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Textualmente, Narcejac afirma: «Está el núcleo de la novela, el enigma; está la carne de la novela, la intriga, the plot; y luego está la piel de la novela, su cubierta de palabras». Véase: Narcejac, Thomas (1975): Una máquina de leer: la novela policiaca, Traducción Jorge Ferrero, México, Fondo de Cultura Económica, 1986, pp. 47. Este crítico también considera que la novela policiaca es un juego, donde el lector, junto al detective va encontrando los elementos que le permiten la solución del enigma, y califica este juego de dramático, porque culmina con la detención o muerte del culpable.
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El hecho de que Oliverio sea extranjero produce curiosidad entre los leoneses, a lo cual se le suman las particularidades de sus acciones, como salir a bailar a las calles (pp. 48-49).
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Evenor Contreras hace referencia al traslado de Oliverio Castañeda y su esposa Marta, del Hotel Metropolitano donde estaban ubicados, a la casa de la familia Contreras.
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Esta polémica tiene además matices personales: El Dr. Darbishire había estudiado en Francia, gracias a que disponía de suficientes recursos económicos; fue profesor de Atanasio Salmerón. Este, en cambio, debido a sus limitaciones económicas, estudió con el apoyo de su madre que se ganaba la vida lavando y planchando ropa.
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El Doctor Darbishire, ante la fuerza inquisitiva y acusadora de Salmerón, reacciona diciéndole que no piense en fantasías: «No se llene la cabeza de esos argumentos de cinematógrafo -el Doctor Darbishire lo rodeó cálidamente con el brazo al despedirlo-; se ve que se contagió usted de "Castigo divino". Pero la realidad es diferente, colega. En este pueblo nunca pasa nada»
(p. 133). El Doctor Darbishire alude a la película Castigo divino (Payment Deferred, en inglés) que efectivamente fue presentada en 1932 en León. Es una película de Hollywood, producida por la Metro Goldwyn Mayer, con la dirección de Lothar Mendes y protagonizada por Charles Laughton, Maureen O'Sullivan y Ray Milland. Sergio Ramírez toma de ella el título para su novela y el asunto principal que consiste en el uso de la estricnina como tóxico para envenenar víctimas. Véase: Ross, Peter: «The politician as novelist: Sergio Ramírez's Castigo divino», en Antípodas, núm. 3, julio de 1991, p. 167.
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Según Sergio Ramírez, la creación de este personaje fue un elemento decisivo para que se le otorgara el Premio Internacional Dashiet Hammett, en 1988. Véase: Ramírez, Sergio, en Bermúdez, Manuel: «Sergio Ramírez: entre sueños y realidades», en Semanario Universidad, San José, Costa Rica, agosto de 1995. La actitud detectivesca de Salmerón es anunciada por el narrador cuando lo califica como un investigador tenaz (p. 51) y se aprecia desde el momento en el que le manifiesta a su maestro el Doctor Darbishire que no debe preocuparse solamente por combatir el mal, sino por encontrar las causas de este (p. 132).
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Según Ernesto Cardenal, el proceso de búsqueda del culpable genera suspenso en la novela y mantiene al lector en un constante estado de expectación. Véase: Cardenal, Ernesto: «Presentando Castigo divino», en Casa de las Américas, núm. 171, 1988, p. 146.
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En el «Capítulo 30» se observa la confusión reinante, pues la multitud, reunida en León, unas veces grita a favor de Oliverio y otras en su contra. Incluso, una vendedora, con cuchillo en mano, se presenta a la cárcel para exigir que liberen a Oliverio (p. 271).
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Salmerón participa activamente en la vida de la ciudad, es miembro de la Mesa Maldita, toma copas, asiste a sepelios y entabla polémica en sus artículos periodísticos.
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Mora Rodríguez, Arnoldo: «Las dos últimas novelas de Sergio Ramírez», en La república, San José, Costa Rica, 22 de agosto de 1995, p. 13. Mora se refiere principalmente a la oposición que se presenta entre los hechos sucedidos (y el correspondiente proceso de investigación) y la forma cómo cada personaje los interioriza.