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Para la biografía de don Juan Valera puede consultarse C. Bravo-Villasante, Biografía de don Juan Valera, Barcelona, Aedos, 1959. Estudio reimpreso por la editorial Magisterio Español, Madrid, 1974. Vid. también J. Valera, «Noticia autobiográfica», Boletín de la Real Academia Española, t. I, 1914; J. Juderías, «Don Juan Valera, apuntes para su biografía», La Lectura, Madrid, año XIII, 1913, pp. 151-9, 245-56, 393-404; año XIV (I), 1914, pp. 32-38, 166-174, 386-408; XIV (II), pp. 138-149, 254-63; conde de las Navas, «Valera íntimo», Boletín de la Real Academia Española, XI, 1924, pp. 484-508. Nuevamente impreso con anotaciones en «Centenario de Valera. Discursos leídos en la sesión pública celebrada en la Real Academia Española», Madrid, Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1925, 62 pp.; P. Romero Mendoza, Don Juan Valera. Estudio biográfico crítico, Madrid, Eds. Españolas, 1940; B. Ruiz Cano, Don Juan Valera en su vida y en su obra, Jaén, Imp. Cruz, 1935; J. Sánchez Mohedano, Don Juan Valera y Doña Mencía, Cabra, Cordón, 1948; A. Zamora Romera, Don Juan Valera (Ensayo biográfico-crítico), Córdoba, Tip. Artística, 1966.

 

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Valera dedicó especial atención a todos estos autores. A veces abordándolos desde una perspectiva comparativa como en el caso de Zorrilla y Víctor Hugo, ponderando del primero su sencillez y candor con que dice las cosas, sin la obligada pose de V. Hugo. De Shakespeare afirmará que se trata de uno de los escritores más importantes de la literatura universal, aunque lo considerara inferior a Lope de Vega, Tirso y Calderón.

 

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Valera consideró a Espronceda como figura cimera de nuestra literatura. Espronceda y Fray Luis de León son a su juicio los mejores líricos españoles. Vid. Poetas líricos españoles del siglo XVIII. En sus artículos «Del Romanticismo en España y de Espronceda» y «Florilegio» considera a Espronceda como el escritor más romántico de España y, si bien no niega la influencia que ejercieron otros poetas en este autor -Byron, Beranger, Goethe...-, su calidad literaria es a juicio de Valera indiscutible.

De su admiración por Espronceda serán los patéticos versos de Valera titulados «A la muerte de Espronceda»:


Yo quisiera cantar. Hierve y se agita
la inspiración en mi abrasado pecho...
Mas mi dolor por tu temprana muerte
la triste voz en la garganta hiela
y solo se revela
por las amargas lágrimas que vierte
mi corazón al contemplar tu suerte.



 

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Composición titulada A Lelia. Lelia será la bella Avellaneda, y Valera, el suplicante y amoroso Stenio; personajes ambos de Jorge Sand.

 

5

C. Bravo-Villasante, op. cit., p. 27.

 

6

Cyrus C. DeCoster, Las ilusiones del doctor Faustino, edición, introducción y notas de..., Madrid, Castalia, 1970, p. 8. Vid. también M. Azaña, Juan Valera, Pepita Jiménez, edición, prólogo y notas de..., Madrid, Espasa-Calpe, 1975, p. XV.

 

7

Vid. la carta -Madrid, 21 de enero de 1847- recogida por C. Bravo Villasante, op. cit., pp. 31-33.

 

8

Apud. C. Bravo-Villasante, op. cit., p. 36.

 

9

Para la estancia de Valera en Italia, vid. M. Azaña, Valera en Italia. Amores, política y literatura, Madrid, Páez, 1929; Carlos Sáenz de Tejada Benvenuti, Juan Valera. Serafín Estébanez Calderón, 1850-58. Crónica histórica y vital de Lisboa, Brasil, París y Dresde, Madrid, ed. Moneda y Crédito, Madrid, 1971, vid. cap. «Valera en Nápoles», pp. 47-72.

 

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Vid. por ejemplo el soneto A Lucía o los versos fechados en Nápoles, 1848, dedicados a este amor imposible. Años más tarde (1897), y ya en el umbral de la muerte, escribirá un bello cuento, El cautivo de doña Mencía, que guarda estrecha vinculación con este episodio sentimental.

En este capítulo sentimental y amoroso de Valera describe las aventuras y «galanteos» diplomáticos del Duque de Rivas, que, pese a su edad, se jacta en sus versos de que:


Ni amistad santa me faltó tampoco
de hermosísimas damas; sin peluca,
ni tos, ni panza, ni tabaco y moco
puede un anciano verde alzar la nuca,
y logré que dijeran muchas bellas:
¡Quanto è simpaticone questo Duca!