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ArribaAbajoIII. La crónica general de Gonzalo de la Finojosa

Cesáreo Fernández Duro


Pareciéndome que no carecen de interés, para la Academia de la Historia, las noticias de un códice precioso que posee la biblioteca de Besançon, tanto por las manos que allí lo llevaron como por ser vestigio de obra española que desapareció, sin que de su memoria quede otra cosa que la indicación puesta por Nicolás Antonio entre las de su Biblioteca, he entresacado las que siguen del estudio hecho por M. Auguste Castan, con preferencia dedicado, como es natural, á lo que atañe á la historia de Francia288.

En el inventario de los libros que poseyó Carlos V, rey de Francia, formado el año 1373 y publicado por Van Praet en 1836, se lee: Les Croniques d’Espaigne, que fit l’évesque de Burs, translatées en françois par frère Jehan Goulain, en deux volumes... très bien historiés et enluminés.

El mismo Van Praet decía por comentario: «No es conocido el original en latín de esta crónica española del obispo de Burs, probablemente Burgos; de la traducción si existe otra copia manuscrita entre las del rey de Inglaterra.»

El ejemplar de Londres pereció en el incendio del año 1731, pero el P. Lelong había copiado el título del volumen, escrito así en el asiento de registro:

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Livre neuvieme des chroniques, ou seconde partie de l’histoire, depuis Constantin le Grand jusqu’à Louis III, roi de France, traduit par ordre de Charles V, roi de France, par Jean Golein, de l’ordre des Carmes.

Al formar el catálogo de manuscritos de la Abadía de San Vicente de Besançon, pareció otra copia de la crónica, que dió á conocer M. Monfaucon, averiguando procedía de la biblioteca del Cardenal Granvela, mas, por desgracia, solamente se conserva un tomo de los dos que tenía la obra, según se advierte por el inventario que de esta librería se hizo en 1607, y dice:

Chronicques de frère Jean Bolain (sic), de l’ordre des Carmes, escripts à la main et en parchemin, couvert de velour violet, estans en deux volumes: taxé les deux douce frans.

Cuando el P. Boisot adquirió las reliquias de esa biblioteca reunida por el Guarda-sellos del emperador Carlos V, y por su hijo el Cardenal, con propósito de que fuera accesible al público después de sus días, había desaparecido ya el tomo primero; lo indica otro inventario formado en 1694 con la siguiente mención.

Le second tome de la Chronique de maistre Jean Golain, commenceant à l’origine du monde et finissant à Charles troisième, roy de France, escrit en parchemin, in-folio majori, dont le premier feuillet est cotté 239 et le derrnier 545, relié en bois couvert de velour bleud, avec neuf chapeaux et quatre petites escaires en cuivre.

Esta descripción corresponde exactamente al aspecto exterior del volumen, tal como hoy se encuentra: tiene 415 milímetros de altura por 318 de ancho; se compone de 306 fojas de pergamino; la escritura, en dos columnas, es gótica minúscula muy igual, con los elementos de adorno usados en la caligrafía francesa en la segunda mitad del siglo XIV. Las iniciales, de colores varios, aparecen sobre cartelas de oro pulimentado, teniendo por accesorio ramas o viñetas de animales monstruosos que abrazan el margen de la página. El título (traducido) reza:

«Aquí comienza la segunda parte de este libro, traducido de latín á francés por maistre Jean Golain, por mandato del muy excelente príncipe Carlos, quinto de su nombre, rey de Francia.»

  —440→  

Sobre la leyenda hay miniatura que no tiene mas ancho que el de una columna del texto, representando un fraile, con hábito blanco, que de rodillas presenta el libro á Carlos, sentado en el trono y acompañado de cuatro personajes.

Las ropas hacen presumir que el volumen debió copiarse de otro, cuando mas pronto, unos quince años después de la muerte del Rey, ó sea á fines del siglo XIV, sin participación del traductor Juan Golain. Igual presunción dan otras nueve miniaturas contenidas en el tomo, que representan.

1 Los Bárbaros implorando la clemencia del Emperador Teodosio.

2. El bautismo de Clovís (Clodoveo).

3. El Senado de Constantinopla mandando cortar las narices al Emperador Heraclio y la lengua á su madre Martina.

4. Carlomagno.

5. Coronación de Carlos el Calvo por el Papa Juan VIII.

6. Leyenda de Conrado.

7. Entrada de los Cruzados en Jerusalen.

8. Desembarco en Inglaterra de Guillermo el Conquistador.

9. Coronación de San Luís, rey de Francia.

La riqueza del ejemplar es indicio de destinarse á persona de cuenta, acaso al Duque Luis de Orleans, hijo del mismo Carlos V, pues consta que por dos veces le fueron libradas sumas de dinero el año 1398 «para comprar pergaminos y pagar escribanos é iluminadores que hacían libros para él» uno de ellos las Crónicas de Burgues.

En la librería del Duque de Berry, hermano de Carlos V, hubo otras dos copias ó ejemplares de estas Crónicas; la una comprada en el mes de Febrero de 1403 por 200 escudos de oro; la otra, bien historiada é iluminada, el 29 de Octubre de 1407, por 160 escudos de oro al contado. Consta la noticia en el inventario de libros del Duque.

La copia ahora existente en Besançon lleva en el verso de la primera hoja de guardas, magistralmente trazada, la firma del nieto del Guarda-sellos del Emperador Carlos V, Francisco Perrenot de Granvela, así: GRANVELE C. DE CANTECROY; no queda por tanto duda de haber formado parte de aquella biblioteca de   —441→   que decía J. J. Chiflet, describiendo el palacio de Besançon.

Non est insuper reticenda veterum manuscriptorum nobilissima supellex, quæ ibidem luculenta, cum aliis innumeris doctissimorum virorum voluminibus, scientiarum omnium veluti scriniis aut fontibus.

Llegando al texto, empieza la segunda parte de las Crónicas de Burgos por la historia del reinado del Emperador Constantino, y acaba por la mención del tratado matrimonial de D. Jaime II, rey de Mallorca, con la hija del heredero presunto del reino de Aragón, acontecimiento del año 1327.

La obra en conjunto es gran compilación que abraza la historia universal y por lo visto el autor conocía la mayor parte de las crónicas y escritos legendarios que existían en su tiempo. En cierto paraje (fol. 254 recto) tratando sumariamente de los orígenes de que se ha servido dice, refiriéndose á Eusebio de Cesarea: «Item, escribió las crónicas de los tiempos desde Abraham hasta el año de Nuestro Señor IIIc XVII, las cuales historias, Jerónimo tradujo del griego al latin y las continuó hasta el año de Nuestro Señor CCCIIIIxx, y despues Gilbert, monje de Gaubaus (léase Sigebert, monje de Sembloux) las prosiguió y aumentó hasta el año de Nuestro Señor mil ciento XIII; á cuyas crónicas hemos agregado las abreviadas de algunos reinos y las de los Papas de Roma, y además juntamos algunas gestas notables de filósofos y otros sabios gentiles ignorantes de Dios, recogidas de algunos libros.»

El propósito en el autor, de tratar período por período, de la historia de todas las naciones, no impide el mayor desarrollo que da, naturalmente, á lo que se refiere á la peninsula española. La historia de Europa viene á ser, en realidad, una introducción para el principio del reino de España.

No adelanta, en verdad, á su siglo, ni por la elección de elementos ni por la manera de utilizarlos; con todo, da muestras de perspicacia y seguro juicio, y aunque por lo general se satisfaga con el papel de compilador, amontonando cuentos maravillosos y repitiéndolos tantas veces como los encuentra en distintas relaciones, en erudición excede mucho á sus predecesores; los hombres célebres, los santos inscritos en leccionarios, por aislados que fueran, son objeto de mención en la obra. A los escritores de   —442→   gran notoriedad, como San Jerónimo, San Agustín, San Isidoro de Sevilla, Hugo de San Víctor, etc., dedica verdaderos artículos bibliográficos, y así se explica que Carlos V, tratando de continuar los anales de su reino, procurase adquirir este trabajo enciclopédico al mismo tiempo que las compilaciones de Vicente de Beauvais, Martín el Polonés, Bernardo Guí y otros.

La personalidad del autor aparece por rareza en el texto, y solo cuando en alguna ocasión estima necesario salir á la defensa de la dignidad ó del carácter español. Por ejemplo, procura eliminar á Carlomagno, que le es simpático, de lo de Roncesvalles y disculpar sin necesidad, á Alfonso el Casto, rey de Oviedo.

«Carlomagno, dice, tenía la barba crecida de un pie de largo; era muy templado en el comer y beber... Algunos historiadores que dan crédito á las fábulas, dicen que conquistó muchos castillos en España y que construyó una vía pública para ir á Santiago... Yo tengo entendido que Carlomagno visitó el cuerpo de Santiago como peregrino; no como conquistador... y es más razonable admitir que el Santo y Católico Alfonso no fuese al encuentro de Carlomagno emperador, sino que el joven Bernardo junto con los belicosos vascos, trabó la batalla para poner coto á los intentos de los franceses» (fol. 397 recto).

Tampoco se descubre el nombre del autor en esta segunda parte de las Crónicas de Burgos; hay sí indicaciones del tiempo en que se llevó á cabo tan importante trabajo. Por ejemplo, al tratar del advenimiento al trono de Castilla del niño Alfonso XI, en los últimos meses del año 1312, dice que reinaba cuando se hizo esta crónica. Otro tanto expresa con referencia al rey Dionís de Portugal, cuya muerte ocurrida el 7 de Enero de 1325, no llega á registrar. Por último, consigna, llegando al término que por entonces gobernaba en paz el reino de Mallorca D. Jaime II, después de lo cual escribe: Y así acaba este libro. Hay pues datos con que juzgar que las Crónicas de Burgos se redactaron de 1313 á 1327.

Apuntada la posición social del autor de la obra en el inventario de los libros del Louvre que se formó el año 1373, como se ha dicho al principio, pues que el libro se titula Crónicas de España y el escritor era el obispo de Burs, con solo ver el elenco   —443→   de los obispos debía de darse con él. Se creyó de buena fe que se hubiera tomado este trabajo David Casley ya que al publicar el catálogo de los manuscritos del rey de Inglaterra comprendía el ejemplar poniendo Guillermo, Obispo de Burgues; Las Crónicas de Burgues, traducidas por Jean Goulein; pero después se ha visto que ningún obispo de Burgos se ha nombrado Guillermo. Uno hubo, de quien positivamente se sabe que fué autor de una crónica general, pero se llamaba Gonzalo289. De su obra, escrita en latín no hay otra mención que la de un manuscrito en la librería del Conde-Duque de Olivares, así registrado por Nicolás Antonio.

Gundisalvi a Finojosa, Burgensis episcopi, Chronica ab initio mundi ad Alfonsum XI, regem Castellae, cujus tempore floruit290.

Gonzalo de la Finojosa ó de Hinojosa, fué obispo de Burgos de 1313 á 1327, precisamente el período marcado por el autor como empleado en la redacción.

Ahora será necesario que algún español emprenda con este libro, siquiera con la parte que trata de la Península, la obra de restauración que tuvo que acometer Barcia con la historia de D. Fernando Colón traducida por Ulloa en Venecia.

Paris 13 de Mayo de 1887.

CESÁREO FERNÁNDEZ DURO.