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B. Sánchez Alonso, Historia de la historiografía española, CSIC, Madrid, 1941-1950, 3 vols. Ver asimismo J. M.ª Jover Zamora, «El siglo XIX en la historiografía española contemporánea (1939-1972)», en J. M.ª Jover Zamora (Dir.), El siglo XIX en España: doce estudios, Barcelona, 1974, págs. 9-151. Si en este amplio y pionero trabajo el profesor Jover Zamora no aludía a Rafael Altamira entre los grandes historiadores decimonónicos, en una posterior y casi inmediata reelaboración mostraba especial ahínco en reivindicar su figura y obra; ver al respecto: «Corrientes historiográficas en la España contemporánea», en VV. AA.: Once ensayos sobre la Historia, Fundación Juan March, Madrid, 1976, págs. 215-247, trabajo que puede consultarse igualmente en Historiadores de nuestro siglo, Real Academia de la Historia, Madrid, 1999, págs. 273-310.

 

12

I. Olabarri Gortázar, «La recepción en España de la revolución historiográfica del siglo XX», en V. Vázquez de Prada et alii, op. cit. pág. 88.

 

13

J. Malagón, «Los historiadores y la historia en el exilio», en J. L. Abellán (Dir.), El exilio español de 1939, vol. V. Arte y ciencia. Madrid, 1978, págs. 251-253, 307-309. Abundando en ello resulta enormemente significativo, por ejemplo, el hecho de que cuando la «Comisión depuradora de bibliotecas del distrito universitario de Valladolid» hizo pública su primera relación de libros prohibidos la lista estuviera encabezada por la Historia de España y de la civilización española de Rafael Altamira; en VV. AA., Rafael Altamira, Alicante-México (1866-1951), pág. 231.

 

14

I. Olabarri Gortázar, op. cit., pág. 93.

 

15

El Homenaje fue considerado en su momento merecido y justo, suscitando el apoyo institucional y científico. No obstante Cuenca Toribio, pese a calificar de «egregia» la figura de Altamira, estima que fue objeto de «comprensibles pero desconsideradas valoraciones», y que «al recuperarse las libertades ciudadanas se intentó, por influyentes sectores de la inteligentzia y la política, convertir a Altamira y Crevea en el guía y modelo del nuevo rumbo espiritual del país», en J. M. Cuenca Toribio: «La historiografía sobre la Edad Contemporánea», en J. Andrés-Gallego (coord.): Historia de la historiografía española, Ed. Encuentro, Madrid, 1999, págs. 188-189. Esta afirmación, en exceso aventurada, no se ajusta en absoluto a la realidad de aquel Homenaje celebrado, por otro lado, doce años después de la muerte del dictador.

 

16

A. Alberola (Ed.), Estudios sobre Rafael Altamira, Instituto «Juan Gil-Albert»-Caja de Ahorros Provincial, Alicante, 1987.

 

17

Concretamente en el artículo de J. L. Neila Hernández: «España y el modelo de integración de la Sociedad de las Naciones (1919-1939): una aproximación historiográfica» en que se cita a Altamira en la página 1379, nota 8 a pie de página, cuando el autor se refiere a la creación del Tribunal Internacional de Justicia de la Haya. Ya en texto las otras dos referencias al ilustre historiador y jurista, páginas 1380-1381, aluden a su capacidad como teórico y político, virtudes importantes ambas para el estudio de la Sociedad de Naciones, y a su convencido pacifismo. Apenas unas gotas dentro del torrente abrumador de páginas que componen los dos volúmenes señalados.

 

18

Peset Reig, «Rafael Altamira en México...», pág. 252.

 

19

R. Altamira, Historia de España y de la civilización española, vol. 1, pág. 9; cito por la reedición ya aludida de Editorial Crítica, Barcelona, 2001, prologada por José M.ª Jover Zamora y con «Estudio Preliminar» a cargo de Rafael Asín.

 

20

E. H. Carr, ¿Qué es la Historia?, Ed. Seix Barral, Barcelona, 1972 (5.ª ed.), pág. 81.

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