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ArribaAbajo Las posibles resonancias cervantinas de un título galdosiano: La desheredada

Alfred Rodríguez


Linde L. Hidalgo


En un artículo reciente sobre La desheredada, J. M. Labanyi expresa una opinión acerca de la problemática que nos interesa en estas páginas:

The key to the political function of the novel is to be found in the title. It is curious that this title has not aroused more critical comment. Galdós rarely gave his novels «significant» titles: the vast majority of the novelas contemporáneas simply bear the name or nickname (often symbolic, of course) of the main character or characters. La desheredada, although clearly an epithet of Isidora, is not a nickname in that it is not used to refer to Isidora in the novel either by other characters or by the narrator. One must conclude that the title, being untypical, was chosen by Galdós with a specific purpose in mind25.



Estamos de acuerdo con lo expresado por Labanyi en el trozo citado, tan sólo difiriendo, como se verá, en el «specific purpose» que movía la pluma del novelista. Con todo, no creemos desacertada, ni siquiera absolutamente incompatible con la presentación que sigue, la explicación semántica que fundamenta el trabajo citado26.

La presencia de Cervantes en Galdós es hecho harto documentado por la crítica galdosista27. Esta presencia, casi permanente, tiene, no obstante, sus momentos álgidos. Uno de éstos, según una bibliografía ya abundante28, es el que representa La desheredada, momento excepcional y apropiadísimo por identificar el inicio de la segunda manera novelística de Galdós.

Precisamente por el lugar que ocupa La desheredada en la evolución estética del novelista, nos parece pertinente señalar, hasta donde se pueda, toda la influencia que ejerce Cervantes en su ideación y plasmación. Mucho se ha hecho ya en este sentido, como comprueba la bibliografía citada, mas toda nueva aportación no sólo enriquece lo ya reconocido, sino que hasta pudiera indicar nuevos derroteros para la comprensión de esa presencia cervantina y, sobre todo, para la explicación de su función estética en la creatividad galdosiana29.

Dada la densidad cervantina que la erudición había ya documentado en La desheredada, se nos ocurrió que el título mismo de la novela galdosiana podía reflejar una procedencia cervantina también. Aunque el substantivo titular de Galdós es palabra de uso corriente si no cotidiano, el hecho de que la expresión «desheredada señora» apareciera en el Quijote y en lugar prominente hacía cuando menos posible el eco cervantino:

-Digo, en fin, alta y desheredada señora, que si por la causa que he dicho vuestro padre ha hecho esta metamorfóseos en vuestra persona...30



Siguiendo esta pista, hubimos de releer el trozo entero de la Primera Parte en que aparece la expresión citada. Curiosamente, se trata precisamente de   —20→   otra «noble» moza en trance activo de recuperar un «reino» usurpado: la princesa Micomicona.

El paralelo resultaba ya demasiado entero, dados los antecedentes cervantinos de Galdós y de esta novela en particular, para pensar en la mera coincidencia. ¿Se había basado Galdós para su caracterización axial de Isidora en la figura cervantina Dorotea-Micomicona? A todas luces valía la pena una aproximación más detallada al paralelo que el título galdosiano y la expresión quijotesca sugirieron originalmente.

De hecho, las delineaciones caracterizantes de dos personajes ficticios separados por cerca de tres siglos han de reflejar diferencias humanas y contextuales de importancia. No habríamos de hallar, por supuesto, ni un paralelo exacto, ni una imagen duplicada en el espejo de los siglos. Hemos de advertir de antemano, además, que el paralelo entre la figura cervantina y la galdosiana incorpora ambas dimensiones de aquélla: Dorotea-Micomicona. En el último segmento de la Primera Parte del Quijote, y muy especialmente en el trozo citado ya y que nos parece el más directamente recordado por Galdós, las dos facetas del personaje cervantino (Dorotea: realidad-ficción; Micomicona: ficción-ficción) se confunden novelescamente31. Galdós, al forjar su consciente paralelo con la figura cervantina, funde también las dos facetas, que nosotros, en mor de claridad, mantendremos separadas en la comprobación que sigue.


a) Isidora-Micomicona

Tras la identificación nominal ya anotada (el título de Galdós y la identificación igualmente epitética de Micomicona) y la común pretensión de ambas figuras femeninas respecto a una exaltada posición perdida, vienen a reforzar el paralelo otra serie de coincidencias biográficas.

Dos seres de calculada fachada cervantina, el padre loco de Isidora y su tío el «canónigo»32, se combinan en La desheredada para crear y alimentar en la protagonista su otro ser: heredera de casa noble y rica. Ambos ofrecen ecos de seres cervantinos que igual función cumplen respecto a Micomicona. El padre loco de Isidora falsifica documentos, podría decirse que crea un linaje nuevo para su hija por arte de ilusión o de birlabirloque. Pues hay que recordar que el ficticio padre de la ficticia Micomicona, Tinacrio el Sabidor, se nos presenta como «gran mágico», un encantador más del largo repertorio del Quijote, y muy capaz, como indica el trozo de Cervantes ya citado, de transformar radicalmente el ser de su hija33. El «canónigo» es, por otra parte, el sujeto que refuerza, durante toda una crianza, la mixtificación que del padre loco procede. Su papel de «creador» de Isidora Rufete, noble desheredada, es aun más crucial y efectivo (en términos biográficos, sicológicos) que el de Tomás Rufete34. En tal papel, el «religioso» galdosiano se ajusta sumamente bien al que tiene el cura en el Quijote: ideador y creador, literalmente, de Micomicona, princesa fabricada de materia plebeya, de la figura y el arte de una tal Dorotea. No creemos que el carácter religioso de ambos personajes, el cervantino y el galdosiano, sea, dada la semejanza entre sus funciones novelescas, mero accidente.

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A la Micomicona de Cervantes le ha quedado en su triste decadencia un solitario escudero (el barbero disfrazado con barbas)35:

-Esta, señores -prosiguió Dorotea-, es mi historia; sólo resta por deciros que de cuanta gente de acompañamiento saqué de mi reino no me ha quedado sino sólo este buen barbado escudero...


(p. 305)                


Caso parecido le ocurre, aunque en otro plano de la realidad, a la Isidora de Galdós, que, tras ir perdiendo familia y amistades, le viene a quedar en sus más tristes momentos tan sólo el escuderil Relimpio y Sastre. Pues el papel que este triste chiflado galdosiano desempeña junto a Isidora, a la ya decadente Isidora, es decididamente escuderil36.

El último de los datos que refuerzan nuestra asociación Isidora-Micomicona es la presentación galdosiana de Bou. En la ficción del cura en el Quijote, Micomicona ha sido desposeída de su reino por el gigante Pandafilando de la Fosca Vista37, que exige que aquélla se case con él para recuperarlo. En la novela de Galdós, Bou, así descrito, «Su cara, enfundada en copiosa barba negra, mostraba por entre tanto áspero pelo dos ojos desiguales: el uno vivísimo, dotado de un ligero movimiento rotatorio; el otro, fijo y sin brillo...»38, es un plebeyo enriquecido que pretende también casarse con Isidora. Galdós ha trazado su narración de manera que la proposición matrimonial de Bou ocurra precisamente en una visita al palacio de Aransis:

Isidora, con su penetración admirable, comprendió todo. Tuvo una visión. Rasgóse un velo, y vio al monstruo herido que se postraba ante ella y le lamía las manos. Tuvo horror, asco. Toda la nobleza de su ser se sublevó alborotada, llena de soberbia y despotismo. Era cosa semejante al allanamiento de las moradas aristocráticas por la irritada y siempre sucia plebe. Sonaba el odiado trueno de las revoluciones, y, destruidas las clases, el fiero populacho quería infamar las grandes razas, emparentándose con ellas.


(p. 1126)                


Lo señalado, y muy particularmente la coincidencia física, parece sugerir un paralelo consciente en Galdós, con las salvedades que habrían de esperarse de semejante paralelo, entre el gigante de la ficción micomiconesca y la realidad rufetiana.




b) Dorotea

Como ya sugerimos, hay en la Micomicona cervantina, ficción dentro de la ficción, una contaminación constante de Dorotea, el personaje real del Quijote que asume el papel ficticio. Ello tiene su reflejo, asimismo, en el paralelismo caracterizante que vemos en la criatura galdosiana. Hay ciertos rasgos biográficos de Isidora que concuerdan con otros de Dorotea.

Así, pues, la fascinación de ésta con la nobleza, acabando en la entrega de su virtud a don Fernando -«porque me daba un no sé qué de contento verme tan querida y estimada de un tan principal caballero...» (p. 280)- tiene su paralelo (pero sin resolución romántica, aunque eso tampoco lo sepa el lector hasta el final) en la relación de Isidora con el Marqués de Saldeoro.

Otro dato: en la narración que nos hace Dorotea de su decadencia (abandono de Fernando, deshonra, huida de casa, etc.), hay un momento en que   —22→   un criado que la acompañaba en su destierro se atreve a intentar forzarla. Isidora Rufete, como sabemos, será víctima también, en su más abyecta decadencia, del abuso físico de un hombre de la más baja condición social.

Creemos que basta con lo apuntado para comprobar un paralelo Isidora-Dorotea/Micomicona que queda señalado ya en el título mismo de la novela galdosiana. Lo que resulta igualmente patente, dadas las profundas y significativas diferencias que hay entre los dos personajes paralelos, es que Galdós no aprovechó un esquema caracterizante de su maestro por pereza, por ahorrarse el esfuerzo creativo correspondiente. ¿Por qué, entonces, el paralelo señalado, desde el título hasta el final mismo de la novela?

Pudiera ser que todo lo apuntado sea mera contaminación creativa, una manera de detritus visible del hecho de que Galdós concibiera La desheredada, modernizándola adecuadamente, tras la lectura del episodio Dorotea-Micomicona del Quijote. El personaje, real/ficticio, plebeyo/noble, y el afán del ser ficticio (Micomicona) por recuperar un reino usurpado que es, patentemente, imaginario, son, adaptados al mundo contemporáneo de Galdós, los elementos centrales de La desheredada. Más probable nos parece, y la otorgación del título (proceso mínimamente inconsciente en términos creativos) a ello nos inclina, que Galdós conscientemente señaliza para el lector el eje cervantino de su inspiración novelesca en La desheredada. Con ello, anticipa Galdós, con socarronería cervantina y para el buen lector de Cervantes, la verdad central y lamentable de la novela: la nobleza es ficticia, el «reino» es imaginario39.

University of New Mexico





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