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Babar: revista de literatura infantil y juvenil - Núm. 5, marzo 1990



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ArribaAbajoSumario

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BABAR nº 5. Especial Joan Manuel Gisbert.

Marzo 1990.

Tirada 450 ejemplares.

EDITA: EL LIBRO CLUB DE ARGANDA.

C. P. «Federico García Lorca». 28500 Arganda del Rey - Madrid. Tel: 8711847

Han colaborado en el presente número: Isaac López, Félix Gil, Francisco José Galván, Ricardo Manzanero, Nuria Fernández, Teresa García, Alberto Hernández, David Martín, Mariola Rodríguez, Blanca Nogales, Fernando Martín, Ana Mª García, Vanessa Gordo, José Ángel Esteban, Magdalena Pradillo, Elvira Muñoz y Alcázar Martínez.

Coordinador: Antonio Ventura.

LIBRO CLUB ARGANDA.

C.P. «Federico García Lorca»

28500 - Arganda del Rey / MADRID.

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ArribaAbajoBibliografía comentada

Joan Manuel Gisbert es un gran autor catalán, amante de la literatura, la música sinfónica y el teatro.

A lo largo de sus libros ha ido desarrollando todo un mundo de imaginación y fantasía, hasta construir un universo literario muy rico y característico, hablándonos de la realidad, a través de lo fantástico.

De joven hacía pequeños trabajos para editoriales, los cuales le dieron el suficiente dinero para viajar a París, donde hizo teatro. Ahora, en Barcelona dirige y escribe guiones para teatro.

Su primer libro publicado fue Escenarios fantásticos, en él ya aparecían las constantes de lo que después serán sus novelas de aventuras y enigmas.

Ganó el Premio Lazarillo en 1980 con El misterio de la isla de Tökland, Leyendas del planeta Thamyris fue Libro de Interés Infantil en 1983, y El museo de los sueños obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en 1985.

Hemos intentado comentar, aquí, todos sus libros pero nos ha resultado imposible conseguir algunos de ellos. De todos modos, pensamos que el presente panorama de la obra de Gisbert es suficientemente completo.

Agradecemos su inestimable colaboración para sacar adelante este número especial dedicado a él.

Isaac López



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ArribaAbajoEscenarios fantásticos

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Ilustraciones de Miguel Calatayud.
Colección Bolsillo Juvenil nº 17.
Editorial LABOR.
Barcelona 1979.

Primer libro de Joan Manuel Gisbert en el que aparecen ya sus grandes creaciones fantásticas.

Nathaniel Maris, periodista que luego aparecerá en otros libros suyos, nos presenta esta historia dividida en tres partes, llena de imaginación y aventura.

Dionisio es un jubilado que vive frente a una vieja fábrica en ruinas, ésta le sirve de decorado para sus cuentos de misterio. La fábrica es derribada, y entonces decide construir una maqueta a escala; ahora las historias son de crímenes y misterio.

La fábrica volverá a aparecer y grandes aventuras nos esperarán en este divertido libro.

Félix Gil



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ArribaAbajoEl misterio de la isla de Tökland

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Ilustraciones de Antonio Lenguas.
Colección Austral Juvenil nº 7.
Editorial ESPASA-CALPE.
Madrid 1981.

El misterio de la isla de Tökland es, en mi opinión, uno de los mejores de Joan Manuel Gisbert; en él se mezcla realidad y ficción, para presentarnos el misterio que tiene, en sus entrañas, la isla, y a su creador: Anastase Kazatzkian. Misterio que muchos intentan resolver, pero que sólo un hombre es capaz de lograr, con ayuda de sus amigos a bordo del Dedalus.

Un magnífico libro de Gisbert lleno de aventuras y momentos de intriga y tensión que, sin duda, te gustará.

Francisco José Galván



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ArribaAbajoEl extraño adiós de Odiel Munro

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Ilustraciones de Mª Ángeles Tomás.
Colección Bolsillo Juvenil nº 28.
Editorial LABOR.
Barcelona 1982.

Alma y sus tres sobrinos: Rubén, Mónica y Víctor, esperan con impaciencia la llegada de Odiel Munro, un conocido trotamundos que viene todos los años para fiesta del pueblo. Cuenta historias, cuentos, sucesos extraños...

Tras un bonito recibimiento, por la tarde, Odiel comienza una historia. No la terminará, se adentrará en el bosque y desaparecerá.

Aquí comienzan las aventuras y la intriga. ¿Será «el extraño adiós de Odiel Munro?».

Un libro en el que los personajes están tratados con gran cariño y ternura.

Ricardo Manzanero   —8→             




ArribaAbajoLeyendas del planeta Thamyris

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Ilustraciones de Francisco Solé.
Colección Austral Juvenil nº 23.
Editorial ESPASA-CALPE.
Madrid 1982.

Por medio de unas leyendas que, según nos cuenta el propio autor, han llegado a sus manos de una forma muy extraña, Joan Manuel Gisbert nos acerca a las costumbres y forma de vida de los habitantes del Planeta Thamyris.

El libro consta de cuatro relatos, el primero de ellos, «La Pirámide de la noche eterna», nos narra la historia del continente Celium, al que no llega la luz del sol debido a que se estableció en él «La noche eterna».

«Leyendas del origen de Mileterris», el Continente Insular, «Leyenda de Abendroth, el devorador de sueños» y «Leyenda de Centilia y el Universo Inmóvil» son los títulos de las restantes leyendas del libro. En todas ellas Gisbert desarrolla una increíble fantasía jugando con los factores tiempo, sueños y amor.

Nuria Fernández



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ArribaAbajoPost Mortem

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Ultramar Editores.
Barcelona 1983.

Post Mortem es un viaje a los más oscuros recovecos de nuestra mente, una exploración de la imaginación.

Un libro entre la vida y la muerte, porque los de IMAGO MUNDI, han conseguido lo que, durante mucho tiempo, otros buscaron y sucumbieron en el intento: VER.

En este libro, cada personaje tiene algo importante que aportar a la trama, desde los componentes de la Compañía Atlántica, Jezabel, Pars, hasta el Viejo Mario o Andreas Starcos.

Una escalofriante vivencia de ultratumba, un inacabable hilo de sucesos, extrañas situaciones provocadas por la tempestuosa imaginación de los protagonistas.

Con esta obra, Gisbert ha creado un libro cargado de emociones, de inesperadas situaciones, donde los personajes y el lector son los directos observadores de la marcha de la trama. Post Mortem es un libro que engancha al lector y no lo suelta. Como dice al final de la obra, Boris: «La odisea infinita... no ha hecho más que comenzar».

José Ángel Esteban



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ArribaAbajoBestiario fantástico

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Ilustraciones de Àngels Tomàs.
Colección Los libros de La Gata.
Editorial ARGOS VERGARA.
Barcelona 1983.

Doce extraños personajes, empezando por El Unicornio y terminando por El fauno, componen este pequeño Bestiario de Joan Manuel Gisbert.

Un bello libro para los más pequeños, en el que aparecen, entre otros: El Minotauro, El Dragón, El Centauro, El Pegaso.

Bellamente ilustrado, este libro agotado en la actualidad.

Magdalena Pradillo



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ArribaAbajoEl museo de los sueños

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Ilustraciones de Francisco Solé.
Colección Austral Juvenil nº 40.
Editorial ESPASA-CALPE.
Madrid 1984.

Un escritor de novelas, «un soñador de mundos y misterios», en uno de sus acostumbrados paseos, es testigo de un extraño desembarco.

A partir de aquí, será partícipe de una misteriosa aventura; tendrá en sus manos maravillosos objetos que le descubrirán profundas sensaciones, mundos inimaginables. Objetos como el Túnel de la Exploración, la Lágrima de la Inmortalidad, el Ópalo de Fuego, la Piedra de los sueños y otros muchos.

El museo de los sueños es una novela bien construida, con un lenguaje claro, muy suelto; Gisbert aprovecha su conocimiento del idioma para describir con precisión y riqueza de detalles los fantásticos objetos que componen «el museo».

Quien conozca la obra de este autor, una vez más, puede comprobar su estilo inconfundible en este libro que camina por el sendero de la imaginación y la fantasía, en el que Gisbert es un maestro.

Teresa García



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ArribaAbajoLa noche del Viajero Errante

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Colección Bolsillo Juvenil nº 36.
Editorial LABOR.
Barcelona 1984.

La noche del Viajero Errante es un interesante libro en el que lector, junto al protagonista se embarca en la aventura de un viaje a través de bosques, entre la realidad y la fantasía.

Una bella historia en la que lo real y lo fantástico se mezclan, no sabiendo donde termina uno y comienza otro.

Una historia de amor y amistad entre personajes en esta historia llena de sugerencias.

Alberto Hernández



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ArribaAbajoLa aventura inmortal de Max Urkhaus

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Colección Juvenil/Serie roja nº 123.
Editorial ALFAGUARA.
Madrid 1985.

De nuevo Maris se encuentra ante una maravillosa experiencia. Por medio de Aarón Mesquida se entera de un extraño caso: Max Urkhaus, un enigmático personaje, maestro en artes de la mente se dispone a realizar el más misterioso de los experimentos psíquicos.

Joan Manuel Gisbert/Nathaniel Maris cuenta este libro con sus acostumbradas descripciones, increíblemente fantásticas, en las que la imaginación vuela por lugares impensables en la realidad.

Un libro en el que cada página es una sorpresa, y en el que cuanto más avanzas más maravillas encuentras.

David Martín           



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ArribaAbajoLa Sonámbula en la Ciudad-Laberinto

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Colección Bolsillo Juvenil nº 45.
Editorial LABOR.
Barcelona 1985.

La Sonámbula en la Ciudad-Laberinto es una bella historia que narra las aventuras de la Amazona, una niña que camina con los ojos vendados y pide bondad. Se encontrará con el Peregrino, hombre solitario que buscará el apoyo y la ayuda de ésta, para descubrir los grandes e insólitos misterios, que en esta ciudad se esconden.

La Ciudad-Laberinto encierra el manantial de la eterna juventud, al Nigromante y otras muchas aventuras que tendrán que acometer nuestros protagonistas.

Un libro lleno de emoción y aventuras.

Mariola Rodríguez



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ArribaAbajoEl Mago de Esmirna

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Ilustraciones de Juan Ramón Alonso.
Colección El Duende Verde nº 7.
Editorial ANAYA.
Madrid 1987.

En este libro, Joan Manuel Gisbert nos cuenta la historia de Shaban, el hijo del gran mago de Esmirna.

Cuando Shaban cumple 14 años, su padre le dice que es hora de que conozca el lugar donde la vida puede exigir de él, como aprendiz de mago.

El lugar es una gran montaña misteriosa, enigmática, deslumbrante, y llena de pasadizos secretos. En ella, Shaban tendrá que pasar distintas pruebas para saber si llegará a ser un gran mago.

Un precioso libro, lleno de aventuras en el que, al final, encontraremos un Shaban triunfador.

Blanca Nogales



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ArribaAbajoHistorias secretas del espacio

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Ilustraciones de Mabel Poveda.
Colección Los Leones nº 3.
Editorial EDEBE.
Barcelona, 1987.
Libro que acompaña al texto de Lenguaje de 5º nivel de EGB de esta editorial.

Joan Manuel Gisbert, en este fantástico libro, nos cuenta la historia de un niño de diez años, Thomas que sueña con subir al espacio. Su padre tiene una posada, «El Corzo Gris», en la que se reúnen todos los años unos astronautas.

Al final Thomas realizará su sueño viajando con ellos.

Un libro muy interesante y lleno de aventuras que seguro te gustará.

Elvira Muñoz



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ArribaAbajoEl arquitecto y el emperador de Arabia

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Ilustraciones de Alberto Urdiales.
Colección Ala Delta nº 41.
Editorial EDELVIVES.
Zaragoza 1988.

Joan Manuel Gisbert nos cuenta en este libro una historia casi real. Un emperador árabe, Al-Iksir, uno de los más grandes de su época, quiere ser recordado, en la historia, por algo perdurable y maravilloso que nunca se hubiera hecho hasta entonces, por ello decide hacer construir un jardín monumental y bellísimo. Para esta tarea encarga al mejor arquitecto, Iskandar, su obra.

Este hombre misterioso, que se presenta ante el emperador vestido con harapos es el arquitecto mejor del mundo.

Una enigmática y bella historia, narrada con delicadeza por este conocido autor.

Fernando Martín



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ArribaAbajoEl talismán del Adriático

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Ilustraciones de Alfonso Ruano.
Colección Catamarán nº 3.
Editorial S.M.
Madrid 1988.

En este libro Joan Manuel Gisbert nos presenta las aventuras que le ocurren a un muchacho, Matías, con las que puedes pasar un rato de emoción.

Matías residía en un convento. Una mañana un viejo alquimista le propone hacer un viaje a Poniente llevando unas extrañas cajas de gran valor. Matías es un chico valiente y emprende el viaje.

Grandes aventuras correrán nuestros personajes en este libro lleno de acción y emociones.

Ana Mª García



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ArribaAbajoLa mansión de los abismos

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Ilustraciones de Juan Ramón Alonso.
Colección Austral Juvenil nº 100.
Editorial ESPASA-CALPE.
Madrid 1988.

Novela de misterio e intriga, ambientada en una antigua mansión próxima al mar, y situada alrededor de 1914.

Théodore Bertrand es un hombre de mediana edad, solitario y extraño. Intentará seducir a Gundula Erfurt llevándola a la vieja casa, donde se desatará toda la trama: los hombres del pueblo próximo, la policía, el amigo del protagonista, la vieja ama de llaves, la propia Gundula en su aparente secuestro; todos estos personajes son presentados, en acciones simultáneas, en un gran mosaico de intriga y acción.

Una excelente novela de este mago de la intriga.

Vanessa Gordo





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ArribaAbajoEntrevista

-¿Existe alguna relación entre todos tus libros?

Creo que son como distintas caras o facetas de un mismo poliedro imaginario que está aún en formación. Algunas pueden ser claramente contiguas, otras distantes o hasta opuestas en apariencia, pero todas pertenecen a un mismo cuerpo que es el conjunto de la obra.

-¿Por qué son fantásticos?

Porque están escritos desde la Realidad con el propósito de buscar una extensión de la misma. Es decir: desde el mundo de la experiencia cotidiana, sin olvidar las intuiciones y los sueños, hacia lo desconocido, lo inexplorado, el Misterio Global.

-¿Tienes personajes que se repiten en tus libros, cambiando de nombre?

Existen resonancias entre algunos de ellos, similitudes, reincidencias, porque pertenecen a una misma especie de individuos (Los Exploradores del Misterio). Pero, si su nombre es distinto, su semejanza no es completa. Existen diferencias en sus rasgos profundos, en sus modos de encarar la sed de conocimiento, en los tipos de exploración que emprenden, en las épocas en que viven, etc.

-¿Pretendes comunicar algún mensaje con tus libros o simplemente quieres hacer pasar un buen rato?

Están escritos con el deseo de «levantar» historias que merezcan ser leídas y que lleguen al lector como una transferencia emocional y gozosa, no exenta de consideraciones éticas ni de una cierta idea o concepto del Universo. Pero todo ello ha de formar, indisolublemente, parte de la obra. No se trata de idear argumentos para transmitir ideas, sino de que las historias contengan en su seno, como ingrediente inseparable, una cierta visión del mundo y de la vida.

-¿Has pensado escribir otros temas u otros géneros, por ejemplo teatro?

Escribí y dirigí teatro en otro tiempo, y también hice guiones dramáticos   —22→   para televisión. Quizá lo haga de nuevo en un futuro. Pero donde mejor me siento es en la narrativa, que concede una libertad mayor a la escritura. En cuanto a los temas, me dejaré llevar siempre por aquellos que más me motiven en cada momento, sean o no inéditos para mí.

-¿Qué autores sientes que te influyen a la hora de escribir?

Una buena parte de los que he leído, es decir, muchos. Incluso algunos que gozan de poca consideración literaria, como Karl May, Gaston Leroux, Edgard Wallace o Stephen King. Sin embargo, en mi galería de verdaderos «ídolos» no pueden faltar Jules Verne, H.G. Wells, Joseph Conrad, Herman Melville, H.P. Lovecraft, Lord Dunsany, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Alejo Carpentier, Italo Calvino, Witold Gombrowiez, Stanislaw Lem y Arthur C. Clarke, por dar sólo algunos nombres.

-¿En qué te basas para escribir tus libros?

En todo lo que he vivido hasta cada momento de escritura (es decir: en todo lo que he conocido, descubierto, experimentado, visto, oído, leído, sufrido, gozado, pensado, intuido, imaginado, etc.). De todo ese magma informe que es la experiencia acumulada surge, a través de la reflexión y el impulso literario, la materia prima de cada nuevo libro.

-¿Qué piensas de la literatura juvenil?

No es un invento, es una realidad. Está formada por los libros mayoritariamente leídos por los jóvenes en un período determinado, con independencia de cuál haya sido la intención del autor al escribirlos. Ahí cabe todo, claro, desde textos sublimes hasta obritas execrables. Pero no se me ocurre una definición más exacta (aunque sea algo perogrullesca). Al final del siglo se sabrá, por ejemplo cuál habrá sido la literatura juvenil de los noventa.

-¿Qué autores juveniles te gustan?

No leo de modo preferente a autores juveniles, sino que los intercalo en mis lecturas con escritores de todas clases y tendencias. Por tanto, mi conocimiento como lector de los autores dedicados a lo juvenil es muy parcial. De todos modos, considero que Rodari, Tournier, Ende, Dahl, y Gripe, entre otros, son figuras indiscutibles del actual panorama europeo.

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-¿Cuál es de los libros que has escrito tu preferido?

No puedo ver claramente a uno de ellos como preferido. Tendría que ser una combinación de tres o cuatro. Y dudaría mucho antes de elegir los libros que la formaran: podría haber tres o cuatro combinaciones distintas, con diferentes títulos, todas igualmente válidas o favoritas para mí.

-¿Cómo comienzas a escribir un libro?

Casi siempre, hacia el misterio, hacia lo imprevisto y lo desconocido. Es decir: partiendo de una primera escena desencadenante o de una situación inicial que me parezca llena de posibilidades para su ulterior desarrollo; pero sin tener de ningún modo previsto el transcurso argumental ni, mucho menos todavía, el desenlace ni la forma que éste va a adoptar, sea abierta o cerrada.

-¿A qué edad comenzaste a escribir?

A los doce o catorce años ya tenía el instinto de escribir por el placer de hacerlo, al margen de exigencias o planteamientos escolares. Aunque mi conocimiento del lenguaje era todavía muy precario, me daba cuenta de que era una herramienta de fabulosas posibilidades. Pero fue a los 28 años cuando aquel primer impulso empezó a convertirse, definitivamente, en la actividad más importante de mi vida. Pero hubo muchos intentos y balbuceos antes.

-¿Para qué crees que sirve la literatura?

Además de ser el territorio supremo del lenguaje, constituye una vía insustituible entre las diversas formas de creación, expresión y comunicación humana. Alcanza grados, modos, intensidad y complejidades imposibles de lograr por cualquier otro de los medios existentes, incluídos los audiovisuales, por supuesto, o por los que se adivinan en un futuro próximo. Todavía por mucho tiempo, si no por-todo-el-tiempo, la literatura será un bien indispensable para una humanidad que quiera vivir con plenitud y no sólo como vasalla de la catarata continua de imágenes.

-¿Te gusta la poesía? ¿Escribes?

Me gusta mucho. Es la depuración, la difícil síntesis, el uso artístico del idioma llevado a su plano más alto. Pero sólo la practico muy de tarde en tarde, como desahogo íntimo. Estoy muy decantado hacia   —24→   lo narrativo, necesito secuencias temporales, transcursos amplios (o más amplios que los de la lírica moderna), poblamiento de espacios, situaciones enlazadas, actividad de personajes, cambios o desembocaduras inesperados...

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-¿Qué diferencia ves entre escribir para jóvenes y escribir para adultos?

Muy poca en la práctica. Y ninguna en la narrativa fantástica. Si en este campo alguna hubiere sería a favor de la escritura que apela a la «complicidad» de los lectores jóvenes, a su mayor ductilidad y capacidad, en relación a los lectores adultos, para asumir, recrear, potenciar y transformar las propuestas literarias establecidas desde una óptica fantástica.

-¿Eres tú el protagonista de La noche del Viajero Errante? ¿Tiene algo de autobiográfico?

Sí, totalmente, desde la primera escena en el puesto fronterizo hasta el posfacio. Y también Cristina, la Mujer-niña, es una persona real, convertida como yo en personaje imaginario sin dejar de ser real. En ese libro, como en ningún otro de los míos, lo real y lo imaginario se funden en un tejido único, con lo que se cumple lo que es, a mi entender, una de las condiciones genuinas del arte fantástico. Y nada de eso impide que sea, efectivamente, un texto autobiográfico. ¡Con decir que hasta las cartas que aparecen en el relato son casi iguales a las que Cristina y yo nos cruzamos en la realidad!

-¿Haces algo aparte de escribir?

En un sentido laboral o profesional, menos cosas cada vez: una asesoría editorial y poco más. Pero practico con asiduidad lo que es, en mi opinión, «la otra cara de la escritura»: las visitas a centros para tener encuentros con los lectores (ya que no siempre se puede mantener contacto epistolar), la participación en Jornadas o Semanas de Literatura o Animación a la Lectura, y también doy algunos cursos o sesiones orientados al desarrollo de la imaginación fantástica.

-¿Qué consideras que es lo más importante de tus libros?

Que ayudan a que sus lectores tengan una más alta opinión de sí mismos en tanto que seres humanos dotados de facultades tales como la imaginación o el uso intelectivo del lenguaje, vías de conocimiento del propio/   —26→   yo y de los conceptos de Universo.

Esta entrevista fue realizada por David, José Ángel y Pablo.



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ArribaAbajoApunte de relato inédito

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ArribaAbajoEl extraño relevo

Llevaba muchos días observando el extraño comportamiento de aquel hombre desde mi ventana. Cada día, al atardecer, salía de la oscuridad del túnel y caminaba como un sonámbulo por las vías muertas, entre los vagones que llegaban a la fase última de su deterioro castigados por la proximidad del mar. Pasado un tiempo, siempre, a pesar de mi atenta vigilancia, el hombre desaparecía de mi mirada. Nunca supe por dónde se alejaba. Jamás levantaba sus ojos hacia mi ventana. Pero, a cada nuevo anochecer, reaparecía con sus andares espectrales, como movido por una causa secreta o impulsado por el influjo de una oscura tragedia.

Mi casa está en el extrarradio, muy cerca del mar, junto a un complejo tendido de vías férreas en desuso. En otra época, el tráfico ferroviario debió ser muy intenso. Pero ahora todo es silencio y soledad, con la única excepción del misterioso paseante vespertino.

Una tarde, movido por una curiosidad que estaba a punto de convertirse en obsesiva, decidí bajar a su encuentro.

El diálogo fue breve. En cuanto oyó mis pasos, se volvió hacia mí y, como si me hubiese estado esperando, preguntó:

-Ya no te bastaba con seguir mirando, ¿verdad?

Aunque algo sorprendido, reconocí que tenía razón.

-¿Esperas averiguar el porqué de mi presencia aquí?

-Sí -repuse, tras una cierta duda, algo avergonzado.

-No todo puede ser explicado con palabras. Desde hoy, serás tú quien deambule por este lugar como yo he estado   —30→   haciendo. Así... sabrás.

Y, dicho esto, se alejó rápidamente hacia el núcleo urbano, como si se hubiese librado de un destino aciago o de una maldición desconocida.

*  *  *

No soy capaz de decir cuántos días han pasado desde aquel extraño y breve encuentro. Pero sé que no son pocos aunque, por lo visto, aún no los suficientes.

Ahora, el misterioso paseante vespertino soy yo. Ya he comprendido. ¡Y de qué manera! Mi conducta, puedes verlo, es en todo igual a la que él tenía... con una sola diferencia: yo sí miro ansiosamente a tu ventana, llamándote con la mirada. Este escrito no es más que un leve apunte... que llegará a ti cuando estés preparado o preparada para venir a mi encuentro, al atardecer, entre las vías férreas.

Pronto... sabrás de qué modo todo esto te concierne.

Ya sabes dónde estoy. Te espero. No puedes tardar...

Joan Manuel Gisbert





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ArribaAbajoPremios en Babar

Babar se viste de premios y, sin duda, los dos mejores son: la acogida dispensada por vosotros, nuestros lectores, y este número especial dedicado a Joan Manuel Gisbert, coincidiendo con nuestro primer año de vida, y en el que os ofrecemos un cuento inédito, que el autor, amablemente nos/os ha «regalado».

Otro premio ha sido el conseguido por Babar en el recientemente fallado IV Concurso «Prensa Escolar y Literatura Infantil» organizado por la Asociación Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil.

También, en el presente número, os ofrecemos el cuento y la poesía ganadores en el XI Certamen Comarcal de Literatura «Ciudad de Arganda», organizado por el Ayuntamiento de esta localidad, y que han ganado respectivamente: José Ángel Esteban, bibliotecario del Club y Nuria Fernández, miembro, también, de esta asociación.

Por último publicamos, como prometimos en el número 3, los cuentos ganadores de la CATEGORÍA 1 del I Concurso de Cuentos «Babar», quedando los de la CATEGORÍA 2, para nuestra siguiente aparición.

Los ganadores son: «La prima de Caperucita» de Cristina Plaza y «El circo y yo» de Mª José García, primeros premios. «El niño que era fantasma» de Emilio Martínez y «El niño que quería ser ratón» de Vanessa Priego, segundos premios.

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ArribaAbajoMi poeta


   Poeta,
voz inadvertida de la belleza,
admirador del grito del silencio,
fiel aliado de la queja,
poeta.  5

    Silencioso soñador
que sin pronunciar palabra
clama a los vientos
el sufrimiento,
el dolor,  10
la mirada dulce de un enamorado,
el perfume de una flor.

    Capaz de mostrarte,
aún sin decir nada,
la suavidad de una hoja que cae,  15
la brisa de la madrugada,
la oscuridad de la noche,
el reflejo de una sonrisa en el agua.

    Capaz de decírtelo todo,
aún sin decirte nada.  20

    ¡Oh, poeta!
Ve en una gota de agua
la lágrima de un amor,
y en un árbol ya sin vida
escucha el susurro de un cántico sin voz.  25

    Adivina en el romper de las olas
lo que llama eternidad,
y en la explosión de una tormenta
la furia de la verdad.
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    Voz inadvertida de la belleza,  30
admiradora del grito del silencio,
fiel aliado de la queja,
poeta,
mi poeta,
nuestro poeta.  35

A todos los maestros de la expresión. Poetas consumados. Desde mi humildad a su humilde grandeza.

A «las poetisas y los poetas del S. XXI», aprendices de tan bella ilusión. Para que seamos capaces de llegar al corazón del mundo de la mano del amor, la sonrisa, el llanto, el invierno, el nacimiento de una vida, la esperanza...

Para que consigamos hacer de la humanidad una soñadora a través de las palabras de nuestra ilusión.

Y para nosotros...

Nuria Fernández



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ArribaAbajoLa cúpula celeste

Mi rostro estaba reflejado en el espejo. Parecía un rostro desfigurado, demacrado. Había perdido la lucidez que tuvo.

Y mis manos. Se agitaban en el aire de un modo frenético y casi no podía controlarlas cuando me toqué la cara. La piel estaba fría como el mármol.

La tenue luz de una vela alumbraba la estancia. Todo estaba en silencio. Cada ruido me parecía una señal. El canto de un grillo...

Mis ojos marrones, estaban completamente abiertos. Me lloraban pero mis manos no podían secarlos.

La boca se abría y cerraba. Reseca, con los labios pegajosos.

Apenas me movía de aquella silla que sostenía mi cuerpo casi inerte.

Tenía miedo. ¡Pánico!

¿Y si estuviese todavía allí?

Antes vi su espíritu celeste rondar mi cama. Irradiaba una potente luz celeste que me cegaba y quemaba toda la piel. Grandes gotas de sudor corrían por mi cama. Lentamente moví un pie. Luego el otro. Me levanté y comencé a caminar despacio, muy despacio. No quería hacer el menor ruido. No me atrevía. Poco a poco, llegué junto a mi cama. Con cuidado me tumbé en ella. Y miré al techo. Casi todo negro. Sabía que rondaba por allí. De nuevo.

Tenía miedo y no quería dormir. Pero comencé a oír aquellos martillazos en mi mente.

Antes de dormirme, la vi de nuevo ante mí, como una aparición. Su cuerpo tenebroso avanzó ante mí. Me acarició la cara y sonrió de la manera más tierna que pudo. En ese momento, instantes antes de que yo cayese en el profundo sueño, comencé a entenderla.

Su fantasmagórica figura... tenía los colores del arco iris grabados en su frente.

Estaba ante un portón, la entrada a una siniestra mansión. La aldaba, clavada a la puerta, estaba oxidada por el paso del tiempo. Llamé. Nadie abrió. Por eso decidí entrar yo, pues la puerta no tenía la cerradura echada. Es más, no tenía. Era un lugar abierto a todo el mundo...

Mi cuerpo entró en un mundo sumido en la penumbra. Parecía que la noche invadió aquel sitio. Con un estruendoso golpe se cerró la mansión. Ya no había posibilidad de escaparse.

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No era nada en aquel lugar, un ser absorbido por el universo. Nadie en la noche. El silencio me intranquilizaba, se hacía denso y se podía moldear con las manos. Sin embargo, siempre sería amorfo.

Rompió aquella situación una música que en un primer momento apenas percibí. Era ligera... terriblemente lenta. A medida que andaba aumentaba su volumen. El sonido de pena daba una extraña forma al silencio. Descubrí el melotrón sonando de manera patética. Una voz le acompañaba... entre triste y alegre, mortecina, que no sabía que deseaba. Cada nota musical entraba por los poros de mi piel y hacía que sintiese. Penetraba por mi corazón y me recordaba que amaba. (Todo había cambiado... desde que empecé, ya nada era igual. No servían las muletas. No podía ayudarme ¡TODO HABÍA CAMBIADO!).

Aquella sensación que me poseía, producía en la mente extraños recuerdos. Mi cuerpo, quedaba inerte, sin ningún tipo de vida. Materia suspendida en el aire.

La música iba desapareciendo con un vaivén que mareaba. Retumbaba en las paredes su eco, hablando de lo que fue. Y yo, no pude evitarlo.

(Nada es real -«¿Cómo lo sabes?»- No lo sé, pero algo falla. La realidad, ya no es ella misma. Sólo una caricatura de la imaginación.

¡Fíjate, ni si quiera la realidad es real ya!. La época de lo auténtico ha pasado.)

Sólo una brisa se había quedado conmigo. Todo lo demás me había abandonado. Toda la oscuridad que me acompañaba. Ahora sólo estaba la nada, que era fría y no se podía tocar. Además era dura e irrompible. Aquel viento me hacía recordar la calma, la serenidad. ¿Qué serenidad? ninguna. Yo no era nada.

La brisa también se hizo dura. Quizá también perdió su identidad, porque se había equivocado convirtiéndose en huracán. Sus duras garras, arañaban la carne desnuda y quebraban mi pelo que caía lentamente y daba salida a mis ideas, absorbidas por el remolino. Quizá hacía tiempo que fueron absorbidas.

(Por una ventana abierta entraban, flotando por el aire, las manillas de un reloj de pared, que no sabían marcar la hora. El tiempo ya no existía, se había perdido en el agujero negro del universo).

Aquel ciclón pretendía arrasarme, pero yo me negaba, luchando contra él, igual que una fiera de la selva. No se podían doblar mis rodillas, los puños deberían permanecer cerrados. Pero descubrí que estaba   —36→   luchando contra mí. El ciclón no tenía nada que ver. Era mi propia guerra civil interna.

Una furia tremenda se apoderó de mi ser, que quería destrucción. Sólo pude gritar: ¡SOY YO! ¿O NO PODÉIS VERLO? Me golpeaban los recuerdos, ancianos ya, perdidos en los archivos de mi mente. Y que no reaccionaban.

Estelas luminosas desfilaban ante mí, provocándome. Entonces mis manos se alzaron contra ellas, intentando atraparlas ¡porque eran mis ideas!

Aquello parecía una sucesión de hechos interminables. Otro más, acaparó mi atención.

Empecé a sentir un ligero picor en el pecho que me molestaba mucho. Comenzó a poblarse de bello. Negro y espeso. Todo el cuerpo igual. Sin embargo, los picores no cesaban. Y descubrí que había aparecido un punto verde entre aquella maraña de pelos.

Los bordes se agrietaban y la carne me escocía. El punto verde se iba alargando y subía cada vez más alto. Todo el cuerpo estaba completamente agrietado. La sangre manaba de mí sin cesar. Como una cascada. No era una sangre normal, ya que era blanca. El punto verde se extendía ya un metro. De él salía... ¡atención! aquel punto verde que vivía, no era otra cosa más que un tallo. Tenía el capullo al final suyo, que se abría, y de él salía una flor con pétalos naranjas.

Era como si yo fuese fértil. Algo en mí tenía vida. Todavía me quedaban sensaciones... VIVÍA.

Pero aquella flor fue marchitándose poco a poco. Al final, cuando se iba a consumar su destrucción se deshizo del polen, que se distribuyó por todo mi cuerpo, como si fuese el germen de nuevas ilusiones. La semilla ideal. La semilla del hombre.

Mis heridas habían cicatrizado, pero dejaron mi cuerpo abierto. Su forma era ahora horrible. ¿Se podía decir que tuviera forma?

(Todo ha cambiado, nada es real, la vida ya no es la misma. Una flor que crece y se muere. Tan sólo queda uno mismo. Pero el poder de la esperanza es inimitable. Igual que el tuyo ¿verdad, bella dama?

-Verdad, hijo mío.

La única diferencia es que el arco iris está en mi frente -adiós, mi voz se queda hueca por momentos.

A mi alrededor algo había cambiado, pero no sabía el qué.

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¡Por fin lo descubrí! Manchas de colores adornaban la nada, que había dejado de existir dando paso a las imágenes.

Los colores parpadeaban y se intercambiaban entre sí su personalidad, como si fuesen semáforos. Producían una extraña reacción en mí. Sentía una especie de claustrofobia y unos espasmos que zarandeaban mi cuerpo como un títere.

Además, el inmenso brillo cegaba mis ojos, y no podía ver. Por eso, pululaba a la deriva sin un ritmo fijo. Con los ojos tapados, sin poder ver nada.

El brillo de aquellos soles de colores, aumentaba y disminuía como si fuesen a fundirse de un momento a otro.

Mi mente se había encasquillado y no se me ocurrió otra cosa más que correr como un desesperado. Daba las zancadas lo más largas que podía. Mis piernas se movían a la velocidad del viento enfurecido. Entonces, dejé de sentir el suelo bajo mis pies. Por un momento, quedé suspendido en el aire, hasta que caí por un agujero abierto en el aire.

Sentía que mi cuerpo bajaba a velocidad vertiginosa. Pero al instante, perdí el conocimiento y no pude intuir a dónde me dirigía.

Al despertar vi que me encontraba en un gran salón, adornado de una forma muy lujosa.

Me levanté.

Las paredes de la casa estaban adornadas con un papel que llevaba impresos soles de color celeste.

Sus muebles oscuros, hacían juego con la poca iluminación.

A mi derecha, tenía una larga mesa de madera. Brillaba como nada. En el centro mismo, tenía colocado un surtidor de agua, por el que nadaban extraños peces. Alrededor suyo, distintas cajas metálicas, todas ellas adornadas con piedras preciosas. Eran cajitas de música. Las patas de la mesa eran lo más curioso. Todas ellas eran distintas entre sí. Una curva, la otra completamente recta... incluso había una con forma de esfera. Las sillas estaban tapizadas con telas también diversas. A cada pata de la mesa le correspondía una silla, y quizá habría mil. A mi izquierda, apoyada sobre la pared, una larga estantería repleta de espejos pequeños. Cada espejo reflejaba una imagen distinta.

Uacute;nicamente esto tenía la enorme sala, excepto... ¡si! al fondo de la habitación se veía una chimenea. Me acerque lentamente porque vi que   —39→   de ella surgía un hermoso resplandor celeste. Cuando llegué a ella, vi una bola y la iba a coger, pero una voz que provenía de una silla dijo:

-No la cojas, no merece la pena ¿no ves que sólo es un trozo de vidrio?

-Pero brilla... -contesté con miedo;

-¡Bah!, ilusiones tuyas. Escucha lo que te digo: si quieres vivir bien, fuera de aquí está el mundo -sacó un hermoso puro y lo encendió. -Hazte comerciante y gana dinero -en ese momento, intervino otra voz.

-No escuches sus palabras. No permitas que te embarque. Es astuto.

-Tonterías. Yo,... -pero la otra voz, que procedía de los espejos, no le dejó terminar.

-¡Vete de aquí y déjate guiar por la esfera! Es sabia y te conducirá al poder de tu propia mente, de tu imaginación.

-Pamplinas, consigue el control del dinero, sólo así te obedecerán. Serás el rey, buenos coches, casas lujosas... pisotea a la gente si es necesario, que no te frene nadie. Hazte de hielo y deja tus sentimientos para otro momento. ¡Sólo así se consigue la fama!

-¡No!, huye de él: la vida te depara más que eso. ¿No lo comprendes? Una flor... ¿recuerdas tu propia flor? Permíteme que te aconseje que debes vivir vivo y no muerto.

-¡No...!

-¡Sí...!

Había comenzado una guerra sin cuartel y yo era el objetivo. O eso pensé. Luchaban fuertemente entre sí, ¡no se habían dado cuenta de que yo sabía lo que quería! He hice lo oportuno.

Con todas mis fuerzas, lancé la bola contra un muro, y en el en que colisionó con él, se produjo una impresionante explosión. Las voces se quebraron y yo me resguardé como pude bajo la estantería.

Cesó el estallido. Salí del escondite y observé un nuevo panorama. Quizá el peldaño más alto de una escalera. Ante mí una construcción fabulosa se erguía: ¡la cúpula celeste! era una semiesfera, era infinita, donde se podía perder el rumbo. Como un universo profundo   —40→   se distanciaba de cualquier punto del espacio. Su parte superior podría ser el cielo. Una cúpula-firmamento.

¿Qué prodigioso ser la habría construido?

¿Qué inauditos secretos guardaba? ¿Sería una leyenda viviente? ¿Real o irreal?

Mientras, sus paredes curvas refulgían como diamantes. Las estelas celestes que desprendía, la hacían más mágica, fantasmagórica, increíble.

¿Acaso no existía el tiempo en ella?, porque, aunque era la primera vez que la veía, yo creía conocerla. Puede que en sueños. ¿Sueños? ¿Sería eterna?

Bajé la cabeza y vi un camino sinuoso que se perdía en la lejanía. Avancé por él, todavía cubierto por aquella luz. Pero pronto dejó de existir pues me introduje en un espeso bosque. Se oían ruidos en la oscuridad que delataban a los pájaros. Parecía que me seguía, aunque poco podían ver.

Tropecé con una piedra y caí al suelo. Me remangué el pantalón y me toqué. Creo que me hice sangre. En ese preciso instante algo pasó sobre mí a gran velocidad. Y se fue por el camino. Me levanté y reemprendí la marcha algo cojo. Caminaba con cautela y algo temeroso. Pero al fondo de aquel sendero vi un punto de luz celeste. Corrí todo lo que pude hasta llegar allí y cuando finalicé me di cuenta que estaba de nuevo en la bóveda. Pero ahora sucedía algo extraño. En medio de ella había una gran mesa con cirios a los lados. Se oía un murmullo de voces y por los laterales del bosque, llegaron unos encapuchados. Andaban de forma ordenada, como en una procesión. Todos ellos cantaban. Llevaban a hombros un ataúd. Sus pasos lentos se dirigían hacia la mesa. También se oían chillidos, aunque no sabía de dónde procedían.

Colocaron el ataúd sobre la mesa y tras unos rápidos rezos quitaron la tapa.

¡Por un momento creí que me moría! Del interior salió el hombre vivo que se revolvía y quería huir.

Comenzaron un exorcismo cruel con él. Le clavaron sin compasión en la mesa e hicieron con él sacrilegios inhumanos. Su rostro, que apenas se veía, parecía no tener expresión.

De repente, cesaron los aullidos y el cadáver fue introducido en   —41→   el ataúd...

¡Pero qué miraban! ¡¿Por qué dirigían sus ojos hacia mí?! Avanzaban como locos sedientos de un sacrificio y comencé a correr como un desesperado. El bosque seguía igual de oscuro que la vez anterior y no sabía qué hacer para llegar a la luz.

Sentía sus pasos cerca de los míos.

Pero como ocurrió la vez anterior, caí de nuevo al suelo y esta vez perdí el conocimiento.

Todo seguía igual, entre tinieblas. Mis ojos me pesaban demasiado. El cuerpo entumecido me dolía mucho. No podía moverme. Mi imagen se reflejó de nuevo.

Tenía ojeras.

La luna se cristalizaba en mi rostro y levanté la vista. Me asomé por la ventana y por el haz de luz, vi cómo subía una dama de negro que me decía adiós.

En el horizonte, perdido en la lejanía pude ver una maravillosa construcción. Algo genial.

Entonces entendí que la imaginación era el único camino.

ERA LA CÚPULA CELESTE.

José Ángel Esteban

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LIBRO CLUB ARGANDA.
C.P. «Federico García Lorca»
28500 - Arganda del Rey / MADRID

La Poveda/Arganda del Rey, 18 de febrero de 1990.

Reunido el Jurado calificador del I Premio de cuentos BABAR, compuesto por: Alcázar Martínez, profesora del C.P. «León Felipe», Pedro Luis Soto, profesor del C.P. «Federico García Lorca» y Antonio Ventura, coordinador del Libro Club de Arganda, deciden, por unanimidad, conceder los siguientes premios:

Categoría 1 (hasta 12 años).

Dos primeros premios a los cuentos: «La prima de Caperucita» de Cristina Plaza García y «El circo y yo» de Mª José García Ruiz.

Dos segundos premios a los cuentos: «El niño que era fantasma» de Emilio Martínez Postas y «El niño que quería ser ratón» de Vanessa Priego.

Categoría 2 (de 12 a 16 años).

Un primer premio al cuento «Otra realidad» de Estrella Escriña.

Un segundo premio al cuento «Noches de luna llena» de Miguel Ángel Dorado.

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Fdo. Alcázar Martínez

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Fdo. Pedro Luis Soto

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Fdo. Antonio Ventura




ArribaAbajoLa prima de Caperucita

Eacute;rase una vez la prima de Caperucita Roja. Un día, Lucía, que era la prima de Caperucita, dijo que quería ir a ver a su prima Caperucita, y fue a decírselo a su mamá. Bueno, y ya sabréis lo que su mamá le respondió ¿no?; pues os lo diré:

-No y no.

Y empezó a llorar.

Entonces a Lucía se le ocurrió una idea, escaparse, e ir a casa de su prima Caperucita Roja.

Y pensó en qué hora del día se podría escapar y dijo: -Ya lo he pensado, por la noche, cuando mamá está en el comedor y deja la puerta abierta para tirar la basura.

Cuando llegó la noche, Lucía salió de casa y fue a buscar a su prima Caperucita Roja.

Lucía anduvo mucho, hasta llegar a una playa y dijo:

-Por fin podré ver a mi prima.

Pero cuando fue a andar, Lucía vio una mano que estaba sobre su hombro, entonces Lucía pegó un grito y empezó a correr.

-Lucía -dijo un muñeco de madera, que era Pinocho-. -¿Dónde vas?. -Lucía se dio la vuelta:

-¿Quién eres tú?

-Yo soy Pinocho, ¿dónde vas?

-En busca de Caperucita, mi prima, pero lo malo es que no sé por dónde se va a casa de mi prima.

-Yo sí lo sé -dijo Pinocho- es por el bosque, en el fondo está el pueblo de la abuela de tu prima.

Y así Lucía fue al bosque y se encontró a su prima y quien diga que Caperucita no existe está piruli.

Cristina Plaza García



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ArribaAbajoEl circo y yo

¡Hola! Soy Kevin, un chaval del circo.

Yo vivo y trabajo para el circo, mi trabajo consiste en hacer reír al público, antes yo era feliz, porque venía más gente a vernos, pero ahora no. Antes no utilizábamos techo, porque mi padre trabajaba en un taller, pero ahora le han echado y tuvimos que hacer un circo, está lleno de parches, pero mientras que no se rompa podemos trabajar.

Yo antes era el presentador, pero mi padre contrató a un señor, el cual desempeña este trabajo y yo he pasado a «ser payaso».

No salimos a trabajar a grandes ciudades, porque los niños se burlan de mí, y también las madres murmuraban. Que no voy al colegio... que no sé leer... y muchísimas cosas más. A mí me da igual, porque yo vivo feliz como soy, pero mi padre dice que no le da igual, porque si sigo escuchando esas bobadas tendré mucho complejo.

Por eso ahora ganamos menos, y mi madre está un poco enfadada y siempre repite lo mismo: «Todo es por el bien del niño». Se hará lo que se pueda.

Ahora solemos trabajar en ciudades pequeñas y si no, por pueblos pequeños, hasta hay veces que pasamos por las afueras de ciudades y de campamentos de gitanos, que siempre dicen lo mismo: «sí, sí pagaremos», y nosotros nos lo creemos y siempre nos quedamos sin cobrar.

Ahora estamos a las afueras de Plymouyh.

Aquí, he aprendido a leer, a escribir.

Trabaja con nosotros un payaso muy mayor, y se ha hecho muy amigo mío, él también me ayuda en mis deberes y me enseña muchas cosas.

Eacute;l me dice muchas veces, que como es muy viejo, y pronto se despedirá de mí para irse a trabajar a otro mundo, y que allí verá a su esposa.

Yo no entiendo lo que quiere decir y me preocupa lo que dice.

Le pregunto a mi padre lo que quiere decir y él me explica que tiene añoranza de su esposa y quiere verla allí en el cielo.

Trabajamos juntos en el mismo número, él canta y yo bailo, pero algunas veces, como él no puede, yo hago reír.

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Jugamos a muchas cosas juntos, pero lleva unos días que no le apetece jugar a nada, no sé por qué, pero creo que me oculta algo.

Y así ocurrió.

Estábamos haciendo el número correspondiente cuando él se cayó.

El público se empezó a reír, yo creía que era parte del número.

Pero se fue con su mujer; y ni siquiera me dijo:

ADIÓS KEVIN

Todo ha pasado, pero yo sigo pensando en él, pues él era mi amigo: BERNIE.

ADIÓS PARA SIEMPRE

Mª José García Ruiz

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ArribaAbajoEl niño que era fantasma

Eacute;rase una vez un niño que quería ser un fantasma. Un día ese niño se puso a limpiar los cristales de la casa y su madre le dijo:

-Limpia bien los cristales.

Cuando terminó de limpiar los cristales, le dijo su madre:

-Vete a la cama.

-¡No quiero!, dijo el niño.

Y su madre le dijo:

-Vete ahora mismo a la cama.

Y cuando se lo dijo tres veces, se fue a la cama y el niño empezó a llorar.

Y luego se metió en la cama y se enredó en las sábanas y parecía un fantasma y salió a la cocina y asustó a su madre y su madre salió corriendo y tiró todos los cacharros de la cocina y tiró vasos y tiró platos y tiró cacerolas y la olla.

Y salió a la ciudad y asustó a la gente, a los niños, a los ancianos, y cuando se quitó las sábanas, el pueblo se quedó tranquilo. Y cuando fue a su casa se metió en la cama y se durmió.

Emilio Martínez Postas

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ArribaEl niño que quería ser ratón

Era un niño que quería ser un ratón, pues le gustaban mucho los ratones. Siempre que en la escuela le decían que dibujara un animal dibujaba un ratón. Le encantaban, hasta que una noche se le apareció un ratón gigante y se asombró de tanta grandeza.

El niño, que estaba medio adormilado, no pensó lo que dijo, y dijo:

-¡Quiero ser ratón, un ratón como tú!

-Y así será, hijo mío, mañana serás un ratón.

Por la mañana se despertó y se llevó un gran susto al verse con unas grandes orejas y bigotes, esa cola.... tenía un cuerpo de ratón.

Se metía por las ratoneras, comía queso y se hizo un amigo que se llamaba Rodrigo.

¡Qué pena que al día siguiente volviese a ser niño!, pero nunca dejaba de ver a su amigo.

Y le hizo un patio con valla.

Vanessa Priego

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