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Anotaciones y acotaciones de Azorín a los textos de Emilia Pardo Bazán

Enrique Rubio Cremades





Azorín analizó y publicó numerosos trabajos sobre la obra literaria y crítica de los escritores pertenecientes a la segunda mitad del siglo XIX. Las preferencias azorinianas se dirigieron hacia los escritos de Galdós y Clarín, aunque sin desdeñar, por supuesto, la obra de otros autores pertenecientes generacionalmente a los citados con anterioridad. En la biblioteca de Azorín existe un copioso material bibliográfico que revela una honda preocupación por parte de Azorín en lo que respecta al mencionado grupo generacional, pues es frecuente ver su rasgada escritura en los ejemplares de estos autores, anotaciones y acotaciones realizadas en la intimidad y que más tarde saldrán a la prensa en sus conocidos artículos de crítica literaria. Es por ello que existe una correlación directa entre lo publicado1 y lo anotado, aunque como es lógico determinados juicios insertos en estos ejemplares no aparecen públicamente, circunstancia que se podría explicar por el peculiar talante de Azorín que ya por pudor o temor a determinados sectores sociales no incluyó en sus artículos dados a la prensa parte de estas anotaciones.

En su biblioteca particular -convertida hoy en Casa-Museo Azorín- existe un total de once ejemplares de Emilia Pardo Bazán con anotaciones y acotaciones. Creemos que se han perdido otros que figurarían en su biblioteca, suposición o hipótesis debida a que Azorín siempre anotó el ejemplar que más tarde aparecería analizado en la prensa. Cabe suponer, por ello, en la posible pérdida de algunos libros, como Mi romería2. De mi tierra3 o La sirena negra4 analizados brevemente por Azorín en Escritores5 y en A voleo.6 Incluso determinados cuentos y composiciones poéticas de la autora aparecen estudiados en sus escritos y no figuran hoy en día en su biblioteca, como Ocios del alma, colección de poesías analizadas y definidas por Azorín como «el monumento más glorioso de toda nuestra lengua».7

El primer ejemplar anotado por Azorín corresponde a La cuestión palpitante, cuarta edición, realizada en Madrid, año 1891, por la imprenta de A. Pérez Dubrull. Dicha anotación alude directamente al prólogo de esta cuarta edición, a las páginas en las que E. Pardo Bazán analiza la incidencia de la novela rusa en España y a la importancia que dicha autora concedió a las obras de Tolstoy, Dostoyevsky, Turguenev o Gogol. La labor crítica, erudición y la defensa del naturalismo artístico son, tal como señala Azorín en La crítica literaria en España, los pilares en los que se sustenta La cuestión palpitante.

En la biblioteca azoriniana existen ejemplares de Emilia Pardo Bazán anotados por el autor y que, sin embargo, no se reflejan en los artículos dados a la prensa. Por ejemplo, El Cisne de Vilamorta8, novela en la que Azorín escribe la palabra admirable al referirse al capítulo séptimo de dicha narración. Para nuestro autor lo más significativo del capítulo es el apartado que hace referencia a la angustia de la maestra Leocadia Otero, a su peculiar forma de sentir la vida y a su afán por cuidar a su hijo, al jorobado Minguitos. El diálogo que mantienen madre e hijo impresionó en gran manera a Azorín, en especial los párrafos que hacen alusión a los desvelos y cuidados que prodiga la maestra Leocadia a su hijo Minguitos, producto de un «inicuo estupro sufrido en los primeros años de juventud», tal como señala E. Pardo Bazán al inicio de su novela.9

Es frecuente observar en estas anotaciones la censura a determinadas incorrecciones gramaticales realizadas por los autores ya de épocas pasadas como de los actuales. Las distorsiones sintácticas, el leísmo, loísmo, barbarismos o préstamos idiomáticos de dudosa procedencia aparecen también anotados tanto en el anverso como en el reverso del papel de aguas, e, incluso, en la misma portada o contraportada del ejemplar utilizado. Emilia Pardo Bazán no escapa a este escrutinio azoriniano, de ahí que el propio autor anote una incorrección gramatical utilizada por la maestra Leocadia que, ante la insistente llamada de su hijo, responde con un expresivo y lacónico ¿Qué te se ofrece?10 Por el contrario cuando la incorrección gramatical es empleada por la autora de forma consciente, como variante idiomática propia del lenguaje de germanía o de determinados sectores sociales, Azorín prescindirá de toda anotación.

En La Madre naturaleza11 las anotaciones figuran en el anverso del papel de aguas de la contraportada y las acotaciones suelen guardar relación con los juicios de valor transcritos por el propio autor. No es extraño que en dicha novela aparezcan de forma insistente dichas anotaciones, pues también se trata de una de las novelas de E. Pardo Bazán citadas y analizadas con más frecuencia en publicaciones posteriores. Por ejemplo, en A voleo, tras señalar en un principio los aspectos negativos de la autora12 afirmará más tarde que la Madre Naturaleza puede ser tomada como obra modélica en lo que respecta al análisis y descripción del paisaje13. Juicio que entronca en buena medida con las anotaciones realizadas por Azorín en el ejemplar de su biblioteca. Dichas anotaciones son las siguientes: casa-17, 18; cura rural-196 a. y d.; escena admirable (antes la otra de la vista al molino 185)-204; Naturaleza-218; Caminos-236; Páginas absurdas, tributo a la época, naturalismo truculento-304 y ss.; Infame, canallesco-315. Este individuo (Pardo de la Lage) es un perfecto canalla-El labriego gallego-327. Estas anotaciones-referencias suelen ir acompañadas de numerosas acotaciones o subrayados. Así, en el caso de la anotación cura rural observamos como Azorín siguió con especial detenimiento la simbiosis existente entre el cura de Ulloa y su criado Goros, labriego que gracias a sus desvelos y a su peculiar forma de administrar los escasos bienes del sacerdote logra poner orden en el desmantelado gobierno de la casa.

Las relaciones entre Pardo de la Lage y Perucho también ocupan un papel relevante en estas acotaciones y anotaciones. El odio, la animadversión y la disputa que protagonizan estos personajes guardan relación con la frase Páginas absurdas, tributo a la época, naturalismo truculento. En lo que respecta a la anotación que hace alusión a Pardo de la Lage, Azorín insiste una vez más en su vil comportamiento, en la actitud que adopta cuando confiesa a Perucho que Manuela es su hermana. El idilio amoroso se rompe, se desgarra, pues Manuela y Perucho se aman sin saber que son hermanos, hijos del señor de Ulloa. Azorín, a tenor de lo anotado y acotado, no sólo censura la dialéctica determinista de Gabriel, apoyado por el médico Juncal, sino también su actitud en el momento de desvelar los orígenes de Perucho.

Son frecuentes también las anotaciones que analizan los tipos u oficios de determinados personajes populares, como, por ejemplo, la anotación y llamada de atención que el propio Azorín escribe al final de La Madre Naturaleza-El labriego gallego- que le permitiría conocer la peculiar idiosincrasia de dicho personaje a través de la descripción hecha por E. Pardo Bazán. El párrafo acotado sobre el susodicho tipo nos indica que «bajo el aspecto soñoliento y las trazas cariñosas y humildes del aldeano gallego se esconde una trastienda, una penetración y una diplomacia incomparables, pudiéndose decir de él que siente crecer la hierba y corta un pelo en el aire, si no tan aprisa, quizá con mayor destreza que el gitano más ladino»14. Circunstancia idéntica en la única anotación que aparece en la novela Morriña15, pues Azorín escribe la palabra gallego por considerar acertada la definición que la misma autora hace de dicho tipo. La referencia y el párrafo acotado por Azorín dice así: «A lo mejor te venden amistad mientras te clavan un cuchillo hasta el mango»16.

También son numerosas en Azorín las anotaciones que tratan de definir el comportamiento de un personaje o tipo perteneciente a una determinada comunidad. Incluso el autor realiza una lectura parcial de la novela, como si tan sólo le interesara la búsqueda de un dato o descripción para cotejarlo con el de los tipos o ambientes que aparecen en las obras de otros autores y que de esta forma servirían como el primer boceto para su estudio sobre los tipos, costumbres y paisajes de España. Este rasgo lo observamos también en las anotaciones que figuran en la obra de Valera, Juanita la Larga, o en Galdós, Clarín, Alarcón o Blasco Ibáñez. Incluso, en novelas anteriores a esta generación de autores, Azorín sólo mostrará interés por el paisaje y por la descripción de los tipos analizados, como en El señor de Bembibre, de E. Gil y Carrasco, pues prescinde del argumento y de la denuncia contra la desamortización de Mendizábal y únicamente muestra interés por el paisaje del Bierzo y sus tipos.

Existen publicaciones de Emilia Pardo Bazán en las que tan sólo figura una única anotación, sin realizar el acostumbrado glosario de palabras. Sería el caso de las publicaciones Por Francia y por Alemania17 y Retratos y apuntes literarios18. Del primer ejemplar anotará en la contraportada el nombre de Laurent de Rillé, compositor francés. Del segundo trabajo citado Azorín escribirá en la parte superior del índice el nombre de Isabel II, anotación que nos remite al párrafo que describe el exilio de la reina de España en Pau y a las visitas que tenían en su retiro. En la acotación realizada por Azorín se destaca la figura de Campoamor, primer español que visitó a la reina en su exilio.

Azorín suele escribir en los márgenes, portadas y contraportadas juicios de valor, bien elogiando la actitud del crítico o novelista o, por el contrario, censurando los planteamientos emitidos por el crítico o escritor. Incluso suele mostrar su malhumor e indignación ante ciertas opiniones no compartidas. En el escrutinio que hemos realizado en la biblioteca de Azorín esta circunstancia suele ocurrir en numerosas ocasiones, como, por ejemplo, en los escritos que sobre Larra se publicaron hacia comienzos del siglo. En el caso de Emilia Pardo Bazán Azorín no compartirá y rebatirá ciertas opiniones emitidas por la autora, como en Polémicas y estudios literarios19, libro que censura en sus primeras páginas la obra La Montálvez de Pereda. Azorín no parece opinar de la misma forma que la autora y escribirá un lacónico injusto en la contraportada. Los ataques que sobre Pereda realiza la autora se extienden hacia la figura de otros novelistas y críticos de la época, personas que describen a la aristocracia con suma ignorancia y adoptan una actitud negativa a la hora de reflejar los usos y costumbres de Madrid. Precisamente la anotación que figura en la portada hará referencia a Gracián, autor que, como es sabido, en su obra El Discreto señala que el magnate o aristócrata deben vivir «con tal esplendor de virtudes que si las estrellas del cielo, dejando sus celestes esferas, bajasen a morar entre nosotros, no vivieran de otra suerte que ella»20. Esta cita, transcrita por la autora, ocupa la atención de Azorín, anotando por segunda vez al margen de la misma el nombre de Gracián, consciente de que el héroe de El Discreto es sinónimo de prudencia, pero sin confundir en modo alguno la discreción con la mediocridad. Éste es el sentido, creemos, que se puede desprender de las anotaciones de Azorín con respecto a los juicios emitidos por la autora y que cotejados con sus escritos dados a la prensa coinciden plenamente.

En este Corpus de anotaciones, acotaciones y subrayados observamos que Azorín muestra su interés por determinados aspectos del comportamiento y actitud de Emilia Pardo Bazán. Como la anotación y numerosos subrayados que figuran en torno a la palabra cartas escrita en la portada del libro Nuevo Teatro Crítico21. La autora contradice las opiniones vertidas en el libro Filosofía del bolsillo: El Arte de vivir, de Leopoldo García Ramón, según el cual la cortesía nos obliga a «contestar a cuantas cartas nos escriban»22. E. Pardo Bazán discrepa de tal norma social y escribe que «la mayor parte de los disgustos y chascos que he sufrido en la vida me los gané de puro bien criada. Sin embargo, no contesto ni a la centésima parte de las cartas que me dirigen. ¿Y por qué no contesto? Porque no hay cortesía que valga contra imposibilidades del orden físico, y lo mismo que un manco de las dos manos, así sea el caramelo de la finura no se quita el sombrero, yo, careciendo de tiempo material para despachar tanta correspondencia, no la despacho, y aquí se acabó la presente historia»23. Azorín sigue con especial detenimiento los juicios emitidos por la autora, subrayando y acotando todo lo relacionado con «el negocio epistolar», según palabras de E. Pardo Bazán. Entre otros párrafos Azorín presta gran atención al que hace alusión a la vida familiar y trabajo personal, truncados ambos por una pueril cortesía que obliga a «responder a cien mil cosas que, por punto general, sólo importan al que me las dice»24. Azorín en Madrid, libro que evoca su comienzo de escritor en la Corte, trazará la semblanza de sus maestros y compañeros de generación, afirmando que doña Emilia le solía escribir con frecuencia. Epistolario que prueba la admiración que el joven Azorín sentía en sus comienzos literarios por la obra de la autora y que revela una profunda amistad entre ambos autores de distinto cuño generacional. Precisamente en el citado libro azoriniano dirá al respecto que «a doña Emilia la visitaba yo con frecuencia, y ella, además de nuestras charlas, me solía escribir. Guardo sus cartas escritas en letrita delgada, sutil, clara y limpia»25.

El glosario de palabras anotadas por Azorín suele guardar un cierto orden, pues el escritor realiza un seguimiento escrupuloso de la obra de E. Pardo Bazán desde el principio hasta el final, presentando dicho glosario una correlación exacta en lo que respecta al número de páginas anotadas. Sin embargo, en De siglo a siglo26 y en La España de ayer y la de hoy27 las anotaciones y las referencias a las páginas respectivas se entrecruzan. Por ejemplo, en De siglo a siglo la primera anotación que figura en la contraportada es La soledad - página 106, a continuación aparecen visitas envidia - Castelar página 78, y más tarde Estados Unidos, página 265 y el Real, página 8. Otro tanto sucede en el segundo ejemplar citado de E. Pardo Bazán, aunque en dicho libro las alteraciones no son tan frecuentes como en el anterior. Creemos que ello se debe a que Azorín leyó en ocasiones distintas ambos ejemplares, anotando en el preciso momento aquello que ofrecía mayor interés para sus propósitos. Incluso la escritura denota el paso del tiempo, pues en las últimas anotaciones parece acentuarse su rasgada escritura.

En De siglo a siglo destacan las anotaciones que aluden a la soledad y a la envidia. Los subrayados y acotaciones en gruesos trazos rojos son numerosos. Azorín parece estar de acuerdo con la autora cuando afirma que «se echa de menos el oasis de los monasterios [...]. Lo más envidiable de la vida monástica era -¿Quién lo duda?- el carecer de noticias»28. En la anotación Envidia, Castelar Azorín destaca al margen el sutil análisis que Castelar hace del comportamiento del español inmerso siempre en un mar de envidias y odiosas comparaciones. No menos interesantes son las referencias a la política exterior española y al enfrentamiento contra los Estados Unidos, beligerancias que en el sentir de la autora «incubada artificialmente por cierta prensa energúmena de los Estados Unidos»29. Dicho párrafo lo destaca Azorín entre corchetes.

En La España de ayer y de hoy las anotaciones figuran tanto en la portada como en la contraportada, lo que indica el sumo interés que Azorín prestó a esta obra. El glosario es el siguiente: Dos leyendas - 63; Eternizamos - 63; espontaneidad - 66; religión - 73; leyenda - 72; Religión - 11; Patriotismo 14; Orientada - 18; Católicos - 24; Maeztu - 95. Figuran también en la contraportada una fecha (1899) y una numeración (72). El año 1899 corresponde a la fecha de publicación de La España de ayer y la de hoy; la segunda a los caracteres de la leyenda española. Prácticamente -salvo la anotación Maeztu- los numerosos subrayados y acotaciones giran en torno a las dos leyendas españolas, a la «dorada, heroica y hermosa, la que más daño nos hizo»30 -según palabras de la autora- y a la leyenda negra. La referencia a Maeztu remite al lector a la bibliografía utilizada por E. Pardo Bazán en su estudio. Repertorio en el que aparecen numerosos autores con sus respectivos artículos referentes al tema analizado. Ramiro de Maeztu está presente en este material bibliográfico con su libro Hacia otra España, colección de artículos unificados que abordan el tema analizado por la autora.

En lo que respecta a la producción cuentística de E. Pardo Bazán se puede afirmar que Azorín prestó escasa atención a este corpus literario. El único ejemplar anotado es Cuentos sacro-profanos31, prescindiendo de otras colecciones, como Cuentos de Marineda, Un destripador de antaño, Cuentos de amor, etc., que le permitirían dar una visión más exacta y acertada de la autora. Incluso las únicas anotaciones se refieren a un solo cuento, a La sed de Cristo, a las palabras pavorosa tormenta que figuran en el prólogo de Cuentos sacro-profanos y que se refieren a la acogida que tuvo este relato entre los lectores de la época. Precisamente Azorín en Varios hombres y alguna mujer32 repetirá los mismos vocablos. Las siguientes y últimas anotaciones -copa colmada (de ambrosía) y estancar (la sed de Cristo) aparecen subrayadas y con una interrogante y admiración que ponen en tela de juicio ciertas incorrecciones léxicas e interpretaciones históricas.

Creemos, finalmente, que no existe una correlación exacta entre las anotaciones y acotaciones de Azorín con respecto a sus estudios dados a la prensa. La obra de E. Pardo Bazán figura entre sus lecturas preferidas y, sin embargo, no muestra excesivo interés en analizarla. Azorín, lacónico y conciso en sus juicios interpretativos, es generoso en la realización de unas anotaciones producto de una lectura pausada e íntima. No sin razón diría Azorín que «Emilia Pardo Bazán es uno de nuestros clásicos del siglo XIX»33 juicio que no se podría comprender si no tuviésemos en cuenta este material inédito que figura en la Casa-Museo Azorín.





 
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