Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

21

En «Buero Vallejo y el teatro» (cit., p. 24) me confesó: «No [los hice] -salvo el de un médico- de ninguna autoridad de las prisiones, aunque no faltó más de uno que me lo pidiera y que no salió de su asombro -y, a veces, de su rencor- cuando oyó que me negaba». De inmediato nos viene a la mente la respuesta de Calomarde al Rey, en El sueño de la razón, cuando éste le reprocha su severidad al hablar de Goya: «Se negó a retratarme. Aunque su pintura me desagrada, quise favorecerle... Y ese insolente alegó que le faltaba tiempo» (O.C., I, p. 1269).

 

22

En el comentario a éste, en Libro de estampas, hace el autor una de sus frecuentes reflexiones técnicas con la mirada puesta en Velázquez: «El pintor que vea este dibujo -y otros míos- notará preocupaciones que siempre me acompañaban: los efectos de luz difusa en los barrotes, los casi perdidos contornos al trasluz... El código de señales ópticas propio de la pintura realista desde Velázquez que para mí, por entonces firme creyente en la pintura o el dibujo como exploraciones visuales objetivas y no sólo como originalidad subjetiva, revestía fundamental importancia». Sobre estos aspectos técnicos es de gran interés el extenso comentario a la acuarela «El problema del sol» (1941), en el que da también algún detalle autobiográfico: «Las montañas del fondo guardan vaga semejanza con las que yo veía desde la ventana de mi celda [en la Colonia Penitenciaria de El Dueso], cuyo número era, por cierto, el 142».

 

23

Tras la muerte de Buero, la familia encontró en su mesilla de noche un curioso folleto de 1946 titulado Ciegos célebres (Masnou, Barcelona, Laboratorios del Norte de España, S.A.), editado con motivo de la «XXIV Asamblea de la Sociedad Oftalmológica Hispano-Americana». En el librito (que conozco gracias a la amabilidad -una vez más- de Carlos Buero y de Victoria Rodríguez) se dedica un apartado a «Haüy y Braille» (pp. 28-29).

 

24

Carlos Fernández Cuenca, «El autor y su obra preferida. En solo una semana escribió Buero Vallejo la primera versión de En la ardiente oscuridad», Correo Literario, 69, 1 de abril de 1953, p. 12.

 

25

En la citada Memoria de Buero hemos podido reproducir uno, de 1946, anterior a los conocidos, que el autor mantuvo oculto u olvidado y la familia halló después de su fallecimiento.

 

26

En De re bueriana, cit., situé en páginas enfrentadas (128-129) el dibujo a pluma de «En la escalera» y una foto del montaje que se estrenó en 1949 con la que guarda sorprendente parecido. También, el de «Dos ventanas» (p. 200), al hablar de Música cercana, «obra donde se da argumento a la situación descrita en la estampa». En Antonio Buero Vallejo en el teatro actual (Murcia, Escuela Superior de Arte Dramático, 2000) reproduje los dos «Apuntes para el decorado de Hoy es fiesta» (p. 29) y el «Bosquejo para el decorado de La Fundación» (p. 41), realizados años después por el autor.

 

27

Antonio Buero Vallejo, Las trampas del azar, edición de Mariano de Paco, Madrid, Sociedad General de Autores de España, 1994, pp. 30 y 71.

 

28

Antonio Buero Vallejo, «Cuidado con la amargura», O.C., II, p. 577.

 

29

En ellas, como después en Llegada de los dioses, La Fundación, Diálogo secreto y Misión al pueblo desierto..., Buero plantea con agudeza diversas cuestiones de técnica pictórica.

 

30

La Presentación fue grabada pero su texto no se ha publicado y es muy posible que no se conserve completo. En ella afirmó también el autor: «Después de mi primer y mi segundo estreno, advertí que tenía que dejar a un lado la pintura y decidí hacerlo. Fue un proceso lento en el que la literatura fue ascendiendo y descendiendo la pintura». En un trabajo muy reciente «'Pintar de otra manera': Art in the Life and Work of Antonio Buero Vallejo», Estreno, XXVII, I, primavera 2001, pp. 13-21, Victor Dixon hace un completo análisis de cómo Buero mantuvo en toda su obra la original vocación pictórica.