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ArribaAbajoII. Congreso de americanistas celebrado en Berlín del 2 al 5 de octubre de 1888

Antonio María Fabié



I

Honrado por el Gobierno de S. M. para representarle en el Congreso de americanistas celebrado en Berlín del 2 al 5 de Octubre de 1888, y designado para idéntico fin por la Real Academia de la Historia, daré breve cuenta á ambas entidades del desempeño de mi cometido.

La reunión de este Congreso ofrecía especial interés, porque todo el mundo sabe que Alemania emplea los medios que le da su actual preponderancia militar y política en el desenvolvimiento de todas las actividades de su vida social, y por tanto, en el de la ciencia, en cuya esfera había alcanzado puesto muy preminente aun antes que los debiera en otras á sus grandes triunfos militares. No hay para qué recordar, para demostrar lo que dejamos dicho, los nombres que especialmente desde fines del siglo anterior se ostentan con gran brillo en la historia de los conocimientos humanos; basta hacer notar que en esta época ocupan lugar altísimo entre los que cultivan especialmente las ciencias antropológicas é históricas Mommsen, Curtius, Hübner, Wirchow, Bastian y tantos otros que sería prolijo enumerar; el Gobierno contribuye, por su parte, de un modo eficaz y directo á la actividad científica, ya auxiliando á individuos y comisiones científicas que recorren el mundo entero, ya costeando obras monumentales como el Corpus inscriptionum latinarum, ya erigiendo edificios como los varios museos que existen en Berlín, y entre los cuales, el último que se ha construído bajo la denominación de Wolkerkunden museum, ó museo de los pueblos, ofrecía grandísimo y especial interés para los que se dedican á las diferentes investigaciones, que con más ó menos propiedad se designan hoy bajo la denominación de americanismo.

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Las circunstancias en que se encontraba la corte de Alemania á consecuencia de la muerte de sus primeros Emperadores ocurrida con breve intervalo, y pocos meses antes de celebrarse el Congreso ha sido causa de que la familia Real é Imperial no tomara parte en esta solemnidad científica, privándola de una parte del esplendor que la rodeó especialmente cuando se celebró en Madrid y en Copenhague, pero esto no ha impedido que los extranjeros que han acudido á Berlín con esta ocasión, hayan sido objeto de toda clase de consideraciones y de obsequios, ni ha disminuído la importancia científica del Congreso, que es de lo que principalmente habré de ocuparme.




II

La Municipalidad de Berlín, que posee uno de los innumerables y suntuosos palacios que embellecen la ciudad, le ofreció al Congreso para celebrar en él su sesión preparatoria y la inaugural con gran solemnidad y aparato; y á las diez y media de la mañana del día 2 de Octubre tuvo lugar la primera en una amplia sala del piso segundo, adornada con los retratos de varios reyes de Prusia. En ella se constituyó la mesa definitiva, confirmando, según costumbre, en sus puestos á los que ya los ocupaban, y nombrando, además, vicepresidentes á los representantes de Italia, Dinamarca, España, Francia y al del Brasil, designando, además, á otros representantes de estas mismas naciones, para formar con la mesa nombrada el consejo central de la asociación con arreglo á sus estatutos.

En el magnífico salón de fiestas del palacio municipal, se celebró después de medio día la sesión inaugural con grandísima solemnidad, y concurriendo numeroso público, de que formaban parte muchas señoras. Presidió el acto, en nombre del Emperador y de su Gobierno, el señor ministro de Instrucción pública y de Cultos, que pronunció un elocuente discurso en lengua alemana, haciendo amplias consideraciones sobre la importancia de los estudios que eran objeto del Congreso, porque el descubrimiento del continente americano, que es uno de los grandes sucesos que iniciaron la vida moderna, tuvo y está llamado á tener   —40→   grandísima influencia en el desarrollo de la vida de la humanidad en todas sus relaciones y bajo todos sus aspectos. Terminado este discurso, que el público acogió con grandes aplausos, el representante de Italia, Sr. Guido Cora, leyó otro en lengua francesa, haciendo una reseña de los asuntos tratados y de los resultados obtenidos por los últimos Congresos, extendiéndose luego en amplias consideraciones, y haciendo grandes elogios de la actividad científica de Alemania, no sin aludir, en términos muy significativos, á las recientes glorias alcanzadas por esta nación y á su actual preponderancia política.

El burgo-maestre de Berlín, en breves, pero calurosas palabras, saludó y dió la bienvenida á los extranjeros que habían acudido á la ciudad con motivo de la celebración del Congreso, mostrándose, en nombre de sus conciudadanos, satisfecho y honrado con su presencia.

El Dr. Reiss, presidente efectivo del Congreso, leyó una interesante Memoria, escrita también en francés, en la que se da noticia del conjunto de estudios científicos que forman el objeto de la asociación de los americanistas, y que se refieren principalmente al conocimiento de las razas que han poblado la América desde los tiempos más remotos á que es posible alcanzar por medio de la investigación científica, hasta la época en que, mediante el descubrimiento de Colón, se extendió por el nuevo continente la civilización europea.

Por encargo, y en nombre de los extranjeros, el representante de España, que esto escribe, pronunció, á ruego de la mesa, en su propia lengua, un discurso dando gracias á la ciudad de Berlín dignamente representada por su Ayuntamiento, por la benévola y cordial acogida que se les había dispensado, recordando las glorias de España, por lo que al descubrimiento y civilización de América se refiere, y el mérito de muchos de sus hijos, escritores insignes, que desde los primeros tiempos del descubrimiento conservaron en sus obras el conocimiento y la noticia de lo que es hoy objeto de los estudios americanistas, indicando que en tiempos ya cercanos al presente coincidieron en sus estudios americanos el gran Humboldt, y españoles tan esclarecidos como Mutis, Rojas, Clemente y Ulloa.

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El representante de Francia, M. Gaffarell, en términos corteses, pero reservados y fríos, respondió á las palabras de los alemanes y á las insinuaciones del Sr. Cora, y el Sr. Netto habló especialmente en nombre del Emperador D. Pedro, recordando el amor que este ha manifestado siempre á las letras y á la ciencia; con lo que terminó la sesión, declarando el señor ministro de Instrucción pública abierta la séptima sesión del Congreso de Americanistas.

La primera sesión ordinaria del Congreso se celebró el mismo día 2 de Octubre, á las tres de la tarde, en el aula del Museo Etnográfico, que es un pequeño anfiteatro perfectamente dispuesto para dar las enseñanzas propias de aquel establecimiento. Tocó al que esto escribe el honor de presidirla, y se trataron en ella los asuntos siguientes:

El Sr. Cora habló acerca del nombre de América con que hoy se conoce el continente descubierto por Colón, y se hizo cargo de las opiniones de algunos escritores que han pretendido que el nombre América procede de alguna de las lenguas que hablaban los indígenas del Nuevo-Mundo. Opinión infundada y que no encontró mantenedores en el Congreso; pues, según manifesté, invitado por el Sr. Cora, resulta evidente que el susodicho nombre procede del que tenía el piloto Amérigo Vespucci, quien después de sus viajes al Nuevo-Mundo fué nombrado, en virtud de Real Cédula suscrita por el Rey Católico en 8 de Agosto de 1508, examinador de los pilotos que pretendían ir á las Indias, y tuvo á su cargo, por virtud de ese empleo, todo lo referente á la parte técnica y científica de estas navegaciones durante mucho tiempo en los años inmediatos al primer descubrimiento.

El Sr. Gaffarell leyó la parte de su obra últimamente publicada, en que trata de los primeros viajes á América y especialmente de los que hicieron los franceses á principios del siglo XVI. El Sr. Gaffarell se inclina á creer que los vascos, dedicados en la Edad Media á la pesca de la ballena, llegaron alguna vez á las costas orientales de América, suposición que me parece menos fundada que la sostenida por los dinamarqueses y suecos, que,   —42→   como se sabe, fundados en varios textos de los Sagas, afirman que los habitantes de las islas del mar del Norte, no solo arribaron á las costas de la Groenlandia, lo cual está evidentemente probado, sino que de ellas pasaron á las del continente propiamente dicho, bajando hasta la Virginia actual, á que dieron el nombre de Winland. Más probable es que los pescadores vascos, según cree el Sr. Gaffarell, llegasen hasta Terranova y que se deba á ellos el nombre de Bacallaos, que tuvieron y aún conservan algunos territorios de aquella región.

Viniendo ya á tiempos más cercanos y posteriores al descubrimiento de Colón, el Sr. Gaffarell opina que algunos navegantes bretones debieron llegar á las costas de la Florida antes que los españoles, fundándose en el nombre geográfico de cabo Breton, dado á algún punto de aquella costa; pero el Sr. Jiménez de la Espada hizo notar con mucho acierto que unas naves que llevaron los navegantes españoles que primero aportaron á aquellas tierras se llamaban las bretonas, y es lo más verosímil que este sea el origen de los nombres geográficos de que se trata.

El Sr. Cora había anunciado como uno de los temas de esta primera sesión, la publicación de los escritos y dibujos referentes á Cristobal Colón y á su tiempo, con motivo de la celebración del cuarto centenario del descubrimiento de América; pero cedió la palabra para desenvolverlo al Sr. Dellavedova, individuo de la comisión creada en Italia para disponer lo relativo á dicho centenario, y al hacerlo, manifestó que, aunque la comisión italiana, por muerte de uno de sus principales individuos, no había llegado á tomar acuerdos, existía el propósito de hacer una publicación monumental de los escritos y dibujos relativos á la persona de Colón y á su época. El que esto escribe creyó oportuno manifestar que para la celebración del cuarto centenario del descubrimiento de América se había creado y estaba en funciones en España una gran junta presidida por el jefe del Gobierno, cuyo vice-presidente es el señor duque de Veragua, y de la que forman parte representantes de las Academias y otras corporaciones, así como las personas más eminentes de la milicia, de la Administración y de la política, y que entre otros acuerdos tiene ya adoptado, y está en vías de ejecución, dar al público una bibliografía   —43→   colombiana en que contendrá noticia de cuanto se refiere á Colón y á su época, insertándose íntegro todo aquello que esté hasta ahora inédito; por lo que convendría, en bien de los estudios históricos, que no coincidiesen Italia y España en un mismo objeto, porque podrían perjudicarse mutuamente en la realización de sus laudables propósitos, y á este parecer se inclinó el Sr. Dellavedova.

El secretario general del Congreso presentó una Memoria del Sr. Gelcih, titulada «Observaciones sobre la literatura moderna relativa al descubrimiento de América,» y de otra de Mr. Brinton sobre la traducción en lengua Nahuatl, de la Historia de las cosas de Nueva España, del P. Sahagún, en cuya Memoria se hace una excitación á España para que publique ese texto. El que esto escribe no pudo excusarse de tratar este asunto, dando al Congreso breve noticia de su estado, que es el siguiente. Sabido es que la obra del padre Sahagún, según él mismo declara, se formó de este modo: reunió en dos ocasiones distintas los indios más ancianos y entendidos en sus antigüedades, y las representaron en pinturas; estos mismos y otros tradujeron dichas pinturas en lengua Nahuatl, y, por último, el P. Sahagún vertió este texto al castellano, formando al propio tiempo un glosario de aquella lengua. Hasta ahora solo ha visto la luz la traducción castellana, tomada sin duda del Códice que perteneció al monasterio de franciscanos de Tolosa y que hoy posee la Real Academia de la Historia; las demás partes de la obra permanecen inéditas, y de ellas posee dos importantes fragmentos España; uno existe en la biblioteca de Palacio y el otro en la de la Academia. Además, en la biblioteca Mediceo-Laurentiana de Florencia hay un Códice en tres tomos en folio que por su encuadernación y otras señales revela claramente que perteneció á España, y es sin duda el más completo y perfecto de esta obra, pues en él están las pinturas, el texto Nahuatl, la versión castellana y el glosario, aunque no completo. La Real Academia de la Historia tiene acordada la publicación de esta importantísima obra, valiéndose de los elementos que posee, y, previas las negociaciones oportunas, del Códice de Florencia; pero lo hará cuando las circunstancias se lo permitan. Después de estas breves noticias,   —44→   el Sr. Reiss, presidente del Congreso, manifestó que este no podía hacer la excitación que proponía en su Memoria el Sr. Brinton, para no comprometer á las naciones ni á los particulares; que en estas cosas debían obrar como lo estimasen conveniente. Estas y otras razones deben mover, sin embargo, á nuestro Gobierno á facilitar á la Academia de la Historia los medios para llevar su acuerdo á cumplido efecto.

Tales fueron los principales asuntos tratados en la primera sesión del Congreso.

Celebróse la segunda á las doce del día 3 de Octubre, y en ella el Sr. Heger presentó varios objetos arqueológicos de México y de la América del Sur que pueden servir para ayudar al estudio de las civilizaciones precolombianas de las regiones en que fueron encontrados. El Sr. Fischler trató brevemente de las llamadas perlas fenicias, manifestando el Sr. Netto lo infundado de ese nombre aplicado á objetos peculiares de América. El Sr. Jiménez de la Espada se ocupó de los llamados collares de piedra encontrados en varios puntos, especialmente en las islas del archipiélago de las Antillas, y cuya significación y uso ha sido objeto de muy varias opiniones, creyendo unos que son signos de autoridad civil, otros símbolos religiosos; y habiendo sostenido en esta ocasión M. Hamy que indicando su forma que se ponían á la derecha y á la izquierda del cuello sobre los hombros, era de suponer que servirían para hacer con ellos ciertos ejercicios ó danzas tal vez de carácter ritual civil ó religioso; el Sr. Schmeltz presentó una publicación de arqueología americana hecha en honor del Congreso, y el Sr. Strebel habló de las antigüedades del Estado de Vera-Cruz en México, asunto interesantísimo y sobre el cual no es posible dar aquí ni aun breve noticia de las investigaciones ya hechas y de las que aún podrán hacerse para determinar las relaciones y diferencias que existieron entre la civilización del imperio de Motezuma y los pueblos que habitaron en diferentes tiempos las costas del golfo ó mar de las Antillas.

El Sr. Seler se ha dedicado en estos últimos años al estudio de la arqueología mexicana y ya en el Congreso de Berlín dió á conocer   —45→   sus trabajos acerca de las pinturas que son vestigio y testimonio de aquella civilización; después de esto ha hecho un viaje á México de donde había llegado hacía poco y dió al Congreso brevemente noticia de los resultados arqueológicos de este viaje que expondrá con más extensión, según dijo, después de examinar en nuevas excursiones los restos que se conservan y puedan descubrirse de las antigüedades pertenecientes á los pueblos que habitaron antes de la llegada de los españoles no solo la meseta del Anahuac, sino otras regiones, y especialmente, la península de Yucatán objeto ya de tantas y tan interesantes investigaciones.

M. Andree habló sobre un antiguo mosaico mexicano acerca de cuya autenticidad y valor histórico hizo observaciones M. Hamy; M. Bastian presentó una relación de las últimas expediciones á Copan enviadas por M. Schoenlank al Congreso; y el Sr. Morse lo hizo de una memoria sobre el objeto y forma de la expedición arqueológica llamada «Hemenway» al SO. de la América septentrional. Después de leer el secretario general varias comunicaciones se levantó la sesión.

El 4 de Octubre á las once y media de la mañana se celebró la sesión siguiente y en ella después de leer el secretario general varias comunicaciones, el Sr. Carl Bovallius se ocupó de las antigüedades de Nicaragua, sobre cuya materia ha publicado una notable obra ilustrada con magníficas láminas, impresa en Stokolmo en 1886, la cual añade nuevos é interesantes monumentos á la que sobre el mismo asunto vió la luz pública en Nueva-York en 1853 debida á Mr. Sequier. El Sr. Bovallius ha hecho después de esta fecha interesantes descubrimientos, principalmente en las islas del lago de Nicaragua llamadas Ometepec, Zapatera y Ceiba; consisten principalmente en estatuas, que según los indígenas pertenecieron á antiguos templos ú otros edificios, y en objetos de cerámica. En general el Sr. Bovallius, atribuye estos restos á la civilización azteca, si bien algunos de ellos tal vez deban considerarse á época anterior. Estas antigüedades podrán contribuir   —46→   al esclarecimiento de la historia de los diversos pueblos ó razas que en tiempos anteriores al descubrimiento ocuparon las interesantes regiones que forman el territorio de Nicaragua.

El Sr. Netto, director de los museos imperiales de Río-Janeiro, hizo una interesante exposición de las antigüedades por él descubiertas en la región del río de las Amazonas y como muestras de ellas presentó varios vasos de barro de diferentes dimensiones y representando algunos de ellos figuras humanas, destinados á guardar los restos de los cadáveres, que según el Sr. Netto se sometían á una larga maceración en la corriente del río para despojarlos de las partes blandas, conservando las que resisten á la descomposición en dichos vasos. El Sr. Netto presentó también un curioso objeto de jadeita perteneciente á dichas antigüedades, y con este motivo se ocupó, aunque brevemente, de la cuestión relativa á esta clase de instrumentos en los cuales, por la materia que los constituyen, han creído encontrar algunos americanistas la prueba de que la población del nuevo continente procede del antiguo y en especial de Asia; pero el Sr. Netto y el Sr. Wirchow, que intervino en este debate, convinieron en que no había razón alguna para sostener que no existían en diferentes regiones de América la jadeita, la nefrita y otras rocas análogas, propias por su dureza, por su constitución molecular y por otras propiedades, para hacer con ellas instrumentos ó adornos semejantes á los que se han encontrado en diversos puntos del antiguo continente, si bien en ellos no se han descubierto hasta ahora esas rocas.

El Sr. Polakowski presentó varias fotografías de antigüedades de Costa-Rica que no dieron materia á explicaciones importantes y se levantó la sesión.

Volvió á reunirse el Congreso el mismo día 4 de Octubre, á las tres de la tarde, y ocupó casi todo el tiempo que duró esta sesión el famoso Dr. Virchow, que además de ser uno de los hombres políticos más importantes de Alemania, goza fama universal entre los sabios por ser el fundador de los importantes estudios que tienen por objeto lo que generalmente se conoce bajo el nombre de istología patológica; pero lo que se sabe menos en España es que el Dr. Virchow se ha consagrado en estos últimos años al estudio de la antropología, y que después de la muerte de   —47→   M. Brocca, es sin duda el sabio que goza hoy mayor y más justa fama en Europa por lo que respecta á este orden de conocimientos. Con el auxilio del Gobierno, que nunca falta en Alemania á las empresas científicas, el Dr. Virchow ha reunido en el Instituto patológico de la Caridad una de las colecciones más ricas de esqueletos completos y de cráneos de individuos pertenecientes á las diferentes razas humanas que pueblan el mundo, y para su estudio comparativo ha inventado métodos ingeniosos, especialmente para la mensuración de los cráneos, asunto que, como se sabe, ha dado origen á una especialidad científica denominada craniología. Con tales antecedentes, fácil es comprender el interés extraordinario que tendría el desarrollo del tema: «Clasificación antropológica de los pueblos salvajes, antiguos y modernos, de América,» que ocupó cerca de dos horas la atención del Congreso. No es posible dar idea, ni aun aproximada, en esta breve relación de tan importante conferencia, que expondrá el Sr. Virchow con gran extensión en el texto de la obra de antropología que está elaborando, y de la cual presentó al Congreso la parte del Atlas cranilógico referente á las razas americanas.

Según los estudios del sabio alemán, resulta comprobado lo que ya era opinión de muchos, á saber: que son varias las antiguas y modernas razas salvajes que poblaron y pueblan el vasto continente americano, diferenciadas por marcados caracteres etnográficos, fijándose principalmente en los que ofrecen los cráneos expuestos en número considerable á la vista del Congreso. El Dr. Virchow hizo notar una progresión ascendente en lo que se refiere á las dimensiones y capacidad de los cráneos desde las dos extremidades polares del vasto continente hacia sus regiones tropicales, y especialmente hacia las mesetas que existen á uno y otro lado del Ecuador. Esta doble progresión empieza en el Norte por las tribus esquimales y termina en los antiguos aztecas, cuyos representantes modernos pueblan en gran número, no solo el vasto territorio de la actual República mejicana, sino la de Nicaragua y otras. Por la parte del Sur, el grado más bajo de esta escala está formado por los habitantes de la Tierra del Fuego, designados bajo el nombre de fueguinos, para terminar en los incas; que así como los aztecas llegaron á constituir verdaderos imperios   —48→   con civilizaciones muy adelantadas antes del descubrimiento y conquista de los europeos.

Aztecas é incas fueron razas conquistadoras que dominaron á las que ocupaban antes los territorios en que se encontraban establecidos á la llegada de los españoles, y donde habían entrado pocos siglos antes. También pertenecen á una raza superior que se extendió á ambos lados del Ecuador y por las islas cercanas al continente los caribes menos conocidos que aztecas é incas, aunque se han descubierto muchos rastros de sus emigraciones guerreras y se hacen estudios acerca de su lengua y civilización por varios americanistas, entre los cuales merece especialísima mención nuestro académico electo, Sr. Jiménez de la Espada, que ya presentó en el Congreso de Turín un vocabulario caribe de la región media del Orinoco.

Con la reserva propia de los verdaderos sabios, el Sr. Virchow no se adelantó á deducir consecuencias de los hechos por él expuestos, sino que, por el contrario, hizo presente que las progresiones indicadas no eran, por decirlo así, absolutas, y que existían razas inferiores en las regiones medias del continente, señalando como ejemplo la que tiene aún representantes vivos en las partes montañosas de California. Por último, y enlazándolo con el estudio de los cráneos que pueden llamarse normales, trató de las deformaciones que ofrecen otros, debidas á antiguas costumbres, de diferentes razas y regiones, notando además algunas aberraciones que solo como accidentes patológicos se encuentran en los cráneos de los habitantes de Europa, fijándose especialmente en los que con mucha frecuencia se encuentran en la parte del temporal en que se alojan los órganos del oído en muchos cráneos procedentes del Perú.

El Sr. Schmidt (Emile), se ocupó de la cronología del hombre diluviano de la América septentrional, y el Sr. Cora de la siguiente tesis: ¿los estudios craniológicos actuales permiten afirmar que existieron en América razas humanas desde el período cuaternario (diluvium), y que la conformación de sus cráneos era igual á la de los indios actuales? Basta su enunciación para demostrar la relación que existe entre ambas tesis, que parten del supuesto ya completamente averiguado, que consiste en la   —49→   existencia del hombre en América así como en el antiguo continente, en una época geológica anterior á la que se llama moderna.

La existencia, pues, del hombre en diferentes regiones de la tierra durante el período llamado cuaternario por los geólogos, es un hecho indudable y por tanto debe plantearse en términos distintos de aquellos en que solía hacerse el problema de la primitiva población del continente americano. En efecto, aunque, en sus formas principales, es opinión generalmente admitida que el relieve de la tierra era semejante al que hoy vemos, en el período cuaternario, las condiciones de temperatura y otras varias, así como algunas peculiaridades de las relaciones entre los mares y los continentes eran diversas, y por tanto es sostenible la opinión del origen monogenista de nuestra especie sostenida por sabios tan eminentes como M. de Quatrefages y otros, pues no hay dificultad en admitir que el hombre procedente de un mismo origen se extendiese en el período cuaternario, en que todo indica que apareció sobre la tierra, por sus diferentes regiones, ó continentes, sin que sean bastantes para invalidar esta hipótesis los argumentos de analogía que se deducen de la existencia de especies animales, distintas en el antiguo y en el nuevo mundo, y en especial de las que forman las diferentes familias simianas.

Lo que ya no puede sostenerse, es que la población americana proceda y tenga su origen en emigraciones de razas ó pueblos del antiguo continente que se llevaron á cabo en el período que llaman moderno los geólogos, siendo muy poco probable que las civilizaciones de la América precolombiana, procedan de otras civilizaciones históricas del antiguo continente como algunos han sostenido y todavía sostienen, sin que esto quiera decir que los primeros que arribaron á América procedentes del antiguo mundo, fueron los que acompañaron á Colón en su atrevida empresa. Por lo demás, así el establecimiento de una verdadera cronología del hombre diluviano en América, como la determinación de las analogías y diferencias que existan entre los primitivos y los actuales indígenas del nuevo continente, son problemas para cuya resolución no hay datos suficientes, porque es todavía aún más escaso en América que en Europa el número de ejemplares auténticos del hombre cuaternario, no bastando el de los restos   —50→   y vestigios de su civilización é industria que son sin duda mucho más abundantes.

Después de leer el señor secretario general varias comunicaciones terminó la segunda reunión de este día.

El día 5 de Octubre se reunió el Congreso á las diez de la mañana, y siguieron tratándose en él cuestiones etnográficas, dando noticia el Sr. Pector de los vestigios que aún restan de los pueblos que habitaban el territorio de la actual República de Nicaragua antes de la llegada de los españoles, vestigios que existen no solo en las costas del lago y en sus islas, sino en otros puntos, indicando por sus caracteres que pertenecen á civilizaciones y tal vez á razas distintas.

M. Wittmack, se ocupó de los vegetales cultivados por los antiguos peruanos, y M. Nehring de los animales domésticos del mismo imperio, asuntos ambos muy interesantes, y de que dieron abundantes noticias en sus respectivas obras el padre Joseph de Acosta y el Inca Garcilaso de la Vega, y después Mutis, Gómez, Ortega y otros botánicos y naturalistas españoles, cuyos trabajos y colecciones no del todo publicados existen todavía al menos en parte en nuestros Museos, encerrando datos y noticias cuyo conocimiento es indispensable para formar idea exacta de la civilización precolombiana, no solo del Perú, sino de los demás pueblos del Sur de América.

El Sr. Steinthal presentó al Congreso una Memoria en que se examina la hipótesis ya antigua de que fuese poblada la América por hombres procedentes de la Polinesia, que llegaron al continente por las islas del Pacífico. No hay para qué repetir lo que antes hemos dicho acerca del origen del hombre americano, lo cual no obsta para que se considere posible que en una ó varias épocas, ya del período cuaternario, ya del moderno, pasaran grupos humanos, más ó menos numerosos, de parajes cuya posición sea la de la actual Polinesia, á lo que hoy se conoce bajo el nombre geográfico de América; pero lo que no creemos que hasta ahora se conozcan, son hechos que demuestren que esta mera posibilidad haya llegado á realizarse.

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El Sr. Grossi leyó fragmentos de tres Memorias, una relativa á la moral y al derecho en el antiguo México, otra á la cremación de los cadáveres en América antes y después del descubrimiento de Colón, y la tercera sobre la antropofagia y los sacrificios humanos en la América precolombiana. Estas tres Memorias están fundadas en las modernas teorías más especial y claramente expuestas en la doctrina sociológica evolucionista que afirma que la humanidad, en su progresivo desarrollo, pasa por diferentes estados que, partiendo de la mera animalidad, llegan á las organizaciones sociales y políticas actuales que no son todavía perfectas y definitivas. Estos estados sociales presentan caracteres análogos si no idénticos en las diferentes razas y regiones del mundo, aunque en ellas no son isócronos, es decir, que mientras los pueblos de Europa y los de América, de origen europeo, han llegado al punto en que los vemos, existen todavía en el mismo continente americano y en otras partes de la tierra seres humanos que apenas han salido de las condiciones de la vida animal, y otros que se hallan en los diferentes estados que han recorrido hace siglos los pueblos que pertenecen y forman lo que con exactitud puede llamarse la civilización cristiana. México se hallaba á la llegada de los españoles en uno de los estados de civilización que correspondía á aquellos de que solo dan confusa idea los primeros historiadores de nuestra propia civilización. La religión era la base y fundamento de la vida social, y por lo que sabemos de la mitología mejicana, por las noticias que de ella nos han transmitido especialmente los padres Sahagún y Durán, los dioses americanos concebidos como seres movidos por la ira y la venganza, á quienes había que aplacar con sacrificios humanos, corresponden á los de algunos pueblos de la India que aún conservan estas creencias, y á los de la primitiva Grecia, según nos los muestra la Iliada. Sin duda el estudio más detenido y completo de la mitología mejicana suministrará, al par que datos para conocer con mayor exactitud el estado ético del imperio de Moctezuma, nuevos elementos para la ciencia de las religiones, ya considerada en sus fundamentos filosóficos, ya en sus relaciones con la historia.

La cremación de los cadáveres, y en general todo lo que se   —52→   refiere á las relaciones de los vivos con los muertos, constituye parte muy esencial de las ideas religiosas, y determina costumbres sociales cuyo conocimiento es importantísimo para determinar el diferente grado de civilización de los pueblos, y respecto de los de América en este mismo Congreso, las noticias comunicadas por el Sr. Netto respecto á los antiguos pobladores de las orillas del Amazonas, aumentan el catálogo de lo que tal vez pudiera llamarse la necrología americana, que tantos caracteres de analogía ofrece con la de otros pueblos, épocas y regiones del mundo.

Suspensa la sesión de este día, se reanudó á las tres de la tarde para dar fin á las tareas del Congreso, y el Sr. Banter dió noticia de algunos documentos españoles relativos al SO. de la América del Norte escrita por M. Bandelier, fijándose en lo que en ellos se relaciona con la etnografía y la arqueología, para lo cual se examina en ella la significación que en dichos documentos tiene la palabra Pueblo, y lo que se entendía en el lenguaje administrativo por Nación. Sabido es que en los documentos oficiales y en las relaciones de los misioneros y conquistadores, solía entenderse por pueblo de indios un grupo de naturales que tenían su residencia más ó menos permanente en un lugar determinado, y por nación, los diferentes grupos de indios que tenían análogas costumbres, y especialmente que hablaban la misma lengua, por lo que se les suponía un mismo origen. Aunque no precisos ni exactos siempre estos conceptos, se relacionaban con los caracteres etnográficos de los habitantes, y todavía sirven de fundamento para el estudio las clasificaciones ó distinciones que nuestros antiguos historiadores y los documentos particulares ú oficiales hacen de los diferentes grupos de la antigua población americana.

Trató el Sr. Borsari de la clasificación cronológica de los antiguos monumentos arquitectónicos del Perú, asunto tan interesante como difícil y para el que no se han reunido todavía suficientes datos, siendo de esperar que arrojarán mucha luz sobre este asunto los que recogió en su expedición al Pacífico el Sr. Jiménez de   —53→   la Espada como ya pudo verse por los que presentó al Congreso de Americanistas celebrado en Madrid en 1881.

Prueba de lo que antes hemos dicho sobre las analogías que existen entre las civilizaciones de los pueblos de las varias razas y regiones del globo, son los famosos restos de cocina que se conocen con distintos nombres. M. Muller trató de los que existen en el Brasil, que allí se llaman Sambaquis, y que tal vez pudieran llamarse sin impropiedad en nuestra lengua muladares; y son depósitos de los restos inútiles de los alimentos y otros objetos que cerca de sus miserables viviendas aglomeraban grupos humanos ó tribus que apenas habían salido de aquel estado de civilización, que los que se ocupan de prehistoria llaman edad de piedra. Sabido es que estos depósitos llamaron la atención de los sabios antes que en otros puntos en las regiones septentrionales de Europa, y los museos de Dinamarca y de Suecia contienen curiosísimos objetos encontrados en ellos; los de América no han sido aún suficientemente explotados; pero ya se conoce su existencia no solo en el Brasil, sino en otras regiones de aquel continente.

Los Sres. Reis y Uhle presentaron muestras de la gran publicación del «Museum für Völkerkunde,» hecha en honor del Congreso y que constituye un monumento elevado á la etnografía por medio del cual adquirirán los que se dedican á su estudio conocimiento exacto de los tesoros acumulados ya, y que están en vías de gran aumento en la magnífica institución que lleva ese nombre, y que, como se ha dicho, dió generosa y muy propia hospitalidad al Congreso de americanistas celebrado en el presente año.

Siempre ha sido objeto muy especial de sus trabajos en todas sus reuniones la lingüística americana, materia á que en esta pudo dedicarse poco tiempo; pero tuvo gran interés lo que se trató en esta materia. En primer lugar fueron presentados al Congreso ediciones publicadas recientemente en Leipzik de varias gramáticas y vocabularios hechos por los misioneros españoles en los tres anteriores siglos, y con este motivo no puede menos de tributarse un recuerdo entusiasta á aquellos apóstoles que inspirados por su fe, no solo aprendieron las difíciles lenguas americanas   —54→   para comunicársela á los indios, sino que las reducían á arte y formaban extensos vocabularios, haciendo de este modo que se conservasen unos idiomas llamados á desaparecer; y que como todas las lenguas encierran los datos más preciosos para formarse idea de los pueblos que las hablaron, tampoco puede olvidarse á este propósito que justamente con ocasión de las lenguas americanas, formó el insigne jesuita Hervás y Panduro su famoso Catálogo que por confesión de todos los que se dedican á su estudio fue el fundamento principal de la filología moderna.

M. Adam, uno de los fundadores de la asociación de los americanistas, especialmente dedicado á la filología, remitió al Congreso una memoria, de que dió cuenta el Sr. Reiss, que tiene por objeto tres familias lingüísticas habladas por los naturales de las cuencas del Amazonas y del Orinoco, y presentó al mismo tiempo otra Memoria del mismo autor muy interesante, pues como su título indica consiste en una bibliografía de los trabajos publicados acerca de las lenguas del Sur de América de 1875 á 1888.

No hay para qué decir la importancia que para la filología en general tienen estos estudios, pues confundidas antes todas las lenguas americanas en la familia llamada turaniana por los filólogos, familia que como se sabe contiene el mayor número de las lenguas antiguas y modernas que se hablan ó han hablado en el mundo, y que con más ó menos exactitud se han denominado aglutinantes, solo el conocimiento científico de las lenguas americanas podrá introducir el orden y la clasificación en el verdadero caos que hasta ahora forma esa multitud de idiomas que si ofrecen escasos monumentos gráficos inspiran mayor interés, por lo mismo que ofrecen mayores dificultades para su estudio. Los Sres. Von Steinem que trató de las lenguas de los pueblos que habitan el centro de la América del Sur, y el Sr. Steinthal que se ocupó del Quichua y del Aymara, idiomas principales del Perú y de los pueblos limítrofes, contribuyen con sus trabajos á este fin científico, así como M. Douay con su Memoria sobre la filología de los pueblos americanos, presentada al Congreso por M. Gaffarel. No podrá tal vez decirse lo mismo de la de M. Falb, en la que se sostiene la extraña opinión de que existen analogías   —55→   semíticas en las raíces de las lenguas de algunos pueblos de los Andes.

La interpretación de los caracteres mayas que se conservan en los monumentos del Yucatán y en los Códices que existen en Dresde, en París y en Madrid, ha sido objeto de recientes é interesantísimos estudios, entre los que se deben citar en primer término el de M. de Rosny, traducido y considerablemente aumentado por nuestro compañero, el Sr. Rada, y acerca de este punto habló, aunque brevemente, M. Fërstemon, debiendo recordarse que en lo que al Maya se refiere, el fundamento más sólido para su interpretación es la obra del P. Landa, cuyo original guarda entre sus tesoros la biblioteca de nuestra Academia.

Por último, el Sr. Seler expuso sus opiniones sobre el calendario astrológico, llamado tonalamatl por M. Aubin, asunto tratado antes que por ningún otro por el P. Sahagún, y al cual dedicó largas investigaciones el Sr. Orozco y Berra, sabio mejicano cuya pérdida es sumamente dolorosa para los aficionados á las cosas de América.

Tal es en breve resumen el resultado de la séptima reunión del Congreso de americanistas celebrado en Berlín en el presente año.

Con arreglo á sus estatutos, en la mañana del día 5 de Octubre se reunió su comision central para determinar la ciudad en que había de reunirse el Congreso en 1890, y aunque se resolvió sin dificultad que fuese en París, el representante de Italia, M. Cora, anticipándose á los sucesos y fuera de la competencia de la Comisión, manifestó el deseo de que el Congreso de 1892 se celebrase en Génova, por coincidir esa reunión con el cuarto centenario del descubrimiento de América. En su vista, el que esto escribe, aunque no tenía instrucciones del Gobierno español, hizo presente que como era público hacía ya tiempo que en España se tenía dispuesto celebrar del modo más solemne aquel suceso, que es quizá el más importante de su historia, y que por lo tanto, aunque sin contraer compromiso alguno, tenía por cierto que la nación y el Gobierno español considerarían como una honra señalada que se reuniese el Congreso de 1892 en alguna ciudad de la Península, especialmente en Sevilla, cercana al puerto de Palos, de   —56→   donde salió Colón con las carabelas, que tripuladas por marinos españoles, arribaron al Nuevo Mundo. Además, en dicha ciudad existe, como es sabido, el archivo de Indias, donde se conservan, si no todos, la mayor parte de los documentos que se refieren á aquel grandioso suceso y á las primeras expediciones que fueron dando á conocer el continente americano, abundando allí, más que en parte alguna, monumentos y recuerdos de la primera época de su descubrimiento y conquista. El presidente de la junta, M. Reiss, hizo notar oportunamente que esta no tenía facultades más que para señalar el sitio de la próxima reunión del Congreso, y que por lo tanto nada podía resolverse acerca de la que se celebraría en 1892. Lo ocurrido, sin embargo, debe tenerse presente para que el Gobierno español prepare con tiempo, si lo estima conveniente, lo que conduzca al fin de que la reunión del Congreso de americanistas forme parte de las solemnidades con que se celebre el cuarto centenario del descubrimiento de América.

Madrid 21 de Diciembre de 1888.

Antonio María Fabié