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Abajo

Ayer que fuimos

Frank Estévez Guerra



A mis hijos Brenda, Joel y Vidina








ArribaAbajoEpígrafe


AbajoAYER QUE FUIMOS, somos y seremos,
-que nos vemos de pronto en estas horas-
si es que lloras alégrate y soñemos
o acerquemos al canto estas doloras
en can oras estrofas que traemos;
conquistemos los días, las auroras,
las demoras de versos que tenemos
y alejemos las fechas delatoras.






ArribaAbajoPreludio


A Fernando Guanarteme, in memoriam




ArribaAbajoPERDIDAS SOMBRAS pueblan la cara
porque el recuerdo vaga en la estancia
donde su fósil yace sin ganas.

Sólo eres polvo, sólo eres raza,
solos tus huesos, sola tu caja,
sólo el pasado siente añoranza.

Te desentierro con este enfado
y pieza a pieza los huesos cargo
sobre la alfombra de estas dos manos.

Sólo me apena del desconcierto
la endecha escrita que represento:
¿si al exhumarte me das sepelio?




ArribaAbajoAyer que fuimos




I


A los árboles que fuimos




ArribaAbajoLA RAÍZ QUE DEL ÁRBOL se destaca
subterránea y fértil y esparcida,
va buscando la luz, quizás la vida,
y en el propio terruño no se aplaca.

Ese tallo que emerge de lo oscuro
decidido a subir, sube que sube,
y quisiera rozar alguna nube
en caricia vital de gozo puro.

Como un árbol presiento haber fallado
porque un día el dolor perdió el sentido
y el error me dejó bien enterrado.

Y del patio a la celda dirigido
como el árbol que ha sido trasplantado
me parece la vida haber vivido.




II


A Margary Delgado Gutiérrez




ArribaAbajoA VECES, CUANDO VUELVO de la Historia,
se atoran los sentidos como un reto
y el daño por matar todo respeto
se vuelve contra mí de la memoria.

El dueño de las horas va pasando
seguro de sí mismo y ascendente
y tiene que brotar en el presente
el triste padecer que estoy contando.

Por ello desharé del nudo el lío
no sea que después la primavera
recuerde que ante mí tiene un desvío.

Me quedan la sonrisa y la escalera
y el pulso y la sorpresa de ser mío
el paso hacia adelante que no espera.




III


A Celso Martín de Guzmán, in memoriam




ArribaAbajoNUNCA ENTENDÍ del hombre codicioso
la sabia condición que se mostraba
cuando hería en silencio y te vejaba
e intentaba ocultar lo peligroso.

Nunca entendí que voces tan dañinas
dijeran de tu nombre cosa ingrata;
la historia es el presente que delata
y desvela esas lenguas viperinas.

Por ver que fue tu honor lo más hermoso
alzaron contra ti la rabia ajena
pregonando el rumor del mentiroso.

Hoy que avisto el blasón vuelve la pena
y veo andar el mal con pie celoso
camino hacia una heráldica condena.




IV


A María del Pino Morales Pérez




ArribaAbajoADMIRO ESTE SEMBLANTE del retrato.
Por ser tan estimable la pureza
alargo los cabellos sin recato
y mezco entre los brazos la belleza.

Los destellos del mar sirven de marco
-bastión de la mirada ya perdida-
buscando entre las olas aquel barco
donde la juventud quedó vencida,

donde la pubertad quedó truncada
porque el recuerdo es testigo de sí mismo
y el ayer se refleja en la mirada.

No foto, no recuadro, sí espejismo;
ni lienzo, ni retablo: piel soñada
que absorbe su pasión en el abismo.




V


A María del Pino Morales Pérez




ArribaAbajoANOCHECE SU ROSTRO en el ropero,
su vestido de luna palidece
y se esfuma del tiempo el asidero
que permite atrapar lo que fenece.

Amanece la ausencia con gemido,
su ropaje y fragor queda olvidado
y despiertos los sueños han venido
a vejar la memoria del pasado.

Lacerada justicia borrascosa
que compone la venus cristalina
en la trágica estrella misteriosa.

De polilla voraz en la vitrina
alimenta su dermis quejumbrosa
la tristeza natal que me asesina.




VI


A María del Pino Morales Pérez




ArribaAbajoANÍMAME A SEGUIR por la dulzura
y anímame mujer porque te animo
a que muerdan tus labios la ternura
en el tácito ayer donde te estimo.

Mujer, temor, amor: ¿dónde la historia?
Duermo este beso aquí donde el destino
nos concede el vaivén de la memoria
y devuelve los pasos al camino.

La luna rasgará nuestros vestidos
e iremos al desnudo ayer que altero
con las fuerzas que evocan los gemidos.

Aún sentir pasión es lo primero
cuando renacen gestos ya vividos
en el distante afán donde te espero.




VII


A María del Carmen González López




ArribaAbajoCADA DÍA SE OBCECA este pasado
a una misma razón, a una cadena.
Un eslabón nos falta en esta escena
que presiento me tenga distanciado.

Si estar enamorado significa
querer sentir amor todos los días
reposando otras ansias en las mías,
es sueño esta ilusión que nos implica.

Sentir amor allí donde hubo pena
es querer inventar una balada
donde habite el sentir del alma llena.

Por eso, de la música apenada,
quisiera componer otra, serena,
donde fluya una clave enamorada.




VIII


A María del Carmen González López




ArribaAbajo«ESTO NO DEBERÍA estar pasando»
-me decía una voz junto al oído-
y esa lucha entre ruegos fue dejando
el aroma fugaz de aquel latido.

Ahora este lamento va llegando
a través del espectro del sonido
y profiero disculpas entonando
la canción del no haberte conocido.

Y no quiero internarme en tus labores,
ni en el íntimo cuarto en que nos vimos,
ni acercarme al rincón de los amores.

Sólo quiero del pan que no comimos
unas migas pequeñas, no dos flores,
para saber que así nos despedimos.




ArribaAbajoAyer que somos




IX


ArribaAbajoCUANDO TIENES el cuerpo traicionado
por la ausencia de amor, desconocido,
en el templo del alma está obstruido
el afán de querer ser conquistado.

Cuando tienes el alma camuflada
por legiones de cuerpos, requerida,
en el gesto del sueño está escondida
la razón de saberse enamorada.

En el alma del cuerpo ya prefiero
que no baile el querer con tanto brío
ante el hecho -quizás- que más venero.

En el cuerpo del alma siento frío
cuando el hielo de amor cubre tu cuero
y tu cuero se vuelve cuero mío.




X


A Fabiola Bolaños




ArribaAbajoEMBRIAGADO Y ATADO a su cintura
con presura extendí mi garfio alado
y apenado escribí por su hermosura
con la oscura visión del trasnochado.

Ya sereno y naciendo amanecido
escondido en su rostro quedo ajeno
y me apeno sintiendo en su gemido
el latido fugaz de aquel veneno.

Y si escojo por ver lo que estoy viendo
ya iré abriendo del tierno gesto rojo
el despojo que el grito va tañendo.

Y no aprendo jamás de aquel enojo.
Y recojo los pétalos que entiendo
o enciendo oscuridades que deshojo.




XI


A Emilio González Déniz




ArribaAbajoENTRE IMÁGENES lúgubres camino,
pisoteo rastrojos tras el paso,
a su tumba regresa mi destino
y arrebato a la sombra su fracaso.

Los suburbios enturbian el sustento
cuando el viento es espectro de humo alado
y acercándose al cuerpo que regento
en los poros me siento castigado.

Reconozco en las urbes un no hay nada
reflejado -de pronto- en sus dolores
y en el centro vital, una barriada,

cuando lucen de negro los temores
de la noche vestida y apagada;
y de mí, de mi ser, sólo motores.




XII


A María del Carmen Borges Cabrera




ArribaAbajoRECIBIENDO ESTE LIBRO ya te invoco
porque el muro acerado se derrite
convirtiendo en basalto lo que toco
y eres tú la mujer que se repite.

Quiero darle las gracias a tu ejemplo
porque abrigas el sueño más helado
en la lúgubre noche de mi templo
que navega sin rumbo hacia tu estrado.

Ante el hecho vital que nos anima
debo andar precavido y sin demora
procurando labrar la propia estima.

Cuando el beso de un niño nos aflora
envejecen los labios de la rima
y dan ganas de amar porque se llora.




XIII


A José María Millares Sall




ArribaAbajoVIAJANDO LA AMBICIÓN por la palestra
en sueños juveniles y alocados,
por cientos de poemas desechados
aprendo una lección de obra maestra.

Navegan nuevos versos este día
eludiendo el naufragio en otros mares;
recuerdo que es usted de los Millares
y siento una pasión: José María.

En la noche sin rumbo está el tornado
que arremete con furia contra el nado.
Soy grumete que ansia faro cierto,

soy marino que el ancla no ha olvidado.
Las mareas que inunden su costado
llevarán mi destino hasta su puerto.




XIV


A José María Millares Sall




ArribaAbajoTE TIENEN ESCONDIDO entre librejos;
tú, el más clarividente ciudadano
y el más adelantado de los viejos
porque hiciste el ayer, hoy, más cercano.

Te tienen encerrado en la vitrina
con polvo que proviene del pasado
y el tiempo acumulado te elimina
porque mata despacio lo creado.

Cómo frustran al hombre que ha perdido
en soledad las horas de su vida,
dejándole tan sólo el terco olvido.

Cómo atentan al arte con la brida
del jinete veraz que se ha dormido
a lomos de su historia perseguida.




XV


A Pino Betancor Álvarez




ArribaAbajoSI PUDIERA ATRAPAR el aro de humo
dejaría correr a las ideas
a través del umbral de las peleas
que presienten dolor en su consumo.

Si tuviera en el viento un firme aliado
estaría dispuesto a ser constante
porque llevo un ciclón para el aguante
y en lo más importante algún tornado.

Si estuviera dispuesto a lo primero
dejaría que el humo que circundo
me impregnara del aro que prefiero.

Si tentase después a lo segundo
viajaría al lugar donde no muero
cuando el aire es letal en este mundo.




ArribaAyer que seremos




XVI


A los árboles que seremos




ArribaAbajoLA PERDIDA COSECHA fue la herida
de un terreno baldío y olvidado
donde anidan los ecos del pasado
y en soledad la ausencia es renacida.

Como el campo en que aplico lo que aprendo,
quiero ser como el campo cada día
olvidando el pasado y la sequía
y tomando el presente que pretendo.

Como tierra que surco en este prado
del capricho de ser como he querido
quiero estar para siempre bien sanado.

Sólo quiero nacer o haber nacido
y como árbol o planta ser plantado
y empezar a vivir lo no vivido.




XVII


A Teresa Cancio León




ArribaAbajoA LA VIDA, al amor, a lo valiente,
a los niños, al perro, a los payasos,
al desagüe del vino, a nuestros pasos,
al vecino del sueño, a lo presente.

A las clases, al paro, al policía,
al periódico roto en la oficina,
a la fábrica, aquí, que contamina,
a la muerte con rostro de vigía.

A esa glándula eterna que se apura,
al destello del beso en la retina,
a los versos colados de ternura.

A los nombres con pecho de quinina,
a la patria del pan y su estructura
y a la sombra del sexo que declina.




XVIII


A las matemáticas




ArribaAbajoYA SABRÉ SUSPENDER esta locura
que intentaré aprobar en otro intento,
no me apure el sentido o la cordura
ni este afán de saber lo que no siento.

Ya tendré la razón más acertada
y usaré toda fórmula aprendida,
no procure mi ser hallar la nada
ni calcule el valor de muerte o vida.

La inteligencia -dicen- me faltaba
porque nunca entendí a los profesores.
(Entre números, vi que me cegaba).

Si quise ver el mundo en sus colores
fue irracional el ansia que soñaba
porque ordenó la mente sus temores.




XIX


A las matemáticas




ArribaAbajoELEVO A LA POTENCIA la impotencia,
sumo, resto, divido y multiplico,
la inestabilidad está en esencia
y final tesitura que dedico:

La lógica es ilógica -decían-
lo exacto es inexacto y relativo;
(en las guerras los números dirían
que lo perfecto impreca lo abusivo).

Seré un cero a la izquierda, ¡lo aseguro!
y en los paréntesis no albergo nada
porque el miedo a saber tiene futuro.

Entre corchetes llevo una mirada
y encontraré en las equis un apuro
por la razón que yace simulada.




XX


A Mariate Ojeda Acosta




ArribaAbajoME MOJÉ CON SUS OJOS sin reproche,
por el tiempo de lluvias mi mojado;
inundado, tal vez quedé inundado
e impregnado en sus lágrimas de anoche.

Era un caudal vertido por su anhelo
que surcando su rostro se hizo mío
y tomé con las manos aquel río
y humedades sentí como del cielo.

Una brisa secó su rostro herido,
una brisa silbó que nos helaba
y rasgaba en los dos algún sentido.

Fue la noche fugaz que nos mojaba
para aliviar el golpe del olvido
y el llanto era este amor que nos buscaba.




XXI


A Mariate Ojeda Acosta




ArribaAbajo¡NO ME DEJES, SEÑOR, solo con ella!
-afirmé en mi interior con rogativa-
y llegando a su sombra sentí viva
la pregunta que en mí se hizo querella.

Cada paso acercaba mis razones
al hogar donde anida su figura
y no quise volcarme en su hermosura
sentir el rigor de las pasiones.

Sólo puedo decirle que no espero,
que renuncie a vivir como ha vivido
por querer retomar su afán primero.

Y erupciona el volcán que ha renacido
en mi ser al palpar cuánto la quiero
y presiento que siempre la he querido.




XXII


A los vivos sanos




ArribaVlVIR INTENSAMENTE es prolongarte
al arte de saber vivir viviendo
y entiendo el malvivir como apurarte
a dejarte sentir que estás muriendo.

No pensar que existir es corta vida
porque herida letal causa este esmero
si prefiero gozar la conocida
y sufrida pasión en la que muero.

Si corto es el trayecto que me altera,
por fuera de mi ser lleva el camino
al destino, al futuro o a la escalera

que venera el que ansía lo divino
cuando el trino es la dicha que le espera.
El que quiera morir es asesino.





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