisible, y desconocido, ó el Criador. Este se halla cerca del Pueblo de Lurin, que dista de Lima 5 leguas. Al presente solo existen de él ruinas, con algunos trozos que están en pié: hallanse divididos en tres distintos parages, que consisten en un Palacio, una Fortaleza, y un Templo, ó Adoratorio, reconociense en todos por aquel termino que les permitia la rusticidad, un ayre suntuoso y grande, que denota las idéas de los Soberanos que los hicieron fabricar.

Acia la parte del Mar, donde termína el Valle de Pachacamac en un parage elevado de arena están los vestigios del Palacio, cuyos muros subsisten todavia hasta la altura de 4 á 5 varas, mirado por la parte exterior; pues por la de adentro no es tanta su altura. Descubrense en él varias habitaciones, ó viviendas; y á no hallarse comprehendido debaxo de una cerca, con la qual únen los murallones de las comparticiones interiores, y sin disposicion de calles, podria discurrirse, que mas bien era Poblacion, que Palacio, por tener mas de media legua de circuito; pero este ámbito no componia, á lo que denotan las señales, mas que un edificio; y no puede formarse juicio de las distribuciones que tenia, porque se halla desfigurado en mantones considerables de adoves, que se han quitado de las paredes, con el fin de descubrir entierros, y aprovecharse de las riquezas, que se dice habia ocultas, incitando á ello la noticia de haberse sacado algunas de consideracion.

Como 600 pasos de este Palacio, sobre un cerro de arena como el antecedente, y siguiendo siempre ácia el Mar, está la Fortaleza, que tambien es de adoves, y consta de tres muros, mas anchos que los del Palacio, dispuestos en forma de gradería, de modo que el mas interior domína al de afuera succesivamente. Cada muro tiene su terraplen bien ancho, y la altura de ellos es muy competente, excediendo tambien la que subsiste á la del Palacio: su capacidad es de un quarto de legua en circuito, ocupando la cumbre del cerro con parte de su pendiente al rededor de él: distinguense todavía las viviendas de los que se mantenian en ella, y los nichos, que al parecer eran Cuerpos de Guardia, del mismo modo que los que tenian en las Fortalezas de piedra que hacian los Incas en otras partes.

A una legua de la Fortaleza, en la medianía de la pendiente de un cerro bien alto, al Súr del Valle, está el Templo nombrado Pachacamac, cuyas paredes exteriores subsisten en toda su altura, ó poco menos; pero en lo interior se halla muy deshecho, con el mismo motivo que hubo en los otros de buscar entierros. Su exterior es correspondiente en lo grande á la de las otras obras, sucediendo lo mismo en quanto á la solidéz. Por razon de la altura señorea los demás edificios, descubriendo con ventajas las llanuras de aquel País.

En todo esto se ofrecen varias cosas que notar, y son, los adoves de que están hechas las obras, la elevacion de los parages, la magnitud que les dieron, y las dificultades que vencieron para conseguirlas.

Los adobes son de distinto tamaño que los regulares, pues tienen dos tercias de largo, media vara de ancho, y una quarta de grueso. La tierra de que se hicieron fue preciso llevarla del Valle, mediante á que en los cerros donde están los edificios no hay mas que arena muerta, y son totalmente áridos: su composicion es tierra y arena, pero sin estár cocidos son de una dureza como piedra: se conservan sin rajarse, ni haberse deshecho con el tiempo, aun los que se hallan fuera de colocacion en montones, recibiendo la humedad de las Garúas; lo qual dá lugar á pensar que tuvieron algun particular método de trabarlos para que se endureciesen sin abrir rajas, cuyo secreto se ignora al presente, pues los que se fabrican en estos tiempos no tienen esta macicéz y dureza, aun siendo menor su volumen.

Es reparable que teniendo allí cerca el Valle de Pachacamac, fertilizado por el Rio del mismo nombre, y de mucha amenidad, lo dexasen y fuesen á establecer el Palacio y el Adoratorio en la aridéz de la arena, y en aquellos cerros donde la vista no tiene cosa que la recree. La causa de esto parece que fue el darles una situacion ventajosa para que no pudiesen ser sorprehendidos, mirando la seguridad de las personas de los Soberanos, con preferencia á las comodidades y á la diversion: á esto se junta ser lo mas ventilado y menos expuesto á enfermedades, pues en el Valle, por razon de estár en baxo y de los vapores humedos del Rio, no son los ayres tan puros y saludables como en las alturas, donde siempre corren los que son generales en aquellas costas.

La grandeza con que hicieron estos edificios no pudo ser mayor, como lo dicen los dilatados recintos que ocupan el grosor extraordinario de los muros exteriores, que no tiene comparacion con ninguno de los que se conocen de la antiguedad, principalmente en los Palacios de mas obstentacion, y otros del uso civil, pues aun exceden al grosor que se da modernamente á los muros de fortificacion. La igualdad con que están trabajados parece explica el designio de que hiciesen resistencia á lo mas dilatado de los tiempos, y se mantuviesen contra sus ordinarios acaecimientos; como hubiera sucedido por muchos siglos, si el deseo de buscar las riquezas, que se juzgaban enterradas, no se hubiese empleado en demolerlos, anticipando su destruicion á lo que podian discurrir, los quales fabricaron, y quedando para memoria aquellas partes de muros, disformes en sus proporciones, que indican lo que serian en las comparticiones interiores.

Para su fabrica, siendo de tanta magnitud, son sin número los adobes que se emplearon, y preciso conducirlos del Valle, que dista algo mas de media legua, venciendo además de la distancia las causas para ponerles en las alturas, agregandose al trabajo del transporte el de la precision de llevar el agua para las mezclas de las obras, y para el crecido número de gente que se empleaba en ellas, pues en sus inmediaciones na la hay, ni indicios de que practicasen pozos, cuya invencion parece no conocian, por no encontrar señales de ellos en sus poblaciones; pero aun quando no fuese asi, allí no eran de uso, por las circunstancias de los parages; y es de presumir que la llevaban del Rio, por ser la mas inmediata. Este inconveniente subsistia para el crecido consumo de aguada, que debian hacer los que se aposentaban en aquellos edificios, que á proporcion de sus capacidades vendrian á componerse en vecindario, capaz de formar una Ciudad, ó grande Poblacion, por cuyo motivo se hacia preciso que se emplease un número muy quantioso de Indios solo en el exercicio de conducir el agua; luego se agrega el correspondiente á los demás menesteres, y asi hacen comprehender estas circunstancias el gentío numeroso que habia en aquellos Países antes de haberse hecho la Conquista; pues en la lentitud natural de ellos, y en la circunstancia de hacer los acarreos por lo mas comun á espaldas de Indios, tenian abundantemente para perfeccionar tales obras, y superar las dificultades que parece se acrecentaban de intento á fin de hacerlas mas recomendables.

Descubrense entre las mismas ruínas y en las demoliciones que se hacen osamentas de cadaveres en bastante porcion, y muchas de las calaberas, conservando todavia el cabello, pedazo de vasijas de aquellas que eran de su uso, y entre estas cosas una gran red rota y consumida por partes, que á lo que se reconoce serviría para pescar, cuyo hilo es de pita, siendo estas cosas lo unico que ha quedado despues de las muchas piezas de alguna curiosidad, y de otras de valor, que han sacado los que han tenido la ocupacion de deshacer los edificios, cuyo embeleso aun no ha cesado, exercitandose en él de tiempo en tiempo algunos que se aplican á continuar la demolicion.

Por las tradiciones y noticias de aquellos tiempos eran este Palacio, Adoratorio, y Fortaleza, las mas considerables obras que se encuentran de su especie por aquellas partes; y asi lo dá á entender la extension dilatada y solidéz con que la dispusieron, haciendo obstentacion del poder que tenian, y de su aplicacion á grandes empresas, aunque sin gusto, apartandose de la limitacion de luces que se notan generalmente en los Indios, cuyas idéas, por lo ordinario, están ceñidas á lo que piden las necesidades de la vida, sin transcender á suntuosidad, ni magnificencia.

No se sabe con certeza quien fuese el Autor de estas memorables obras; en lo comun se tienen por de los Incas, y hay señas que lo persuaden; pero esto tiene la contra de que al tiempo de hacer ellos la Conquista de aquel Valle, estaba yá en él establecido el culto al Dios Pachacamac, y edificado su Templo, bien que este podria haber sido ampliado y mejorado por los Incas, quienes segun las Historias de sus reynados no dexaban de conocerlo, y lo veneraban interiormente como una de las Deidades supremas; pero por no ser visible llevaban la opinion de que no correspondia hacer, respecto de él, las demonstraciones exteriores que practicaban con el Sol y con la Luna. El Señor que dominaba en aquel y en los otros Valles contiguos, llamado Cuismancu, tenia por el primero de los Dioses á Pachacamac, á quien reconoció por Autor, y Mantenedor de todas las cosas, y en esta atencion estaba erigido el Templo en aquel Valle, y debería atribuirse á Cavismancu, o á sus antecesores; pero la grandeza de los edificios, el método y orden en que estaban dispuestos, y su extructura, siendo en todo iguales á los que se fabricaron por orden de los Incas, sin otra diferiencia que el material, hace prevalecer la conjetura de que sea obra suya éste de cuyos vestigios se trata, al menos en la ampliacion, y reedificacion.

Se hace preciso recordar ahora lo que se advirtió antes tocante á la aptitud, descernimiento, y alcances de los Indios antiguos por lo que dicen las Historias, y lo que se reconoce en sus monumentos, comparandolos con las cosas de los modernos. En aquellos habia, segun todas las noticias, Religion, conocian Idolatría, daban culto, y hacian sacrificios. Los Indios actuales son totalmente indiferentes en ello en tanto grado, que no se les encuentran señales que lo persuadan, ni de seguir Rito alguno en su interior. Todavia subsisten Naciones dilatadisimas en el Perú que no han sido sojuzgadas, y en ellas no se vé otra cosa mas que una vida animal, sin que puedan percibirse señales que los diferiencien; pero lo que se nota es, que en tratandose de culto interno de sujecion á cosas espirituales, delíran y lo tienen por superfluo, al modo que aquellas cosas que se hacen sin objeto, ó fin determinado.

Lo que de esto puede inferirse con mas probabilidad, es, como no pocos han pensado, que la raza de los Indios fue gente que por uno de los efectos raros de la Providencia pasasen allí de otra parte, del mismo modo que conduxo los primeros Pobladores, y los de las Islas que están habitadas en medio de los Mares; y que estos llevando instruccion de la Idolatría, dirigida al Sol, la introduxeron allí, la qual no apartandose de lo aparente y exterior, halló disposicion en ellos, porque son inclinados á todo genero de actos de esta especie; y por aqui se propagó con facilidad, tanto mas que sus fiestas han sido siempre acompañadas de la embriaguéz y bayles, que es lo que mas les agrada, y que aquel culto no les sujetaba á ocupar las idéas en los actos internos del alma, que miran con indiferiencia. Estos mismos les darían el modo de hacer grandes edificios, y abundando mucho el gentío lo dedicaban á fabricar los que se vén, practicandolo con la que habia de sobra, cuya máxima siguieron los Incas para evitar que con la ociosidad cavilasen alborotos, y se sublevasen.

En esta forma los edificios de Pachacamac, con otros diversos que se encuentran, no obstante lo que dicen los Historiadores, debe creerse que concurrieron á su fabrica los Incas en algun modo, y por esto fueron tan semejantes á los del Cuzco, los del Reyno de Quito, y de otras partes donde se extendió el Dominio, pues no les falta circunstancia; y asi las comparticiones, en lo que puede alcanzarse á reconocer, los Cuerpos de Guardia, el orden de colocar los adobes, y los restantes requisitos son lo mismo que los que se reconocen en aquellos otros. Además de esto, el Señor de Pachacamac y de Rimac no podia ocupar un Palacio tan disforme, y solo para los Incas, con toda su comitiva, venía bien; porque no se tiene noticia que otros Soberanos, de los que habia en aquellas partes, tuviesen familia, y séquito tan crecido, que necesitasen edificio de tanta magnitud para hospedarse.

Otro Palacio algo semejante al antecedente hay en Herbay, que es la orilla Meridional del Rio de Cañete, distando de Pachacamac 23½ leguas: es de bastante magnitud, aunque no tanta como aquel, teniendo de largo 400 pasos, y el correspondiente ancho: su situacion es sobre el barranco que forma el Rio, y está construído de arboles de igual tamaño á los otros: las paredes se mantienen en pie con la regular altura que tenian; pero en lo interior se halla demolido con igual motivo al que se dixo del otro.

Tambien se conservan á retazos las paredes que acompañaban los caminos en el que conducia del Cuzco á Lima. De estas se encuentran en distintos transitos de aquella larga distancia, manteniendose en pie, sin que hayan hecho mella en ellas los incidentes del tiempo, pues en los tramos que se han arruinado ha sido por la diligencia de deshacerlas para aprovechar sus adobes en las fabricas modernas.

En la raza de los Indios es necesario distinguir los actos y operaciones del entendimiento de los que son de pura manipulacion, ó industria: ó por otro modo aquellos en que trabaja el discurso de los que solo se terminan á los sentidos: en los primeros son totalmente negados, torpisimos, y sin descernimiento, ni comprehension; dimanando de ello no hacerles impresion aquellas cosas que se les dicen para que conozcan la razon, y la distingan de lo que se opone á ella: no alcanzan á sentir lo que puede resultar de las malas operaciones, y por esto obran sin reflexion, ni pensar mas que en lo presente. Lo propio sucede en los asuntos de Religion, oyen con serenidad quanto se les dice; pero ni se les imprime, ni causa en sus ánimos novedad, de suerte que con la misma disposicion reciben lo que se les anuncia de la verdadera, que de qualquiera otra, porque ninguna mueve la voluntad, ni les sujeta á seguirla por razon de convencimiento, y de formar idéa, que de ello deben esperar una vida eterna. Si se quiere que concedan en alguna cosa, lo hacen sin dificultad; y si aquello mismo se les persuade á que lo nieguen, convienen sin repugnancia. Por exemplo, se les dice, que el Diablo es malo: responden, que no les ha hecho mal alguno; pero asi será. Se les dice del mismo modo de uno de los Santos, que es bueno; y responden igualmente que asi será. Si esto se les buelve al contrario, convienen en la misma forma; sacandose de ello, que ni uno ni otro hace efecto en sus animos.

De las cosas de este Mundo ni desean, ni esperan mas de aquello preciso para el dia y en éstas el satisfacer la pasion de la embriaguez: de las del otro las idéas que puedan tener son muy debiles, y segun ellas no necesitan hacer meritos para ir allá, porque no dán luz del modo en que la conciben, figurandose que en este Mundo, como en aquel, todo es igual en la clase de hombres, y que el fin es uno mismo; con que por estas señales no puede penetrarse qual sea el fin que llevan en la Idolatría estos que son civilizados, y la conservan, segun el sentir vulgar, desde los tiempos de la Gentilidad: no se les vé sacrificar, ni hacer ofrendas, ni otros actos que lo acrediten, ignorandose en qué consiste laque se les atribuye.

Las cosas aparentes y actos exteriores ocupan todo su cuidado, y son en algunas obras industriosos; pero esto no es particular, ni arguye las mayores luces del entendimiento: pues de los animales se vé que disponen las obras para la conveniencia con tanta delicadeza, que trabaja el discurso de los hombres en imitarlas, y nunca lo consiguen con la perfeccion que ellos las hacen. Las redes de la araña indican la mayor industria y artificios; lo mismo sucede con los capullos de los gusanos, las casas de los castores dispuestas dentro del agua y sin que les entre, ni moje ésta su delicado y suave pelo; la variedad de nidos de los pajaros, que no tiene fin, ni pueden imitarse, y otras muchas cosas que les enseña el instinto, y dicta la necesidad: por esto en las de los Indios puramente exteriores, aunque parezcan grandes no contienen cosa de discursivo por donde se perciba haber trabajado mucho el entendimiento, diferenciandose en lo mas, ó menos grande, pero sin variarse, ni encontrarse adelantamiento de unas á otras; y asi vista una, lo están todas. Los de la parte del Norte hacen pinturas en algunos cueros, que preparan al modo de gamuzas, pero en ello imitan aquellas figuras que tienen mas presentes; y empleando una lentitud y paciencia sin igual, necesitan que la vista vaya corrigiendo lo que yerra el tino, y que les dé reglas que suplan por la falta de idéa en lo que desean sacar, convenciendose en ello ser en todo materiales.