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Volumen 7 - carta nº 524

De MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO
A   JUAN VALERA

Madrid, 25 mayo 1886

Mi muy querido amigo D. Juan: El tomo de Poesías está de todo punto terminado y supongo que en manos del encuadernador. En las notas he podido extenderme poco, porque el tomo pasaba ya de 500 páginas, pero deseo que lo poco que he dicho sea del agrado de Vd.

Celebro que se halle Vd. a gusto en Bruselas y no desconfío de hacerle una visita más adelante. Pasé un mes en esa ciudad, hace más de nueve años, trabajando en el Archivo cuando le dirigía el viejo Gachard, que murió el año pasado.

Debe Vd. aprovechar sus ocios en acabar la Metafísica a la ligera, antes de empeñarse en ningún otro libro. A mi entender, esta obra va a ser el testamento filosófico de Vd. y uno de los más notables y originales esfuerzos del pensamiento español en este siglo.

El P. Mir ha agradecido mucho el juicio que hace Vd. de su discurso.

No he visto hace muchos días a Novo y Colson, que debe de estar fuera de Madrid, pero como el encargo de Vd. urgía, he dicho a Fe que envíe a Vd. un ejemplar de los Dramáticos Españoles Contemporáneos. Después Vd. o yo nos entenderemos con Novo y Colson, aunque a mí debe de mirarme algo de reojo por mi conocida amistad con Clarín, con quien él ha tenido una cuestión ridícula, pretendiendo defender un pésimo drama suyo.

No he visto la traducción inglesa de Pepita Jiménez publicada en Londres, pero un amigo mío, Mr. Webster, que trata mucho de cosas españolas en The Academy, me escribió bastante enfadado de dicha traducción, la cual, según él, tenía un carácter frívolo y volteriano enteramente distinto del que predomina en la obra original. Con esta ocasión, míster Webster, que es un clergyman de la iglesia oficial anglicana, muy devoto y supernaturalista, me pedía aclaraciones sobre el sentido interno de Pepita Jiménez. Yo le contesté lo que supe y pude, conforme a la letra del mismo libro, y a lo que Vd. dice en sus prólogos y a lo que yo tengo sabido y entendido de Vd. en el largo tiempo que hace que nos conocemos. Tengo guardada en alguna parte la carta de Mr. Webster para enviársela a Vd., pero de puro guardada no doy hasta ahora con ella.

Los amigos y las amigas siguen buenos y se acuerdan mucho de usted. La sin par Corina es abuela ya; pero no ha envejecido, a lo menos a mis ojos, ni en el cuerpo ni en el entendimiento. La que sí ha envejecido y está hecha una ruina es Lidia.

Espero que Catalina mandará a Vd. pronto ejemplares del tomo de Poesías.

Puede Vd. escribirle a la Academia o a la Biblioteca de San Isidoro, adonde ha vuelto después de la caída de los conservadores.

Supongo que a estas horas habrá llegado a manos de Vd. el último volumen publicado de la Historia de la Estética, que no recibió en Nueva York. Quisiera que le leyese Vd. íntegro y me dijera su parecer.

Suyo siempre verdadero amigo

M. Menéndez y Pelayo

 

Valera-Menéndez Pelayo, p. 262-264.