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Epistolario de Valera y Menéndez Pelayo, 1877-1905, op. cit., p. 48.

 

32

Vid. cit. 14.

 

33

Para este periplo diplomático, vid. Cyrus C. DeCoster, «Valera en Washington», Arbor, XXVII, 1954, pp. 215-223. José Ombuena, «Don Juan Valera en los Estados Unidos», Boletín de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, XXVII, 1956, pp. 143-160. F. Oliver-Brachfeld, «Juan Valera et l'Autriche-Hongrie», Bulletin Hispanique, XLI, 1939, páginas 142-152 y los epistolarios citados con anterioridad.

 

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Acentuada por lo que se desprende de la carta dirigida a su esposa -Madrid, 17 de agosto de 1895- al comunicarle que «a veces siento deseos de ir yo también a Cabra y a Doña Mencía, pero me arredra el temor del malísimo rato que voy a tener y de la melancolía que va a infundir en mi alma la vista del Alamillo, completamente perdido por la filoxera: finca que valía 15.000 duros y que hoy nada o casi nada vale». En posteriores cartas alude también a dicho tema. Vid. Cyrus C. DeCoster, op. cit., p. 225.

 

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Vid. Manuel Bermejo Marcos, Don Juan Valera, crítico literario, Madrid, Gredos, 1968.

 

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Para Valera poeta, vid. A. Gallego Morell, «Las poesías de Valera», Poesía Española, núm. 89, Madrid, 1960, pp. 29-32. Pilade Mazzei, «La lirica di Don Juan Valera», Bulletin Hispanique, XXVII, 1925, pp. 130-163. José María Roca Franquesa, «La personalidad poética de don Juan Valera», Revista de la Universidad de Oviedo, VIII, 1947, pp. 41-73, y Boris de Tannenberg, La poésie castillane contemporaine (Espagne et Amérique), Paris, 1889, pp. 210-217.

 

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Valera ofrece reiteradas alusiones a las tertulias literarias. En la carta fechada en Madrid, 7 de marzo de 1897, le dice a su sobrino José Alcalá Galiano: «... mis tertulias literarias que tú conoces siguen como antes, salvo que ahora se han trasladado de los sábados a los domingos. Duran hasta las dos de la noche y a lo último es cuando más se animan... Las demás noches de la semana voy yo de tertulia fuera de casa: los miércoles en casa de la marquesa de Pacheco, los viernes en casa de don Joaquín Valera y algunos jueves en casa de los marqueses de Amposta». Vid. Cyrus C. DeCoster, op. cit., pp. 241-242.

 

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Las cartas dirigidas a familiares y amigos en la última década del XIX nos informan del progresivo aumento de su ceguera. En las sucesivas cartas que escribiera a Moreno Güeto se lamenta de esta pérdida progresiva de la vista que le «obliga a tener los ojos cerrados porque la luz, por tenue que sea, produce en ellos una impresión muy dolorosa». Vid. Cyrus C. DeCoster, op. cit., pp. 231, 234, 237 y 239.

 

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Apud. C. Bravo-Villasante, op. cit., p. 329.