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Carta de Manuel Ugarte a Gabriela Mistral. París, 31 de mayo de 1931

Manuel Ugarte





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[París, 31 de mayo 1931]

Mi querida Gabriela,

Claro está que han tenido que perderse cartas. ¡Cómo no le iba contestar yo enseguida! Sólo he recibido dos sobres, en que venían, de vuelta, en uno un recorte de diario, en otros dos ejemplares de La Antorcha. Le confieso que me sorprendía no tener noticias de usted. Todo se explica al fin. Ahora escribo a los amigos de Crítica para que vean si aún hay tiempo, a Deambrosis y, de acuerdo con él, firmen o hagan firmar a los que falten. Para España me parece excelente Díez Canedo. En cuanto al envío a Buenos Aires, hay que tomar precauciones para que no se extravíe y no pueda después argumentar la gente oficial que no recibió nada. Lo mejor me parece que Ud. misma ponga el mensaje al correo, certificada y dirigida al Ministro de I. P. de la Argentina. Lo que falta averiguar es [el] nombre de este señor. Nunca supe el nombre de los Ministro[s]. Pero en París, entre el núcleo de periodistas, alguien lo sabrá. Voy a preguntar y le comunicaré lo que sea. No hice las copias para la prensa como Ud. me pidió porque porque (sic) creí mejor dar el documento con las firmas y hay que saber antes cuáles son estas y en qué orden van. Cuando Ud. tenga el documento firmado, me manda uno de los ejemplares, o una copia, y yo lo haré reproducir para los diarios de Buenos Aires, cosa muy importante porque la publicidad del asunto contribuirá a la solución favorable. Entre lo que se perdió está la lista de las personas a quienes Ud. pidió la firma; pero cuanto Ud. ha hecho está bien y yo no necesito saber más que el agradecimiento que le debo por las gestiones fraternas.

El asunto de la guerra es más serio de lo que [anuncia] la información de los diarios. Para evitar repercusiones financieras se dosifica la verdad. Pero hay, geográficamente, dos focos de peligro: Dantzig y Manchuria, y dos fuerzas de perturbación: Hitler y el Japón militarista. Si a esto añadimos otros factores que fácilmente se adivinan, se   —[f.2]→   comprende que no estamos lejos de otro cataclismo. Gente bien enterada me lo afirma. En lo único que difieren es en el plazo. Unos creen que estamos ya en 1914, otros opinan que aún nos hallamos en los últimos meses de 1913. Cuestión de tiempo. Pero la abominable hecatombe parece inevitable. Las repercusiones en nuestros países neocoloniales de América será terrible. No sabemos lo que nos espera.

El Congreso a que Ud. se refiere no tendrá lugar hasta los últimos días de julio, según se desprende de las últimas noticias que tengo. A ver si antes podemos conversar. Por lo menos escríbame. Pero no se equivoque en las señas; yo no vivo en 184 bis, sino en el 48 bis, de la Avenue de Saint Augustin. Una diferencia de cien números aquí equivale a kilómetros. Teresa le escribirá también. Y yo, aunque Ud. no lo haga. La abraza su

fiel amigo

[Manuel Ugarte]





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