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1

Píndaro y la lírica griega. Su influencia en España, en «La Ciudad de Dios», LIX (1902), pp. 280-292, 387-396, 474-487.



 

2

I, ii y II, xviii; en la ed. de R. P. Sebold (Barcelona, 1977), pp. 132 y 306-307.



 

3

Píndaro, Olímpica II e Istmica VII, en Odas, trad. I. Montes de Oca (Madrid, 1909), pp. 17 y 302. Confieso aquí que desgraciadamente ignoro el griego.



 

4

C. M. Bowra, ed. de The Odes of Pindar (Harmondsworth, 1969), pp. xiii-xiv.



 

5

Véase BAE, LXI, 174 o mi antología Poesía del siglo XVIII (Madrid, 1975), p. 105.



 

6

J. M. de Cossío, Los toros. Tratado técnico e histórico, Madrid, 19655, III, pp. 822 ss.



 

7

D.T. Gies, Nicolás Fernández de Moratín, Boston, 1979, p. 29.



 

8

R. Foulché-Delbosc, ed. de Poesías inéditas de N. Fernández de Moratín (Madrid, 1892), p. 12; F. Aguilar Piñal, Moratín y Cadalso, «Revista de Literatura», XLII (1980), p. 136. Ninguno de estos críticos explica su preferencia de fecha.

Después del Coloquio de Bolonia he recibido, gracias a la gentileza de Nigel Glendinning, copia de otra oda Al Excelentísimo Señor Conde de Aranda, escrita al parecer durante el ministerio de este prócer y conservada, impresa, en la Biblioteca Bodleyana de Oxford (Arch Sigma III. 8), que la atribuye a Casimiro Gómez Ortega, otro tertuliano de la Fonda de San Sebastián. Esta oda ostenta varios rasgos pindáricos, si bien su lenguaje carece de la elevación característica del género.



 

9

M. Menéndez Pelayo, citado en J. Arce, La poesía del siglo ilustrado, Madrid, 1981, p. 125.



 
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