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Cartas de Eugenio Cambaceres a Miguel Cané desde París

Eugenio Cambaceres


Miguel Cané




ArribaAbajo Primera carta

París, Noviembre 22/82

Mi querido Miguel:

Ayer he recibido su carta dirigida a la Legación.

Escuso decirle todo el placer que me ha causado, pues Ud. sabe que siempre he sentido por Ud. un cariño puro y sincero.

Salí de Buenos Aires huyendo de los rigores del verano que se presentaba formidable (en Octubre hacía ya un calor de Enero) y en busca del frío que armoniza más con mi temperamento y con la dispepsia de marras.

Mi intención era volverme en Marzo próximo, pero el médico me ha hecho cambiar de idea y resuelto dejarme estar por estos mundos hasta el año 84.

Por lo pronto, dentro de cuatro o cinco días me largo a Niza y de Niza a Italia, en una de cuyas ciudades, la que me acomode más, estableceré mis cuarteles de invierno.

En Marzo estaré de vuelta a París y en Mayo o Junio probablemente, tendré el placer de darle un apretón inglés de manos, en Viena.

El médico me expide a Marienbad (Bohemia).

No se puede figurar el tole-tole que ha levantado la porquería esa, que escribí y publiqué antes de mi salida de Buenos Aires.

El respetable público ha torcido mis intenciones y mis propósitos de una manera que me subleva y me carga.

He sentado sans m'en douter plaza de fruit sec en materia de sentimientos; soy, según mis queridos compatriotas que lo creen o, más bien, afectan creerlo, un viejo egoísta y descreído.

Como la edición se agotó a los pocos días, voy a hacer aquí una nueva.

Le mandaré sobre tablas un ejemplar depurado de los errores y barbaridades que el caballero Biedma puso en mi boca, o mejor, en mi pluma.

Lea mi libro, Miguel, y dígame sin rodeos, sin paliativos, si lo reputa Ud. la obra de un vaurien.

Cómo le va en su Ministerio?

No deje de escribirme pronto:

Mr. S.A. de Toledo
pour remettre à E. Cambacérès
32 Rue de Penthièvre
París.

Su siempre afectísimo amigo

E. Cambacérès

Como verá Ud. por el sobre de ésta, Carlos Carranza está conmigo. Me encarga lo salude afectuosamente en su nombre.




ArribaAbajo Segunda carta

París, Diciembre 3/82

Querido Miguel:

Dos razones me han impedido estar ya en Niza y tener el placer de darle un abrazo y de echar una serie de párrafos con Ud. tan [...] como los artículos de su amigo Pepe Paz, cuyo amigo se encuentra alojado en este «Hôtel du Louvre», a sus órdenes, y a las mías.

1º Mi médico me ordena permanezca [...]1 algunos días.

2º Medio se me ha empantanado mi compañera enfermándose hasta impedirle la enfermedad ponerse en viaje inmediatamente, aunque parece que no es cosa de mayor cuidado.

Espero, sin embargo, que lo he de pescar antes de su regreso a Viena, crea que he de hacer, para que así suceda, todo lo que dependa de mí, pues tengo deveras mucha gana de verlo.

París está endemoniado.

Hasta ahora ha llovido casi continuamente y hoy hace un frío morrocotudo y cae nieve que es un contento.

Martín le retribuye sus cariñosos recuerdos lo mismo que Carlos Carranza.

Escríbame cómo está en Niza.

Se me hace agua la boca al pensar que viven Uds. cara a cara con el sol.

Aquí el adminículo ese es griego o mirlo blanco.

Lo felicito, desde luego, por los libros que va a publicar y digo que lo felicito porque, a priori, sé que va a tener un succès.

Cuide, sin embargo, de que no se le vaya la mano, no sea cosa que a Ud. también le digan alma podrida y corazón de yesca.

Su af. amigo

E. Cambacérès




ArribaAbajoTercera carta

París, Diciembre 8/82

Mi querido Miguel:

Ayer por la mañana me entregaron su carta del 5, y he aguardado hasta hoy para contestarla, porque quería ver primero a mi médico y pedirle que me diera de alta, en el deseo de largarme de una vez a ésa y tener el placer de echar un párrafo de tres o cuatro días con Ud.

Es interés por el enfermo, conciencia o esplotación?

Algo de esto último; opino que los 40 fs. por consulta no dejan de ejercer su correspondiente influencia.

El hecho es que no quiere que me vaya todavía y que dice que necesita verme, cuando menos dos veces aún, con intervalo de ocho días.

En fin, como ha de ser!

Partie remise n'est pas perdue y si Ud. no puede operar su regreso pasando por París, lo hará al ir a Buenos Aires y si no lo hace Ud., seré yo el que vaya a Tedeschería, de modo que, al fin, consigamos pescarnos mutuamente.

No sabía que hubiera sido Ud. tan grande y buen amigo de mi amigo Alejandro.

Habrá tenido ocasión de conocerlo y de convencerse que no pasa de ser un completo jodido.

En cuanto al hermanito, continúa en ésta a sus órdenes, alimentándose exclusivamente de líquidos, penitencia que le ha impuesto Lasègue, en pago de los atracones foie-gras, y otros bocados de dama con que le dió por regalarse así que se sintió mejor.

Los instintos...

Aujourd'hui, il est bien bas, le pauvre cher homme, según me dice Martín que lo ve casi diariamente.

Por conducto de éste, he sabido que continúa nutriendo por mí el más acendrado de los cariños.

Quiere Ud. la prueba?

Se ha servido prescribirme un régimen higiénico que me ha sido trasmitido por Martín, merced a cuyo régimen asegura que sanaré en ocho días.

Desgraciadamente, il n'y a que la foi qui sauve y como yo le tengo más al mastuerzo que al Sr. Paz (Don Pepe), con el susodicho régimen me limpio lo que Ud. sabe.

Hablando Ud. de filosofía práctica en su carta, me ha parecido estar oyéndome a mí mismo; pensamos y sentimos ambos de una manera ab-so-lu-ta-men-te igual.

Será que se van secando en nosotros las fuentes de la vida moral, o será que estamos dans le vrai.

Lo segundo, de fijo, y siendo así como somos y cayéndonos como nos caen (a Ud. también lo han puesto overa [sic], imbidia pera [sic]!) hemos de continuar tout droit, por más que a golpes quieran hacernos torcer.

Hay una cosa, Miguelito, que no se pierde cuando se tiene de raza: la estúpida honradez que uno practica porque sí y que conserva por lo mismo.

Voilà!

Mi compañera es la cabeza rubia a que se refiere Ud.

Solo no viajaría ni a garrote, hipocondríaco y apestado.

En ella tengo un paño de lágrimas que empapo a veces y a veces estrujo como trapo de cocina.

Es buena, cariñosa y fiel, hasta lo hondo.

Si así no fuera no me aguantaría ni un segundo, y digo esto porque Ud. sabe que no brillo por la placidez de mi carácter, ni por mis dotes domésticas.

Tanto que yo mismo no puedo aguantarme a mí mismo, les trois quarts du tems [sic].

Vous voyez d'ici la chose.
Contésteme.
Suyo af. amigo.

E. Cambacérès




ArribaCuarta carta

Diciembre 24/83

Miguelito:

Ha hecho un libro lindo; en su género no he leído nada más atrayente.

Lo he abierto, lo he empezado y lo he concluido, à mon aise, sin violencia ni fatiga, interesado siempre en la serie de cuadros que presenta Ud. con elegancia, con arte, con pureza de colorido y, sobre todo, con verdad profunda.

Tiene descripciones preciosas de la naturaleza americana, «espléndida y terrible como una virgen salvaje». Está uno viendo y sufriendo lo que Ud. ha visto y sufrido; c'est tout dire.

Su pintura del Magdalena es una joya.

Mi opinión en globo: hay en Ud. un artista doublé de un observador.

Lo que debe escribir? Si quiere hacer libros de consulta, historia y me fundo: cada vez que pega un revuelo por esos mundos, se va a lo alto, recto, sereno, amplio, sin dejarse ofuscar por la pasión aún cuando se trata de los suyos; ej.: sus diversos toques a grandes rasgos sobre las repúblicas del Norte de Sud América en las épocas del coloniaje, en la emancipación y después comparadas con la tierra, y las consecuencias que saca y que explican por qué nos las hemos tirado lejos en la polla que vamos corriendo.

Agrego que está Ud. + 10 en antecedentes lo que es esencialísimo.

Prefiere un género más ligero?

Escriba romances y haga naturalismo; mal que le pese, ahí le duele.

Entiendo por naturalismo, estudio de la naturaleza humana, observación hasta los tuétanos. Agarrar un carácter, un alma, registrarla hasta los últimos repliegues, meterle el calador, sacarle todo, lo bueno como lo malo, lo puro si es que se encuentra y la podredumbre que encierra, haciéndola mover en el medio donde se agita, a impulsos de los latidos del corazón y no merced a un mecanismo más o menos complicado de ficelles, zamparle al público en la escena personajes de carne y hueso en vez de títeres rellenos de paja o de aserraduras, como los que en este momento tiene en exhibición la tienda del Louvre (hay cosas muy bonitas; vaya a verlas), sustituir a la fantasía del poeta o a la habilidad del faiseur, la ciencia del observador, hacer en una palabra verdad, verdad hasta la cuja como dice Ud.

Y eso sería su fuerte. Espíritu analítico, sutil, conocimiento del corazón humano y experiencia de la vida o, lo que es lo mismo, conciencia de que somos una punta de jodidos; de talento no hay que hablar.

Si las crudezas le repugnan, suprímalas. Ni Stendhal, ni Flaubert, ni Daudet, tres maîtres del género las gastan.

Si el calador le da asco, no se lo acerque a las narices; limítese a hacerlo circular por el auditorio, con el gesto fruncido y el brazo tieso.

Si el argot no es lengua de su paladar, no hable argot, ni argot francés, ni argot criollo, ni nada.

Pero, eso sí, insisto en una cosa y es ésta: no ponga almíbar en la boca de un changador, ni le haga decir mierda a una institutriz inglesa; respete a la verdad.

En cuanto a mí, Ud. sabe que tengo un flaco por mostrar las cosas en pelota y por hurgar lo que hiede; cuestión de gustos.

Unas critichinas al pasar: incorrecciones acá y allá, repeticiones de palabras que suenan en prosa como el last rose en música -no hablo por supuesto de las orejas inglesas- y que, en Ud., son simples faltas de atención al releer; uno que otro galicismo que yo personalmente me guardo muy bien de echarle en cara y, por fin, algunos párrafos que habría preferido más livianos y más sueltos.

Simples detalles, como Ud. ve.

Voilà.

Lo felicito de corazón, y por Ud. y por las letras de mi país le pido que siga escribiendo.

Su af. amigo

E. Cambacérès

He estado a verlo; no necesito agregar que al ñudo.





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