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Carta a sus padres, 7 de junio de 1835

Mariano José de Larra

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París 7 de junio de 1835.

Queridos Papás: mi última carta fue de Londres y en ella anunciaba a ustedes mi salida para Bélgica: como lo pensé lo ejercite y salí el 29 en uno de los hermosos coches ingleses: llegué a Dover el mismo día; el 30 tomé el vapor para Calais: el 31 la diligencia hasta Dunkerque. En esta ciudad tomé una silla y me vine corriendo la pista hasta Poperinghe: me apeé en el Hotel de Grand Cerf y tomé un cabriolé hasta Castel, bonita posesión de nuestro hombre: sin dudarlo le ha escrito o es muy buen diplomático pues me recibió como a quien esperaba. Después de una conferencia larga, en la cual no vi a nadie de la familia, resultó que está efectivamente atrasado; pero a fuerza de diplomacia pude sacarle una carta orden de cien francos pagadera en Gante y otra de quinientos francos pagadera en París. Le expuse que era preciso concluir este negocio a toda costa: el cual consideré bajo dos puntos de vista: los atrasos, con respecto a los cuales le indiqué que dando de una vez una cantidad decente le podría hacer una reducción ventajosa para él, pero como no se hallaba en disposición de adelantar dinero alguno en el acto, no quise indicarle rebaja alguna, ni entrar en estipulaciones. Cuando se halle en el caso, haré por sacar el mejor partido posible; en esto quise también dar largas porque quisiera saber la decisión de él en la materia y la espero; en la inteligencia de que realmente está atrasado. Con respecto al porvenir le hice presente que hallándome casado y con hijos, y siendo su asunto una carga de la familia, me veía imposibilitado de consentirlo por más tiempo, tanto más cuanto que tarde, temprano puede venir a refluir solo en mí; pero le advertí que si quería entrar conmigo en un arreglo definitivo, arreglado a nuestras mutuas circunstancias,

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yo no tendría dificultad en adoptar una hermana para toda mi vida: me parece que es cuanto favor se le podía hacer. Espero que en el transcurso de unos cuantos meses el asunto quedará enteramente zanjado. Era tanto el miedo que el buen señor tenía a mi estancia en Poperinghe, que me suplicó que pasase a otra parte dando repetidas palabras de cumplimiento: en consecuencia pasé a Iprés, Cambray, Menin y Gante; cobré los 100 francos: de Gante a Lille y de Lille definitivamente a París adonde llegué ayer después de haber recorrido Flandes oriental y el hermoso país de Bélgica. Como el objeto de mi viaje a Bruselas era apurarle desde allí valiéndome de mis buenas recomendaciones y de mi posición, que le hice entender, y esto parecía inútil por ahora, he sentado mis reales en esta capital que ustedes no reconocerían. Paro en el Hotel d’Italie, Place de Italiens, entre la Rue de Richelieu, y el Boulevard des Italiens, (enfrente del Teatro Italiano), tengo una linda habitación y he arreglado mi modo de vivir de un modo económico y bien entendido.

He sido recibido con los brazos abiertos por el Duque de Frías y su familia, que me esperaba, pues los periódicos de Madrid habían anunciado mi viaje.

Siento haber visto París después de Londres, porque me ha parecido mezquino: el menor cacho de Inglaterra vale más que el resto del mundo. Londres es el primer pueblo, París podrá ser el más divertido a menos costo.

El medio más seguro de escribirme es con sobre al Sr. de Ayllon, secretario de la Embajada Española o a este hotel: al mismo tiempo díganme ustedes si me han escrito alguna otra

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carta a Bruselas o a Londres para reclamarla, a pesar de que en Londres dejé encargado que me las remitieran a Bruselas y que escribo con esta fecha a nuestro ministro Argaiz para que me las remitan.

Espero cartas, noticias de todo lo que me pueda interesar, de mis hijos sobre todo, del estado de ustedes y de las cosas del país.

Me urge una cosa: sería preciso que ustedes se entendieran con Delgado y que se formase un paquete bien forrado en hule y sellado y lo menos abultado posible con las cosas siguientes: los ejemplares finos de mi drama y de la colección que devolví en el baúl; y las siguientes cosas que deberá poner Delgado: dos ejemplares de la novela; dos ordinarios del Macías; dos del No más mostrador; dos del Arte de conspirar; dos del Felipe; dos del Roberto Dillon; dos del Pobrecito Hablador completo; dos del Desafío o dos horas de favor; dos ordinarios de cada tomo de la colección de Fígaro; y además los seis finos del segundo y tercer tomo de la misma, que me corresponden según nuestro contrato; todo sin encuadernar, pues aquí se encuadernará.

Con esta fecha escribo a Delgado diciéndole cómo me lo ha de enviar.

Además me corresponden de la colección otros seis ejemplares de cada tomo 2.º y 3.º ordinarios y encuadernados; los cuales puede usted decirle que le envíe y conservarlos.

Escríbanme ustedes, pronto y mucho y dispongan del cariño de su hijo, a quien no le falta más que tener el corazón contento para ser feliz en París

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Tengan ustedes la bondad de dirigir una cartita a Badajoz.

En París está haciendo un calor y un cielo de Madrid.

Echada la cuenta de mi viaje, me ha costado de Madrid a París 6000 reales.

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