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1

Según Bajtín, para quien el lenguaje posee una gran vitalidad, «las palabras entrecruzan su historicidad y polivalencia para dar un sentido siempre nuevo, siempre enriquecedor a la literatura y a la vida». Véase: Bajtín, Mijaíl: El método formal en los estudios literarios. Introducción crítica a una poética sociológica, Versión española de Tattiana Bubnova, Madrid, Alianza Editorial, 1994, p. 19.

 

2

Bajtín, Mijaíl (1975): Teoría y estética de la novela, Traducción Helena Kriükova y Vicente Cazcarra, Madrid, Taurus, 1989, p. 37. Por otra parte, Darío Villanueva considera que la separación entre lo narrado y la forma de presentarlo, constituye una falacia conceptual porque en las narraciones, el contenido y la forma «se necesitan mutuamente para existir». Véase: Villanueva, Darío (1989): El comentario de textos narrativos: la novela, 2.ª edición, Gijón, Ediciones Júcar, 1992, p. 15.

 

3

Véanse: Kristeva, Julia: Semiótica 1, Traducción José Martín Arancibia, Madrid, Fundamentos, 1978; Cros, Edmond: «Sociología de la literatura», en AA. VV.: Teoría Literaria, Traducción Isabel Vericat Núñez, Madrid, Siglo Veintiuno Editores, 1989, pp. 145-171; Bajtín, Mijaíl: Estética de la creación verbal, México, Siglo XXI Editores, 1982; Genette, Gerard: Ficción y dicción, Traducción Carlos Manzano, Barcelona, Editorial Lumen, 1993; Ducrot, Oswald: El decir y lo dicho, Versión castellana de Sara Vassallo, Buenos Aires, Argentina, Hachette S. A., 1984; Abril, Gonzalo; Lozano, Jorge y Peña, Cristina (1989): Análisis del discurso (1989), 3.ª edición, Madrid, Cátedra, 1989, y Todorov, Tzvetan: Mikhail Bakhtin le principe dialogique, Paris, Éditions du Seuil, 1981.

 

4

Para Antonio García Berrio, el discurso literario siempre tiene niveles de connotación muy amplios, ya que constantemente está remitiendo a otros discursos, mediante los cuales se construye el significado poético. Véase: García Berrio, Antonio: Teoría de la literatura, Madrid, Editorial Cátedra, 1989, p. 178. Consúltese, además: Ducrot, Oswald: El decir y lo dicho, op. cit., p. 135.

 

5

García Landa, José Ángel: Acción, relato, discurso. Estructura de la ficción narrativa. Salamanca, Ediciones de la Universidad de Salamanca, 1998, p. 325. Esta afirmación de García Landa revela la pluralidad del espacio novelesco, al que se incorporan las más variadas modalidades enunciativas.

 

6

En palabras de José Ángel García Landa, «La literatura no es un solo tipo de acto de lenguaje, sino una galaxia de fenómenos discursivos», de ahí que en ella se produzcan diversas asociaciones de discursos, lo cual redunda en la construcción de un sentido particular de la obra. Ibid., p. 466. También Antonio García Berrio y Javier Huerta han señalado esta complejidad al indicar que definitivamente la obra literaria requiere de otros discursos formales y temáticos para alcanzar su sentido. Véase: García Berrio, Antonio y Huerta Calvo, Javier: Los géneros literarios: sistema e historia, Madrid, Editorial Cátedra, 1992, p. 132.

 

7

En este capítulo analizo la presencia en Castigo divino de formas enunciativas correspondientes a los discursos histórico, jurídico, policiaco, folletinesco y periodístico. No tomo estos discursos como categorías absolutas, sino más bien exploro rasgos de ellos que resultan pertinentes en la construcción del sentido de la obra.

 

8

Ramírez, Sergio (1994): Oficios compartidos, 2.ª edición, México, Siglo Veintiuno Editores, 1994, pp. 73-74. Según Sergio Ramírez, este tema también había apasionado al Dr. Mariano Fiallos (Rector de la Universidad de León de 1957 a 1963), quien pensaba escribir una obra literaria sobre él. Véase, además: Ramírez, Sergio (1971): Mariano Fiallos, 2.ª edición corregida y aumentada, León, Nicaragua, Editorial Universitaria, 1997, p. 50.

 

9

Lozano, Jorge (1987): El discurso histórico, 1.ª reimpresión, Madrid, Alianza Editorial, 1994, p. 174. Las consideraciones que efectúo en este epígrafe corresponden principalmente al discurso histórico tradicional (Para ver la diferencia entre discurso histórico tradicional y la nueva historia, consúltese: Burke, Peter (1991): «Obertura: la nueva historia, su pasado y su futuro», en Burke, Peter (editor): Formas de hacer historia, Versión española de José Luis Gil Aristu, Madrid, Alianza Editorial, 1993, pp. 11-37). Tampoco trato de proyectar una visión reduccionista de este discurso, pues por sus rasgos enunciativos y por estar escrito por determinados individuos, tampoco escapa a la subjetividad, rasgo apuntado por Handlin, para quien la objetividad «es un sueño», con lo que el trabajo del escritor de algún modo está marcado también por un carácter subjetivo y tiene una relatividad. También Handlin se refiere a lo complejo que resulta aproximarse a la verdad, la cual «reside en las pequeñas piezas que reunidas forman el conocimiento», más que en los grandes acontecimientos, que de todas maneras, el historiador no ha vivido. De esta forma, la búsqueda de lo verdadero por parte del historiador, se limita a «la destilación de las pruebas que quedan del pasado», es decir, a los documentos. Véase: Handlin, Óscar (1979): La verdad en la historia, Traducción Mercedes Pizarro, México, Fondo de Cultura Económica, 1982, pp. 398 y 405.

 

10

Tiempo de fulgor (1970) también se encuentra ambientada en la ciudad de León, en el contexto del siglo diecinueve.