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141

W. Fernández Flórez, OC (Madrid, 1945), II, 712. H. Chonon Berkowitz llama a Ortega Munilla «one of Galdós' staunchest supporters» (op. cit., p. 217).

 

142

J. Marías, op. cit., pp. 530-532 da la lista de miembros.

 

143

A. Capdevila, El pensamiento vivo de Galdós (Buenos Aires, 1944), p. 222.

 

144

Cit. M. Fernández Almagro, Historia del reinado de Alfonso XIII (Barcelona, 1933), p. 166.

 

145

El Imparcial, 13 de mayo, 1910. Cit. Santiago Ramírez, La filosofía de Ortega y Gasset (Barcelona, 1958), p. 154.

 

146

Quizá influido por estos adjetivos de Ortega decía Galdós en 1915: «El último de los fenecidos (entre los que cultivaban el Ateneo) es el patriarca de la pedagogía San Francisco Giner» («Guía Espiritual de España», 1915, OC [Madrid, 1942], VI, 1560b).

 

147

«Nosotros empezamos a trabajar en la España que encontramos. Somos monárquicos, no tanto porque hagamos hincapié en serlo, sino porque ella, España, lo es» («Vieja y nueva política», I, 290).

 

148

«Para un intelectual, la operación de ingresar en un partido no es tarea fácil; un cuerpo y aun una conciencia hallan dondequiera acomodo; pero ¿y una filosofía? Buena o mala, laxa o prieta, todo publicista que vive honradamente de su pensar tiene una filosofía. ¿Cómo adecuar ésta a los discursos parlamentarios de un jefe de partido? ¿Hasta qué punto es compatible una filosofía con el señor Maura, con el Sr. Moret, con el Sr. Lerroux?» (1910, 1, 133). Esta misma filosofía le hizo volver ilusionado a España en 1946 y decir en el Ateneo: «Es menester que estemos alerta y que todos, noten ustedes la generalidad del vocablo, noten el vocablo generalísimo, todos tengamos la alegría y la voluntad y la justicia, tanto legal como social, de crear una nueva figura de España apta para internarse saludable en las contingencias del más azaroso porvenir» (4 de mayo, 1946,VII, 444). Cf. Udo Rukser, Nietzsche in der Hispania (Bem und München, 1962), pp. 338 ss.

 

149

B. Pérez Galdós, Halma, 2a. parte, cap. i. OC, V, 1788a.

 

150

«Una Iglesia Católica amplia y salubre, que acertara a superar la cruda antinomia entre el dogmatismo teológico y la ciencia, nos parecería la más potente institución de cultura: esta Iglesia sería la gran máquina de educación del género humano» (I, 432). Precisamente el inventor del término «desmitologización» corriente hoy en el lenguaje teológico, fue Rudolf Bultmann, al cual dedicó Ortega un artículo, «La forma como método histórico», III, 521-526. En 1927 todavía se refiere Ortega con gran simpatía a los profesores alemanes E. Przywara y R. Guardini por su campaña de «aggiornamento» del catolicismo (III, 565). Cf. R. Gullón, Conversaciones con Juan Ramón (Madrid, 1958), p. 78.