Aumentar el número de lectores

Fernando Alonso

- ¿Estás de acuerdo con la división literatura infantil y literatura de adultos?

No. Creo que esa distinción, hace unos años tan frecuente, ahora sólo puede formularse desde un desconocimiento de la realidad literaria. Se puede establecer una distinción entre libros para niños y libros para adultos. La diferencia viene marcada por las propias editoriales y las colecciones en que están publicados; se manifiesta por circunstancias extra literarias: ilustraciones, formato, cuerpo de letra... Dentro de los libros infantiles existen dos clases que debemo s diferenciar: A la primera pertenecen aquellos que, consciente o inconscientemente, persiguen un fin didáctico o aleccionador; a la segunda, aquellos cuyo objetivo es el literario. Dentro de esta categoría hay algunas obras que consiguen alcanzar niveles de calidad literaria. En este caso, estamos hablando ya de literatura. Y cuando hablamos de literatura sólo cabe una división: buena y mala. Y esta división se establece con independencia de que la obra esté publicada en colecciones para niños, para jóvenes o para adultos.

- ¿Qué quieres suscitar en el niño a través de tus libros?

La idea de que el libro es el medio de comunicación que brinda al individuo mayor margen de libertad. Que leer no es una ocupación pasiva, sino que precisa de la complicidad del lector. Que el lector recrea la historia hasta hacerla propia; porque el libro es una invitación al diálogo con el autor y con uno mismo. Pero, sobre todo, que la lectura es una actividad fascinante y divertida. Por eso, mi mayor aspiración es contribuir a aumentar el número de lectores.

- ¿Qué libros recuerdas con más pasión de tu infancia?

Creo que mis primeros recuerdos me llevan a los cuentos de Las Mil y una Noches; luego vinieron los libros de Guillermo Brown de Richmal Crompton; más tarde, Salgari, Mark Twain, Los viajes de Gulliver de Swift; Jack London, Poe (no sé por qué, recuerdo de manera especial el cuento El escarabajo de oro) pero, quizá sobre todos ellos La isla del Tesoro de R.L. Stevenson.