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ArribaAbajoUn título y una protagonista

Alfred Rodríguez


Querer explicarlo absolutamente todo en la obra de un gran escritor es achaque del oficio erudito. Quizás en ello nos pasemos de rosca alguna vez, pero aun en estos casos es posible que algo alumbre la conjetura que nos permite acercarnos de nuevo a la estimada obra y a su idolatrado creador. Que esto sirva de salvedad a las líneas que siguen, en las que la tomaremos con un título galdosiano que es a la vez nombre de protagonista: Tristana.

Galdós no escatima el uso de nombres propios para la entitulación de sus novelas: Doña Perfecta, Gloria, Marianela, Fortunata y Jacinta, etc.228 Es, en todo caso, una norma grata a toda la novelística europea del siglo pasado.229 Quizás lo diferencial en el uso galdosiano sea la persistencia con que sus nombres titulares encierran un inequívoco simbolismo onomástico: la absoluta imperfección de doña Perfecta, el infierno que vive Gloria, la dualidad personal de Ángel Guerra, el alumbrador diminutivo de Nazarín, etc.230

El nombre de la protagonista de Tristana -y quizás por esto mismo pasa a ser título de novela- efectúa un impacto inmediato de sugerencias interesantes y pertinentes, asimismo, al conjunto novelístico: a) su relación con el nombre arquetípico (Tristán), fijador de la antítesis Eros-Tánatos y de la imposibilidad del amor;231 b) la asociación directamente fonética con el estado expresado por las palabras «triste» y «tristeza»; y c) el efecto sociológico de la femenización de un nombre que, por fijado arquetípicamente en su versión masculina, no permite del todo esa alteración.232 El onomástico titular, como en el de los casos antes citados, enriquece las posibilidades representacionales del personaje y, con ello, el contexto novelístico propiamente.

Otra posibilidad enriquecedora que sugiere el onomástico seleccionado por Galdós vendría a reforzar sobremanera la noción -muy naturalmente destacada en los días que corren- de que el novelista se propuso, en Tristana, tratar la problemática sociológica del «feminismo».233 Es de notar que la figura histórica que más ruido hizo, en sentido feminista, durante la época en que Galdós se criaba -mujer de renombre universal en su día y competidora, y hasta favorablemente, de la George Sand- fue la hispano-francesa Flora Tristán.234

Es difícil que figura tan señalada del siglo pasado no llegara a conocimiento de Galdós, a pesar de pertenecer a una generación anterior a la suya.235 Ello es especialmente difícil tratándose de una figura histórica vinculada en su sangre al mundo hispano y, aún más concretamente, habiendo protagonizado episodios histórico-sociales de alguna resonancia en el Perú, país hispanoamericano con el que Galdós -lector y corresponsal de Ricardo Palma-236 mantuvo más conexión literaria que con otro alguno.

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No he conseguido reconstruir la vía precisa del conocimiento galdosiano de la vida y milagros de Flora Tristán, pero el número y lo plausible de las vías posibles minimiza este hecho. El conocimiento galdosiano pudo muy bien proceder de la fama misma del personaje ya histórico;237 pudo proceder de Palma;238 y pudo proceder de la Pardo Bazán, con quien andaba el novelista íntimamente relacionado por entonces, y cuyos sentimientos feministas estaban tan desarrollados como sus conocimientos de lo francés.239

Si sólo se tratara de la coincidencia entre el nombre de pila del gran personaje femenino de Galdós y el apellido de la famosa feminista hispano-francesa, podría atribuirse todo muy fácilmente a la casualidad. Pero hay algún otro dato que -sin ser en modo concluyente en sí- parece reforzar la posibilidad de que Galdós hubiera estado pensando en el extraordinario personaje histórico al crear su personaje femenino.240

Es curioso, en primer lugar, que sea Tristana la novela de Galdós en que más directa y detalladamente aparezca el mundo del arte pictórico;241 pues es notorio que la pintura -debido a la fama alcanzada por Gauguin, nieto de Flora Tristán- formaba ya parte de la biografía de la famosa feminista.242 ¿Coincidencia o casualidad? Pues también puede muy bien serlo, cómo no.

Es interesante, en segundo lugar, que el ambiente «incestuoso» con que Galdós permea la anécdota de su novela tenga, asimismo, una resaltada presencia en la vida de Flora Tristán. El incesto fue, de hecho, la piedra de escándalo de los juicios de divorcio con los que tanto dio que hablar a toda Europa la feminista hispano-francesa.243 Éste también, como el dato anterior, puede explicarse como coincidencia, y hasta podría discutirse que la actuación del protagonista de la novela galdosiana nada tiene de sobretonos incestuosos.

Nos parecen muchas las coincidencias, desde luego; pero en eso de coincidencias, naturalmente, nada hay legislado. Por eso, y a pesar de ser tantas las coincidencias, no deja de ser todo lo anotado tan sólo una posible explicación más del nombre y el título que pretendemos esclarecer. Con todo, se han aducido datos suficientes para que la presencia de Flora Tristán, con lo que ello implicaría en la gestación del personaje galdosiano, se añada a los otros tres valores enriquecedores que pudiera encerrar la selección nominal del gran novelista.

The University of New Mexico



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