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1

El primer título de este trabajo, «Auristela hechizada: un caso de brujería en el Persiles», implicaba cierta equiparación entre hechicería y brujería que los tratadistas del tema no suelen contemplar, antes al contrario se dice que «hay que distinguir entre hechicería y brujería... la primera es un fenómeno atemporal y mundial, mientras que la segunda se limitó a unos tres siglos, entre 1450 y 1750, y a la Europa Occidental cristiana (además del estallido de Salem). La hechicería es un intento de dominar la naturaleza para producir resultados benéficos o maléficos, por lo general con la ayuda de espíritus del mal. Por otra parte, la brujería engloba a la hechicería, pero va más lejos, pues la bruja firma un pacto con el Diablo para realizar actos mágicos con el fin de negar, repudiar y afrentar al Dios cristiano», Rossell Hope Robbins, Enciclopedia de la brujería y demonología, trad. Flora Casas (Barcelona, Debate/Círculo de Lectores, 1988), 298. Otros estudiosos establecen que la hechicería es un fenómeno típicamente urbano, en tanto que la brujería se desarrolla en medios rurales. De acuerdo con esto, optamos por sustituir «brujería» por maleficia, puesto que Julia, la causante del maleficio, es una hechicera romana, sin que Cervantes ofrezca muchas noticias acerca de la misma, y teniendo en cuenta que maleficia es un término latino que ofrece un carácter englobador más amplio, que puede entenderse también como un efecto dañino, provocador de enfermedades, cosa que le ocurre a Auristela; R. H. Robbins, Enciclopedia de la brujería y demonología, 379 y ss.



 

2

Miguel de Cervantes, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, ed. Juan Bautista Avalle-Arce (Madrid: Castalia, 1969), p. 45. Las referencias restantes a páginas de esta edición se indican en el cuerpo de la comunicación.



 

3

Véase al respecto Antonio Cruz Casado, "Una revisión del desenlace del Persiles", Actas del Segundo Coloquio Internacional de la Asociación de Cervantistas (Barcelona: Anthropos, 1991), pp. 719-26.



 

4

«Pero todo esto se ha de tener por mentira, y si algo hay, pasa en la imaginación, y no realmente.

-No sé -dijo Rutilio-; lo que sé es que maté la loba y hallé muerta a mis pies la hechicera.

-Todo esto puede ser -replicó Mauricio-; porque la fuerza de los hechizos de los maléficos y encantadores, que los hay, nos hace ver una cosa por otra; y quede desde aquí asentado, que no hay gente alguna que mude en otra su primer naturaleza.»


(pp. 134-35).                




 

5

Pedro Ciruelo, Reprobación de las supersticiones y hechicerías [1539] (Barcelona: Glosa, 1977), p. 119; las restantes referencias a páginas de esta obra en el cuerpo del texto.



 

6

Alfonso de Miranda, Diálogo del perfecto médico (Madrid: Nacional, 1983), p. 160, grafía actualizada.



 

7

Véase al respecto Carmelo Lisón Tolosana, Demonios y exorcismos en los Siglos de Oro (Madrid: Akal, 1990), capítulo V, «Exorcismos en el alcázar», pp. 143-219.



 

8

Matías de los Reyes, Para algunos (Madrid: Viuda de Juan Sánchez, 1640), f. 33v, grafía actualizada. Las restantes referencias a folios de esta obra en el texto.



 

9

Prestigiosas en el texto es un derivado de prestigio en el sentido de «El engaño, ilusión o apariencia, con que los prestigiadores emboban al pueblo», Real Academia Española, Diccionario de autoridades, [1726] (Madrid: Gredos, 1963, ed. facs.) V, 368 b.



 
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