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Estos salones son los que existen a la entrada de la puerta principal, comenzados a edificar antes de 1512; reemplazando otros, que fueron desgraciadamente destruidos en el horroroso incendio, que devoró el Establecimiento en 1445.

 

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Más adelante nos ocuparemos de este asilo de caridad.

 

13

El hospital de En-Clapés estaba en el mismo sitio que actualmente: es palacio del Marqués de Aytona, situado en la acera izquierda de la calle de Murviedro, estramuros; fue fundado por Bernardo En-Clapés en 1311.

 

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El hospital de San Lázaro ocupaba el mismo punto donde todavía se levanta una ermita en la calle de Murviedro, estramuros de la ciudad. Su objeto era curar a los atacados del mal de San Lázaro o sea lepra. Ignórase su fundación; pero teniendo presente que esta dolencia fue conocida en Europa por vez primera a la vuelta de los Cruzados de la toma de Tolemaida en 1219, y conquistádose Valencia en 1238, es probable que date su creación desde la conquista de esta capital.

Este hospital, aunque agregado al general, quedó subsistente en sus efectos hasta más de un siglo después de la anexión, dependiente sin embargo de aquél, por el peligro de que se contagiasen los enfermos del general.

 

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El hospital de San Vicente ocupaba el mismo punto que después fue monasterio de San Vicente de la Roqueta. Su fundación se debe al Rey Don Jaime I, quien dio al establecimiento el primer título de Santa María Magdalena, cambiándolo luego con el nombre de antiguo monasterio.

 

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El hospital de En-Conill, situado en el estremo de la calle de carnicers, fundado, por Francisco Conill, vecino de Valencia, en su testamento ante Bernardo Costa en 28 de Agosto de 1398, para curar enfermos y socorrer a su familia cuando no tuviesen de que mantenerse: y el de En-Bou, fundado por Pedro Bou en 1398, situado en la última casa de la acera izquierda de la calle de Ruzafa, edificio que todavía subsiste, fueron agregados al Hospital General en 3 de Agosto de 1847, en virtud de real orden de 3 de Abril y 22 de Octubre de 1846, y decretos del Gefe Político de 18 de Noviembre de 1846 y 30 de Julio de 1847.

Desde la publicación del laudo de 1512 hasta la efectiva agregación en 1847, han subsistido administrados aparte estos hospitales; pero sus efectos para la beneficencia publica, particularmente en todo el siglo que corremos, han sido verdaderamente nulos, invirtiéndose sus rentas en objetos muy agenos a su fundación.

Además de caos hospitales se agregaron también al general e1 hospital y rentas del que fue fundado en 1540 para la asistencia de pobres estudiantes. La junta del Hospital General, haciendo justicia a1 Señor Rector y Claustro de la Universidad. mandó en 1847 que se señalase esclusivamente para los estudiantes pobres, que necesiten hospitalidad en sus enfermedades, un magnífico y lujoso salón.

 

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El Cabildo eclesiástico de Valencia en 23 de Marzo de 1512, antes de pronunciarse este laudo, y con escritura ante Felipe de Abella, prometió al Hospital, que iba a ser general, que si el Paga les comprendía en las indulgencias que iba a conceder a aquel Establecimiento, aun cuando muriesen fuera del Hospital, entregarían sus camas. Efectivamente, el Papa León X, en Bula apud Sanctum Petrum, año segundo de su pontificado y 21 de Junio de 1514, aprobó aquel laudo, y comprendió a los Canónigos de Valencia en la indulgencia a culpa et a poena, con lo que quedó consumada aquella promesa.

 

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Esta determinación está vigente casi en su totalidad, si bien con el nombre de la Congregación de Hermanos de San Felipe Neri, a quien tanto debe el establecimiento por la curiosidad y aseo que dispensan a los pobres.

 

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Hasta principios del presente siglo, en el centro del crucero que forman las enfermerías del piso bajo o de hombres, había un altar donde se celebraba misa diariamente, con los titulares: mirando al brazo del E. San Vicente Ferrer, en el del S. nuestra Señora de Agonizantes, en el de O. Santo Tomás de Villanueva, y en el de N. Cristo Crucificado. En el piso alto o de mugeres, a uno de los lados de la barandilla del cimborio estaba el altar dedicado a San Ponciano Mártir (cuyo cuerpo se venera en la iglesia del Hospital), permitiendo su construcción el que se celebrase por dos partes, sin perjuicio de verse de cualquier punto de los cuatro, lados cuando se decía misa.

 

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De los documentos y antecedentes del Archivo del Hospital se desprende, que esta ocurrencia desgraciada tuvo lugar en 1445. La tradición ha llegado hasta nosotros confusa: pero con el horror con que puede pintarse tan lamentable escena, representada por el más activo de los elementos al lado de la inerte y escuálida humanidad. Deseosos de presentar la verdad hasta lo posible, hemos consultado las noticias históricas, y precisamente el resultado de su examen nos ha confundido algo más. Pascual Esclapés de Guilló afirma que ocurrió este incendio en 1545, pereciendo treinta enfermos, según su resumen histórico publicado en 1738; mas en un auto de buen gobierno impreso en 1755, al tiempo de establecer las reglas que el gremio de tragineros debía observar para manejar la máquina hidráulica que poco antes había inventado el Teniente de Artillería D. Antonio Arboreda, valenciano, se dice, que el Hospital se incendió en 1441, quedando sofocados treinta enfermos. Aunque escrito en casi la misma época, nos inclinamos a creer que fue en 1445, en atención a que todos los acontecimientos dignos de mencionarse ocurridos en el Hospital se hallan o escritos o mencionados en su Archivo, aunque en diversos documentos o antecedentes; pero que con algún cuidado, y procurando metodizarlos, puede tomarse la hilación. Este lamentable suceso está indicado en 1445, pareciéndonos una equivocación de centenar al estamparlo Pascual Esclapés de Guilló, y un yerro de imprenta alterando la unidad en el laudo de 1755. Además de que contándose por la tradición que este incendio fue horroroso, suponiéndole tal si hubiera ocurrido después de entrado el siglo XVI, la mortalidad de los enfermos sofocados debiera haber sido más de treinta, porque la existencia constante después de la reunión de los Hospitales en el General, nunca bajó de 200 enfermos, con cuyo número nos parece imposible haberse salvado de la confusión 170, aun cuando el humo y las llamas los hubiese respetado. El Hospital de inocentes al crearse el General, tenía ya buen número de enfermos, que ya porque escusándose los otros hospitales eran admitidos en éste, o porque la caridad de sus Administradores lo consentía, era suficiente para que en el incendio de que se trata pereciesen treinta enfermos, en lo cual los dos datos concuerdan.