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Si fuera posible extraer alguna «lección» del episodio de Cenotia es probable que una de ellas fuera un aviso a la monarquía de que el peligro de algunos moriscos podría alcanzar las consecuencias más nefastas. Sin embargo, a pesar de que el episodio es verosímil, sobre todo por su alejada localización, su desarrollo sería poco menos que impensable en la España del s. XVII.

 

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«Mordíase las manos Cenotia, y maldecía su engañadora ciencia y las promesas de sus malditos maestros» (II, 17, p. 250). La descalificación del narrador va más allá de lo individual. La disculpa amorosa de Policarpo no la hace extensiva a Cenotia (p. 252), quien tendría el mismo derecho a recibirla.

 

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A diferencia de algunos tipos de morisco del romancero o el teatro, Cenotia habla un español correctísimo. La crítica de Cervantes va más allá de la sátira, en una obra de estilo elevado.

 

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Sin duda sería tentador intentar ver más allá del mero retrato literario negativo y concluir con una descalificación global de los moriscos, aunque no conviene olvidar la presión genérica, la cautas críticas a la expulsión y la selección de unos moriscos, además de la unión de hechicería a la condición morisca de Cenotia, a quien se critica por la falsedad de sus creencias, sus manejos engañosos y su proximidad al poder. A los moriscos valencianos se les presenta como traidores, al menos a la comitiva de Periandro y Auristela, y cripto-musulmanes, aunque, en el otro lado de balanza, sólo hay dos cristianos viejos en el pueblo y el proceso de cristianización no puede aspirar a elevadas metas.

 

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«Las poco numerosas alusiones a los israelitas son desfavorables para ellos. Cervantes los presenta como raza muy inferior, por bajo de los musulmanes de África, y ni por asomo les hace hablar como a los moriscos españoles (...) Cervantes aparece como lo que hoy llamaríamos un antisemita. De cualquier forma la cuestión es meramente incidental dentro de su obra» (Américo Castro, p. 291). Conviene recordar que Castro retocaría y modificaría las opiniones que expuso en 1925, pero esta idea parece adecuarse, en parte, al tratamiento que Cervantes utiliza con los judíos en el Persiles: tanto Zabulón como su mujer, Julia, aparecen caracterizados negativamente, y siempre se insiste en su condición de judíos. Más que de antisemitismo habría que hablar de rechazo generalizado (véase la nota siguiente).

 

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Miguel Herrero García, Ideas de los españoles del s. XVII, especialmente pp. 563-640. Si bien era un estereotipo literario la vinculación de moros y moriscos con la magia, en el caso de los judíos se trataba de un rechazo general en España, por lo que se les hace participar de todo tipo de vicios. Es revelador que Cervantes haya escogido la brujería dentro de la parquedad de datos que sobre Julia se proporcionan.

 

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Miguel Herrero García, pp. 568 y ss. Para otras profecías de los dos lados véase Antonio Domíguez Ortiz y Bernard Vincent, pp. 57 y ss.; Mercedes García Arenal, Inquisición y moriscos, pp. 81-2, 89-90.

 

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la nota 93.

 

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Así lo recoge Américo Castro (p. 98) aunque distingue bien otros impulsos en la astrología. Estamos de acuerdo en la motivación literaria del uso de la brujería, pero creemos que hay también una motivación histórica en la elección de Cervantes de unas hechiceras morisca y judía respectivamente.

 

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Entre el Coloquio y el Persiles se observan ciertas concomitancias. En las dos obras se narra un viaje, aunque en el Coloquio está contado desde la llegada y la relación entre narrador y narratario no es la misma en las dos obras. Los peligros ahora se convierten en un paseo por los bajos fondos de la sociedad (ladrones, gitanos, estudiantes, criados, moriscos, etc). En ambas novelas Cervantes experimenta con los límites de la verosimilitud. En las dos obras los moriscos aparecen como personajes negativos. Por otro lado las diferencias son evidentes. Quizá una de las más obvias sea la diferencia de tono, que en la novela ejemplar es de burla e ironía, como se manifiesta ya desde la selección de unos interlocutores muy determinados. Sin embargo la extensión y la importancia del episodio de la Cañizares es superior a la presencia de la brujería y hechicería en el Persiles. El episodio es el plato fuerte del relato de los perros (es el más extenso, aparece anunciado, es el que podría justificar, en cierto modo, la recuperación del habla). Como en el Persiles también hay una larga explicación teológica, no exenta de ironía al estar en boca de una bruja. El final rezuma ironía, pues la confusión del perro con un demonio permite comprobar la falta de límite en la credulidad de las gentes que ven en Berganza un demonio por su saber y por la rapidez de su huida. Es interesante resaltar que no haya referencias a la limpieza de sangre de las brujas, quizá porque en el catálogo que es el texto se deja un apartado para los moriscos, tras los gitanos. Sobre las intenciones y logros cervantinos véase Edward C. Riley, «La profecía de la bruja. (El Coloquio de los perros)», Actas del I Coloquio Internacional de la Asociación de Cervantistas. Alcalá de Henares, 29/30 de noviembre y 1/2 de diciembre 1988 (Barcelona: Anthropos, 1990), pp. 83-94.