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De Sempere y Guarinos consúltese el Discurso sobre el gusto actual de los españoles en la literatura, apéndice a las Reflexiones sobre el Buen Gusto en la ciencia y en las artes de L. A. Muratori, Madrid, 1782, pp. 196-291. La primera parte de este discurso prácticamente constituirá la Introducción del más conocido Ensayo de una biblioteca española de los mejores escritores del reinado de Carlos III, Madrid, 1785, I, pp. 1-18 (hay ed. facs., Madrid, 1969).

 

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Carta a José Iglesias, escrita desde Montijo, probablemente en el mes de junio de 1775 en J. Cadalso, Escritos..., cit., p. 115. Sobre el tema del patriotismo léase también lo que Cadalso escribe en la Protesta literaria que se encuentra al final de las Cartas marruecas, sobre su intención de escribir una obra titulada Los elementos del patriotismo (p. 304), así como son significativos los proyectos de composición de una Historia heroica de España (C. M., c. XVI, pp. 131-133) y de un Diccionario castellano para restablecer «el sentido primitivo, genuino y real de cada voz, y el abuso que de ella se ha hecho, o sea, su sentido abusivo en el trato civil». Otra vez un intento claramente didáctico-moral para fijar «un nuevo sistema de educación pública» (C. M., c. VIII, p. 110).

 

33

J. Cadalso, C. M., c. LXX, especialmente la conclusión (p. 256).

 

34

Obsérvese la postura de Cadalso ante el culto de Santiago en España y sus apariciones en los campos de batalla (C. M., c. LXXXVII), no aceptadas como auténticas pero toleradas como una de las cosas que el pueblo «cree buenamente, y de cuya creencia resultan efectos útiles al Estado» (p. 294).

 

35

J. Cadalso, C. M., c. XXVIII, p. 155 y c. LXXXIV, p. 289.

 

36

Ibídem, c. XLI, pp. 181-186. Todo esto hondamente fundado en la convicción de que el verdadero saber es «hacerse los hombres más sociables, comunicándose mutuamente las producciones de sus entendimientos y unirse... a pesar de los mares y distancias» (J. Cadalso, Los eruditos a la violeta, 1ª lección, Barcelona, Viuda Piferrer, 1786, p. 7).

 

37

José Luis Abellán, Historia crítica del pensamiento español. 3. Del Barroco a la Ilustración, Madrid, 1981, p. 797.

 

38

John B. Hughes, José Cadalso y las Cartas marruecas, Madrid, 1969. En la pág. 46 de este ensayo afirma Hughes: «Cadalso... quiere volver a lo que él considera el verdadero carácter nacional»... en esto «se nota lo que Américo Castro ha llamado su «mesianismo regresivo». La cita exacta del texto de Castro (España en su Historia, ed. Buenos Aires, 1948, p. 278 (que el mismo Hughes reproduce) es: «Pretendía Cadalso hacer andar para atrás el reloj de la historia, combinando el mesianismo regresivo de los españoles con el abstracto intelectualismo del siglo XVIII», donde, en todo caso, el «mesianismo regresivo» esté configurado más bien como una general tendencia de los españoles, no como específica de Cadalso. Hay que notar también que esta observación de Castro no aparece en las sucesivas ediciones de su obra.

 

39

[Sin texto en el original (N. del E.)]

 

40

Se considere lo que Cadalso escribe en la tercera de las C. M. (p. 86) al hablar de Nuño, que en este caso sin duda le representa: «aunque ama y estima a su patria, por juzgarla dignísima de todo cariño y aprecio, tiene por cosa muy accidental el haber nacido en esta parte del globo o en sus antípodas, o en otra cualquiera». También se tome en consideración lo que atribuye a Nuño en la LXXX de las C. M. (p. 276), quien trata a los amigos y los quiere «como paisanos suyos, pues tales le parecen todos los hombres de bien del mundo, siendo para con ellos un verdadero cosmopolita, o sea ciudadano universal». No puedo concordar con lo que afirma Sebold: «Cadalso's nationalist sentimentalism has won out over his cosmopolitan intellectualism» (Russel P. Sebold, Colonel Don José Cadalso, New York, 1971, p. 137), por parecerme inexistente en Cadalso una dicotomía entre sentimiento e intelecto. Cadalso, según una clara perspectiva ilustrada, busca continuamente el equilibrio entre razón y sensibilidad, y su nacionalismo (o mejor dicho patriotismo) tiene al mismo tiempo orígenes intelectuales y sentimentales. Éste es uno de los motivos que no permite que se le asimile a los románticos. El pensamiento de Cadalso no sale de la dimensión cultural de su tiempo: lo que se ha venido llamando su prerromanticismo o romanticismo, encuentra fácil explicación dentro de una correcta visión crítica de la compleja problemática ideológica de la Ilustración.