81
Con lirismo
apuntaba Palma en 1872 en «Un virrey y un arzobispo»:
«La época del coloniaje, fecunda
en acontecimientos que de una manera providencial fueron
preparando el día de la Independencia del Nuevo Mundo, es un
venero poco explotado aún por las inteligencias
americanas»
, ed.
Aguilar, p. 564. Las cursivas
son mías.
82
El ataque contra
la presidencia de M. Pardo (1872) era evidente para los lectores de
«Pepe Bandos» (1874) en la frase: «Diríase que la cosa pasaba en estos
asendereados tiempos y que se trataba de la elección de
presidente de la República en los tabladillos de las
parroquias. Véase, pues, que también en la
época colonial se aderezaban pasteles
eleccionarios»
, ed.
Aguilar, p. 546. Sobre el
tumultuoso proceso electoral de 1872 véase C. Mac Evoy:
Un proyecto nacional en el siglo XIX, Lima:
PUCP, 1995, p.
290.
83
Véase
«Las orejas del alcalde»: «Ojalá siempre los gobernantes diesen tan
bella respuesta a los palaciegos enrededores, denunciantes de
oficio y forjadores de revueltas y máquinas
infernales!»
, ed.
Aguilar, p. 125.
84
Véase
«Los azulejos de San Francisco» (publicada en la
Segunda serie en 1874): «hijos
legítimos de España, no sabemos conservar sino
destruir [...] ¡Nuestra incuria es fatal!»
,
ed. Aguilar, p. 316.
85
Véase
«¡Beba, padre, que le da vida!»: «no estaban de moda las garantías
individuales ni otras candideces de la laya que hogaño se
estilan»
, ed.
Aguilar, p. 425.
86
«El
tamborcito del pirata» de 1883 figura esta reflexión
amarga: «¡Es mucho cuento la
ilustración de nuestro siglo, escéptico, materialista
y volteriano!»
, ed.
Aguilar, p. 277. Esta
tradición que hace hincapié en la derrota de la
escuadra española ante los corsarios holandeses frente a
Cañete sin duda fue leída por los
contemporáneos como la dramática anticipación
de la incompetencia nacional en la defensa de la Costa Sur frente a
la armada chilena.